En una antigua era, había un reino muy lejano, gobernaba un rey realmente fuerte de verdad, era conocido por su tiranía y su inclemencia, ambicionaba el poder, poder absoluto, no estaba interesado en las personas o en sus necesidades, él quería gobernar sobre la tierra, hacerse de todo lo valioso, nacido durante una guerra en una noche lluviosa, el oráculo predijo grandes tormentas y gran destrucción a su paso, así mismo grandezas pocos hombres lograrían alcanzar, con gran facilidad seria capaz de derrocar a su padre y arrebatarle todo, lugar al que llegara, sería dominado por él. Con gran temor ante aquel augurio el padre decidió perderlo en el bosque sin que su madre pudiera volver a encontrarlo si era verdad que estaba destinado para tal grandeza él encontraría en completa soledad el camino, sin prestar más atención a la inocente figura que jugaba junto al riachuelo lo dejo, sin mirar atrás.
Varios años pasaron, no volvieron a saber de él, su madre enfermo de gran tristeza pues al único hijo que tuvo no volvió a ver, no pudo hacer nada por enmendar aquel terrible acto, que con mentiras apaciguaron su dolor, puesto que su marido nunca confesó que no fue un accidente, si no un acto predeterminado, con gran frustración y agonía se fue apagando su vida, encerrada en su alcoba no volvió a reír o a llorar, solo se limitaba a existir, con la ilusión de algún día volverlo a ver.
Por suerte para aquel infante al caer la noche y estar en silencio todo a su alrededor, sus llantos fueron escuchados por un general que por el camino lo fue a encontrar, lo alzo y llevo a su hogar, donde tuvo un techo donde dormir y alimentos que disfrutar, pero todo lo tuvo que pagar desde el primer día, durante todos sus años de infancia conoció el trabajo el trabajo duro, durante su juventud se unió al ejercito y destaco por su brutalidad, muchos decían que era grande el odio que guardaba en su interior y que eso le otorgaba gran fuerza, puesto que nunca flaqueo ni retrocedió en ningún duelo.
Nunca supo que el primer reino que tomo como propio fue el de su legitimo padre, aquel hombre que encontró escondido entre las mazmorras, abrazado de su esposa con mirada perdida eran sus padres, tal vez por ser el primero, tal vez por ser aquellos ojos con los que soñaba desde pequeño algún día poder mirar, pero fueron los únicos a los que no asesino, les permitió seguir viviendo exiliados, muy lejos de él, donde nadie pudiera jamás volver a relacionarlos con sus nuevas tierras.
"huye y vete lejos, toma a tu esposa y jamás vuelvas, por que de lo contrario no volveré a tener piedad"
Esas fueron sus palabras, el antiguo rey, cansado de una vida llena de esfuerzo sin retribuciones obedeció, tomo a su esposa y se alejó, lo más que pudo, solo cuando estuvo lo suficientemente lejos se atrevió a mirar atrás y entonces lo supo, el oráculo lo dijo hace veintitrés años atrás, "un solo hombre nacido en una noche de tormenta te arrebatara tu reino, sin siquiera esforzarse, ese será tu hijo" por más de dos décadas cargo con el peso de la culpa, por no decirle la verdad a su esposa, por arrebatarle el sueño de ser madre, por no haber criado a su hijo como un padre lo hubiera hecho, al fin podía bajar de sus hombros aquella culpa que no lo dejo vivir en paz ni un solo día después de tan despreciable acto de egoísmo, con una sonrisa torcida, creada desde su subconsciente lleno de orgullo, pudo decirle a su esposa, "tú hijo ha vuelto a casa", su reacción habría sido de júbilo, alegría desbordada, amor inconmensurable, pero hace años que su esposa se apagó, hacia décadas atrás que ella dejo ser quien solía ser, sus ojos alegres y sus labios sonrientes estaban llenos de arrugas, su semblante era una sombra de lo que solía ser. Se prometió entonces llevarla junto al mar, justo el lugar donde la vio la por vez primera, si él era el causante de tanta desdicha para su pobre mujer, sería el que le diera sus mejores últimos días.
Con esa fuerza emprendió su ultimo viaje rumbo al mar, esperando que las olas se llevaran todo su pesar.
El reino entero lo describía como un caballo salvaje, imposible de domar, no importaba cuantas distracciones le enviaran, él no apartaba su vista del camino a la grandeza, con los años su reino fue creciendo, su nombre era sinónimo de poder y grandeza, muy semejantes a la brutalidad con la que se adueñaba de nuevas tierras.
El rey que gobernaba al norte de su nación pronto escucho hablar de él, supo entonces que solo habría una manera de manejar a un sujeto como él, aliándose o derrotándolo, envió una docena de leales hombres, ataviados con regalos, entre riquezas de valor incalculable, hermosas doncellas, caballos pura sangre únicos en su clase, espero por días su respuesta, pero nada regreso, volvió a enviar a un mensajero, para saber de qué forma había ofendido al nuevo rey, volvió antes de lo esperado mucho antes, las noticias, como todas las malas noticas, llegaron con urgencia, un gran ejercito marchaba hacia sus tierras, el mensajero creyó ver a tres hombres por cada uno de los soldados del norte, eran malas noticas, definitivamente, pero no tuvo temor, sabia que esa sería la respuesta digna de alguien con gran valor, sin pensarlo dos veces llamo a su ejército, sus dirigentes, comandantes y generales, aquel hombre podría tener ventaja en cuanto a la cantidad de soldados, pero él era distinguido por llevar cada batalla con inteligencia, si había algo a su favor es que conocía sus tierras a la perfección, poder adentrarse en ellas requería años de conocimientos.
Pronto llamo a su mano derecha, su fiel consejera, la mente maestra en cada emboscada, en cada lucha era ella el ingenio de sus planes, se reunieron todos en el gran salón, no quería provocar terror entre sus hombres, ya era de su conocimiento la reputación de aquel despiadado rey, dictamino ordenes, cada quien sabia que hacer.
Aprovechando el cobijo de la noche todos se alistaron en sus puestos, cada soldado armado, toda su caballería reclutada, sus arqueros enlistados, las mujeres refugiadas junto a los niños, todo el mundo sabia que hacer, para cuando llegara el amanecer el ejército contrario estaría llegando al punto sin retorno, si ella hacia bien su trabajo podrían alentar su incursión e incluso disminuir la cantidad de invasores en sus tierras, quedaba en sus capaces manos.
Con apenas un puñado de mujeres cabalgo tan veloz como pudo, existían tres entradas a su reino, la primera era atravesando un lago, necesitarían embarcaciones, por debajo del agua habían dispuesto de enormes muros afilados, mismos que con una sola palanca escondida entre los muelles se volverían a alzar, eran tan duros como afilados, con facilidad podrían atravesar la madera de cualquier embarcación, en caso de que aquel ejercito la llevara, el siguiente punto era travesando una cueva, podrían rodearla pero eso les llevaría medio día, la mejor decisión, si es que eran inteligentes era atravesarla por adentro, pero si desconocían esas tierras seguramente no se atreverían, no tenia tiempo de ponerse a pensar en que haría o no, dividió a las mujeres, unas fueron a levantar las trampas por el paso más largo y otras activaron las que habían dejado ya tiempo atrás dentro de la cueva, el ultimo paso, el menos prudente era un puente, que dividía el lago, entre montículos de tierra y laminas de madera, por ahí solo se podía cruzar a pie, la caballería y demás equipamiento no podría atravesar, pero no por eso debía dejarlo desprotegido.
Él había visto mapas del terreno, por teoría sabia por que lado atacar, no había tenido tiempo de preparar embarcaciones, por lo que no atravesaría el lago, aquel absurdo intento de tregua tan solo lo hizo enfurecer, ¿acaso el rey vecino creía que con un poco se conformaría? Si es que de verdad creía eso, era por que no había hecho un buen trabajo extendiendo su mensaje a los reinos vecinos, él no quería un poco, él quería todo, iría por todo, si ya fueran sus tierras ya habría puesto trampas dentro de la cueva que daba la bienvenida a los visitantes de aquel reino, debía prepararse para eso, rodear la cueva era lo que se esperaría de él, siempre era preferible andar por el camino iluminado, sobre todo para un desconocido, atravesar el puente era arriesgado, pero no imposible, mandaría a la mitad de sus hombres por un lado y a la otra por el otro, él iría cuesta arriba vigilando el camino, acompañado de sus mejores hombres, su escolta personal, una guardia tan discreta que fácilmente podrían pasar desapercibidos.
Su plan era deslumbrar a su adversario, hacerle saber la cantidad de poder que ya poseía, era apenas un vistazo, ni siquiera reunió a su ejército completo, aunque así lo pareciera, quería conocer las tácticas de su adversario, su tierra y maniobras, su gente de confianza y cuales cabezas debería ir primero, si resultaba victorioso tan solo significaría que no valía ni su tiempo el rey al que se referían como bondadoso y amable, pero si por casualidad se complicaban las cosas entonces tendría tiempo de sobra para atormentar y divertirse acosta de aquel "reino".
Él espero a verla cabalgar por el horizonte, justo en la copa de aquella montaña que recibía los primeros rayos de sol, esa era su señal de que todo había salido de acuerdo al plan, pero no fue así, lo que vio fue a un gran grupo de jinetes bajando al llano que colindaba su palacio, sus deseos estaban por arrebatarle la cordura, quería ir en su búsqueda, saber por qué no llego con el sol, pero debía concentrarse en su batalla, la vida entera de su reino estaba en sus manos, borro todo pensamiento dirigido a ella y fijo su mirada en los primeros hombres en combatir, la guerra había empezado.
Durante el calor de la batalla vislumbro a un grupo de mujeres, las amigas files de su consejera, mismas mujeres que habían sido entrenadas por ellas, fácilmente derrotaban a sus adversarios, si ellas eran tan capaces su Akane también lo era y más, dejo de preocuparse, en algún momento la vería salir de entre todos ellos, como siempre abriéndose paso hasta llegar junto a él.
Nada estaba saliendo como lo planeado, esos idiotas eran más listos de lo que supuso, imagino que habría trampas a su paso, pero jamás se le ocurrió que dichas trampas acabarían con la mitad de los hombres que llevaba con él, varios se ahogaron en el puente y solo unos cuantos salieron ilesos de la cueva, esto era un desastre, estaba quedando en ridículo, era el primer día de batalla y ya se estaban dando por vencidos, no tenía como opción retirarse, eso jamás, iría él mismo hasta el campo de batalla y aniquilaría a cada contrincante con sus propias manos si era necesario, pero su consejero hablo.
"no hace falta que te unas a la batalla, es solo la primera, para ganar esta guerra te necesitamos a ti con vida, retira a los hombres, ya vimos lo que queríamos ver, sabemos que el rey no es el de las ideas, alguien más preparo el terreno, tus hombres están cansado y heridos por las emboscadas del camino, por hoy hemos terminado, mandemos a capturar a sus generales, estando en nuestro palacio los haremos hablar, mientras tanto no es necesario seguir perdiendo más soldados"
Ni siquiera volteo a verlo, tomo su caballo y se fue de ahí, jamás podría aprobar dicha humillación, jamás daría la señal de retirada, era un solo hombre cabalgaría por donde pasaron sus hombres descubriría las trampas de alrededor y encontraría la forma de destrozarlas, para la siguiente batalla no habría forma de que lo sorprendieran.
No llego a su palacio hasta bien entrada la noche, estaba cansado, frustrado, tan enojado como un demonio, a su paso desactivo un mínimo de cien trampas más, quien haya tenido el ingenio de proteger así su reino era alguien espectacular, podía reconocer esa grandeza, aunque jamás lo admitiría en voz alta, ¿habrá más la próxima vez?
mi señor los hombres se sienten avergonzados por su desempeño el día de hoy – dijo uno de sus sirvientes, mientras alzaba la ropa que él iba quitándose
deberían estarlo, no sé por que no los azoto yo mismo- escucho tragar duro a su sirviente
han dejado un obsequio en sus aposentos, ya la han limpiado, lo espera en su lecho- dijo dándole la espalda, su rey estaba desnudo dentro de su tina, el agua caliente siempre lograba relajar sus entumidos músculos, el dolor muscular causado por actividad física era muy distinto al que causaba la frustración.
Genial una mujer- dijo con sarcasmo- sácala de ahí, no tengo la paciencia de lidiar con banalidades esta noche, sería mejor que me enviaras a alguien que pudiera destrozar con mis propias manos
Yo… si me permite, yo le aconsejaría echarle un vistazo antes de desalojarla
No te lo permito, no me interesa lo que un sirviente pueda aconsejarme, sácala de ahí, ahora mismo- al no percibir movimiento alguno de su sirviente, el enfurecido rey se levanto cuan alto era de su tina y salió completamente desnudo y chorreando todo a su paso- es que ya ni una orden pueden seguir- bramo con furia, si ese imbécil no era capaz de sacar a una mujer de su cama él lo haría.
Mi señor espere
Llego a su alcoba, las velas estaban apagadas, si querían que estuviera con una mujer mínimo habrían dejado las velas encendidas para poder verla, este día parecía que nadie quería hacer bien su trabajo, apenas una pequeña vela permanecía encendida a lado de su lecho, se acercó y despojo con brusquedad los edredones a la mujer que ahí dormía, su alebrestada furia en cuestión de segundos se apaciguo.
Nunca había contemplado semejante ser, su piel blanca resaltaba las pecas que adornaban su rostro, las largas pestañas que parecían acariciar sus mejillas, cabello largo ligeramente ondulado, al parecer oscuro, figura esbelta, bastante pequeña, descalza, apenas vestida con una ligera yukata, se encogió sobre su cuerpo al recibir de golpe el frio de la noche, casi por inercia su fuerte mano se acerco a su rostro, acomodando el cabello que cubrió su frente. Había una venda rodeando su cabeza, fue entonces que presto más atención, tenia moretones y raspones por todo el cuerpo.
¿Quién le hizo esto?
Nadie mi señor, nadie la ha tocado, la encontraron unos hombres en la orilla del lago, debió intentar cruzar y se habrá derrumbado también el paso por donde intento andar, vestía una armadura incompleta, tal vez estuvo mucho tiempo sumergida o tal vez la robo, lo que vestía se ve que son ropas finas, quizá intentaba escapar.
¿sabemos si el rey del norte tiene familia?
Hasta donde sabemos es soltero, sin herederos, hermanos o hermanas, solo él y su anciano predecesor
Entiendo- el cuerpo de la chica en su cama comenzó a temblar, volvió a colocar los edredones como estaban- si me van a dejar a una mujer en la cama para que la utilice, cuando menos deberían asegurarse de que este en buenas condiciones, no quisiera destrozarla porque está herida, retírate de una vez yo me hago cargo del resto
Si mi señor, que pase buena noche
El sirviente salió de la habitación limpiando el rastro de agua que dejo en el camino, el despiadado rey vistió con una yukata se sentó a un lado de la doncella herida, reviso sus manos, al tacto eran suaves, pero si prestabas atención podías darte cuenta de las callosidades sanadas debajo de sus falanges, por su tono de piel era obvio que tenia ante él a alguien de la realeza o cuando menos a alguien estimada por la realeza, sus pecas y asperezas en las manos le indicaban que esta persona había trabajado en algún momento de su vida, bien no era una inútil como cualquier otra, eso le agradaba en las personas, odiaba a los vanidosos, flojos y mimados hijos de la nobleza y allegados, toco sus mejillas para corroborar su temperatura.
Ven a la cama, ya es hora de dormir- dijo aquella joven apenas abriendo los ojos, probablemente delirando
¿quieres que me acueste junto a ti?
Ajaaa ya estoy muy cansada- dijo nuevamente cerrando los ojos
Él se recostó junto a ella, por encima de los edredones, había tres de ellos cubriéndola del frio, un segundo después ella se alzó y lo cubrió con uno de ellos, arropándolo.
No es necesario
Shhh, no me gusta el frio, no es bueno que tú lo tengas, me lo contagias
Eso no tiene sentido ¿sabes?
Shhh ya duérmete cariño, mañana hablaremos de por que yo siempre tengo la razón y tú solo debes escucharme sin rechistar
La primer sonrisa genuina del rey asomo a sus labios, si esa mujer estaba dormida o despierta era simpáticamente incoherente, ojalá no se haya golpeado muy fuerte la cabeza. Ella volvió a recostarse cubriéndose hasta la cabeza, algo estaba pasando bajo los edredones puesto que empezó a moverse mucho, hasta que finalmente se descubrió por completo usando sus piernas para despojarse de todo lo que la cubría, ¿estaba haciendo una rabieta?
¡Es que así no puedo abrazarte! Necesito que te cubras con todas mis cobijas ahora- demando con los ojos casi cerrados, inflando los cachetes
Él obedeció sin preguntar dos veces, no sabia si fue por la sorpresa de escuchar que alguien le daba ordenes a él, o porque la simpática mujer impertinente a su lado se había ganado su curiosidad, pero estaba cubierto hasta el cuello con tres capas de cobertores, ella permanecía cubierta hasta la cabeza, pero bien abrazada a él. Por vez primera en su vida paso la noche abrigado, cálido hasta las entrañas.
Hola hola
Se que les debo el otro fic, pero ha habido ciertas circunstancias transitorias que deseo respetar por lo que les pido paciencia y mucho amor para mi beta, no lo abandonaremos, solo iremos un poco retrasadas con las actualizaciones, mientras tanto para no aburrirlas en la espera les traigo este pequeño fic que me surgió en la cabeza mientras lavaba mis traste jeje, creo que talvez este tema de princesas, reyes y palacios esta muy marcado en mi escritura, pero es que entiéndanme, crecí viendo las películas de princesas de la casa del ratón y pues ya saben, pero como siempre les digo si desean leerlo adelante disfrútenlo, echen a volar la imaginación y si no, pues no pasa nada, saben que acepto criticas y agradezco cuando son constructivas, pero si solo son para desanimarme pues por favor eviten escribirme algo destructivo, por que si logran desanimarme y luego abandono todo, me compro litros de helado y me hundo en mi depresión, aj se crean, no es cierto, bueno si, pero no a ese grado, en fin los quiero y disfruten del fic será corto, tal vez saque otros igual cortos antes de continuar con el que tengo pendiente, pero todos los escribo con mis mejores deseas de que solo disfruten de leerme, bai.
