tic, tac...tic, tac...tic, tac...tic, tac...tic...tac...
Mientras el reloj descontaba los segundos, Mousse-tse continuaba en su mental lucha interna. Como miembro masculino de una tribu amazona, tenía resuelto jamás, jamás contraer matrimonio. Por eso se conformaba con ver el romance a través de la pantalla de su celular. Por eso prefería usar su afecto por Kasumi Tendo como escudo.
Pero ahora, más que nunca, se cuestionaba su decisión, después de todo apunto estuvo de casarse en su tribu, de no ser porque prefirió perder ante aquella, su prometida. Y sí, Shampoo le gustaba, más bien él amaba a esa mujer que a ratos lo besaba con ternura y a ratos lo miraba como si quisiera matarlo. Su estancia en la empresa durante los meses pasados, tampoco había sido miel sobre hojuelas. Desde el lanzamiento, su línea de productos había obtenido una buena respuesta, tanto del mercado de belleza femenino como masculino. Los números de su cuenta lo reflejaban. Y aún así, el presidente Shin no hacía más que pedirle, más bien exigirle, incrementar la oferta y por lo tanto las ventas. Pese a eso, no podía dar marcha atrás.
-Viejo mañoso-soltó en un suspiro, golpeando con un lápiz la página en blanco sobre su escritorio-Cómo pudo pedir algo así?
.
-Presidente Mousse, pase, lo estaba esperando. Shampoo, querida, puedes retirarte. Hablaremos más tarde.-con un ademán, el regordete hombre dio por terminada la ''reunión'' con su hija, y se apresuró a ofrecer una bebida a su invitado
-Gracias, pero no bebo-con la mirada, como siempre, siguió a la hermosa mujer hasta que salió de la oficina.
-Sabe Mousse, he estado mirando en los números, creo que deberíamos intentar mejorarlos en el siguiente trimestre, no le parece?
Mousse guardo silencio antes de responder. Otra vez con lo mismo?, pensó, todos en esa jodida empresa le felicitaban, todos menos él. Qué más quería?
Los hombres de la aldea habían incluso reclutado a vecinos de otras regiones amazonas para cubrir la demanda, pero aún así no era suficiente. Cómo es que le había dado la vuelta tan pronto al contrato. Viejo miserable.
-Claro, veré si es posible.-respondió finalmente
-Cómo no va a ser posible, hombre?-sonrió el anciano con falso buen humor-pero más importante aún Mousse, hay algo muy personal e importante que me veo en necesidad de pedirle...
Ante la mirada atenta de Mousse, el hombre se levantó de su cómodo asiento, dejó la copa de whisky sobre la mesa de cristal y camino alrededor de la oficina, pensativo, como si buscara las palabras correctas.
-Usted dirá-respondió aunque sin mucho interés, suponiendo que alguna petición extraña estaba por hacerle.
-Como sabe, Shampoo es mi única hija y está en edad de casarse, ya sabe, necesito saber que mi apellido no morirá conmigo. Por supuesto su esposo no puede ser cualquiera, una hija, sobretodo una tan maravillosa como la mía, es igual a tener un valioso tesoro que no puede darse a cualquier tonto que no pueda cuidarla.-los ojos oscuros del anciano se clavaron en los suyos-Por eso es más difícil la escogencia de su prometido. Conoce usted al hijo de la agencia de modelos con la que trabajamos la última vez? Pues él está muy interesado en mi querida hija.
-Entiendo- Falso, no entendía nada y la idea de ver a su diosa casarse con otro le dolía, y mucho.
-Estuve descartando algunos candidatos. Shampoo también tomó parte, pero la veo más entusiasmada con él.
-Lo siento, pero que tengo que ver yo con eso?- Los pensamientos se dispararon en su cabeza.
Shampoo está interesada? Pero, ella y él? Y los meses que habían trabajado juntos, las miradas, los besos que alguna vez le había robado? con la subsecuente cachetada que recibía en respuesta, claro...No significaban nada ahora que ese tipo aparecía de la nada?.
No, ningún imbécil tomaría lo que era suyo. Shampoo era suya. Era suya y de nadie más...
Era suya?
¿Desde cuándo se había convertido en alguien tan posesivo? ¡Mierda!
Se pasó la mano por el pelo, ansioso y volvió a la realidad no sin antes jurarse por Kamisama que nadie más la tocaría. Nadie más, solo él
-Nada, naturalmente, pero no puedo solo cederle su mano así como así, aunque sea un gran partido para mi hija. Es por eso que...estuve pensando,le gustaría ser uno de los dos prometidos de Shampoo?
.
Una marca roja se dibujó en su blanca piel, tras su confesión. Y, honestamente, esperaba todo menos eso. La mejilla le ardía, no sabía si por la cachetada o la vergüenza de haber aceptado entrar en aquel absurdo. En todo caso, le ardía más que de costumbre.
-Como pudiste aceptar algo así, Mousse!
-Fue la condición de tu padre, lo siento. Es solo que... pensé que tal vez, nosotros...
.
-Es por eso que...estuve pensando, le gustaría ser uno de los dos prometidos de Shampoo?
Mousse permaneció en silencio, sin comprender. Todo lo que pensaba en ese instante lo regían sus celos. Maldición, maldito él si dejaba que la robaran de su lado!.
-No me gusta como yerno, desde ya se lo digo, Mousse, pero todos sabemos de su atracción por mi hija.-Habló de espaldas a él, pérdida la mirada en algún punto de la ciudad vista a través del cristal.- Hace falta solo mirarlos cuando están juntos. Aún así no es digno de ella, lo entiende, verdad?
Lo entendía, solo el dinero lo haría digno, porque era lo único que importaba para un viejo tiburón como el presidente Shin, por eso no entendía la propuesta de aquel viejo mañoso.
-No lo quiero por yerno, pero amo tanto a mi hija que acepto incluirlo como pretendiente, si es que le interesa, claro está.
Su respuesta no fue controlada por el área presipnática del cerebro, sino por sus celos. La respuesta salió sola de sus labios, sin que pudiera contenerla.
-De acuerdo.
-Siendo así, supongo que es momento de revisar nuestro contrato, no lo cree?
.
-Lo siento, te duele mucho? De verdad lo lamento, Mousse. No quise lastimarte, es solo que yo...
Teniéndola tan cerca podía sentir su suave perfume. Aún le dolía la cara, pero ya no le importaba. Sus manos sujetaron el delicado rostro femenino y por un segundo todo lo que necesitaba estaba frente a él.
-Estoy bien, solo continuemos con nuestra cita-Un breve beso fue dejado en los labios de su compañera.-...pero, entonces, si no aceptaba lo que pidió tu padre, te casarás con él?-preguntó intrigado poco antes de entrar a la sala de cine, tomando de la mano a la chica.
-Es la tradición de mi familia, di mi palabra, tengo que hacerlo.
-No hay otra manera?
-No, no lo creo... —bajó la cabeza avergonzada por no poder rehusarse a una costumbre tan absurda.
—Shampoo... —la tomó de la barbilla y levantó su rostro para que lo mirara— nosotros tenemos una conexión especial ¿Lo sabes, verdad? ¿O soy el único tonto que siente todo esto unilateralmente?
—No, yo también lo siento-admitió-Nunca antes había sentido esto por ningún hombre.
—Entonces démonos esta oportunidad.
Shampoo jugó torpemente con sus dedos. Cuando Mousse le pidió esa cita y empezar de nuevo, aceptó sabiendo que era imposible para ellos, pero no pudo negarse.
Ahora, no dejaba de parecerle injusto que Mousse perdiera de sus ganancias tanto solo por tener la oportunidad de competir por ella. Sobre todo por que de antemano sabía el resultado.
-Tu padre no es tu dueño... eres adulta, puedes tomar tus propias decisiones.
-Es fácil para ti decirlo, pero es muy difícil para mí hacerlo. Escúchame, mi padre jamás te aceptará, ya ha escogido a su yerno, no debiste aceptar.
-No lo voy a permitir —aseguró.
-No entres en su juego, por favor, no tienes que hacer esto, ya le había exigido que fueras uno de los prometidos-dijo ella, angustiada, casi llorando, por la injusta condición de su padre.
Pero él no te cederá a menos que gané algo, pensó Mousse y sin darle tiempo a nada la besó una y otra vez, brevemente, limpiando despacio las saladas lágrimas de sus mejillas con sus besos. Sus celos se fueron disipando a medida que descendía a sus labios, explorando sus contornos, recordando la noche que pasaron juntos. Mientras tanto, ella retenía el aliento, como si le sorprendiera cada uno de sus avances. Por fin, sus labios se encontraron y el beso se hizo más profundo. La boca de Shampoo se abrió bajo la de él, estremeciéndose con su humedad y su dulce sabor. Aunque inicialmente su reacción fue de duda, sin saber a dónde la llevaban sus sentimientos, alzó las manos y le rodeó con ellas la cara tal como él lo había hecho. Se miraron en silencio.
—Tú, eres mía, Shampoo —dijo contra su boca.
—Lo soy... y no quiero ser de nadie más —contestó en un susurro.
Él suspiró. Era todo lo que necesitaba saber...
