-Mousse, que bueno verte por aquí-Saludó la chica de corto cabello negro al recién llegado, al tiempo que servía otro trago-Siempre eres tan puntual-añadió mientras el hombre de gruesas gafas se acomodaba en la esquina de la barra del bar.

Como cada viernes, parecía deprimido y perdido en sus propios pensamientos.

-Ya no me quedan empresas que visitar-dijo pesadamente, apoyando el rostro en la barra.

-No te preocupes, seguro la próxima semana será mejor-respondió la chica acercándose y dejando un pequeño vaso transparente junto al rostro del abatido joven y volvió a irse ante el pedido de otro cliente.

Los cubitos de hielo se deslizaron lentamente hasta convertirse en agua, sin que Mousse-Tse hiciera más que mirarlos. Después de unos minutos se dio cuenta de que aquel viernes era día de pago y su amiga Akane estaba demasiado ocupada con tantos clientes como para prestarle atención.

No en vano la taberna de las Tendo era el lugar más famoso de Tokio, visitado incluso por empleados del gobierno.

Mousse-Tse suspiró, la única razón por la que podía estar ahí era su amistad con las Tendo.

Ah, su tonto corazón ya había renunciado al amor después de que Kazumi Tendo había anunciado su boda con el doctor Tofu.

-Siempre serás bienvenido, Mousse-le había dicho entonces. Y él, solitario como era, no quiso perder la amistad con aquellas hermanas. En fin, que el día no parecía el mejor para solo sentarse a observar. Soltó su largo cabello negro y de un salto cruzó la barra para ayudar con los clientes a Akane, que desde el otro extremo le sonrió agradecida.

Una linda mujer entró poco después, parecía confundida o quizás estaba buscando algún amigo o amiga. Su corto vestido negro mostrando las curvas de su cuerpo y su cabello, tan único, provocaban las miradas indistintas de hombres y mujeres allí presentes.

Entonces fue cuando sus hermosos ojos se fijaron en él. Inquieto, desvío la mirada y pretendió continuar sirviendo las cervezas y tragos. Distraído por los continuos pedidos no supo a donde se encontraba ya la escultural mujer.

Pronto la barra se empezó a desocupar y las mesas del lugar se llenaron de grupos de clientes que pedían y pedían bebidas alcohólicas haciendo ir y venir a los empleados constantemente, mientras Mousse y Akane se encargaban de servir y cobrar, respectivamente.

-En verdad, te lo agradezco, no sé que hubiese hecho hoy sin ti-Se acercó a decirle su amiga

-No hay problema Akane, que me dejen usar su apartamento en el centro como casa y bodega es más que suficiente para sentirme en deuda con ustedes.

-Qué dices! Eres como de la familia Mousse, de hecho a papá le gustaría mucho verte, por qué no vas a la casa?

-Sabes que no puedo hacerlo, Akane, al menos aún no. Dale mis saludos a tu padre.

-Disculpen-Una melodiosa voz interrumpió su conversión. Akane sonrió a la mujer frente a ella y Mousse giró sobre sus talones para encontrar frente a él a la mujer más hermosa que sus ojos habían visto. Si desde lejos era linda de cerca era una preciosidad.

Akane le dio un leve codazo en el costado para hacerle reaccionar y se fue de inmediato.

-Si, dime, qué te sirvo-se apuró a responder Mousse de modo automático

-En realidad... Cualquier cosa está bien.

-Si me dices eso... te daré agua, entonces

-Agua está bien. En realidad, me acerqué para...

-Eh, chico, trae una botella de whisky!-Gritó un hombre desde las mesas del centro del bar

-Dame un momento, atenderé a ese cliente y vuelvo.- Se dio la vuelta y tomó una de las botellas, saltó la barra y llevó el pedido solicitado.

El hombre en cuestión era un político que solía gastar enormes cifras en reuniones con los de su partido.

Mousse-Tse regresó a la barra y se detuvo inesperadamente cuando la chica sostuvo su mano.

-Puedes ayudarme?

-Cla...Claro, yo ya iba a a atenderte

-No eso, no estoy aquí por una bebida

-Entonces?-preguntó confundido el joven de ojos azules

-Mis amigas de la Universidad están en el piso de arriba, ya sabes el área de Karaoke

-Sí ...Y?

-Necesito que me acompañes ahí

-Disculpa?

-Es que no pude cancelar esta estúpida reunión

-Aja, entiendo...Lo siento, en realidad aun no sé en qué esperas que te ayude

-Puedes...por favor fingir que eres mi pareja, solo por esta noche

-Yo...

-Escucha, sé que es ridículo lo que te pido pero no tengo opción, si no me ayudas esas víboras se burlaran de mí toda la noche.

-No dijiste que son tus amigas?

-Exacto

-Ah, entiendo.

-Entonces, me ayudarás?

-No lo sé

-Por favor, no me hagas suplicarte, ya estoy suficientemente avergonzada

-No es eso, de verdad. Te ayudaré, solo me preguntaba por qué no se lo pediste a alguno de nuestros clientes, eso es todo.

-Tus clientes me llevan al menos 30 años de diferencia. Se burlaran de mí aún más. Tú y yo somos de la misma edad, aparentemente.

-Ah, ya veo.

-Entonces?

-Sí, bueno está bien, supongo.

-Vámonos, entonces que ya voy tarde

-Espera- Mousse se quitó el delantal negro y tomó su saco azul. Pero antes de que pudiera ponérselo la chica lo atrajo hacia ella jalando el cuello de su camisa blanca.

-Oye, tonta, así que estás aquí divirtiéndote mientras nosotras te esperamos arriba

-Creímos que no vendrías

-No la regañes, si yo tuviera a un hombre como este ni siquiera saldría de la habitación

-Vaya, aunque te tardaste parece que tienes al más guapo, amiga

Tres mujeres, tan esculturales como la que lo acababa de besar, se acercaron a ellos. Las chicas les saludaron con sonrisas y besos en la mejilla. Otros tres hombres se le unieron poco después. La mujer junto a él parecía incómoda y nerviosa mientras se sostenía de su brazo.

-Ya que estamos todas volvamos arriba, solo vinimos a ver porque aún no estabas aquí aunque avisaste hace una hora que ya llegabas.

Subieron los escalones hablando de cosas triviales y jugándole bromas a la chica junto a él. La sala de Karaoke que habían reservado era la más grande, las bebidas estaban dispuestas en un pequeño refrigerador y las luces de colores cambiaban constantemente.

Aquel grupo era muy animado y más que nada muy bebedor. Continuaron cantando malamente, riendo a lo tonto, hablando encima del ruido y besándose por nada. Todas esas parejas parecían llevar una relación desde hace mucho tiempo. Al menos eso es lo que parecía.

-Entonces, hace cuanto que son pareja?-preguntó repentinamente una de las chicas dejando su cerveza en la mesa frente a ellos.

-Unas semanas-Hace poco-respondieron ambos, ya un poco tomados, se miraron y sonrieron.

-Mirenlos, no creen que son lindos?

-Lo son, lo son, pero esto es histórico así que hay que documentarlo todo!-Gritó encima de la mesa una mujer de largo cabello rojo y ajustado vestido azúl, mientras su novio, un hombre bastante mal humorado con la actitud de su novia la miraba desde la entrada de la sala.

-Es verdad, venga beso, beso, beso-empezó a decir la tercera mujer, abrazada a su pareja en uno de los sillones

-Beso, beso, beso-se siguió oyendo

Mousse-Tse miró a la mujer a su lado.

Qué debía hacer en ese momento?. La sensación del beso tan fugaz recibido antes, tan inesperado y sin darle tiempo a nada, la tenía aún en sus labios. Si por él fuera probablemente aún estaría besándola, pero entendía que aquel beso fue parte de la ayuda que la chica había pedido antes. Porque aunque apenas habían rozado sus labios, ella había cuidado muy bien el ángulo y sus amigas le habían creído aquel engaño. Pero ahora incluso estaban exigiendo ver más y armadas con las cámaras de sus celulares sería muy difícil engañarles. Mousse-Tse bebió el contenido completo de su bebida y se armó de valor. Aquella mujer pidió su ayuda. Aquellas voces pedían un beso. Y él, él también deseaba besarla un poco más.

En el peor de los casos lo golpearía. Pero incluso la paliza más brutal bien lo valía.

Lleno del falso valor del alcohol tomó el delicado rostro femenino entre sus manos y se acercó despacio, por si ella lo rechazaba. Pero no pasó. Su mirada estaba llena de dudas, pero también de alivio antes de que sus ojos se cerraran lentamente.

Entonces sus labios se unieron en medio del alboroto de aquellas tres locas amigas, de las luces de colores cambiantes y de la música que llenaba el lugar.

Cuando la reunión terminó y todos se despidieron ella continuó tomada de su brazo. Aunque ya no quedaba ninguno de sus conocidos, seguía de pie junto a él.

-Quieres que llame un taxi y te acompañe a tu casa?-se atrevió finalmente a decir

-No es necesario, mi auto está por allá-respondió ella sin mirarlo.

-Entiendo.

-Sí quieres te llevo a tu casa, así puedes invitarme un café.

-Claro, vamos, entonces.