¡Aviso a los lectores! El capítulo 19 se publicó junto con el anterior. ¡No te pierdas el 18!
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Hora 5:45 -El frío abrazo de la noche
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En espera de los socorros, los botes empezaron a acercarse unos con otros para garantizar mayor estabilidad y permitir a los oficiales que los guiaban intercambiar opiniones sobre cómo actuar.
Muchos habían querido intervenir para ayudar a aquellas personas en dificultad pero era arriesgado acercarse demasiado. Los pocos botes que aún contaban con espacio serían asaltados por aquella multitud desesperada, arriesgando de hundirlos.
Watson sugirió utilizar al menos uno, organizando la clasificación necesaria para aprovechar todos los espacios disponibles.
Entonces, los pasajeros del bote menos lleno, fueron requeridos para que se cambiaran a aquellos adyacentes para ocuparlos completamente. En total oscuridad empezó el complejo y torpe transferimiento de las personas de una embarcación a otra.
Después de casi diez minutos del hundimiento de la proa, el bote número tres pudo acercarse finalmente para salvar otras vidas humanas.
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Mientras tanto, a bordo habían empezado a distribuir mantas de lana para permitir que los sobrevivientes conmocionados y con frío recuperaran el calor para enfrentar las siguientes horas de espera por la ayuda.
-``Hemos recibido una señal del mercantil Júpiter´´ dijo grave Richard Lowell desde el bote número cuatro.
-``No llegarán aquí en menos de dos horas. ¡Lamentablemente tendremos que soportar el frío, por lo tanto estas mantas serán necesarias!´´.
Mientras daba aquellas noticias, el oficial estaba plenamente consciente de la gravedad de la situación. Por una serie de circunstancias adversas el único barco cercano a ellos llegaría en las primeras horas de la mañana, arriesgando de encontrar una masa de cadáveres dormidos dentro de su profundo sueño.
Candy tomó la pequeña manta que le correspondía y se envolvió en ella intentando encontrar consuelo en sus escalofríos.
Pero el frío de su corazón era mucho más insoportable que el temblor que estaba sintiendo en aquellos momentos su cuerpo.
Los ojos de Emily en la penumbra no la habían abandonado ni por un segundo.
Con la obstinación que la caracterizaba, continuaban a implorar en silencio de resistir. Candy estaba agradecida por aquella fuerza que le estaba transmitiendo.
Levantó la mirada hacia la linterna del bote que se alejaba sin atreverse a esperar.
Su mano resbaló en aquel momento distraídamente fuera del borde hasta tocar el agua.
El agua en la que estaba Terry.
Con los ojos perdidos en el vacío, sintió el frío. La temperatura tendría que ser de algunos grados cerca de los cero grados. Instintivamente hizo por retirarla.
Pero algo la detuvo.
Sintió algo como… los dedos de una mano… si, era una persona que se había aferrado a su mano… ¡Había nadado hasta los botes!
Candy intentó levantar parcialmente aquel cuerpo para ayudarlo a respirar.
Se quedó sin aliento por largos momentos cuando, desde la superficie del agua, vió emerger el rostro sufriente de su Terence, que intentaba penosamente tomar aire.
-``Candy...´´ sólo logró decir él cuando la reconoció, mientras la tos parecía sofocarlo.
La chica se levantó de golpe, pidiendo tempestivamente ayuda a los pasajeros que estaban en el bote.
-``¡Hay alguien junto al bote! ¡Se está ahogando! ¡Por favor, os lo suplico ayudadme a sacarlo del mar!´´.
Sus gritos hicieron estremecer a los presentes.
-``¡Resiste, amor, te salvaremos!´´ le gritó sosteniendo su rostro fuera del agua.
El oficial Watson y otros dos hombres se abrieron camino entre la gente, intentando mantener el equilibrio del bote y, tomándolo con fuerza, lograron levantarlo a peso muerto y dejarlo dentro.
-``¡Ponedlo sobre mí!´´ - rogó Candy -``¡Le haré espacio entre mis piernas!´´.
El cuerpo del joven fue arrastrado hasta sus brazos que pudieron sorprendentemente volverlo a estrechar.
Candy acarició aún incrédula su rostro cianótico. Había perdido la conciencia.
Sin perder el tiempo, lo colocó boca abajo, intentando hacer que escupiera el agua que había tragado para liberar la obstrucción de las vías respiratorias. Después, con delicadeza lo volteó nuevamente y controló su pulso. Sus latidos estaban presentes pero no respiraba.
-``¡Oh Dios mío, Terry!´´.
Se acercó a su boca para evitar un ataque cardiaco y empezó a practicar la respiración artificial.
Aquel fue su beso más desesperado.
Le apretó la nariz con dos dedos y se inclinó sobre él, acercándose nuevamente a aquellos labios que adoraba para practicarle la primera insuflación.
Sintió que ella también se congelaba cuando lo toco. Sus estupendos labios estaban azules y rígidos.
Sopló en su boca el aire con vehemencia y esperanza.
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-``¡Vive, Terry, Vive!´´.
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Varias veces sopló de golpe, esperando la reacción de su tórax. Soplaba el aire y esperaba con toda ella misma de transmitirle, con su respiro, con su amor, la fuerza para volver a abrir los ojos.
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Después de varios intentos, finalmente su respiración pareció recuperarse.
Terence volvió en sí, empezando a toser nuevamente en modo convulsivo.
Con algunos golpes en su espalda ella lo ayudó a escupir los residuos de líquido sosteniendole la frente.
-``¡Gracias, Dios mío!´´ suspiró aliviada, mientras percibía que empezaba a respirar autónomo y de manera regular.
El joven, abrazado a su pecho, volvió su rostro repitiendo su nombre con voz débil.
-``¡Verás amor, lo lograremos!´´ - le susurró Candy acariciándolo -``Intenta no forzarte a hablar y no ceder al sueño. ¡Tenemos que mantenernos despiertos! ¡Si puedes, mantén en movimiento los dedos de los pies y de las manos!´´.
-``Me duele todo, Candy...´´ se lamentó una vez más Terence.
-``Siento punzadas insoportables en todo el cuerpo...´´.
La chica sabía que estaba sufriendo un principio de hipotermia. Sentía desesperación en su pecho pero no quería transmitirle por ningún motivo sus penas. Ser médico la hacía atrozmente consciente y golpeada por un sentido de impotencia.
Pasó su mano debajo de su camisa sintiendo su tórax congelado debajo de la tela. Por todos los medios tenía que lograr calentarlo.
Con cuidado, le quitó las ropas mojadas y se despojó de su abrigo para colocarlo encima de él, envolviendolo con la manta de lana intentando mantener caliente su cabeza lo más posible. Por la expresión contraída de su rostro comprendió que continuaba sufriendo mucho.
Después de algunos minutos, lo vio convulsionar en fuertes escalofríos mientras la miraba con ojos espantados presa de un estado confundido.
Candy se acercó a él bajo la manta intentando transmitirle calor a través de su propio cuerpo.
-``No te preocupes, Terry, si tiemblas significa que te está subiendo la temperatura. ¡Yo te cuidaré!´´ le reiteró segura varias veces, para calmar su comprensible agitación.
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En su gesto instintivo, se encontró de nuevo en sus brazos, sobre su pecho desnudo.
Como estaba frío su cuerpo, gemía su corazón...
Solo unas pocas horas antes lo había sentido hervir de excitación mientras se amaban prepotentemente…
Fue terrible ahora tocarlo en aquel estado.
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-``¡Tome también mi manta, Candice! ¡Lo ayudará a recuperarse!´´ le dijo en aquel momento Emily, parándose frente a ella
-``¡Se lo agradezco pero no puedo!´´ respondió ella rechazándola decididamente.
-``Si no intentamos cubrirnos arriesgamos de morir antes del rescate!´´
Sin embargo la anciana poetisa insistió.
-``¡No se preocupe por mi, querida, se la ofrezco de todo corazón!´´.
Viendo aquella escena, James se acercó a la mujer que estaba aún de pie, en medio del bote, sin querer ceder en su ofrecimiento.
-``Tiene razón la señorita Ardley, no puede renunciar a ella con este frío. Aún falta tiempo para que lleguen a salvarnos. Venga a sentarse, la ayudo yo...´´.
-``Señor oficial´´ le respondió determinada Emily.
-``¿Cuánto cree que me queda por vivir? Hágame caso, mi manta puede ser más útil para estos dos chicos. ¡Ellos tienen más derecho a un futuro! Yo ya he tenido mis estaciones de felicidad...´´.
Apartándose de su brazo, colocó su manta sobre Candy y Terence, metiendo las orillas bajos sus piernas entrelazadas.
Frente a una Candy sin palabras, se levantó para regresar a su lugar después de haber acariciado afectuosamente la frente de Terence.
Mientras todos la observaban sorprendidos, se volvió a sentar apretando son un suspiro el cuello de su gabardina.
Abrió su bolso y extrajo una elegante botellita de licor.
De un sorbo pasó el líquido por su boca y permaneció saboreando tranquilamente, acurrucándose cómoda con la espalda en el casco.
-``Ha llegado el momento, mi querido Tom...´´ dijo en voz baja con los ojos semicerrados y una sonrisa esbozada.
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A partir de ese momento el tiempo pareció enrarecerse y dilatarse a su percepción.
Los minutos se seguían idénticos los unos a los otros, sin que se lograra ver el final.
El frío, por su cuenta, hacía su innoble trabajo.
Algunos de los pasajeros empezaron a delirar entre convulsiones incontrolables de sus músculos, sin control.
Por ironía descarada de la suerte, los sobrevivientes que se habían salvado del naufragio en los botes les tocó de todas maneras asistir al sangriento espectáculo de la muerte de muchos de ellos, justamente cuando parecía que el último acto de aquella trágica noche estaba por concluir.
Aquellos que permanecían despiertos intentaban con todas sus fuerzas no pensar en los cadáveres que estaban sentados junto a ellos, como si estuvieran simplemente dormidos.
Había quien reaccionaba rezando y quien se desesperaba, quien lloraba por los seres queridos y aquellos que maldecían presa de una rabia incontrolable. Y quien permanecía en silencio e inmóvil, embalsamado en el cuerpo y en las emociones como una estatua de sal.
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Pasaron así al menos dos horas de espasmódica espera y sufrimientos físicos.
El cuerpo de Terence había dejado de temblar violentamente aunque el ligero movimiento de sus labios no se había calmado. Varias veces el sueño lo tentaba obligándolo a cerrar los párpados, que cada vez le parecían más pesados mientras Candy le rogaba de permanecer despierto.
-``Tengo sueño Candy… Siento que mis ojos se cierran...´´.
-``¡No, no puedes darte por vencido ahora, Terry, haz un último esfuerzo!´´ continuaba a repetirle ella abrazándolo con fuerza.
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Pasó así otra media hora, suspendida en aquel sopor.
Candy continuaba acariciando sus cabellos húmedos, teniendolo con fuerza. Dentro de ella el terror crecía cada vez más minuto a minuto. Ya casi no lograba sentir sus latidos, de tanto que estaba débil.
Con las energías que le quedaban, intentò seguir hablando con él, animandolo a responder con monosílabos.
-``Cuando llegue agosto, quiero que me lleves de nuevo a Escocia, Terence...´´.
Sus rostros miraban hacia el cielo estrellado.
-``Quiero volver a ver el resplandor del sol reflejado en el lago. era hermoso ver aquellos espléndidos colores...´´.
-``Lo haremos...´´.
-``¡Treparemos en los árboles sin pensar en los problemas como cuando éramos adolescentes y admirar el paisaje de las colinas que se reflejan en el agua!´´.
-``Si...´´.
-``Y nos protegeremos de alguna tormenta veraniega, y nos quedaremos calientitos abrazados frente a la chimenea encendida… esta vez, lo puedes apostar, no tendrás excusas para no abrazarme...´´.
-``Candy...´´.
Terence se esforzó para voltear a verla.
-``Ya no siento las piernas...´´.
Una lágrima desesperada cayó por el bello rostro de la joven mujer, abriéndose camino entre sus pecas.
Fue la primera de una larga serie.
Terence levantó el brazo para acariciarla.
-``¡No llores, amor, te lo ruego!. ¡No lo soporto!´´.
-``¡No puede terminar así! ¡No es justo!´´ le gritó ella, sin poder controlar más su desahogo.
Se inclinó hacia el hombre que amaba más que a ella misma y empezó a besar su rostro nerviosamente.
Terence, delirante, sentía débilmente el toque de sus labios apasionados mezclados con las gotas de su llanto.
-``¡No llores, Candy! Yo no estoy triste...´´ la consoló de repente con una voz que parecía más fuerte a pesar de su fatigada respiración.
-``Me llebo en los ojos la belleza de tu rostro, que me ha regalado por una noche más… la felicidad. Sin ti he vivido años de penumbra, sin esperanzas. Ahora estoy regresando a las sombras de nuevo, pero no tengo miedo. Solo tengo frío… tanto frío… Candy...´´
Candy vio aterrorizada su palidez.
Sus pupilas parecían salir de sus órbitas cuando vio los ojos de su amor cerrarse cansados sin poner resistencia.
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-``¡Terence! ¡Te lo ruego, abre los ojos! ¿Que cruel destino es este? ¡Terence! ¡Te he vuelto a encontrar después de diez años solo para verte morir así… entre mis brazos… amor mío!´´ gritó besando por última vez su rostro sin pulso mientras le parecía ya no tener más lágrimas que derramar.
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Lo abrazó con todas sus fuerzas. Por un tiempo que le pareció infinito.
Después, aturdida por el cansancio y el dolor, ella también cerró los ojos dándose por vencida , colocando su cabeza sobre el pecho de Terence.
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La noche envolvió sus cuerpos juntos con su frío abrazo.
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Aviso de la autora:
¡Atención! ¡Este NO es el último capítulo !
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¡Gracias de todo corazón a quienes me están leyendo y a quienes quieren dejarme un muy apreciado comentario!
