La Muerte Solo es el Inicio.

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Ranma se acurrucó más en las mantas amarillas, inhalando con fervor el aroma que permanecía, según él, en ellas a pesar de que hace cuatro meses que Akane no dormía en ellas.

No quería abrir los ojos, si lo hacía comenzaría a vivir en esa pesadilla en la que se había convertido su día a día, de todas maneras el sueño tampoco era reconfortante, así que, apretó los ojos tratando de encontrar en ello un alivio que no llegó.

Un beso, eso era lo único que Ranma había logrado de su prometida, luego de haberse declarado de manera un tanto confusa. Ese era y sería el único recuerdo de su fugaz amor.

Luego de aquel encuentro los habían interrumpido los locos que los perseguían, y Ranma había tenido que salir huyendo, su única esperanza fue que la familia estaba en una comida con Tofu, si se apresuraba podía regresar a tiempo para continuar donde lo había dejado con Akane. Y regresó, pero no había sido a tiempo.

" Perdóname Ranma, no eres tú soy yo. Hay algo en mí que está mal desde hace mucho, he mantenido una careta todo este tiempo, pero no puedo más, no cuando sé que me amas y que quieres compartir tu vida conmigo, no sería justo para ti, sin duda, terminarías arrastrado por mí. Te amo inmensamente, por eso no le tengo miedo a la muerte, porque con ella, tú vas a poder encontrar la libertad y eso me hace feliz.

Akane"

La nota había sido encontrada sobre el escritorio, la pulcra letra de Akane bailando sobre el papel burlándose de él, grabada a fuego en su memoria.

Desesperado la buscó por la casa, sin entender realmente el significado, o más bien, no queriendo ver lo que predecía aquella despedida escrita, sin embargo, al entrar al dojo, el cuerpo inerte de Akane colgado de las vigas del lugar, lo estrelló con la realidad.

A pesar de tener los ojos cerrados, las lágrimas comenzaron a bajar de sus ojos, los recuerdos horribles de aquel día lo atormentaban tanto, ni siquiera en sus sueños encontraba descanso pues eran una película constante de lo acontecido, bajar su prometida del aire, recibir su cuerpo que para ese entonces ya estaba frio y algo rígido... todo era una tortura, sobre todo, la culpa por no quedarse, o habérsela llevado, o haber regresado antes, ahora era que veía un abanico de posibilidades que no hizo, peor aún, ¿Cómo había sido tan tonto de no notar como se sentía?

- Ranma, cariño... - la puerta de la habitación se abrió lentamente. La señora Saotome se acercó a la cama y le acarició la espalda. - tienes que comer. - la familia a penas y lo mantenía vivo. El joven no contestó. - Ella no quisiera verte así hijo.

- Ella no quería verme de ninguna manera mamá. - soltó de tajo, porque mentiría si dijera que no estaba malditamente enojado con ella, por no decirle lo que le pasaba, por no hablar con él antes de hacer algo como eso, por decidir por su cuenta privarlo de ella.

- Akane te amaba, pero estaba enferma, y de esa retorcida manera... - la mujer se tragó las lágrimas, ella también había amado a la muchacha muchísimo. - ella quería que tú estuvieras bien. - Ranma se quedó en silencio, esperando con eso que ella se diera por vencida y lo dejara solo.

Nodoka le acarició ahora la cabeza, estaba aterrada por Ranma, sentía que en cualquier momento él también podía tomar una decisión como la de su prometida, pero por más que intentaban ayudarlo, no lo permitía.

- Escucha Ranma, es hora de que te levantes, no eres el único que ha sufrido con su pérdida, la familia está destrozada, pero la vida sigue. - Por Ranma que la vida siguiera sin él. - He estado aplazando esto lo más que he podido, pero... - hizo una pausa, sabía que su hijo no lo tomaría nada bien. - Kasumi y Nabiki quieren comenzar a revisar y organizar las cosas de Akane.

- ¡No! - Se sentó en la cama de golpe, volteando por fin a verla. - ¡No! ¡De ninguna manera! ¡Son sus cosas! ¡Nadie va a tocar nada!

- Trata de tranquilizarte...

- ¡No me voy a tranquilizar! ¡SOBRE MI CADAVER ALGUIEN VA A TOCAR SUS COSAS! ¡No hay... - la voz se le atoró - ... manera de que yo lo permita! No.

- Cariño... es tiempo.

- No es tiempo de nada y cualquiera que se intente acercar a esta habitación, diles mamá, diles que juró que lo mato.

- Bien... - no tenía caso intentar más. Se levantó de la cama observada por su hijo que tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Ella se paró en el marco de la puerta y antes de salir, le dijo. - ¿Has pensado en hacerlo tú?

- Por supuesto que no. Sería una falta de respeto. - aseveró con dureza.

- ¿Recuerdas el día en que se extravió el costurero y Kasumi necesitaba remendar con urgencia un vestido? - Ranma negó con la cabeza, sin entender cuál era el punto de aquello. - Akane llamó desde la casa de su amiga para avisar que se quedaría a dormir. - Entonces Ranma comenzó a tener una noción. - Aproveché y le dije que Kasumi necesitaba el costurero, que si sabía en donde estaba, Kasumi ya había entrado a su cuarto y no estaba a la vista. Entonces ella contestó con un tono despreocupado: " Lo siento, lo tomé ayer, está en mi habitación, que Ranma se lo dé." - Nodoka sonrió con nostalgia. - Entraste al cuarto resoplando, abriste su armario y buscaste en la parte de abajo, " Esa tonta tiene una manía con el orden" dijiste. La conocías tan bien, y ella lo sabía, porque la confianza que te tenía era absoluta. - Sin más se fue de la habitación.

Ranma lo meditó un momento, era cierto, Akane le tenía mucha confianza, pero al parecer no la suficiente para hablarle de la depresión (como le habían llamado a su estado tras su muerte), con la que vivía. Pero, regresando a la confianza a la que se refería su madre, no quería pensar en eso, porque si comenzaba con aquello de organizar sus cosas, era aceptar que ella no estaba, que no regresaría y que no lo iba a hacer jamás y no podía. Algo en su corazón se negaba rotundamente a aceptarlo.

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Algunos días después, Ranma tomó aire, preparándose para esto, no iba a comenzar a ordenar en cajas ni nada por el estilo, solo quería ver de cerca las cosas de ella, lo cual no era algo que Akane no le hubiera permitido en vida. No tenía nada de malo, ¿Cierto?

Lentamente fue y se sentó en la silla del escritorio, tuvo que sacudir la cabeza con fuerza cuando la jugarreta de su mente lo hizo visualizar su última nota. Despacio acercó su mano y con suavidad abrió el primer cajón del escritorio. Lo cerró de inmediato, ahí estaba una libretita que Akane utilizaba para garabatear y no quería tener la tentación de abrirla y encontrar algo ahí dentro, además, la hoja que Akane había usado para la su nota final era de esa libreta.

Se levantó como si le tuviera miedo y terminó recargado contra el armario de madera, sus dedos por inercia lo acariciaron y casi por instinto lo abrió.

El olor de Akane estaba tan presente en su ropa que casi cae al suelo llorando, conteniéndose, recordando que solo estaba mirando, no aceptando, comenzó a pasar sus dedos por la ropa, de pronto algo de un amarillo chillante llamó su atención.

La bufanda que parecía más una malla que Akane le había regalado la primera navidad juntos, Ranma se la había prestado días antes del incidente.

"¿Por qué rayos no te cubres bien tonta? – la amonestó cuando iban caminando hacia la tienda esa tarde. Sin más, se quitó la bufanda que usaba cada invierno aunque no tapara mucho y la enroscó en el cuello femenino."

Aquel día Ranma la había tenido tan cerca cuando la estaba abrigando y a pesar de que ella se estaba quejando, el joven había tenido ganas de besarla, no lo había hecho y se arrepentía también por ello.

Tomó el trozo de tejido entre sus manos, definitivamente se la llevaría, era suya, por tanto si la tomaba para sí no era como si fuese algún recuerdo de alguien que ya no estaba, ¿Cierto? Por que era suya, era como si Akane se la hubiera devuelto.

La olió un poco, también tenía su aroma, la acarició despacio casi con adoración. De pronto, notó que en un extremo había algo áspero y no flexible. Revisó y se dio cuenta que era un papel pequeño enrollado sobre sí.

Curioso, lo desenredó del tejido y lo abrió.

"Búscame"

El corazón comenzó a latirle desbocado, era la letra de Akane.

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Seguir un rastro que ya tiene más de cuatro meses no es fácil, pero Ranma no estaba dispuesto a rendirse, por ello, luego de casi dos meses de búsqueda había llegado a la prefectura de Saga.

Era un poblado pequeño y parecía que todos los habitantes se hablaban con confianza, por lo que no dudo en acercarse al primer puesto de un mercado que se cruzó para pedir información.

- Buenas tardes. – dijo inclinándose un poco en saludo a la señora que atendía. – busco a esta persona. – sacó la fotografía y la mostró.

- Vamos a ver… - la mujer se puso las gafas que llevaba en la cabeza y acercó su mirada a la foto. – Mmm… me parece familiar. Espere un momento, ¡Marin, hija, ¿puedes venir un momento?! – de la parte de atrás de la tienda de pescados salió una chica que se notaba estaba trabajando pero llevaba consigo un bebé colgado a su espalda. – El joven quiere saber si hemos visto a esta persona. – señaló la foto.

- Emm… - dijo al tiempo que observaba el papel. – Me parece que si… - ella lo pensó un poco. – Si, definitivamente si… pero no viene muy seguido, a lo mucho una vez al mes.

- ¿Viene con alguien?

- No, nunca he visto a nadie más.

- ¿Sabe donde vive?

- No, la verdad no… pero pregunte en el puesto del fondo. – señaló la mujer. – El señor Morita además de ser herrero, hace trabajos de fontanería y electricidad, tal vez él haya trabajado para esa persona que busca.

- Gracias. – se inclinó en agradecimiento y fue hacia el local que le habían indicado.

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Según las indicaciones del señor Morita, esta pequeña casa rustica de color blanca frente así era el sitio que buscaba. Dio una mirada a los alrededores para estar seguro que era el lugar correcto pero nada lo indicaba.

" - Aquí esta la cinta de seguridad que me pidió. – le dijo el hombre del negocio a unas cuadras del dojo Tendo." Aquella primera pista después de semanas de búsqueda fue el inicio de todo.

Rodeó la casa y en lo que se apreciaba del patio trasero tampoco había ninguna pista de nada.

" – Si, si vi a esa persona, llevaba un abrigo enorme, sé que es común en esta época de invierno, pero lo recuerdo muy claramente por ese abrigo exagerado.

- ¿Y recuerda hacia donde viajó? – preguntó Ranma a la dependiente de la central de trenes. Tras muchas insistencia y un poco de amenazas había conseguido el destino."

Decidió subir a uno de los techos contiguos a la casa para observar desde ahí y verificar la información, debía tener paciencia.

" - Me llamó Ranma Saotome, soy practicante de artes marciales. – Se identificó en la entrada del recinto parecido a un templo de una denominación del Seicho no Ie en el poblado de Ehime. Le dejaron entrar y cambiarse, le dieron asilo y tras conversar con los habitantes del sitio, descubrió que en ese lugar tenían la clave para deshacerse de su maldición."

Tras esperar más de una hora en la que con cada minuto el cielo se volvía más gris, por fin vio salir de la casa a quien buscaba y al ver como se alejaba, bajó de un salto.

Rompió sin contemplación la cerradura y comenzó a buscar en cada rincón de la vivienda.

" – Si, estuvo aquí, tenía mucho miedo porque el remedio había dejado inconsciente a la chica. Le explicamos que cuando una persona tiene una maldición, particularmente una de Jusenkyo, residen dentro de ella dos almas, la de la maldición y la del maldito. Al ingerir el remedio de purificación, el proceso físico expulsa el alma maldita, es doloroso, y al final, los residuos son un cuerpo físico de la maldición. Por ejemplo, si usted lo hiciera, tendríamos como desechos el cuerpo de una chica. En el caso de que una persona sin maldición ingiriera el remedio, al no tener una alma que expulsar más que la propia, cae en un estado de inconsciencia ya que el proceso es demoledor y los residuos no son más que una multiplicación de si misma.

- ¿Cuánto tiempo es de recuperación?

- Para una persona maldita, por ejemplo usted, un ciclo de luna que dependiendo de la persona puede o no estar consciente; para una persona normal… aproximadamente seis ciclos inconsciente."

No había nada aparentemente en la casa, pero tenía un presentimiento tan fuerte que no se dio por vencido, finalmente, al buscar en los armarios, en el techo del mismo, observó una ranura y al moverla un poco logró abrir lo que era una entrada al ático de la casa.

- ¡¿Quién anda ahí?! – la voz del dueño resonó en la casa y Ranma se apresuró a entrar por la escotilla. El propietario no tardó mucho para llegar a donde estaba el joven de trenza pero, para su desgracia, Saotome había encontrado lo que tanto había buscado.

El odio se palpaba en el aire de parte de ambos, Ranma aseguró contra su cuerpo el de su prometida inconsciente mientras el otro se ponía en posición de batalla, no iba a renunciar a ella, no cuando se había esforzado tanto por tenerla.

- Suéltala Ranma… - pidió lentamente.

- Eres un enfermo. – decidió ponerse a Akane a la espalda, estaba seguro tendría que pelear y debía hacerlo de la manera que resultara más eficiente - Y descuida, en cuanto Akane este a salvo, ten por seguro que voy a regresar a matarte Ryoga.

- Tu no la amas Ranma, ella vino conmigo por que quiso. – dijo ahora en un tono que denotaba, a pesar de ser lento, desesperación y poca o nada de cordura.

- ¡Tu le hiciste esto!

- ¿Acaso no leíste su carta? – tal vez en las fantasías del joven Akane había escrito una despedida por abandono a Ranma mientras escapaba con el amor de su vida.

- ¿En la que me recordaba cuanto me amaba? – le dijo en burla viendo como el de la pañoleta se les acercaba más.

- ¡No es cierto! ¡Ella nunca te ha amado! ¡Siempre me amó a mi! ¡Me abrazaba cada noche con amor mientras me susurraba cariños! – se lanzó sobre Ranma en un ataque que el chico esquivaba lo mejor que podía.

- ¡Ser P-chan no cuenta, cerdo asqueroso!

- ¡Ella lo sabe! ¡Sabe que soy P-chan e igual me ama maldito infeliz! – el techo terminó siendo destruido.

Pelearon por algunos minutos, y tal vez era que Dios le estaba retribuyendo su sufrimiento, porque sin más aviso que unas cuantas gotas, la tormenta se desató, convirtiendo a uno en cerdo y al otro en pelirroja.

Tan furioso estaba Ranma, que en la primera oportunidad, dio un pisotón con todas sus fuerzas al cerdito escurridizo, el ataque dejó tendido al animal sobre algunas lozas que aun se conservaban del antiguo techo, sin embargo con la humedad, su cuerpecillo resbaló, cayendo sin remedio al frio suelo al costado de la casa.

Ranma vio al animal caer y se preguntó si sobreviviría, la fuerza que había empleado para aplastarlo al menos debía haberle roto la mayoría de las costillas, y a este punto, deseaba que así fuera. Esa fue la última vez que vieron a Hibiki Ryoga.

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Abrió los ojos con lentitud, ¿Acaso estaría en un sueño? ¿Era un ángel lo que tenía en frente? No, era mejor que eso, era su mujer.

Con debilidad estiró la mano para tocarla y ella enseguida la tomó.

- Tenía miedo de despertar y de nuevo encontrarme con tu ausencia. – dijo con dificultad el chico al lograr acariciar su rostro.

- Eso no volverá a pasar. – ella se inclinó a besar sus labios.

- Veo que el señor Saotome a despertado, ordenaré que traigan algo de comida para ambos. – el hombre sonrió y antes de salir agregó. – debe de estar muy agradecido de tener una mujer tan devota, la señora Akane nunca se separó de usted.

Ranma con ayuda de ella se sentó en la cama. Durante el último mes había estado en recuperación del remedio para la cura de la maldición.

Luego de recuperar a Akane aquel día de invierno a las orillas de Saga. Había regresado al templo en Ehime para que le ayudaran a regresarle la consciencia pero, al igual que le hubieran advertido a Ryoga, Akane tenía que despertar por si sola, ya que el haberse multiplicado a si misma resultaba en un extremo desgastamiento. Pensar en aquel cuerpo inerte colgado del techo en el dojo, aun le traía pesadillas a Ranma, solo esperaba algún día poder superarlas.

Cuatro días después de haber llegado al templo, Akane, por fin, había despertado. "Me encontraste…" Habían sido sus primeras palabras mientras lloraba, "Sabía que me encontrarías." El joven se había quedado callado al tiempo que la abrazaba, no porque no hubiera querido decir nada, sino porque el llanto se lo impedía. Pasaron semanas antes de que Ranma decidiera hacer el proceso de purificación, y en ese tiempo habían permanecido en la ciudad, curando sus heridas mutuas uniéndose en cuerpo y alma.

Algunos días después, cuando Ranma se recuperó completamente del sueño en el que había permanecido, lo llevaron a un apartado y le enseñaron el cuerpo de la mujer pelirroja, era extraño verla desde afuera, no sentía rencor contra ella pero tampoco aprecio.

- Yo no sé realmente que debería hacer con ella… - dijo Ranma al hombre que lo acompañaba.

- Si quiere mi opinión, sería bueno hacer una pequeña ceremonia de despedida donde el cuerpo sea cremado, suele ser catártico para quienes pasan por esta situación. Luego podrá disponer de las cenizas como mejor crea conveniente. – Ranma solo asistió.

Esa misma noche Akane tomaba de la mano a Ranma mientras esté miraba por última vez lo que quedaba de su maldición. Tras algunos segundos, Ranma agitó el recipiente de madera al aire y las cenizas volaron a lo largo de la montaña.

- ¿Todo bien? – preguntó ella viéndolo pensativo.

- Si, el señor Tamura tenía razón fue muy catártico despedirme de ella de la manera correcta.

- ¿Puedo preguntarte algo? – él asistió. - ¿Qué pasó con lo que salió de mi cuerpo?

- Está en el altar del dojo, junto a las cenizas de tu madre.

- No te creyeron cuando llamaste para explicarles, tampoco a mi cuando intenté hablar con ellos, supongo que tendrán que verme en persona. – dijo algo triste. – No los culpo, debió ser algo muy difícil afrontar algo así

- Lo fue. – dijo besándole la cabeza.

- Aun ahora, no entiendo porque el afán de Ryoga por lastimarnos tanto. Desde el principio, su idea de decirme la verdad de sus sentimientos y maldición antes de curarse fue estúpida, sabía que lo odiaría y aun así lo hizo. A veces lo pienso, pero no logro comprender cuando fue que perdió el juicio, supongo que tal vez cuando nos vio besándonos en el dojo…

- El verdadero enfermo era él, prefirió perder su oportunidad de curarse con tal de hacerte pasar por muerta para que no volviera a molestarlos.

- ¿Sabes Ranma? Tenía mucho miedo. – dijo en tono abatido abrazándose a él.

- Estar amenazada de muerte no es fácil, no te culpes.

- No por mi. – le aclaró. – Por ti, cuando me obligó a escribir una nota de suicidio quise dejar en claro que te amaba porque estaba aterrada de que tú fueras a hacer algo estúpido por mi culpa. Cuando él me hizo tomar el remedio pensé que no volvería a verte.

- Pero habías dejado ese otro mensaje escondido. Fue buena idea dejarlo en el lugar donde sabías que solo yo podía encontrarlo.

- Sabía que nadie además de ti me buscaría. Te amo Ranma.

- No más de lo que yo a ti. – Era tiempo de regresar a casa, luego de esos meses, estaban seguros que la vida para ellos a penas estaba iniciando.

FIN

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Aclaraciones.

· Ehime es una prefectura de la región de Shikoku, al sur de Japón.

· Saga es una prefectura en la región de Kyuushuu en la punta sur de Japón.

· La Seicho no Ie, es una religión cuyos principios se basan en el autoperfeccionamiento espiritual, por la reverencia a los antepasados y por la armonía entre la humanidad y la naturaleza. Para más información buscar en la wiki de su preferencia.

N/A.

¡Oh por Dios! ¡Uno!

Solo nos queda mañana, no puedo creer que ya estemos a nada, no solo de terminar este reto, sino de terminar este año tan complicado, mis mejores deseos a todos. 30 de diciembre.

Y pues un dramilla para variar, no se preocupen, no me he olvidado de "Los Saotome 2.0"

Gracias a todos los que me siguen apoyando, en especial a:

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Gracias de nuevo, de este lado del ciber mundo, AkaneMiiya.