La marcha nupcial se empezó a oír a través del salón de fiestas y en las áreas cercanas. La noche de la primera luna roja finalmente había llegado.

Vestida con un hermoso vestido blanco, Shampoo permaneció sola en la habitación contigua al salón. Era el evento de su boda, en el que uniría su vida a la de un hombre y no podía evitar sentirse nerviosa. Quién estaría esperando al final del pasillo, quién estaría a su lado cuando pronunciara sus votos, cuál de los dos la consideraría suya al final de la ceremonia. Quién pondría el anillo en su dedo y un beso en sus labios, acto final del rito de matrimonio.

Al otro lado del salón, en una de las dos pequeñas habitaciones del ala izquierda, Mousse esperaba tan impaciente como ella, usando un esmoquin azul marino y relucientes zapatos negros. Si él resultaba ser elegido por la familia de la novia, le había explicado el presidente Shin, vendrían a buscarlo las primas casadas de la familia para acompañarlo al altar.

No quería casarse.

No era partidario de las bodas.

No creía necesario casarse para amar con toda su alma a alguien.

Pero estaba ahí por ella. Se casaría si era necesario.


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-Ya escogió que desea?-su prometido, el que no quería, estaba sentado frente a ella en el restaurante más fino de Tokio

Y ahí estaba esa sonrisa otra vez. No odiaba su sonrisa, pero odiaba que sonriera tanto.

-Aun no, no sé, no tengo mucho apetito-Shampoo escondió el rostro tras el menú para evitar verlo

-Me deja elegirle uno?-Sin darle tiempo a responder pidió un plato cuyo solo nombre le molestaba- Tráigame un confit de pato* para la señorita, un foie a la plancha* para mí y una botella de vino tinto.

Y otra vez decidió por si mismo lo que cenaría sin siquiera considerar si le gustaba o no.

El joven mesero se retiró haciendo una leve inclinación. Su prometido le sonrió por milésima ocasión. Fue la cena más incómoda de su vida y eso que ni siquiera probó bocado. Al menos no tendría que verlo la siguiente semana. Porque la siguiente semana la pasaría con Mousse, su otro prometido y al que realmente quería. Y luego, una semana más tarde, durante la primera luna roja, caminaría por el salón de fiestas que ya habían reservado, frente a sus conocidos y amigos, usando su vestido de novia blanco y un velo frente a un juez y entonces le juraría amor eterno a uno de los dos. Y era horrible la incertidumbre de no saber cuál de ellos sería.

-Escuché que fuiste con tu madre por el vestido. Muero de ganas por ver cómo te queda. En dos semanas, espero ser yo quien tome tu mano.

Shampoo miró a su acompañante a los ojos, intentando encontrar razones para odiarlo o quererlo, pero la verdad es que él no provocaba nada en ella.

Aún no bajaba del auto, estacionado frente a su casa cuando él intento alcanzar su mano pero ella se apresuró a evitar el contacto colocando un mechón de su cabello tras su oído y sonriendo forzadamente.


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-Firmaste qué?.-sentada en la barra de la taberna Nabiki Tendo no daba crédito a lo que escuchaba- En serio es un tonto-añadió mirando a su hermana menor-Un tonto enamorado.

-Entonces no recibirás nada durante un año.-repitió Akane siguiendo la conversación e ignorando a su hermana.

Mousse afirmó moviendo la cabeza de arriba a abajo. Ambas chicas se miraron sin decir nada más. Un silencio incómodo reinó hasta que Mousse se puso de pie y afirmó.

-Le daría hasta la patente, con tal de que la deje en paz de una buena vez...Soy un tonto enamorado, no ganaré un centavo aúnque me esfuerce y soy capaz de perderlo todo por ella y qué!

-Hazlo y date por muerto, Mousse, yo misma te mataré si haces una estupidez como esa!.

-Basta los dos, parecen niños peleando. Mousse no hagas nada precipitadamente, de acuerdo y tú Nabiki, ahórrate tus consejos

-Voy a decir algo más y me callaré

-No!- le regañó la menor, con ambas manos apoyadas en el mostrador

-Los negocios y el amor no se deben mezclar. Bien eso es todo.-finalizó bebiendo de la copa que le había servido Akane

-Me puedo quedar a ayudarte?, no soporto pensar que estará con él hasta el viernes. Si me quedo en casa me volveré loco de tanto pensar.

-Siempre eres bienvenido, Mousse.

-Pero, creen que debería llamarla? Solo para saber cómo está y decirle que la quiero

-Apenas es martes, Mousse, deja que te extrañe.

-Nabiki!

-Bueno, no digo nada. Pero si lo piensas es injusto que él interrumpa las citas de su rival. Estoy segura de que no le gustará que luego el chico los interrumpa cuando sea su turno de estar con ella.

-Eso es verdad, tal vez no sea justo.-secundó la pelinegra


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-Qué haremos hoy, mi amor?-Eran las 4:30 am del domingo y ya en la puerta del pequeño apartamento donde vivía Mousse se encontraba una hermosa y sonriente chica.

-Uhm déjame ver-respondió el joven de ojos azules, acomodando sus lentes-Quiero besarte, quiero amarte, hacerte reír, mirarte, sentir tu perfume, que me digas que me quieres a mí y solo a mí... qué quieres hacer tú?

-Creo que quiero hacer todo eso!

Una semana. Una semana en la que podía pasar tanto tiempo como quisieran juntos. Una semana que le costaba a Mousse seguir en ese pequeño apartamento quien sabe por cuánto tiempo más. Siete días en los que se tendrían el uno al otro solo para ellos. Sin que los juzgarán o murmuraran. Solo ellos y nadie más.


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-Lo lamento, sé cuánto aprecias a mi hija-la mujer, cuyo rostro era una versión de mediana edad de Shampoo, tomó sus manos entre las suyas- y cuánto te aprecia ella a ti.

Le tomó algunos minutos reaccionar. Por supuesto había sopesado la posibilidad, más que segura, de no resultar elegido, pero estar ahí en ese lugar mientras ella caminaba al altar con la marcha nupcial resonando en sus oídos, no era algo que pudiera manejar.

Ella no tenía el valor para contradecir a su familia, a su padre. Y él, estaba peor que al inicio, sin nada bueno que ofrecerle.

Se estaba casando. Se casaría con otro. Alguien estaba ocupando el sitio del novio en el altar esa noche y no era él.

El esmoquin empezó a asfixiarlo. No estaba acostumbrado, incluso un traje sensillo lo incomodaba. Pero no era eso lo que impedía que el oxígeno le llenara los pulmones.

Estaba molesto, celoso y perdido. Estaba perdido y la música que indicaba que la celebración seguía su curso normal le taladraba el cerebro.

Miró la puerta entrecerrada de la habitación. La madre de Shampoo había salido minutos antes, una boda lleva tiempo, quizás aún podía impedirlo.

Podía impedirlo.

Pero ella, estaba de acuerdo con casarse? O estaba esperando a que él interrumpiera la ceremonia.?

Tomó el pomo de metal de la puerta y salió de la habitación soltando su corbata. Caminó por el pasillo que lo llevaba al salón donde se realizaba aquel error, apurado. Dos hombres le cerraron el paso antes de que pudiera llegar. Querían evitar que entrara, pero él era Mousse-tse, hijo de una tribu amazona de China y sabía muy bien como defenderse.

Estaba listo para pelear.

Por ella.

Él haría cualquier cosa en el mundo solo por ella.

La puerta del salón se abrió de repente. Shampoo lo miró y camino hacia él con un gesto imposible de describir.

-No me casaré-dijo-No me casaré-repitió entonces con una sonrisa en los labios

Nota de la autora

Confit de pato

Esto es pierna del pato, previamente salada, acompañada de papas fritas. Si además bebes un vino tinto de Bordeux mientras lo desgustas, el resultado es espectacular.

Foie a la plancha

Esto es hígado de pato u oca, pero es bastante cruel su "elaboración''.