Los personajes no me pertenecen son propiedad de la gran Rumiko Takahashi.
Antes de que inicien a leer, les quiero comentar que este oneshot no tuvo una revisión de mi bella beta, dado que lo termine hace unos minutos atrás y se me hizo una falta de respeto molestarla en estas fechas y a estas horas, asi que si sus ojos sangran por la pésima ortografía y malísima gramática pido perdón y espero esto no entorpezca la lectura.
Aunque las fechas ya no me dieron este oneshot fue creado para el concurso Navideño de la pagina de Facebook Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma el cual lleva por nombre #Navifics_con_Mundofanfics… soy consciente que estoy fuera por el retraso pero aun asi quise subirlo.
Sin más les dejo leer
TRADICIONES
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-¡Ya te dije que ese es mío! –la aguda voz de un infante se filtraba con fuerza en la alcoba marital de aquel hogar.
-¡CALLATE AKIRA! –era la contestación de su hermana ante el primer reclamo.
-¡El abuelo Soun dijo que el rojo era para mí! –
-¡NO ES VERDAD! ¡SIEMPRE MIENTES! –
-¡Le diré a Mamá! –
-¡¡ERES UN LLORON….!! ¡¡SIEMPRE TIENES QUE IR CON EL CHISME!! –
-No es Verdad… ¡¡toma….!! –
Después de aquella palabra el sonido de un fuerte golpe llego a los oídos de los adultos del hogar, los cuales aun permanecían cómodamente dormidos.
Dentro de aquella habitación el joven matrimonio se removía entre las tibias frazadas, tratando de ignorar lo que usualmente ocurría a cada mañana en la planta baja.
-Aah siii, quieres pelear tonta, ya verás…. –
-No me golpees, te vas a arrepentir –
-Toma esto –
-No lances eso… -
Los sonidos cada vez eran más fuertes, los gritos de los infantes y los diferentes objetos estrellándose en las paredes y suelo eran cada vez más ensordecedores, imposible de seguir ignorando.
-Mmmm –fue el único intento de hablar que hizo la mujer sobre la cama, simplemente giró su cuerpo para quedar de espaldas a su pareja, tapando por completo su cuerpo con la cobija.
-¡¡Si mi Papá se entera de esto nos castigara a todos, dejen de lanzar cosas!! –
-¡¡Cállate y suelta mi cuello¡¡–
-Tú deja de morderme –
Mientras la campal guerra seguía, el varón que yacía sobre su cómoda cama, cubrió su rostro con una de las almohadas que descansaba cerca de su cuerpo, esperando callar de manera mental lo que ocurría en la parte baja.
-¡No…¡ ¡No….! ¡¡No...!! –
-Si sufre –
-Baka –
¿Pero que les ocurría a esos niños? los estruendos cada vez resonaban con más fuerza, los padres de aquellas criaturas ya no podían fingir indiferencia.
-Akane –la voz rasposa denotaba su somnolencia –Akane –un segundo llamado esperando recibir una respuesta positiva –Akane, es enserio, tus hijos…. –el varón de ojos azules intentaba despertar a su esposa, en un fallido intento de seguir durmiendo.
-Mmmmm –musitó con fastidio mientras su cuerpo se aferraba debajo de las sabanas –También son tus hijos –habló encogiéndose más entre los edredones, intentando formar un fuerte en contra de su esposo.
-Son de los pocos días que descanso, y tú lo sabes… -argumentaba el hombre de larga trenza ante la infantil actitud de su mujer –El Dojo no toma vacaciones, siempre está abierto, solo tomé estos días por las fiestas decembrinas, merezco dormir más que todos en esta casa –para este punto Ranma había incorporado su cuerpo hacia la fémina que descansaba a su lado, la cual no se dignaba a salir de su escondite –Akane –articuló una vez más pero ya no parecía un reclamo, más bien era algo así como una petición amigable.
La pequeña anatomía a su costado no hizo el intento de entender la súplica de su esposo, simplemente se acurrucó entre los tibios edredones, encogiendo un poco más sus piernas.
-Está bien, pero cuando regrese te quiero desnuda –ordenó con fastidio el azabache, pateando las cobijas para destaparse e incorporar su cuerpo por completo de la cómoda superficie –¿Escuchaste marimacho? Te quiero desnuda –repitió sus palabras una vez más al colocarse las pantuflas.
-Si escuche pervertido –fue la corta contestación que dio desde abajo del gran muro de cobijas que había formado.
A pesar de la somnolencia de ambos en sus labios se formó una ligera curva al pensar en lo que vendría después de apaciguar a los pequeños herederos Saotome.
En la planta baja de aquella pequeña casa, se encontraban discutiendo acaloradamente los hermanos Saotome, los gemelos Akira y Kanae peleaban por el mismo juguete que se encontraba sobre el piso de madera mientras ellos dos estaban en una extraña pose, Akira el varón de cabello negro atado en una larga coleta permanecía con la cara pegada a las frías maderas del suelo, entretanto su melliza estaba sobre él, sentada a la altura de su espalda, sosteniéndole ambas manos hacia atrás, mordiéndole una pierna de manera casi inhumana, la contorción de los cuerpos era algo digno de una pintura.
La chiquilla que aun vestía un adorable pijama en color rosa y pequeños unicornios estampados en ambas prendas, tenía su larga cabellera oscura algo revuelta por la pelea, su flequillo esponjado echado hacia un lado, el lazo rosado que adornaba su cabello estaba fuera de lugar tapando parte de su frente y ojo, mientras que el pequeño hermano menor Kanon tiraba de los oscuros cabellos de su hermana para que esta soltara la pierna de Akira.
-No puede ser –fue la frase que salió de los labios de Ranma con fastidio – ¿Pero qué les pasa? parecen salvajes –al escuchar la estridente voz de su padre, los niños pararon sus ataques y gritos de manera inmediata.
-Papá.. –hablaron al unísono los tres infantes.
-Más vale que arreglen sus diferencias de otra forma, todo el tiempo pelean, que no pueden darme mañanas tranquilas –ante su propio monologo Ranma sintió algo de gracia pues aunque su rostro era bastante duro y su mirada fría, internamente el padre de esos tres revoltosos niños sonreía ante los temperamentos tan fuertes de sus herederos, era de esperarse que la herencia genética de ambos padres se mezclara y como resultado diera las pequeñas bombas nucleares que corrían a todas horas por los pasillos de su hogar.
-No quiero explicaciones, ya lo escuche todo, se pedirán una disculpa, van a arreglar sus diferencias o malos entendidos y cada uno se va a su habitación, sin pelear, sin caras de fastidio, ni ojos torcidos, mucho menos balbuceos y una semana de castigo para cada uno, si insisten con lo mismo –la mirada era firme, su voz gruesa y los brazos cruzados al frente de su pecho, arrugando ligeramente la camisa de franela que acompañaba su pijama a cuadros color rojo y negro.
-Pero…. Papá… yo –
-Dos semanas de castigo –interrumpió la fuerte voz de Ranma a su pequeño hijo.
-No.. no… no…. Ya entendimos –y como si aquello fuera una amenaza nuclear los niños corrieron hacia sus alcobas.
Ranma sonrió ante las ocurrencias de sus hijos, observó el gran desastre que había en la sala de estar, pensó en hacerlos regresar y limpiar pero tenía algo pendiente en su habitación.
Sonrió con malicia mientras sus pies se movían agiles esquivando los proyectiles y juguetes esparcidos por el suelo, los escalones no fueron un obstáculo pues con una velocidad fuera de este mundo subió hasta colocarse bajo el marco de la puerta de su alcoba, rápidamente sus ojos se fijaron en el bulto inerte cubierto por cobijas que aún permanecía sobre el lecho marital, sus cejas se juntaron por inercia denotando su molestia, estaba a punto de protestar cuando a los pies de la cama se encontraban unas cuantas prendas desperdigadas de manera descuidada.
Sus pasos lo guiaron hacia el inicio del colchón, pensando la mejor manera de aprovechar el momento, deslizó sus manos por debajo del pesado edredón, inspeccionando con su tacto la perfecta piel de los pies desnudos de su amada, estaban tibios, una temperatura ideal, sus manos se pasearon despacio delineando a ciegas los delicados contornos, como si de un interruptor se tratase, el inerte bulto sobre la cama comenzó a reír de manera cantarina y a retorcerse bajo las pesadas capas de tela.
Ranma se sintió atraído al seguir subiendo sus manos por las suaves pantorrillas, introdujo su cuerpo entre las cobijas y el colchón buscando a oscuras el cuerpo de su amada, palpando con sus palmas la inigualable piel, era adicto a ella, era un verdadero vicio el saborear aquella dulzura.
Con sus labios y lengua delineaba las largas piernas desnudas, Akane por su parte había abandonado la postura de ovillo para estirar su cuerpo y dejar que las manos de su esposo le exploraran a placer.
Ranma sintió la anatomía de su esposa en completa desnudez, el calor bajo los edredones y el aroma de su amante le embriagan, el sabor se su piel era exquisito, aunque la oscuridad debajo de las cobijas era casi absoluta conocía a la perfección la silueta de su mujer, sabia los puntos que debía tocar para enloquecerla. Estaba concentrado en deleitarse con la suavidad de la femenina intimidad, lamio despacio los pliegues rosados de su amante, aquella caricia solo fue una leve parada en su camino ascendente, le escucho ahogar un gemido y la curva que la femenina espalda hizo al instante de su contacto lo maravillo como siempre, siguió su camino hasta acariciar los abultados senos desnudos, sus erguidas cimas estaban endurecidas, producto del frio y de la excitación por sus caricias, el miembro del azabache estaba tan erecto, tan duro y ansioso por estar dentro de ella. Ya había tomado una posición dominante entre las piernas de la ojicanela, acomodando su masculinidad en la tibia y húmeda entrada…..
El sonido del timbre de entrada lo hizo parar en seco solo unos segundos, trató de agudizar sus sentidos durante ese corto tiempo, pero de manera casi inmediata volvió a su ardua labor.
-Ranma… esta alguien… en la puerta –la mujer debajo del azabache hablaba entre jadeos –Ran…ma… –una vez más Akane intentó hacerlo volver a la realidad con su débil llamado –Ranma –
-Ya no hay nadie Akane –y como si esta frase fuera alguna especie de maldición, el timbre sonó dos veces más alertando a los habitantes que se encontraban dentro de aquel hogar –Maldición ¿quién puede ser? –escupió con molestia el hombre de cabello trenzado.
-No lo sé –habló la mujer intentando levantarse, moviendo ligeramente a su esposo, mientras trataba de taparse con las sabanas.
-No, no Akane, sigamos, ignoremos lo que sucede afuera, mira como estoy… te necesito –comentaba el ojiazul intentando mantener la femenina espalda pegada al colchón, atrapando el pequeño cuerpo con el suyo propio, haciéndola sentir su virilidad pegándose a ella.
-Pero y si es algo importante –
-No, no lo es…. No te desconcentres sigamos –esto último lo susurro en el oído de la ojicanela, mientras con su lengua acariciaba el lóbulo de la delicada oreja, al instante Akane se estremeció, cerró los ojos dejándose llevar por la insistencia de su ahora esposo, rápidamente iniciaron una deliciosa danza de caricias, cuando por cuarta ocasión se escuchó el timbre, pero esta vez una femenina voz resonó con fuerza.
-¡¡Akane….!! ¡¡Ranma….!! –
-Es Kasumi... ¿Pero que hace aquí tan temprano? –preguntó el hombre más para sí mismo, que para su interlocutor.
-Ranma hoy es treinta y uno, es el día de la cena de año nuevo –
-¿Y eso que tiene que ver? –cuestionó con fastidio el azabache ante la respuesta sin sentido de su mujer, Akane entorno los ojos, al ver que su esposo no recordaba los hechos de hace unos días.
-¿Ranma ya no recuerdas lo que pasó en la cena de Nochebuena? Cuando simplemente afirmaste tu respuesta sin preguntar bien de que se trataba –
-Pues te recuerdo que no fui el único, tú también estabas bastante distraída en la cena –una sonrisa algo burlona se dibujó en los masculinos labios del azabache, recordando como ambos esa noche se la pasaron jugando con sus manos debajo de la mesa, mientras todos platicaban amenamente, la pareja Saotome Tendo, habían iniciado un juego de caricias traviesas a escondidas de los demás, donde aparentaban poner atención a las pláticas, pero en realidad estaban retándose mutuamente, cada vez llegando más lejos con los indecentes coqueteos. Esa fue la razón por la cual al momento de proponer que la cena de año nuevo fuera en su hogar, la pregunta lo tomara por sorpresa, sobresaltado y con temor de ser descubierto contesto "si" casi a los gritos, sin saber de qué trataba el realizar la cena de ese día.
Su mente estaba rememorando todo aquello cuando escuchó como sus hijos abrían la puerta de entrada, dando felizmente la bienvenida a su tía Kasumi.
Obviamente el acto de Ranma y Akane quedaba inconcluso, un frustrado Ranma se dejaba caer a lado de su esposa, haciendo una rabieta monumental, pues tendría que descargar aquella lujuria en una visita a la ducha, esa práctica ya no figuraba en su itinerario desde hace ya muchos años.
-Solo te diré que tú y yo tenemos una tradición en cada festejo de año nuevo, así que espero estés preparada –Ranma observaba como la mujer de cabellos azulados se vestía con rapidez, para dirigirse a la planta baja, donde seguramente su hermana mayor la esperaba para realizar la compra de víveres que necesitaban para la elaboración de la cena.
-Esa tradición es la que más disfruto, baka –fue su última respuesta antes de salir de la habitación.
Ese día había sido ajetreado, los preparativos, la limpieza a fondo del hogar, el mantener quietos a los niños, el gran banquete que darían para sus invitados, aunque era una cena familiar cabe mencionar que las hermanas Tendo habían formado sus propias familias, así que el número de invitados sería algo numeroso. Por su parte el ojicobalto estaba impaciente, pues él quería a toda costa llevar a cabo su tradición personal.
La tradición la llevaban a cabo desde que formalizaron su noviazgo y esta había continuado hasta los varios años de matrimonio que llevaban.
La tradición no era acerca de comer uvas, o de vestir algún tipo de ropa, mucho menos se trataba de visitar algún templo… "para nada" la costumbre de aquellos traviesos jóvenes era tener el último encuentro íntimo del año y durante las primera horas del primer día del año hacerlo de la manera más apasionada posible, pues ellos tenían la firme creencia que de esa manera la llama de la pasión no cesaría, era una tradición extraña tal vez, pero ante sus ojos totalmente efectiva.
Ese día Ranma había tratado de arrinconar a su esposa, esconderse en alguna habitación, llevarla al pequeño cuarto que utilizaban para el lavado de la ropa y guardado de utensilios de limpieza, pero para su mala suerte, siempre eran descubiertos o llamados por alguien, el humor del patriarca de la familia Saotome Tendo estaba bastante volátil ese día, pues para él era difícil resistir ante los encantos de su marimacho, pues esta se paseaba de un lugar a otro, contoneando sus bonitas caderas enfundadas en un ajustado pantalón de tela elástica que parecía una segunda piel, incluso si ponía un poco de atención podía divisar con facilidad los bordes de la pequeñísima ropa interior que ese día aportaba.
-Maldición…. Maldición… -se golpeaba mentalmente mientras trataba de distraerse en el amplio patio con sus hijos, enseñándoles una técnica nueva, sencilla pero efectiva para sus pequeños aprendices.
El día siguió su curso, la noche cayó sin ningún tipo de inconveniente, la mesa estaba puesta, la pulcritud era evidente, el mantel adornaba con elegancia la madera de aquel sencillo comedor, la fina vajilla embellecía la plana superficie, las botellas de la bebida burbujeante al igual que los vinos se encontraban refrigerándose, las copas colocadas estratégicamente a lado de los platones le daban un toque de elegancia, los aperitivos listos, al igual que el horno guardaba con recelo lo que ese día cenarían, todo parecía un éxito, definitivo la intervención de Kasumi había resultado fabulosa, todo aquello parecía la portada de una costosa revista.
Los niños bañados y vestidos con sus mejores ropas, los anfitriones esperaban el arribo de las diferentes familias que los acompañarían, todo era alegría, bueno casi todo… pues un frustrado azabache se abrochaba los botones de su camisa azul con desgano.
Maldecía y murmuraba frases ininteligibles, pero todo lo que de sus labios salía denotaban su mal humor, todo a causa de que en la única oportunidad que tuvo a su querida Akane sola en la ducha, totalmente desprotegida, mojada, desnuda, vulnerable ante él, en sus manos, derritiéndose entre sus brazos, retorciéndose al sentirse devorada por sus apasionados besos, todo era perfecto, el lugar, la temperatura del agua resbalando por sus cuerpos cuando…. su hijo menor había entrado intempestivamente en el baño, alegando que ya no aguantaba más las ganas de usar el inodoro, justificando que el baño que compartía con sus hermanos se encontraba ocupado por su hermana mayor.
Al momento de escuchar la puerta del sanitario abrirse con fuerza, Ranma tuvo que hacer gala de sus habilidades, con destreza salió por la ventana semi desnudo, el frio era atroz, estaba empapado, con una toalla enrollada en su cintura, escalando por el tejado para no ser descubierto, era demasiada su mala suerte en este último día del año.
Los invitados llegaron, sonrieron, comieron, bebieron y convivían amenamente, todos permanecían sentados a la mesa, las hermanas Tendo con sus respectivos maridos conversaban entre sí, el patriarca Tendo reía a carcajadas ante un incoherente comentario de su amigo del alma Genma Saotome, quien era reprendido disimuladamente por su elegante esposa. Los niños jugaban alegremente en el jardín, pues las luces de bengala parecían divertirles mucho, definitivamente estos días eran de los mejores del año, ya que en pocas ocasiones lograban reunir a todos los pequeños primos en un solo lugar.
Eran las once cuarenta de la noche, el día aun no concluía, aunque estaban a escasos veinte minutos de cerrar el año, el azabache aun buscaba en su mente el modo de sacar a Akane del comedor, mientras permanecía parado vigilando el comportamiento de los pequeños, recargado su cuerpo en el marco de la puerta que daba hacia el jardín trasero, su mente buscaba la excusa perfecta para hacer salir a su esposa, veía como los niños corrían con las grandes varas que emanaban chispas de colores, una de las titilantes flamas llamó su atención… -¡Claro como no se le ocurrió antes! –
Fue directo al comedor, decidido a formular la mentira más creíble que su cerebro pudiera maquinar, una vez que se colocó al costado de su esposa, inclinó su anatomía hacia ella y le habló.
-Podrías salir un momento, creo que Kanae dejó caer una de las luces de bengala cerca del almacén, necesito que me ayudes a verificar dentro, mientras yo reviso afuera, la madera de ese cuartucho es vieja –pronuncio despacio a su esposa, pero lo suficientemente fuerte para que los demás escucharan su petición, pensó cada palabra tratando de sonar coherente y obviamente preocupado por un "posible incendio"
-Si está bien, iré por una linterna –Akane se levantó disculpándose por su abrupto retiro, pasó a la cocina en busca de la pequeña linterna, encaminándose hacia el almacén, observando como los niños jugaban con aquel fuego de artificio multicolor.
Entró con cuidado al estrecho y oscuro lugar, iluminando su camino con la luz de mano, se movió en dirección a unos estantes donde guardaban algunos artículos que Ranma utilizaba para entrenar, como colchonetas, sacos de arena etc, estaba a punto de llegar hacia las polvorientas repisas cuando de pronto unas grandes manos la tomaban por la espalda.
-No vayas a gritar –la ronca voz del azabache se deslizó con parsimonia en su nuca, acto que instantáneamente tranquilizo a la peliazul.
Rápidamente el artemarcialista giró a su acompañante, para que esta quedara de frente a él, no hubo romanticismo, ni dulces palabras, una vez que sus ojos hicieron contacto sus labios se unieron, Ranma estaba desesperado había esperado por ella todo ese día, la había deseado, en ese momento estaba descargando parte de su frustración.
Aunque la linterna había caído al suelo apagándose ante el golpe, no fue necesario levantarla o encenderla, el hombre de larga trenza conocía a la perfección el lugar, con una aparente simpleza esquivó todo aquello que le estorbaba, sus pies se movían con cuidado para no hacer caer a su mujer, en el instante que llego al lugar esperado la pegó con fuerza a la pared de madera, mientras asaltaba la boca de la peliazul con pasión, sus manos ceñían con fuerza el esbelto cuerpo de Akane hacia él, pegando sus anatomías por completo.
-Me encanto la tonta excusa que utilizaste, hubieras dicho algo más creíble –habló entre jadeos mientras Ranma se abría paso con sus labios en el terso cuello, bajando hacia su clavícula, teniendo como meta mimar sus senos.
-Que desconsiderada eres… fue lo único que se me ocurrió, situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas –al escuchar aquello Akane sonrió, Ranma jamás cambiaria.
No tenían tiempo para el preámbulo, las manos del ojiazul subieron con desesperación el vestido que la menor de las hermanas Tendo portaba, con la característica habilidad que poseía el varón bajó la cremallera del estorboso pantalón, deslizando los bóxer solo lo necesario para un indecente encuentro.
Akane sostuvo la tela de su vestido mientras su pareja la alzaba con facilidad, enredando las tersas piernas en las caderas masculinas, Ranma buscó el borde de la ropa interior con las yemas de sus dedos, necesitaba hacer el espacio suficiente para entrar en su amada, palpó la zona femenina en busca de la prenda, llevándose una gran sorpresa.
-No traes ropa interior –
-La mujer de un Saotome, hombre entre hombres siempre está preparada –la ojicanela sonrió ante sus propias palabras, sonaba tan parecida a su suegra, al escuchar aquello el azabache no pudo evitar reír, definitivo ellos eran la pareja perfecta.
Con sus dígitos exploró la femenina entrada, tocando el interior de esta, comprobando gustoso que estaba preparada para recibirlo, acomodo a su mujer sobre su erección haciéndola descender lentamente, Akane al sentir la intromisión echaba su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, ahogando jadeos llenos de lujuria mientras el miembro de su esposo se abría paso en su intimidad.
Cuando sus cuerpos se unieron por completo, las embestidas de Ranma fueron rítmicamente de menos a más, buscando con sus delgados bordes la piel de Akane, la devoraba, mordía, succionaba y acariciaba todo a su paso, estar dentro de ella enloquecía al hombre de larga trenza, sentía que por momentos efímeros tocaba el paraíso con sus pies.
Las manos del azabache se anclaban con fuerza en la estrecha cintura sosteniéndola, tratando de hacer más profundas las embestidas, uniendo sus cuerpos en su totalidad. Los sonidos que salían de la boca de Ranma eran roncos, gruesos, en conjunto con su pesada respiración era la melodía preferida de la ojicanela, la mujer se sentía derretir al saber que ella era la causante de tan dichosas sensaciones, la obscenidad de los gemidos masculinos de su pareja la embriagaban, aunados al experimentar el roce del tibio aliento de Ranma cerca de su piel era la locura.
Sus manos y bocas no estaban quietas, se besaban, exploraban sus cavidades a placer, probaban sus alientos, sofocando por momentos los sonoros gemidos que emitían, tratando de no ser descubiertos, estaban tan excitados y concentrados en llegar a la culmine del orgasmo, cuando un ligero estruendo a lo lejos les alerto, la pareja de manera instantánea buscó con la mirada el ventanal que se encontraba en la parte alta de la pared, observando como el cielo era iluminado con los coloridos fuegos artificiales que anunciaban la llegada del año nuevo, ambos buscaron el tenue brillo de sus ojos, sonriendo al acto.
-Feliz año nuevo Baka –
-Feliz año nuevo Marimacho, mi Marimacho –al terminar su frase la besó con ternura, delineando los carnoso y femeninos bordes –te amo –musitó entre besos y caricias.
La llegada de un año más los había sorprendido en un acto carnal tan deliciosamente lascivo, que decidieron seguir a pesar de saber que la familia les buscaría. Las embestidas fueron fuertes, precisas y constantes, la virilidad del azabache experimentó como las paredes de la intimidad de su esposa se estrechaban con fuerza, avisando que su orgasmo estaba en su máximo nivel, Ranma no soportó más y se dejó llevar llegando al clímax.
A veces no era tan malo romper con las tradiciones, si con esto las mejoramos, aun con sus cuerpos unidos, se besaban y manifestaban sus deseos para este año venidero, aquellos deseos que les involucraban a ambos, aquellos sueños que se harían realidad si ambos ponían de su parte, todo aquello que anhelaban definitivo se haría realidad… -Yo cumpliré todos tus deseos o me dejo de llamar Ranma Saotome –aseguró ante su sonriente esposa.
En la puerta que daba hacia el jardín trasero la familia veía las luces iluminando el oscuro cielo, todos reían y se felicitaban por haber culminado un año más.
-¿Ranma y Akane aún no terminan de felicitarse? –fue la pregunta dicha al aire por la mediana de las Tendo.
-Ya los conoces Nabiki, esos dos no pueden tener las manos quietas –
-Fue perverso de tu parte comprometerlos a que la cena de fin de año se celebrara aquí, conociendo lo varonil y apasionado que es mi Ranma –
Todos rieron ante el comentario de Nodoka, tal parece que aquella escondida tradición no era tan escondida.
Fin
N/A : si llegaron hasta aquí les agradezco su tiempo, espero la lectura haya sido entendible, repito no hubo una revisión de mi beta LO CUAL ES TOTALMENTE MI CULPA , ya que soy súper lenta, tardo demasiado en escribir, entre trabajo, familia y deberes se me dificulta.
La tradición que se narra en la lectura es del primo de un amigo jejejejejeje…. No vayan a pensar mal de mi….
Gracias a todos los que muy amablemente me dejan sus valiosos reviews, a los que me leen y promocionan mil gracias.
Gracias a "Mama Nodoka" por siempre estar dispuesta a promocionarme en las paginas que administra "Ranma Fanfics Por siempre"
Gracias a las administradoras de la pagina de Facebook "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma" y "es tu mundo Fanfics"
Espero no se me pase nada me despido, no les quito mas su tiempo, y como siempre me voy como los grandes
¡¡¡GRACIAS TOTALES!!!
NOS LEEMOS PRONTO
