UNA CITA PARA NAVIDAD

Declaración: Ranma ½ y todos sus personajes, son propiedad de Rumiko Takahashi. Los he tomado prestados para crear una historia de mi propia autoría, sin fines de lucro.

Era una época especial, ella lo sabía, lo tenía perfectamente claro, es más, hasta tenía planeado lo que le daría. Su corazón daba un vuelco, y latía a mil por hora, cada vez que pensaba en las posibilidades ¿sería de su agrado? Ella deseaba que así fuera. Había planeado cada detalle, cada palabra que saldría de su boca estaba cuidadosamente elegida, esta vez seguro que lo conseguiría, tendría una cita con Ranma Saotome y nadie podría hacer nada para evitarlo.

Orgullosa y altiva, como siempre había sido, caminó por las abarrotadas calles del centro de Tokio, quitando a cualquiera que se atreviera a cruzarse por su camino. Portaba un exótico y muy revelador vestido rojo, con apliques en color blanco y un suéter delgado a juego, todo el conjunto se ajustaba perfecto a su muy bien formada anatomía, y por muy sexy que pareciera, cualquier persona en su sano juicio pensaría que esa era una prenda muy reveladora y nada apropiada para la estación, y más considerando que las primeras nevadas ya se habían presentado. Atraía la mirada de más de uno, algunos lo hacían lascivamente, mientras que otros con franca sorpresa, de cualquier manera, acostumbrada como estaba ya, a ser el centro de atención, no le sorprendía en lo más mínimo la manera en cómo era sometida a semejante escrutinio, ignorando a todos a su paso, continuaba con lo suyo, y con su meta muy clara en su mente. Ya había terminado con sus compras, ahora sólo necesitaba envolver su regalo y encontrarse con su amado, para tener su cita romántica, justo como ella lo había planeado; esta vez tendría éxito, segura estaba de que, con sus encantos podría hechizarlo y no podría resistírsele, Ranma se entregaría a ella, sería su mujer y nadie podía hacer nada para impedirlo.


Todo estaba listo, el lugar exquisitamente decorado, se distinguía por su elegancia y buen gusto, no había duda de que, se trataba del mejor hotel de Tokio, y no había duda de que estaba en la mejor habitación, la Suite Presidencial. Había deseado este momento por tanto tiempo que, apenas podía esperar un segundo más, el momento de pasar una velada romántica al lado de su amado ya estaba muy cerca, y después de ello, Ranma Saotome sería suyo, y ella, le pertenecería a él. Todo era perfecto, había pagado por el mejor chef que el dinero puede conseguir, y le pidió a éste que, no escatimara en gastos, la cena tenía que estar a la altura de las circunstancias y ser digna de su amado.

La habitación estaba arreglada con múltiples jarrones, repletos de rosas negras, ella, ataviada con un ornamentado vestido color rojo —tan ornamentado que, a decir verdad, rayaba en lo ridículo—, se paseaba de un lado a otro de la habitación, ultimando detalles y verificando que todo estuviera listo, los errores no estaban permitidos.

Caminó a lo largo y ancho de la habitación, observó atentamente el reloj de pared, el segundero avanzaba, y ella sentía que su momento se acercaba más y más; su ansiedad mal contenida, crecía exponencialmente, lo sabía, en cualquier momento podría estallar, sus nervios le estaban jugando una mala pasada, pero apenas y podía esperar por el momento en el que su amado Ranma, atravesara el umbral de la puerta y pudieran por fin, disfrutar de su velada romántica, juntos, como siempre debió ser.


Todo estaba listo. Traer su carrito de comida hasta Tokio, le había costado más de lo pensado, pero había cumplido con su cometido, en el tiempo planeado. Durante toda la semana, había trabajado arduamente en su nueva receta, quiso crear algo nuevo, algo diferente, un platillo nunca antes servido en su restaurante, y todo para él, sólo para deleitarlo a él. La locación resultó inmejorable, un lugar hermoso, solitario, un pequeño callejón bellamente adornado, luces y guirnaldas coronaban el puesto de comida, la estampa era el escenario perfecto para una cita romántica.

Ella dejó su castaño cabello suelto, adornado con una diadema decorada con flores blancas, su vestido azul, con apliques plateados, hacía juego con sus ojos; sencillamente hermosa, no había otra manera de describirla. El platillo estaba listo, había sido detalladamente colocado sobre el plato, dándole una presentación que lo hacía ver apetitoso y armonioso, en iguales proporciones. Sí, todo estaba a pedir de boca; mientras pasaba el tiempo, ella se preguntaba por qué es que Ran-chan había decidido venir hasta este sitio a pasar la navidad, en Nerima estaban perfectamente, además de que estaba su restaurante y la parte de arriba de éste, una vez terminada la cena, ella podía haberlo invitado a subir a su alcoba y hubieran terminado su velada romántica como se debía, pasando la noche juntos, dejándose llevar por el frenesí provocado por sus cuerpos unidos y el ardor de la pasión que se profesaban mutuamente. Y es que, era más que obvio para ella que, el chico de la trenza, su amigo de la infancia, la deseaba con desesperación, sólo que su situación actual no le permitía actuar con libertad y manifestar sus deseos abiertamente, ella lo sabía, que los demás no quisieran observar lo "evidente" no era su problema. Ahí estaba ella, hermosa, sentada pacientemente, aguardando por la llegada de su amado.


Le había tomado todo el día arreglar la habitación y dejarla como la había imaginado, pero había valido cada maldito segundo, de eso no había duda. Con los nervios a flor de piel, su acelerado corazón no ayudaba en nada a su infructuoso intento por sosegar su ansioso estado. Soltó un par de sonoros suspiros, debía calmarse, no se podía permitir cometer un error, no esta vez, lo único que pedía era que sólo por esta maldita vez, todo saliera bien y como lo había planeado… y todo parecía indicar que, así sería.

El pequeño loft se encontraba en un edificio ubicado en el centro de Tokio, el espacio era reducido, a estas alturas del partido no podía costearse un apartamento más grande, pero sabía que esto era sólo el inicio, tenía grandes planes por delante y no se detendría hasta lograrlo, su tozudez y su orgullo, en estos casos, siempre resultaban provechosos. Apagó las luces y en su lugar, colocó velas aromáticas, perfectamente distribuidas, logrando con esto un ambiente perfecto, luz tenue y ligeramente azafranada, justo el efecto que buscaba; el aroma que se percibía era una mezcla de manzana y canela con un sutil toque dulzón, aspiró profundo y se deleitó con el exquisito perfume. Había estado planeando esto desde inicios del mes, y ahora que se estaba materializando, podía sentir el éxtasis y la angustia, en iguales proporciones, rogaba ¡oh sí, como rogaba! Pedía a Kami, porque todo fuera a pedir de boca.

Las viandas, fueron detalladamente acomodadas sobre la pequeña mesa, tenía un poco de sake enfriando, de sobra sabía que no bebían mucho, pero esta era sin dudas, una ocasión especial, tanto que, había desistido en su vano intento por preparar una cena tan elaborada y prefirió comprarla fuera, con suerte podría guardar el secreto, aún a pesar de que era por demás sabido que nunca hubiera podido preparar tan elaborados manjares. Se dio un baño con agua caliente, se perfumó y se vistió con sus mejores galas, ahora sólo restaba aguardar unos minutos por su arribo… esta era la noche que tanto había anhelado, lo presentía…


Se hacía tarde, y ella estaba empezando a perder la paciencia. Continuaba su andar por las calles de Tokio, la incertidumbre se apoderaba cada vez más de ella, segura estaba de que su amado airen, se encontraba en Tokio, pero no tenía la certeza del "dónde"; se confió en sus instintos de amazona para rastrearlo y encontrarse con él, más aún, confiaba en que él la esperaría, pues estaba convencida —sin fundamento alguno, cabe recalcar— de que, él pasaría esa noche especial con ella ¿Con quién más, si no con ella? Siempre había confiado en su poder de seducción, siempre confió en su fuerza, siempre supo que al final, Ranma Saotome aceptaría sus leyes y accedería finalmente a quedarse con ella. Sus nervios la estaban traicionando, ¡sí! Eso era sin duda, la verdad es que, sólo llevaba… cerca de cuatro horas buscándolo. Quizá hubiera sido buena idea que lo hubiese invitado personalmente, a pasar la velada, y no dar por sentado que así sería, por más obvio que para ella resultase, ahora veía que, en una ciudad tan grande como lo era Tokio y con semejante multitud, es difícil que se pueda dar un encuentro aleatorio, "Yo deber acordado punto donde encontrar con airen…" fue el pensamiento de la amazona, ahora sólo le restaba esperar a que el ansiado encuentro se diera, o volver resignada a Nerima.

Su andar la condujo hasta la entrada de un lujoso hotel, y hubiera pasado de largo por él, de no haber sido porque vio salir a una joven, ataviada con un ridículo vestido rojo y portando una enorme rosa negra en su boca. Sí, no había duda, esa era Kidachi Kuno, y no le dio buena espina que se le viera tan decidida, corriendo en pos de algo… o "alguien". Obedeciendo a sus instintos, decidió seguirla, pero guardando una muy cautelosa distancia.


Levaba ya más de cuatro horas esperando por él. La comida ya estaba fría, los adornos de la habitación estaban desperdigados por todo el lugar, víctimas de la rabieta que venía haciendo hacia ya largo rato. ¡¿Cómo?! ¿Cómo podía ser posible que su Ranma-sama aún no se hubiera aparecido? Todo estaba listo, y era perfecto, nada menos que lo que su amado merecía. Caminó encolerizada hacia el recibidor de a enorme suite y a grito tendido mandó llamar a su fiel sirviente. Sazuke se estremeció al darse cuenta de que era requerido "¿Qué será lo que quiere ahora?" se preguntaba internamente. La joven Kuno, le recriminó fuertemente la ausencia del joven Saotome

—¡¿Seguro que llevaste la invitación?! —el hombre, postrado ante su ama, no pudo más que asentir, las palabras no salían de su boca, Kodachi Kuno era capaz de asustarlo cuando estaba sumida en ese estado de enojo y frustración. —¿Se la entregaste a él personalmente? —de nuevo, el menudo hombre sólo asintió. Kodachi bufó, su obnubilada mente, no le permtía ver las cosas con claridad, luego de cuatro horas de espera, lo lógico a pensar era que, él no llegaría nunca. Pero era del conocimiento general que, Kodachi Kuno, no utilizaba la lógica ni el sentido común, más aún, siempre se dudó de su cordura. Siendo las cosas, lo que en ese momento eran, hizo lo más "cuerdo y lógico" que a ella se le ocurrió… ir en pos de Ranma, aun cuando no tuviera una clara idea de dónde empezar a buscar. Salió corriendo del hotel, no importándole las ropas que traía encima, y no notando a la persona que iba detrás de ella.


El tiempo corrió, avanzó de manera casi imperceptible, y fue así que casi cuatro horas, se pasaron como si fuera agua escurriéndosele de entre las manos. Su cabello ya estaba bastante desaliñado, había perdido la hermosa forma ondulada que con tanto empeño había conseguido; los deliciosos platillos que había preparado, ya se habían enfriado, ya no despedían ese exquisito aroma que tanto tentaba a probarlos, ya habían perdido su encanto. Sentada sobre el pequeño banco, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, la joven cocinera estaba a punto de estallar. Decir que estaba molesta era, realmente un eufemismo del cómo se sentía en realidad. Maldijo una y mil veces a Ran-chan ¿quién se creía que era para dejarla plantada? Había puesto tanto empeño en preparar todo: el puesto de comida, los alimentos… ella. Y es que, en honor a la verdad, no entendía bien qué podría haber pasado para que las cosas no le hubieran salido como lo quería; si bien era cierto que, él no le había dicho abiertamente que pasaría la velada a su lado, también era cierto que, ella le había lanzado una indirecta —bastante directa— en la que le insinuó que quería pasar la noche de navidad a su lado, y luego de saber que él estaría en Tokio, esperaba que al fin pudieran compartir algo de tiempo juntos. Pero la realidad al parecer, resultaba ser muy diferente. "¿Será acaso que cambió de opinión y al final decidió quedarse en Nerima?" Se preguntaba intrigada,O tal vez lo que pagó por la información no fue suficiente, y Nabiki decidió compartir lo que sabía con alguien más…

Se encontraba sumida en sus cavilaciones, cuando súbitamente fue sacada de su meditabundo estado, debido al estruendoso sonido causado por un acalorado encuentro entre dos jóvenes peleadoras. Salió del callejón y se topó con lo que temía: Shampo y Kodachi peleando por Ranma. Ukyo rodó los ojos, ese escenario, no le era nada extraño, siempre resultaba así, todas peleando por Ranma, todas queriendo acaparar sus atenciones y cariño, todas…

—¡¿TODAS?! —fue en eso que cayó en cuenta, no estaban todas —¿Y Akane?... —y entonces se temió lo peor, si Ranma no estaba ahí, y Akane tampoco, la respuesta era muy obvia.


Vendería un riñón. Sí, definitivamente. Eso era lo que tendría que hacer, porque con todo el dinero que gastó más todo lo que aumentó a su creciente deuda con Nabiki, no encontró otra solución para saldar su compromiso monetario… pero sabía que valdría la pena, cada maldito yen gastado en ella, siempre valdría la pena.

Todo estaba listo, empezó a sudar, tenía los nervios de punta, sumido en un estado de excitación y ansiedad, rogaba a Kami porque esta vez, aun cuando sólo fuera esta vez, Nabiki sí hubiera cumplido su palabra. Miraba una y otra vez las manecillas del reloj de pared, el segundero corría a su velocidad habitual, pero para él en ocasiones, daba la impresión de detenerse o incluso de ir hacia atrás. Bufó un par de veces exasperado ¿qué sería lo que la estaba dilatando tanto? Y fue entonces que escuchó el sonido de la cerradura de la puerta principal, y entonces su corazón se detuvo, ansiaba con el alma que a ella le gustara lo que con tanto empeño había preparado. La puerta se abrió, y tras ella se reveló a una joven peliazul ataviada con un ceñido vestido color verde con un abrigo color marfil y una bufanda roja.

—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? ¿Ranma eres tú? —preguntó la chica, intrigada. El lugar parecía desierto, la iluminación le daba al sitio, un toque mágico y romántico; el fuerte aroma a manzana y canela inundó sus sentidos; el calor de la habitación se sintió como un abrazo cálido y placentero. Colgó el abrigo y su bolso en el perchero y continuó con su andar, incrédula de lo que sus ojos veían, pero sospechando de qué iba todo eso.

—¿Te gusta? Lo hice para ti… —Akane detuvo su andar, un fuerte escalofrío recorrió su espina dorsal, la piel de sus brazos se erizó. Sí, siempre que escuchaba su voz, así pasaba, y el gran Ranma Saotome no era consciente aún del efecto que su voz grave y varonil, causaba en Akane… pero pronto lo entendería todo.

—Ranma ¿Tú? ¿en verdad hiciste todo esto para mí?

—Sí…

Cenaron, bebieron, rieron, hablaron contándose su día, su sentir y sus anhelos. Para Akane, fue la cita de navidad perfecta, para Ranma, era sólo el comienzo, faltaba lo mejor… el postre.

Estaban ahí, riendo de lo lindo, recordando las desventuras que había sufrido durante tanto tiempo el joven Saotome, cada que se convertía en mujer, a causa de su maldición, la cual ahora formaba ya parte del pasado, pues por fin habían encontrado una cura. La risa de Akane, era uno de los sonidos más dulces del mundo, Ranma podría pasar toda una vida, escuchándola reír, y se aseguraría de que riera tanto como le fuera posible; y de súbito, se hizo el silencio, pero no uno incómodo, todo lo contrario, un silencio cómplice, que incitaba a cometer actos en los cuales las palabras siempre salían sobrando. Ambos jóvenes se encontraban en el sillón de la pequeña estancia, mirándose directo a los ojos, Akane tragó en seco y sintió a su corazón brincar acelerado, siempre le ocurría eso cuando su prometido la miraba así, con esa intensidad y de manera tan directa. Ranma se perdió, en el caoba intenso de los ojos de su amada, lentamente se inclinó sobre ella, no quería romper la magia del momento, con suave roce, acarició los rosados labios de la joven, se tomó la calma y la paciencia para degustar el dulce néctar de esa pequeña boca; la prodigó de cortos y tiernos besos, Akane adoraba cuando salía a relucir el tierno lado de su prometido, nadie excepto ella conocía esa faceta de él. Poco a poco, y disfrutando de las caricias de los deliciosos labios de su prometido, Akane se aventuró y fue por más, intensificó el beso, le dio más apertura a su prometido, incitándolo a que la explorara, a fundirse y volverse uno. Presas del ardor del momento y sumidos en un tremendo frenesí, provocado por la fogosidad de sus besos, terminaron reclinados sobre el sillón; la cordura y la razón ya no tenían lugar, en aquel instante sólo imperaba el deseo. Ranma dejó un poco la boca de Akane, con cierto sufrir, pues anhelaba sus labios todo el tiempo; y fue entonces que se aventuró a ir más allá, sabía lo que quería y como que se llamaba Ranma Saotome que, seduciría a Akane hasta enloquecerla, hasta que fuera ella misma quien le pidiera que la hiciera suya. Tomándose su tiempo, dejó un camino de húmedos besos desperdigados a lo largo de todo el fino cuello, la nívea piel reaccionaba, erizándose con el tacto de su caliente y húmeda lengua; Akane, quien se consideraba neófita de las artes amatorias, no sabía qué hacer o cómo reaccionar, atinando sólo a dejarse llevar por su instinto y caer de lleno en la enorme vorágine de sensaciones y emociones que su prometido despertaba en ella. Un sonoro y erótico gemido escapó de labios de la peliazul, alentando con esto a que el joven siguiera con lo suyo, Ranma no pudo controlarse más, la tensión sexual estaba al límite, había aguantado por mucho tiempo, como para moderarse; se coló por entre las piernas de su amada, y en un hábil movimiento, corrió el vestido de Akane prácticamente hasta las caderas de la joven, dejando al descubierto el inicio de las bragas de encaje de la joven… encaje negro. Ranma no pudo evitar clavar su mirada en aquel sitio por unos segundos, eso terminó por despertar a su ya alborotado miembro, provocándole una muy notoria erección. Cegado de deseo, y decidido a dejarse llevar por sus más bajos instintos, volvió a atacar a los tumefactos y rosados labios de su amada, sumiéndose en un profundo beso tan obsceno y demandante que, no permitía ver en dónde terminaba una boca y empezaba la otra; Akane abrió más sus muslos, invitando a su amado a fundirse con ella, Ranma respondió a la invitación, comenzó un roce de caderas enloquecedor, y con ello el hambre que tenían el uno por el otro, se convirtió en un voraz apetito que no sería saciado con nada más que la unión de sus cuerpos desnudos.

—¡Ranma! ¡Ah! ¡Hazlo ahora! Por favor… ¡Quiero ser tuya!

—Sé mía Akane… sólo mía…

Ranma se incorporó quedando sentado sobre el sillón, luego, de un tirón, rasgó y retiró las bragas de Akane, dejando la piel húmeda y desnuda, dispuesta para él y a su merced; tomó de las redondas caderas a su prometida, y la sentó a horcajadas sobre él, Akane bajó el cierre del vestido y lo deslizó hacia abajo, descubriendo su torso desnudo frente a él, mostrando que, efectivamente durante todo este tiempo, no había traído puesto el sostén, quizá ella también había ansiado este momento tanto como él. El joven Saotome miró extasiado a la erótica visión frente a él, coló su mano por entre ambos cuerpos, acariciando la cara interna de los muslos de Akane, en el trayecto hacia su objetivo; con su otra mano, rodeó la espalda baja de su prometida y la atrajo hacia sí, para después comenzar a besar y succionar los rosados y erectos montes; la entrepierna de Akane no podía estar mucho más húmeda, una y otra vez, sensuales quejidos escapaban de su boca, rogando por más, fue entonces que Ranma comenzó un movimiento circular, lento y enloquecedor, rozando el botón de placer de su joven prometida, Akane se entregó de lleno a la placentera sensación, y respondió con un cadencioso movimiento que poco a poco la acercó más y más a la cima. Ranma no podía más, la deseaba con desesperación, quería unirse ya a su amada, pero quería volverla loca de placer, loca de deseo. Ranma aumentó la velocidad con la que movía sus dedos, mientras continuaba repartiendo besos a lo largo y ancho de los voluptuosos senos de su amada, la joven Tendo aumentó la velocidad con la que movía sus caderas, hasta que, con un gemido cargado de placer, anunció su culminación. Su respirar era acelerado, pero él no le dio tregua, él estaba a tope y ya no podía más; suavemente levantó las caderas de Akane, para después colocarla sobre su hinchado miembro, y lentamente se introdujo en ella, no quería lastimarla, no quería que el placer terminara. Poco a poco, la joven se acostumbró a ser invadida por su amado, y entonces el delicioso vaivén comenzó; ambos fundidos y convertidos en un solo ser, se entregaron de lleno a la pasión, consumiendo su amor, sintiéndose el uno al otro, no hubo más palabras, sólo sonoros suspiros, agudos gritos y rugidos guturales hasta que, presas de su deseo, terminaron por deleitarse con el máximo placer alcanzado gracias al abrumador orgasmo que ambos tuvieron.

Cayeron, presos del sueño y del cansancio, durmieron juntos, con sus cuerpos desnudos y entrelazados, sus ropas desperdigadas por todo el piso, atestiguaban que, el acto amatorio se culminó en más de una ocasión, y así satisfechos y felices, dieron fin a su cita de navidad, porque si había algo que Ranma siempre supo, desde el instante mismo en que conoció a su marimacho, era que siempre querría pasar todas las navidades a su lado. Por una vez en su vida, el joven Saotome tuvo que reconocer que, su cuñada Nabiki, había acertado con su plan, y aún cuando su deuda monetaria con ella había crecido exponencialmente, debía aceptar que sin su ayuda, para despistar al trío de locas y preparar el loft, esta maravillosa cita de Navidad nunca hubiera sido posible.


¡FELIZ DIA DE REYES! y ¡FELIZ CUMPLEAÑOS A MI!

Lo prometido se ha cumplido, regalo de reyes en camino :D bueno, aún cuando ya pasó Navidad, en mi país el día de hoy aún se considera parte de las festividades de la temporada Navideña, así que este Fic es como un cierre a la fiestas navideñas. Mi loco cerebro se empeñó en querer hacer este pequeño One-shot, y aunque la vida de adulto me ha pegado duro estos días (bastante trabajo para ser Enero) aproveché mis momentos libres para completar mi escrito, de verdad espero que sea de su agrado. Agradezco infinitamente todas las muestras de aprecio y el apoyo que he recibido con mis otras historias, y sepan que, sigo al pie del cañón dispuesta a terminarlas, puede que tarde en actualizar, pero nunca voy a abandonarlas, les prometo que serán terminadas. Me despido no sin antes desearles a todos un muy feliz año, y que este 2022 nos traiga a todos salud en abundancia, trabajo bien remunerado y amor (o en su caso muy muy buen sexo ;) ) y la oportunidad de compartir todo al lado de sus seres queridos.

¡HASTA PRONTO!