Lo que llaman Amor
-Kikyo -murmuró aquel ser que no era ni humano ni demonio.
- ¿Qué es lo que quieres? -respondió la sacerdotisa de mala gana. Aunque ellos dos sabían bien que aquello eran sólo apariencias.
Inuyasha no dijo nada, se limitó a acercarse a la humana, estaban tan cerca que casi podía tocarla, pero no, no se atrevía a llegar a tanto, cómo podría, una mujer tan pura como ella, no, él no tenía derecho alguno a tocarla, a lo más que podía aspirar era a pensar en ella todos los días, todas los noches antes de ir a dormir.
La sacerdotisa se quedó ahí, al alcance de su mano, se preguntaba por qué no la tomaba de la mano, el sólo pensamiento hizo que se ruborizara, suspiró para sus adentros, quizá simplemente era que no le gustaba lo suficiente.
Ninguno de los dos decía nada, se limitaron a quedarse uno frente al otro, pensando en cosas que no se atrevían a decir, a pedir. Kikyo lo veía pidiendo que la tocara, Inuyasha simplemente bajaba la mirada, sintiéndose inferior a ella.
Aún así continuaban juntos, siendo algo y al mismo tiempo nada, eran y no eran, quizá era suficiente con pensar en que podían tener algo; al fin un día sucedió. Ella tropezó tontamente por verlo a él, Inuyasha la sujetó y pasó lo que habían estado añorando por tanto tiempo. Inuyasha la acercó más y finalmente la besó.
Fue un beso, un simple beso, nada unos niños de 10 años no hubiesen hecho ya, pero para ellos, era simplemente, espectacular. Con ese beso se dijeron todo aquello que no habían podido decirse desde que se habían conocido, sus corazones palpitaron al mismo tiempo, no eran necesarias palabras.
Un beso que no duró más de 3 segundos para ellos fue una eternidad, vieron sus vidas juntos, vieron a sus hijos crecer, sí, seguramente, a eso, es a lo que llamaban amor.
