-Entonces, dices que tú no lo sabías al principio y que todo lo escuchaste por casualidad?

La chica de largo cabello castaño suspiró cansada por el absurdo interrogatorio.

-Puedo saber por qué razón nos estás contando todo esto ahora.?

-No se ofenda, señor Hibiki-respondió con toda la calma que pudo- pero no creo que eso sea lo más importante cuando le estoy diciendo que esas locas van a ir por Akane!-Gritó Ukyo golpeando el escritorio con ambas manos.


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-La dejé abierta?-Akane caminó a través de la cocina semi oscura y puso el seguro a la puerta.

Había pasado los dos últimos días solo descansando en aquella casa que en verano seguro era hermosa, pero ahora, en pleno invierno, era simplemente majestuosa.

La nieve llenaba el paisaje nocturno circundante, el lago en la parte trasera de la casa se había cristalizado y, probablemente, ella ya podría patinar si lo intentase.

[En realidad no estoy seguro-había dicho Ryoga durante la cena de bienvenida que le ofrecieron, antes de marcharse esa misma noche junto a Ranma.-Ni este tonto ni yo sabemos patinar, querida Akane.

-Oye, habla por ti.-Ranma extendió su mano sobre la mesa hasta tomar la suya.-Podemos intentarlo cuando regrese, si quieres. Mientras tanto, descansa y disfruta de esta casa.

-Ranma, en verdad tienes que irte? No quiero quedarme aquí, la casa es demasiado grande para estar sola.

-Yo puedo quedarme contigo-apuntilló Ryoga mientras le daba otro trago a su copa-Seguro nos divertimos juntos-añadió con un guiñó y una sonrisa pícara en los labios.

-Tú vienes conmigo, recuerdas?-dijo Ranma ya levantándose de la mesa y tomando del cuello a su amigo.

-Cierto-respondió el abogado dejando la copa sobre la mesa-Lo siento, querida señorita Tendo. Supongo que Ranma me quiere solo para él. Ya sabes cómo es de posesivo.

-Deja de decir esas cosas!-gritó Ranma.

-Por qué? Ahora que lo pienso es muy sexy imaginarlos a ustedes dos juntos-se escuchó decir de repente a Akane.

-Es lo que yo digo, pero no sé atreve el muy cobarde-secundó Ryoga acariciando la mejilla de su amigo.

-Ya cállate, por qué tienes que decir tantas cosas raras siempre!-Soltó Ranma casi tan rojo como las manzanas en la pintura colgada en la pared del comedor.

Ryoga y Akane intercambiaron miradas y rieron al mismo tiempo.

Después de terminada la cena ambos hombres se despidieron y se marcharon de regreso a la ciudad, mientras ella se acostumbraba al silencio y la soledad de aquel lugar.]

Terminó de servir el vaso de jugo y devolvió el cartón medio lleno al refrigerador.

Caminó de regreso a la sala y tomó el control del televisor para revisar que había para ver esa noche.

Al final se decidió por repetir la misma película de terror que tantas veces había intentado ver, pero que nunca pudo terminar por una u otra razón.

Mayormente por miedo.

El viento invernal soplo con más fuerza y la puerta de la entrada posterior volvió a azotar. Akane dio un brinco sobre el sofá, aterrada.

Ella acababa de cerrar esa puerta apenas unos minutos antes, cuando fue a la cocina por algo de jugo.

-Tranquilízate, no te pongas nerviosa, Akane.-se dijo a sí misma.-Quizás el seguro está roto y el viento volvió a abrir la puerta-añadió intentando convencerse al tiempo que apagaba la televisión, dejando la sala a oscuras.


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-Señora Saotome, es verdad que usted fingió estar en coma para quedarse con una parte de la fortuna de su esposo-Yuri cerró de golpe la puerta de su apartamento, del que seguía intentando salir.

-Largense todos de aquí y dejen de llamarme señora Saotome!-gritó dejándose caer junto a la puerta, frustrada por haber caído en la trampa de aquel estúpido abogado, Ryoga Hibiki.

Casi pudo cumplir el tiempo de matrimonio suficiente para exigir la mitad de la fortuna de Ranma pero ahora por culpa de aquel entrometido y esa mujer arribista y codiciosa de Akane Tendo, ella se había quedado sin nada.

-Conspiró usted en contra de su ex esposo?-insistió otro de los reporteros tras su puerta.-A cuánto personal médico sobornó para encubrirse?

Yuri escribió como pudo un mensaje de texto. Tenía el cabello alborotado y los ojos rojos de tanto llorar por el dinero que había perdido. Casi de inmediato recibió una llamada. Era apenas la segunda vez que ella se ponía en contacto con aquella mujer.

-De acuerdo, espérenme ahí, voy para allá ahora mismo-dijo levantándose y limpiándose el rostro con las manos.

Ella iría, incluso si tenía que saltar por la ventana o golpear a uno de los fastidiosos periodistas en su puerta.


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Akane había practicado algunos deportes y disciplinas siendo estudiante, pero desde entonces no lo había hecho.

Si era un ladrón le haría pagar por asustarla, pero...y si era como el fantasma de la película? Un escalofrío le recorrió el cuerpo.

Revisó con manos temblorosas el bolsillo de su abrigo, al menos tenía su celular con ella.

-Akane Tendo-escuchó la conocida y femenina voz.-Ni creas que puedes esconderte de nosotras.

[De nosotras?]-pensó Akane manteniendo, según creía, la distancia-[esa voz es de Shampoo!]

-chiquilla estúpida, sal de tu cobarde escondite y enfrentanos, jojojojo-exclamó con su estridente e inconfundible risa Kodachi Kuno.

-Tú y yo todavía no hemos terminado!-esta vez la voz, que sonaba como si estuviera resfriada, fue más difícil de reconocer, pero estaba segura de que se trataba de Yuri Tomoda, ex señora Saotome.

-Todas están locas-murmuró Akane-Bien, si eso quieren, muestrense de una vez!-dijo con la voz más segura que encontró.


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Ranma condujo a toda velocidad hasta su propiedad junto al lago. La casa estaba totalmente a oscuras y en silencio cuando él bajó del auto.

-Joder-Murmuró para sí mismo-quizás ella solo esté dormida.

Giró la llave en la puerta principal y al entrar, aplaudió dos veces para encender la luz.

No parecía que hubiera pasado nada.

-Akane-llamó a media voz-Akane, estoy en casa.-anunció avanzando por la sala donde encontró un vaso de jugo a medio beber y la televisión apagada.-Estará dormida? apenas son las ocho.

Cruzó el pasillo hasta la escalera y cuando estaba a punto de subir alcanzó a escuchar un grito desde fuera de la casa.