-Solo haz lo que te pedí, quieres?
-De acuerdo, hombre, pero que sepas que no me siento bien espiando en la vida privada de esa chica.
-Ryoga
-Bien, entonces investigaré quien envío las rosas a tu asistente. Solo no hagas nada sin pensar antes.
-Ya lo sé.
-Escúchame...
-Es que en serio no puedo creer que a ella le gusten ese tipo de cosas.
-No sé, es una mujer, sabes?. A las mujeres le gustan ese tipo de detalles-Me responde Ryoga.
-En serio, no lo había notado, idiota!-le grito molesto de que él piense que soy tan tonto como para no saber algo así. Por supuesto que lo sé.-Cómo sea, llámame en cuanto sepas quién las envió.
La figura de mi menuda asistente sale del elevador y me deleito al ver que el uniforme definitivamente le hace justicia a su silueta. Mis ojos recorren sin pudor la figura femenina que se acerca. Una sonrisa se forma en mis labios mientras ella abre la puerta del auto.
-Mejor envíame lo que te pedí por mensaje-añado antes de colgar.
Akane deja el portátil en el asiento y duda un momento antes de entrar. Tras unos segundos cierra la puerta nuevamente y abre entonces la puerta del asiento trasero a donde no duda sentarse.
-Qué estás haciendo ahora?-pregunto mirándola a través del espejo retrovisor.
-No me pediste que viniera contigo?
-Y desde cuando te sientas ahí en lugar de aquí conmigo?
-Cual es la diferencia?-responde impaciente.
Me volteo hacia ella para mirarla a los ojos.
-Akane, puedes responder una pregunta?
-Depende de que se trate
-Es muy fácil. Verás, en base a dónde has elegido sentarte me preocupa saber si piensas que soy el Uber que pediste.
Mírame, Akane. Ya habíamos dejado atrás la época en que me ignorabas.
-Yo no creo que seas mi Uber, eres mi jefe, obviamente- me responde mirando sus dedos.
Oh no, no volveremos a la comodidad de la relación jefe - asistente. Hemos roto el iceberg que nos separaba y no pienso volver atrás nunca más.
-Entonces-golpeo el respaldar del asiento del copiloto con la palma de mi mano suavemente para llamar su atención-No vienes?
Debo admitir que una de las cosas que más me gusta de ella es escuchar sus excusas. Siempre me doy cuenta cuando ella me miente y aún así disfruto ver como improvisa.
-Las rosas-responde con aire seguro-dijiste que eres alérgico y yo estuve toda la mañana cerca de ellas, por eso pensé que podía incomodarte.
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-Qué opinas de este?-Ranma sostiene un vestido de seda rojo en su mano derecha mientras en la izquierda tiene uno de color verde oscuro y parece realmente inmerso en elegir el correcto para esta noche.
-En serio me trajiste para esto? Para ayudarte a escoger la ropa de tu cita?
Empiezo a pensar que la anterior actitud de Ranma me agradaba más. Al menos antes no me obligaba a elegir ropa que vestirá Dios sabrá que mujer. Peor aún, ropa que de seguro él le quitará a esa mujer esta misma noche.
Maldición, me odio a mí misma por lo mucho que me incomoda imaginar esa escena.
-Lo siento, su majestad- me responde con burla-Creí que eras mi asistente.
-No recuerdo que esta sea una de mis obligaciones-le reprocho y me distraigo mirando en cualquier dirección excepto hacia él.
-Deja de quejarte quieres, ayúdame y te prometo que no te haré volver a la oficina por hoy.
Insensible. Estúpido. Como si eso me importara.
-Verde, el verde se ve bastante bien.
El verde debe ser el vestido más horrible que he visto jamás.
-Segura? No crees que el rojo es más...
-Compra el que quieras, maldita sea, para que me preguntas entonces!-subo apenas el tono de mi voz, ni siquiera se puede decir que le he gritado y sin embargo el personal de la boutique me mira como diciéndome: No mereces entrar a esta tienda, mucho menos al hombre que te acompaña.
Dios. Este día es horrible.
Solo quiero irme a casa para maldecir a Ranma Saotome y a quien quiera que lo acompañe está noche.
Mi jefe me mira con una ceja alzada, supongo que está esperando a que me disculpe con él.
No voy a disculparme contigo, imbécil egocéntrico. Cómo te atreves a traerme hasta aquí para presumirme lo que vestirá tu estúpida cita!.
-Lo siento-digo casi en un susurro y luego ya en un tono más alto añado.- Mira, no soy muy buena comprando este tipo de ropa-Miento-Busca a alguien más que te ayude.
-De eso nada, ya es muy tarde. Rojo o verde?-me pregunta poniendo ambos vestidos frente a mí.
Ranma debe haberse golpeado la cabeza pues estos días me deja salirme con la mía muy fácilmente.
-Rojo-apenas puedo pronunciar esa palabra. Un dolor intenso se instaló en mi pecho desde que supe la razón por la que entramos a esta tienda.
-Sí, pienso lo mismo.-me contesta ajeno a mi más que obvia molestia.
Él se distrae pidiendo a una de las vendedoras de la tienda los zapatos y el bolso que mejor encajen con el vestido.
Y mientras tanto a mí una única palabra me mortifica al punto de sentir mi sangre arder.
Kodachi.
Su odioso nombre apareció en mi mente desde hace rato y no puedo evitar imaginarla a ella vistiendo el modelo que yo me vi obligada a escoger.
Juro que soy capaz de hacer saltar desde el doceavo piso a mi jefe si me entero de que me obligó a escoger ropa para esa arpía.
-Lo traerán en un momento-Ranma esta de regreso y parece realmente complacido con la compra que ha hecho.
-Ya me puedo ir?
-eh...no-me contesta mientras textea algo en el celular con una sonrisa en los labios- Tengo curiosidad-añade y me mira- Quién te mandó las rosas de esta mañana?.
Nadie, me las he enviado yo.
-Eso no te importa, no es relevante, Ranma, ya me puedo ir?-chillo como una niña
-No.-Ranma me contempla por unos segundos y devuelve su atención al celular.
Pongo mis ojos en blanco intentando encontrar las palabras adecuadas para (no) insultar a mi jefe.
-Quien las envió, solo quiero saber eso. Dame una respuesta y te dejaré en paz.
-Para qué? Qué más te da? No es asunto tuyo.-Estoy a punto de golpear a este tipo, en serio.
-Disculpe-la vendedora se acerca y le entrega a Ranma las bolsas con lo que ha comprado. La mujer me da una mirada de desagrado y por supuesto yo se la devuelvo.
Nadie tiene idea de cómo me siento, así que no te atrevas a juzgarme o juro por Kamisama que me desquitaré contigo por entrometida.
-Gracias-le responde tomando las bolsas sin dejar de mirarme.
Kodachi, aahh esa mujer tan molesta será quién use todas estas cosas y yo solo soy la tonta útil que vino a comprarlas para ella!.
-Sígueme-Ranma pasa junto a mí llevando todos los paquetes en su mano izquierda y con la derecha sigue texteando con una sonrisa boba en la cara.
Si no él no fuera mi jefe probablemente le lanzaría la figura de cristal que está en el mostrador.
Camino detrás de él y cuando lo veo dejar los paquetes en el asiento trasero del auto me doy cuenta de dos cosas:
Hoy, es el peor día de toda mi vida.
Y
Muy a mi pesar no odio a mi jefe. Al contrario, me estoy muriendo de celos en este momento.
