Ya era un hecho, iba a bailar con él.

Y a ella bailar le encantaba, la liberaba como ninguna otra cosa en el mundo.

Ranma puso su mano con propiedad sobre la cadera femenina.

Pam, Pararan.

La siguiente canción dió inicio rítmicamente y sus cuerpos se unieron como piezas de un rompecabezas.

Pam.

Ranma se separó sin soltarla de la mano y tiró para enroscarla alrededor de su brazo. Un momento estaba lejos de él y al siguiente se encontraba rodando sobre sí misma para luego terminar con la espalda pegada al bien trabajado pecho masculino de su jefe.

Akane soltó una carcajada nerviosa y empezó a moverse a ritmo de la canción. Al comienzo solo siguió a su compañero, yendo al lado contrario de sus movimientos para evitar coincidir físicamente, pero al ver con lo bien que él bailaba, algo se encendió dentro de ella.

El que hasta hace pocas semanas atrás era solo su iracundo jefe, ahora rezumaba sensualidad moviéndose alrededor suyo, cogiéndola de la cintura y soltándola, animándola a girar.

Y ella, ella estaba ensimismada con sus movimientos, propios y ajenos.


.

.

.


Ropa increíble, zapatos, maquillaje... Adoro este día!.

-Te gustaría usar extensiones hoy preciosa? Seguro te quedan divinas!.

Mi entusiasta estilista acaricia los cortos mechones negros de mi cabello mientras me mira a través del espejo.

Ranma nos observa de brazos cruzados en la entrada del salón de belleza al que hemos venido después de comprar este hermoso vestido rojo y el resto de cosas que Ranma me ha obsequiado.

-Oye, oye ni lo pienses. Déjale el cabello como lo tiene-le responde Ranma antes de que yo pueda hacerlo.

-Oh, tu novio es muy posesivo-me susurra mi estilista, un hombre de largo cabello azul y delgada figura.-Siempre es así? Es justo el tipo de hombre que me gusta.

-Él no es...-empiezo a decir pero me contengo antes de causar una escena. Estoy mentalmente agotada.

Como si fuera poco que en la empresa murmuren a mis espaldas de mi relación con Ranma.

Esa Shampoo, no cabe duda que a sido ella quien esparció esos rumores. Voy a matar a esa víbora en cuanto la vea!.

Después de salir de la oficina, Ranma y yo hemos venido de compras a la ciudad. Ni siquiera me avisó y estuve a punto de hecharme a llorar o golpear su tonto auto por que pensé que todas esas cosas eran para alguien más, pero resultaron ser para mí.

Según Ranma ha sido cosa de Ryoga que nos ha obligado a participar en una cena de caridad en mitad de año.

Ahora, con el maquillaje y mi peinado, me miro en el enorme espejo de la estética mientras Ranma habla por teléfono después de recibir una avalancha de mensajes. La imagen que me devuelve me deja gratamente sorprendida.

La fina seda roja cae sobre mi piel resaltando mi figura y dejando mis hombros desnudos.

Ugh, de solo imaginarme que casi termino usando aquel desastre verde en lugar de esta maravilla.

Mi cabello corto ha sido peinado hacia un lado y el maquillaje resalta mis ojos. Creo que ahora entiendo cómo se sintió Cenicienta la noche del baile.

Estoy tan distraída con mi propia imagen que apenas noto que él ha vuelto y me mira a unos pasos de distancia.

-Qué?- le pregunto evitando mirarlo, demasiado avergonzada para aguantarle la mirada a través del reflejo del espejo.

-Nada-me responde acercándose a mí

Santo cielo, por lo que más quieras, no te acerques más, Ranma!!!!!

-Vaya esta noche serás una chica Bond-dice dejando descansar ligeramente sus manos sobre mis hombros.

-Esperas que sea una traidora, espía o cadáver?-le discuto solo para intentar molestarlo y recuperar la sana distancia entre él y yo.

Él niega con la cabeza.

-aunque más que una chica bond, hoy eres un bombón.

Que idiota. La risa se me escapa sonora sin que pueda evitarlo y Richi, mi estilista, nos observa desde lejos con una mirada pícara.

No sé que habrá imaginado que me ha dicho Ranma, quien por cierto parece muy complacido con su tonto chiste.

-Digamos que serás una espía empresarial.-añade y acerca su rostro al mío, dejándolo descansar sobre el espacio entre mi cuello y mi hombro derecho.

Joder. Creo que me está dando un infarto. Es posible un infarto a los 23 años?.

-Vamos, te dejaré en el hotel e iré a cambiarme, mezclate con el resto de los invitados y ve cuánta información puedes obtener que nos beneficie.

Ranma y yo salimos de regreso al estacionamiento en medio de mis constantes reclamos.

-Estas loco? Ellos sabrán quien soy, más bien sabrán que no soy uno de ellos. Pensé, pensé que iríamos juntos!.-repito por dios sabe cuántas veces al subirme a su auto.

Auch, la parte derecha de mi abdomen me da un pinchazo. El dolor es agudo pero se va rápidamente.

-No, entonces no dirían nada importante frente a ti. Necesito que te infiltres. Sabes hablar chino, no es así?.

-Sí. Un poco, más o menos.

-Cómo que más o menos?

-Sí sé, bueno no puedo hablar de medicina o leyes pero una conversación de negocios sí, claro que puedo.

Ranma me deja en la entrada del hotel y apenas he dado unos pasos cuando grita mi nombre. Volteo y lo encuentro a medio salir del auto.

-No puedes bailar con nadie hoy...

Mi corazón se salta dos latidos.

-Viniste a trabajar. Y ni se te ocurra beber.

Debería golpear a este... Dios, cada vez me cuesta más insultarlo.

Él se marcha y yo entro mostrando la invitación.

Tal como se suponía, estuve intentando obtener información que beneficie a mi jefe. Pero no creo que estos ejecutivos estén interesados en contarme nada importante y mientras tanto este dolor sigue aumentando así que cambio mi estrategia y voy a sentarme.

Después de un rato Ranma aparece. Lleva una camisa rojo vino remangada por el codo, abierta hasta el esternón, y un pantalón negro.

Eres un idiota sexy, como te odio.

Me guiña un ojo al pasar frente a la mesa en la que estoy, rodeada por un grupo de mujeres de quienes creo más posible conseguir datos importantes de sus esposos sin que me quieran invitar a su apartamento.

Él pasa directamente hasta la mesa del fondo del salón, donde Kodachi, vestida con un escotado traje negro y su hermano mayor, Kuno Tatewaki, le dan la bienvenida.

Esa mujer, parece un koala colgando de el cuello de Ranma. Ay, como la detesto!. Su solo nombre me atormentó toda la tarde y su nefasta presencia me molesta todavía más pues ni siquiera puedo acercarme a ellos sin fracasar en mi misión.

Dios, sé que es un deseo horrible pero has que ella se atragante con su bebida.

Espera Dios, mejor no porque entonces Ranma intentará darle respiración boca a boca.

Quizás, solo si puedes, has que le dé indigestión, querido Dios.

Tras el aburrido discurso del organizador, la cena es servida y justo después los músicos retoman la animación de la noche.

La melodía rítmica de los instrumentos invita a bailar. Algunas parejas se unen en el centro del salón y las luces se disminuyen para dar paso a ese aire de intimidad.

Un mesero pasa junto a mi mesa y le pido que al volver me traiga una copa de champagne. El hombre asiente y se marcha.

-Le gustaría bailar, señorita?

Que si quiero bailar? claro que quiero hacerlo pero ahora mismo estoy ocupada intentando encontrar a mi jefe que desapareció de mi ángulo de visión. Tampoco veo a Kodachi Kuno. Maldito seas Ranma Saotome, seguro estás por ahí con la víbora esa.

-No, gracias-respondo sin mirar. Solo espero que no sea Kuno Tatewaki.

El mesero vuelve con mi copa en una bandeja e intento tomarla pero una mano masculina la aparta y el mesero se retira un tanto intimidado.

-Te lo advertí: sin bailar, ni beber.

Ranma.

-Por qué no puedes seguir una indicación tan sencilla?-pronuncia lentamente levantando una ceja.

La mueca burlona en su rostro no me deja responder con coherencia ahora mismo. Ranma se sienta junto a mí, en el lugar que antes ocupó una rubia.

-Pareces molesta conmigo, lo estás?

-Tú qué crees?

-No sé-me responde agitando la mano frente a mí restando importancia a nuestra conversación.- Sabes, me apetece bailar.

-¿Sabes bailar?

-Dentro y fuera de la pista.-lo escuchó decir mientras se levanta y me extiende la mano para que lo siga.

Bailar con Ranma Saotome.

No creo estar en condiciones para soportar tanta cercanía.

Hasta hace poco estaba segura de cuánto lo odiaba, pero ahora tendré que pensar atrocidades para no cometer una estupidez en la que ni siquiera podré culpar al alcohol.

-¿No deberías invitar a Kodachi a bailar?- pregunté con la cabeza hecha un lío de ideas. Ranma me tomó de la mano, entrelazando nuestros dedos muy despacio.

-Kodachi? No conozco a ninguna Kodachi- me contesta con una sonrisa tonta.

Hay tantas personas aquí, por qué me estás haciendo esto a mí, Ranma.

-Vamos a bailar-insiste él.

Ahora la canción debe estar a punto de terminar. Ranma acaricia mi mejilla con su mano. Siento que todo esto sería más memorable si no sintiera que me están pinchando el costado derecho.

Dios, el dolor ya es demasiado fuerte. Lo estuve soportando durante toda la canción pero ahora estoy a punto de doblarme de dolor.

Alguien tira de mi hombro derecho.

Es Kodachi.

-Quien te crees que eres para bailar con mi Ranma?!-ella grita