-Abre grande, di A, aquí viene el avioncito.
Cuidar de Ranma es igual a cuidar de un bebé llorón. Aunque era divertido, de alguna manera.
-No quiero comer eso, odio la comida de este hospital-se queja él.-No sé qué harás pero sácame rápido de aquí!
-Pues ni modo, nadie te manda a dártelas de héroe.-le respondo sin bajar la cuchara.-Venga, esta es por mí, todavía nos quedan dos días más de hospitalización.-él me mira como si quisiera golpearme y yo prefiero ignorarlo y seguir hablando- Déjame decirte que lo que hiciste fue muy estúpido.
-Recuérdame por qué todavía somos amigos, Ryoga.
-Porque nos amamos mucho, supongo-Ranma hace un gesto de desagrado y yo me rio, disfrutando el momento.
Tal vez sea por que lo conozco desde joven, tal vez por que siempre será la persona que más he amado, aunque él no sienta lo mismo por mí.
El amor no siempre se da de forma romántica, he estado solo tanto tiempo que apenas lo entiendo.
Amar a Ranma y ver que él es feliz con alguien a quien ama y que lo ama igual que yo, me hace sentir feliz también. Akane cuidará bien de él.
-Qué lindos se ven juntos-nos interrumpe sonriendo la enfermera.
-Escucho eso a menudo-le contesto yo aún riendo mientras me hago a un lado para dejarla pasar.
-Cómo sigue su brazo, señor Saotome?.
-Mucho mejor, de hecho creo que ya me pueden dar el alta.
-De eso nada-responde sonriendo la mujer, que sigue atendiéndolo mientras yo salgo para visitar a la siguiente paciente del otro lado del pasillo.
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-Ranma!-gritó, pero el hombre no se detuvo.
Apuntó el arma y disparó. Y el hielo del lago, finalmente, cedió bajo sus pies.
Shampoo sintió como el cristal se rompía y el agua helada la golpeaba igual que mil agujas en su cuerpo.
De alguna forma se las arregló para salir a flote nuevamente, al menos por unos segundos. Los segundos más angustiantes de su vida.
Kodachi estaba a unos metros de ella con el miedo en los ojos, tratando de moverse despacio, lo más lejos posible.
Rata traidora.
Ranma permanecía en la distancia con Akane en los brazos. Sosteniéndola como si fuera su más valiosa posesión.
Ni siquiera en un momento así parecía importarle con ella. Aún en tal situación ese hombre tan tonto prefería a la simple y común de Akane Tendo en lugar de a ella.
Apenas había dado un respiro cuando su cuerpo paralizado por el frío se hundió nuevamente sin que ella pudiera evitarlo.
Bajo el cristal, dentro del agua helada, todo estaba completamente oscuro y difuso. Sus movimientos eran lentos, pesados y torpes.
En un último esfuerzo por salvarse intentó alcanzar lo superficie. Quizás, está vez, ya pasada la sorpresa ella podría salir de allí por sus propios medios. Sujetarse al borde y subir.
Y cuando lo hiciera todos los que la habían rechazado, menospreciado y humillado se las pagarían de una vez por todas, empezando por Akane y Ranma.
El hielo, para su horror, fue lo único que se encontró al subir. Golpeó con sus puños el cristal repetidamente, pero nada pasó. De alguna manera se alejó del punto en el cual cayó y el poco aire que había tomado se le escapó de los pulmones haciendo burbujas que flotaron por encima de su cabeza.
Se estaba ahogando. Ella, iba a morir en el lugar y de la forma que planeó para aquella chica tonta y sin gracia.
Akane. Cómo odiaba a esa mujer!. Esa mosca muerta se había entrometido en su camino a la felicidad. Y ahora ella estaba ahí, muriendo.
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Yuri condujo apenas unos metros de carretera, lejos de la casa del lago, cuando se vio obligada a frenar.
El camino frente a ella estaba bloqueado. Al menos tres patrullas pintaban la negra noche de azul y rojo, acercándose a toda velocidad. Frenaron apenas a unos metros de ella, bloqueando cualquier intento de alcanzar su única vía de escape y por un parlante anunciaron:
-Salga del auto con las manos arriba.
Ella golpeó el timón con la cabeza varias veces, frustrada por no haber logrado huir.
Bajó de la camioneta y fue rodeada por los policías, quienes la esposaron rápidamente.
-Están en el lago-respondió aun sin que le preguntaran.
Todos aquellos policías corrieron sin dudarlo al punto que ella había señalado. Dos de ellos se quedaron a custodiar la patrulla en la que estaba.
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La bala le había rosado el hombro derecho, aunque afortunadamente no lastimó a Akane, a quien él sostenía en sus brazos, gracias a que ella acababa de moverse para abrigarse contra su pecho.
Al voltearse, pudo ver como la secretaria de su padre, horrorizada, se hundía dentro del lago.
Ranma conocía bien aquella propiedad. Esa casa era en la que su familia solía pasar el invierno.
El lago se congelaba con facilidad y entonces era sencillo pescar en algunas zonas donde el frío apenas cristalizaba el agua en las primeras semanas invernales.
No lo notó antes por qué estaba demasiado preocupado por Akane, pero el punto en donde Shampoo había caído era la parteen la que su padre pescaba durante invierno.
Y alguna vez durante su infancia él terminó cayendo en aquel lago. Y por eso nunca aprendió a patinar sobre hielo.
Para su suerte, aquella vez los empleados de su padre, que conocían todos los secretos del lugar, lo sacaron de inmediato y solo tuvo que ir al hospital por una pseudo hipotermia.
Y por eso sabía lo que la corriente del lago hacía con cualquier cosa que entrara en sus aguas durante esa época.
Iba a dejar a Akane que ya casi estaba consiente aunque con mucho frío en la orilla del lago cuando vio que algunos policías se acercaban a ellos.
-Alguien cayó dentro del lago-les avisó.-Y ella tiene demasiado frío, cuídenla por mí, por favor.-añadió
-Ranma, no te vayas-pidió la chica.
Él besó su mano y prometió que no tardaría. Y luego corrió, está vez con dirección a la otra orilla del lago.
La propiedad Saotome tenía una hermosa casa junto al lago, excavado bajo pedido de su bisabuelo el gran Ranma Saotome.
Pero el lago, aunque de una gran extensión no tenía más de dos metros de profundidad.
Ranma golpeó con fuerza el hielo de la otra orilla y una enorme grieta se abrió bajo sus pies, repitiendo la acción dos veces más. El agua empezó a brotar a la vez que el cristal se resquebrajaba y él se hundió en las frías aguas.
Los policías que lo habían seguido hasta ahí vieron con pánico como él emergía poco después con el cuerpo de una mujer inconsciente.
-Llévenla a un hospital, rápido-ordenó el de mayor rango.
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-Señorita Shampoo, no puedo decir que me da gusto verla-saludó Ryoga.
La chica giró la cabeza y se concentró en mirar por la ventana.
-Escuché que la trasladarán esta tarde a prisión.
-Muérase, lamebotas.-soltó de mala gana aunque sin mirarlo.
-Kodachi fue detenida, pero ya sabes, ella tiene dinero e influencias. Le daran una pena mínima y saldrá pagando una fianza y Yuri, bueno, ella ha estado colaborando. En cambio tú...
-Lárguese!-gritó y las esposas que la ataban a la cama hicieron un ruido metálico.
-En fin, solo pasaba a saludarte.-dijo mirándola con superioridad- Ranma no debería haberte sacado. Yo no lo hubiera hecho.
Shampoo se quedó sola en la habitación. Las palabras de aquel ingenuo abogado hicieron eco en su cabeza.
Ranma la había salvado. Eso. Eso signicaba que a él le importaba. Ella sonrió. Aún le quedaba una oportunidad.
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Nota de la autora:
Qué creen? Ya estamos terminando con esta historia. Sí! Es que no me gusta escribir sin final y eternizarme con algo, ni eternizar a quién lee mis fics.
Estoy subiendo todos las partes restantes en modo Netflix porque me quedo sin conexión mañana xd y como no sé cuando regreso a la ciudad, pues eso.
Gracias nuevamente por leer hasta aquí, su compañía en esta historia ha sido muy importante para mí. Se les quiere.
