¡Aviso a los lectores! El capítulo 21 se publicó junto con el anterior. ¡No te pierdas el 20!

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Cuatro días después, Hora 22:30 - El despertar

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Cuatro días después, a las diez, Candy se despertó tosiendo en una cama de hospital.

-``¿Pero dónde estoy?´´.

La enfermera que estaba junto a ella terminando los controles del día se le acercó acariciando su mejilla.

-``¡Candy! ¡Oh Candy, estoy contenta de verte despertar!´´.

La chica la miró incrédula, aún entorpecida por la fiebre, reconociendo el rostro amigo que le sonreía. Era una de las aprendices que hacían sus prácticas para convertirse en enfermeras especializadas en el mismo hospital en el que ella prestaba servicio. Jamás se hacía llamar con su título profesional por las enfermeras con las que había estrechado amistad. Le parecía poco natural.

-``Josephine… ¿Tú? Entonces quiere decir que...´´.

-``Si, Candy, estás en el Medical Center. Te han transferido al campus hace algunos días, después del naufragio… estás entre los pocos que ha sido posible reconocer su identidad porque tenías tus documentos cuando te han encontrado´´.

El naufragio… Sólo escuchar aquel término le bloqueaba la respiración.

¡Aquella maldita noche había destruido su vida!

Agachó triste su rostro apretando entre sus dedos la sábana.

-``¿Qué es lo que me ha pasado?´´ preguntó para enterarse de sus condiciones.

-``Has tenido fiebre alta, Candy. Delirabas y te desesperabas, así que te han sedado. Ahora estás mejor. Estamos curando tu bronquitis pero estás fuera de peligro´´.

-``¿Y cuantos… cuantos se han salvado, Josephine?´´.

-``¡No lo sé exactamente! Aquí han llegado más de cuatrocientos personas pero me parece haber escuchado que los supervivientes no son más de seiscientos. ¡Qué tragedia!´´.

Candy apretó aún más fuerte sus puños. El Mauretania contaba con poco más de dos mil personas a bordo al momento del accidente.

En eso entró en la habitación la señora Wild, una anciana enfermera que nunca había sentido simpatía por la joven doctora especializada. Nunca había soportado sus modos amables y su natural vitalidad que habían conquistado en poco tiempo la simpatía y la consideración de todos en el hospital.

-``Doctora Andrew´´ le dijo pero esta vez sinceramente alegre al encontrarla despierta.

-``Veo con gran placer que se ha recuperado. Creo que mañana incluso será capaz de alimentarse sola. Ha sido muy afortunada, pensando en todo lo que ha pasado´´.

-``¡Gracias señora Wild! ¡Yo también creo que haya sido un milagro! ¡Ha sido una terrible pesadilla!´´

-``¡El doctor Dean estará contentísimo al saber que la fiebre ha cesado!´´ continuó amistosamente Josephine.

-``Hoy tiene el turno nocturno. Voy rápido a llamarlo. Ah, se me olvidaba, si las flores te dan fastidio por su perfume, puedo llevarmelas a otra habitación...´´

-``¡Terence!´´ gritó llevándose las manos al pecho.

Que absurdo… no podía haber sido él…

-``¿Quien ha mandado aquellas rosas, Josephine? ¡Dímelo, te lo suplico!´´ murmuró mientras sentía de nuevo que sus músculos cedían.

La enfermera corrió hacia ella preocupada, intentando calmar su reacción.

-``Tranquilizate, Candy, de lo contrario terminarás por sentirte mal otra vez!´´. la reprendió intentando calmar su temblor entre sus brazos.

-``Las rosas te las ha traído un hombre, pariente tuyo creo. Ha dicho que se llama Albert. Se ha marchado hace poco, cuando ha terminado el horario de visita. Debe quererte mucho, en estos días no ha hecho otra cosa que estar cerca de ti tomándote de la mano. No se ha levantado de aquella silla, ni siquiera para comer...´´.

-``Querido Albert...´´ - pensó ella en voz alta -``¡Imagino el desgarrante dolor que habrás sentido al verme en esas condiciones! Como quisiera que estuvieras aquí ahora para darme fuerzas… ¡Jamás he necesitado tanto de tu consuelo como en estos momentos!´´.

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Un sentimiento de vacío desgarrante invadió una vez más su corazón.

-``Josephine, tengo que pedirte una información importantísima. Yo 'tengo' que saber si entre los sobrevivientes hay una persona muy importante para mi… Sé que es una débil esperanza pero yo no puedo dejar de aferrarme a ella con todas mis fuerzas. Dime si entre los hospitalizados hay un joven de nombre Terence Granchester. Estaba junto a mi en el bote ocho cuando llegaron los rescates…´´.

La chica sacudió la cabeza incrédula.

-``Candy, yo en verdad quisiera ayudarte, pero… hasta ahora son pocos los pacientes que han sido reconocidos. Deberías preguntarle al doctor Dean; Él es quien se ha ocupado de hacer la lista. Sin embargo, creo que aún es la gran mayoría de la que estamos inciertos y no pienso que en tus condiciones tu puedas recorrer todas las habitaciones donde se encuentran los pacientes...´´

-``O las cédulas de la morgue...´´ agregó sarcástica la señora Wild.

-``Paula, ¿Pero que está loca? ¿Acaso no ve que Candy aún está en estado de shock? ¿Acaso quiere provocarle un infarto?´´ arremetió contra ella la joven practicante.

Aquella mujer no dejaba de ser ácida ni siquiera frente al sufrimiento.

Pero al ver los ojos hinchados de Candy que la miraban perdidos incluso el corazón de hielo de Paula Wild se disolvió. Se acercó a ella y la abrazó consternada.

-``Lo siento, doctora, no pretendía lastimarla… A veces no logro controlar mi carácter. Entiendo cuanto puede estar sufriendo usted en estos momentos...´´.

La mujer se quedó paralizada al sentir que las manos de Candy rodeaban su cintura y su ronca voz rogándole.

-``No me deje… se lo ruego… necesito a alguien para llorar...´´

-``Candice...´´ le respondió, llamándola por primera vez por su nombre, sin poder contener el instinto de acariciarle la espalda maternalmente.

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Su voz fue interrumpida por el ruido de la puerta que se abrió de golpe frente a ellas.

-``¡Pero que! enfermeras, ¿Le ha pasado algo a la doctora Andrew?´´

Candy se levantó para ver al joven que apenas había entrado, quién era el docente de su curso de patologías cardiacas infantil. El profesor más joven de toda la Universidad de Nueva York.

-``¡Jason!´´.

Los ojos del doctor se iluminaron al verla.

-``¡Candy! ¡He estado tan preocupado por ti!´´.

El doctor Dean se le acercó tranquilo y le tocó la frente con la mano.

-``Se ha despertado hace diez minutos. La fiebre ha disminuido, pero aún está muy conmocionada… estaba por ir a avisarle...´´ le informó Josephine entregándole el registro médico actualizado con los últimos exámenes.

-``No vuelvas a darme un susto como este, ¿entendido? ¿Cómo podría seguir adelante con mi clase sin mi mejor estudiante?´´.

Candy agradeció mucho sus tonos ligeros. Era evidente que quería ayudarla a que no pensara en los horrores que había vivido.

Jason Dean había demostrado ser un buen amigo desde que se habían conocido.

Siempre la había tratado con consideración y en modo muy natural, con respecto al papel institucional que tenía.

Para ser sinceros, le había manifestado delicadamente en más de una ocasión sentir un interés que iba más allá de la admiración por sus capacidades profesionales.

Incluso si ella no se había mostrado indiferente ante su simpatía y a su brillante inteligencia, no había jamás cedido ni por un segundo a su corte galante.

El joven docente inicialmente había pensado que ella no quería exponerse a cotilleos en el hospital y en la Facultad. Sabía que era una chica muy orgullosa y no hubiera soportado que la consideraran como la preferida en los tratos y en las valoraciones por motivos que no fueran exclusivamente causa de sus méritos. Había intentado decírselo, haciéndole entender que podrían conocerse mejor de una manera discreta, sin que los demás lo supieran; sin embargo su reacción lo había totalmente rechazado.

-``Me siento muy bien contigo pero no me pidas más que no sea amistad, Jason, por favor...´´ se lo había dicho ya desde la primera vez que se habían visto a solas, cuando la había acompañado a un concierto de la Filarmónica de Nueva York en el Avery Fisher Hall.

Él la había mirado con decepción. Jamás había sentido algo similar por una mujer. Su orgullo y su seguridad descarada habían sido heridos por aquella frialdad inamovible.

``¿Porqué?´´ le había preguntado descaradamente.

-``Créeme, tú eres una persona que vale mucho´´ le había respondido ella, alejándose tímidamente de su abrazo.

-``Te aprecio y te respeto, Jason, pero tengo que confesarte que mi corazón no es libre para el amor. No lo es ahora y no lo será jamás...´´.

-``¿Tienes a alguien más?´´ le había preguntado él encendiendo tajante el tono de sus palabras.

-``No en la manera como crees. He unido mi alma a una persona, hace ya mucho tiempo. La vida ha alejado nuestros caminos pero yo jamás he dejado de sentirme suya. Sé que te parezco patética, pero he elegido dar todo de mi misma a mi trabajo y al cuidado de las personas que quiero. No hay espacio en mi para otro sentimiento. No podría aunque lo quisiera. He entendido que mi rebelde corazón sigue sus cometidos y yo quiero respetarlo´´.

Jason ya no le había pedido después ningún tipo de explicación, prefiriendo hacerse a un lado. Y en silenciosa espera había continuado a envidiar a aquel misterioso dueño de la total abnegación de aquella chica extraordinaria, odiándolo porque le estaba impidiendo vivir su edad, como era su derecho.

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-``Aún me siento entorpecida, Jason!´´ le respondió Candy, esforzándose por corresponder su sonrisa.

-``Te recuperarás muy pronto, no te preocupes. Sabes muy bien que estás en muy buenas manos´´ prosiguió él con premura. -``¡Pero tienes que evitar caer en ataques de pánico!´´

En aquel momento Josephine intervino para explicar los motivos de la agitación que lo habían hecho entrar en la habitación.

-``Doctor Dean, Candy está intentando saber desesperadamente si entre los hospitalizados identificados está un hombre que estaba con ella en el bote. ¡Se llama Granchester!´´.

-``¿Granchester? Un apellido altisonante, me hubiera permanecido en la memoria… como sea, veamos...´´ respondió él tomando el pequeño registro que llevaba consigo y empezó a buscar en el elenco de hospitalizados de urgencia. -``No, Candy no hay ningún sobreviviente con aquel apellido, lo lamento´´.

-``Pero podría estar entre los pacientes sin identificar...´´ insistió Candy frenéticamente, como si de repente recuperara todas sus energías. -``Sé que tengo que permanecer en reposo… pero yo absolutamente tengo que pedirte que me permitas que haga un control rápido entre las habitaciones. ¡Te prometo que no me esforzaré demasiado! Y… tendrás que hacerme también el favor de entregarme los nombres de los otros hospitales donde han sido enviados los heridos que no han encontrado lugar aquí. Podríamos contactarlos y preguntarles si...´´

-``¡Candy... Candy… calmate!´´ la interrumpió el médico preocupado.

-``Esta persona pudo no haber sobrevivido, lo has pensado, ¿verdad? ¡no quisiera ser así de brutal pero quiero que pongas en consideración esta posibilidad!´´.

Sentía un extraño fastidio verla así de agitada. ¿Quién era aquel hombre que le provocaba tal estado de angustia?.

Candy le dedicó una mirada cargada de una indescriptible tensión.

-``¡Lo sé muy bien… pero no quiero rendirme… si tan solo existe una mínima esperanza, yo 'quiero' creer que lo encontraré vivo! No puedo aceptar que Terence ya no esté aquí...´´.

-``¿Has dicho Terence? ¿Acaso estás hablando de Terence Graham, el actor de teatro? Se lo he arrebatado de las manos a la propia muerte, aún no puedo creerlo...´´ le explicó él sin particular emoción.

-``Lo trajeron al hospital en grave estado de hipotermia, casi entrando en coma. Le practicamos todas las maniobras de reanimación hemos intentado subir su temperatura interna y externa procediendo a suministrarle las soluciones de glucosa calentada y oxígeno al 100% con el aparato con el que está experimentando el profesor Thompson. ¡Tengo que admitir que esa maquinucha de verdad es extraordinaria!.´´

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Mientras Jason hablaba Candy sentía que la tierra temblaba bajo sus pies.

-``¿Terence… está… aquí?´´.

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Sus ojos volvieron a encenderse a la vida en aquel instante.

Le parecía que la realidad volvía a tener un sentido.

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