Los personajes no me pertenecen son de Rumiko Takahashi. Escrito sin ánimo de lucro.( ‿ ).

De un lado a otro, de izquierda a derecha, de inicio a fin recorrí el pasillo entero. Primero subí y casi de inmediato bajé las escaleras. Levanté cada portafolio, husmeando aquí y allá. Nada.

-Ay no, por Kamisama!, Dónde esta?, si no lo encuentro estaré en problemas.

Akane Tendo, 23 años, asistente del CEO de la empresa de marketing más importante de Japón, GPD, recorrió su uniforme con sus manos en busca del objeto perdido como si realmente pudiera encontrarlo allí. Nada.

-Dios, estoy en problemas. En serios problemas.-Miré el reloj en mi muñeca izquierda, las 7:45, me quedaban horas, minutos de vida.

12 de marzo de 2021, 11:15 am

Akane Tendo murió, víctima de la ira de su jefe.

Bien, quizás exagero. No morí pero siento que mis oídos pronto empezarán a sangrar. Sus gritos recorren el edificio entero. Quiero defenderme, pero mi estúpida boca se mantiene cerrada. Estoy aterrada y ni siquiera puedo moverme de donde estoy. He estado buscando el bendito sobre toda la mañana y no está, simplemente desapareció de mi escritorio, donde lo dejé. Sus gritos cesan tras largos y tortuosos minutos en su oficina. Él está furioso y por esta vez tiene razón. Perdí su pasaporte y su ticket de avión, justo el día en que debía viajar a la Isla.

- Tendo, retírese -dice finalmente mientras se hunde en su silla de cuero negro. La camisa blanca semiabierta, el seño fruncido, la mano derecha masajeando su nuca, los ojos cerrados. Es tan sexy.

-Si señor- Odio a mi jefe con todas mis fuerzas.

Ranma Saotome, 27 años, 1.82 de estatura, ojos azules, cabello negro, complexión atlética, mujeriego empedernido.

Parecía un tipo amable cuando lo conocí. Estuvo presente durante mi entrevista, y a pesar de la distancia profesional que siempre luce, puedo decir que fue amable, me hacía sentir muy comoda en su presencia.

Incluso durante las primeras semanas me guió amablemente, tanto que llegué a pensar que era tan, tan afortunada de tenerlo por jefe.

Pero después se convirtió en un cretino. Lo odio tanto que de no ser por las facturas que se agolpan en mi correo electronico, ya abría dejado este empleo. Pero la paga es buena, el uniforme me entalla bien y las instalaciones son perfectas para mis selfies. Solo lo odio a él.

Estúpido, Ranma.

Sigo de pie frente a su escritorio, mirando mis manos, cuando lo escucho levantarse. Trago en seco y me congelo ante su cercanía.

-Tendo, tome sus cosas.

Joder, me esta despidiendo?

Cuando no respondo, me mira como si fuera estúpida-La espero en el estacionamiento en 10 minutos.

No puedo creerlo, otra vez cambió de parecer en un segundo. Qué, qué es esta vez, jodido idiota?

Pasa junto a mí y puedo sentir su aroma. Es dulce, fresco y distingo también el tono del wisky que ha bebido.

-10 minutos Tendo-le oigo decir antes de estrellar la puerta mientras sale.

Estoy harta de este idiota. Tomo la laptop, algunos documentos que necesitan su firma, mi celular, mi abrigo rojo y mis llaves del escritorio y me dirijo al elevador. Espero a que el aparejo de cristal llegue al doceavo piso mientras me despido de mis compañeras Ukyo y Shampoo, secretarias del area de ventas

-Otra vez siendo arrastrada por el jefe a una misión suicida, Akane?-pregunta Ukyo deteniéndose junto a mí.

Sonrío en respuesta, cansada de ser parte del espectaculo de tiranía del Gran Ranma Saotome.

-A mí no me importaría ser arrastrada por él-responde Shampoo, dando un sorbo al vasito de café que lleva en su mano derecha-Si gustas podemos cambiar, tú vas con mi jefe y yo me quedo el tuyo-añade sonriéndome

-No, gracias-contesto sin apuro.

Puede que el joven Saotome sea un idiota engreído, pero al menos no es un inepto como su padre. Ir ahí me convertiría en esclava y no en una asistente.

El elevador por fin llega, me despido con la mano de mis amigas y tomo un último trago de oxígeno antes de lo que sea que tenga que afrontar esta vez junto a mi jefe. Marco la planta baja en el panel de numeros rojos y miro mi reloj, me quedan 3 minutos aún para alcanzar a Ranma.

Tres personas suben en el cuarto piso. Me miran con lástima y sé que la voz se a corrido por toda la empresa. Otra vez.

Llego por fin a la planta baja del edificio y el auto de mi jefe esta estacionado justo en frente al elevador. Mis ojos se encuentran con los suyos e intento sonreir pero el desvía la mirada y vuelve a concentrarse en su celular. Idiota.

Apenas he dado unos pasos hacia el auto cuando escucho que alguien grita mi nombre.

Es Ryoga Hibiki, el abogado de la compañía. 1.80 de estatura, ojos verdes, cabello castaño oscuro, sonrisa gentil. Gay.

Bueno, eso es lo que dicen las secretarias más antiguas, dicen que es gay, aunque nunca le han conocido pareja alguna, pero creo que el único que podría resolver esa duda o bien es él directamente o Ranma, su mejor amigo.

-Oí que estaban a punto de irse-dice ligeramente agitado. Parece que vino por las escaleras desde el doceavo piso.-No has desayunado, cierto?-añade y me ofrece una barra de chocolate con maní. Mi favorita.

Parpadeo tontamente y no puedo evitar sonreirle. Él es tan lindo. El sonido de la bocina del auto me hace dar un brinco. Qué demonios!, no puedes siquiera cederme este instante?

Ryoga me da una palmada en el hombro y me adelanta unos pasos. Abre la puerta del copiloto y hace un gesto invitándome a subir al auto negro. Le obedezco y tomo asiento, ignorando el mal genio de mi jefe.

Ryoga se inclina y no puedo dejar de ver sus ojos verdes.

-Maneja con cuidado y no te preocupes por nada, me haré cargo-dice mirando a Ranma con su amable sonrisa en los labios.

Maldición, creo que realmente es gay y esta interesado en mi jefe. Es decir, es triste por que es obvio que Ranma Saotome jamás lo verá como algo mas que un buen amigo y empleado.

-Bien, te veré el lunes-responde secamente Ranma. Ryoga me mira y sonrié un poco más. Cierra la puerta suavemente y el auto se pone en marcha de inmediato.

No puedo evitar el suspiro que escapa de mis labios, cuando pienso en lo que acabo de escuchar. Estoy condenada, realmente jodida, esta vez. Tendré que pasar todo el fin de semana junto al tarado de Ranma Saotome.

Miro de reojo a mi izquierda. Mi jefe esta molesto, incluso más que antes. Quiero preguntar a donde vamos, pero prefiero guardar silencio. En un espacio tan pequeño como este mis oídos estallarían con sus gritos. He aprendido a evitar sus ataques de ira en la medida de lo posible.

Pasamos las siguientes dos horas en la carretera en total silencio, hasta que mi vejiga, literalmente está a punto de estallar y tengo que pedirle, con toda la verguenza del mundo, que se detenga en una gasolinera.

-Lo siento-digo bajando apresurada del auto sin cuidar el largo de mi falda en el proceso-no tardaré mucho.

Carraspea y mira por la ventanilla algún punto distante y opuesto a mí.-10 minutos, Tendo.

Maldito sean sus 10 minutos.

Camino hasta la tienda junto a la gasolinera, entro, doy las buenas tardes y pido el baño al dependiente que, sin dejar de mirar su celular, me indica una puerta blanca al final del pasillo. Me apresuro a entrar y me relajo al ver que esta completamente limpio. Desahogo mi vejiga, lavo mis manos y miro mi reflejo en el espejo.

Cabello corto, de un tono negroazulado, grandes ojos cafés. Me pregunto que le desagrada tanto de mí a mi jefe. Es decir, imposible que sea mi personalidad, porque soy adorable. No lo digo yo, lo dicen mis amigos. Adorable, encantadora, sexy...y un desastre siendo su asistente.

En realidad, entiendo que pierda la paciencia. De por si, no es famoso por ser tolerante. Salgo del baño y se me antoja comprar algunos bocadillos para el viaje. Me salté el desayuno esta mañana porque me levanté tarde y el almuerzo intentando conseguir lo que perdí. Y ahora me estoy muriendo, literalmente, de hambre. Aun tengo la barra de chocolate de Ryoga, pero, tonta de mí, quiero conservarla intacta, al menos hasta que pueda revivir mentalmente el instante en que me la dio y anotarlo en mi diario.

Pago por unas cuantas frituras de papa con sabores distintos y dos bebidas energéticas. Vuelvo al auto, abro la puerta y me siento junto a mi jefe, ofreciéndole la bolsa con las chucherias que compré.

Tarda un segundo en mirarme, sus ojos azules como el océano. Está al teléfono y comprendo que debo guardar silencio. Aprieto mis labios y me giro para cerrar la puerta con cuidado. Ranma me toma del brazo y giro de nuevo hacia él. Su rostro está tan cerca.

Algo tiembla, se estremece, dentro de mí. Parpadeo y sus ojos dudan, por primera vez desde que lo conocí hace seis meses. Veo como su mandíbula se tensa. Creo que estoy loca. Debo estarlo porque siento como si él fuera a besarme.

Honestamente, debería estar haciendo algo para evitarlo, si es que esas son sus intenciones, pero lo único que puedo hacer es mirarlo.

Su gesto cambia. Parece molesto e incómodo. Sigue al teléfono y con la mano libre me señala algo. Claro, en que demonios estaba pensando.

Casi rio ante mi estúpidez. Por qué querría él besarme?. Y no es como que yo se lo permitiría.

Estoy sentada ligeramente sobre los documentos que debía firmar. Me levanto al instante y él toma el sobre. Pone los ojos en blanco, fastidiado, y termina la llamada con un "envia rápido al mensajero" que pronuncia mirándome con clara molestia.

-Lo siento, no vi el sobre, señor- me disculpo, realmente avergonzada

-Como vas a ver algo si traes la cabeza dentro de ese paquete.

Imbécil, si me hubieras dejado en la oficina no me hubiera sentado sobre tus estúpidos papeles y además no tendría estas papas con sabor a cebolla como único alimento. Estaría en la cafetería del segundo piso junto a mis amigas devorando un trozo de pizza. Suspiro e intento sonreir, recordando que aún tengo que pagar la renta esta semana.

Ser independiente es horrible.

Minutos después llega Gosunkugi en su moto, me sonríe, saluda a Ranma, toma el sobre amarillo, escucha las instrucciones y lo veo partir.

Nosotros también nos ponemos en marcha.