Los Saotome... 2.0

Capítulo III

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La verdad es que Ranma no había dormido demasiado, sus hijos habían estado inquietos durante la noche. El hombre bostezó por tercera vez consecutiva mientras veía a Kenma esquivar a los gemelos, que, como pocas veces, parecían frustrados ante la idea de ser dos y aun así no poder atraparlo. Aimi por su lado, estaba colgada a él, no quería soltarlo, suponía que la ausencia de Akane ya había mermado la seguridad que la bebé poseía en sí misma, además del incidente del día anterior, así que ahora, no quería ni bajarse de sus brazos, menos ahora que estaban en un entorno poco conocido para ella.

Saotome oyó de nueva cuenta el grito de batalla dentro del salón de entrenamiento de la escuela, en honor a la verdad no le hacía mucha gracia que Ren estuviera en el equipo de karate de la institución, ya que esto, le daba la oportunidad al maestro regordete de regodearse con las capacidades de su hijo, que ni sus estudiantes de sexto grado tenían, pero Akane había dicho que era decisión del niño y suponía que a ella también la hacía feliz aquello, su esposa siempre había tenido la misma manía por involucrarse en esa clase de actividades. A ciencia cierta Ranma no entendía como era que Ren se entretenía estando allí, sus lecciones de artes marciales en casa con cualquiera de sus abuelos, su madre o incluso con su hermano Kenma eran más provechosas que este remedo de lección con el señor que se pavoneaba por ahí presumiendo de un estudiante que realmente él no había forjado ni forjaría. Aunque claro, había que reconocer que tenía este mismo sentimiento hacia los otros dos maestros encargados de los grupos de kendo y judo a los que también pertenecía su hijo.

Aími se removió en sus brazos sin soltar la mamila a la que de nueva cuenta le había puesto chocolate, el hombre se la acomodó al otro hombro y se reacomodó sentado en el pasto mientras veía como Kaito regresaba con las mejillas infladas y se tiraba en el césped a su lado derecho, suspirando, decidió no decir nada, estaba casi seguro que Kenma le había dado un buen golpe, pero el niño era tan orgulloso como sus otros hijos y no querría que se lo recordaran, ya luego hablaría con el mayor por exceder su fuerza.

- Señor Saotome, ¡Qué sorpresa verlo por aquí! - una señora se acercó y sin pedir permiso se sentó también en el pasto a lado izquierdo de donde estaban. Ranma la reconocía de vista, llevaba a su hijo a la clase de preadolescentes, solo hizo una ligera inclinación y regresó la vista a sus hijos. Kenma arrastraba a Yuhei que estaba colgado de su tobillo. - ¿Y la señora Saotome?

- Ella se tuvo que ir de viaje. - a Ranma le pareció completamente ridículo que aquella mujer no hubiese visto a Akane en la televisión.

- Ah... comprendo, ¿Y cuánto tiempo estará fuera? - preguntó en un tono interesado. Como si fuera hecho a adrede su bebé comenzó a llorar.

- Ya casi regresa, si me permite, debo... - dijo señalando con la cabeza a su hija y se ponía de pie para mecerla. Al momento la señora se puso en pie también, la situación comenzaba a incomodarlo.

- Si quiere, yo puedo ayudarle, tengo buenos brazos para los bebés. - dijo extendiéndole los brazos para que le diera a su hija, y por supuesto, aunque Saotome quería consolarla, no le hacía gracia la idea de entregarle a Aimi, era su bebé.

- No, ella no lidia muy bien con los desconocidos cuando está de mal humor.- excusó

- ¡Oh vamos! - la mujer se acercó más y acarició la espalda de la niña, quien inmediatamente lloró más fuerte ante el tacto, Ranma por instinto la alejó del toque y sin embargo la señora no se rindió. - Deme cinco minutos y estará dormida.

- Yo creo que no. - intentó decir con una sonrisa

- Oiga... - Kaito le jaló un poco la falda para llamar su atención. - A mi hermana no le gustan las señoras feas. - y se fue corriendo.

- ¿Me... me... dijo fea? Pero... pero que ocurrencia... - dijo riendo con incomodidad. - No me considero fea... en realidad hay muchos que consideran que soy una mujer muy guapa. - Tras esa frase el hombre ni siquiera quería disculparse, a él no le parecía nada guapa, sin embargo, supuso que debía hacerlo.

- Lo siento, mi hijo puede llegar a ser sincero. - pensó para si la última palabra y en su lugar completó con. - ocurrente.

- Claro, así son los niños, entonces, ¿Me la da? - dijo ahora acercándose a tomarle las manos a la niña.

- ¡Señora fea! ¡Aimi quiere a mami! - gritó ahora la bebé histérica, como si la estuvieran matando. Entonces Ranma sintió una alegría algo retorcida bombearle el cuerpo, Aimi era tan celosa como su mamá.

- jeje lo siento. - y se fue tras sus hijos que ahora intentaban escalar el arco de la cancha de futbol.

Luego de un tiempo más, Ren salió corriendo de donde entrenaba.

- Vámonos chicos - declaró Ranma al verlo acercarse. - Iremos a comer pollo frito. - el grito de festejo se vio apañado por la negativa de Ren.

- El maestro quiere hablar con los papás. - con desánimo, Ranma se encaminó dando la orden de que no rompieran nada ni tampoco se alejaran de la cancha en la que jugaban.

Dentro del aula, los padres hacían una media luna esperando indicaciones.

- Como saben el ultimo torneo Inter escolar será el próximo 07 de enero, espero que ya todos hayan adquirido el nuevo uniforme con el que participaremos. Los costos del viaje les están siendo repartidos. - una ayudante, le extendió a Ranma, al igual que a los demás, una hoja media carta explicando los gastos. - Este año estamos esperando excelentes resultados por parte de todo el equipo.

- Disculpe - dijo una mujer de hasta atrás. - Aquí pone cuota para traje deportivo, ¿Hay que comprarles un traje nuevo a los niños?

- No, el traje es un distintivo para el profesor encargado. Todas las escuelas distinguen así a sus entrenadores. - dijo la ayudante. - de hecho al reverso de la hoja encontrarán el diseño de las playeras que se les darán a los niños cuando ganen y el diseño de la chamarra del profesor. - A Ranma se le crisparon los nervios al voltear la hoja y ver el dibujo de una chamarra con la leyenda "Entrenador #1"

- Yo... disculpe profesor, pero este gasto no lo tenía contemplado, ¿podría pagarlo luego? - dijo un señor con traje y corbata que seguro se había salido del trabajo para atender a su hijo.

- Lo siento, la cuota debe cubrirse completa, si no el niño no podrá asistir. - dijo sin más. Saotome perdió la paciencia.

- ¿Está diciendo que por no pagar una chamarra no indispensable un niño va a perder la oportunidad de participar? - El resto de padres, o al menos los más antiguos, pusieron cara de confusión, probablemente ellos habían pagado por esas cosas en cada torneo.

- ¿Saotome? ¿Cierto? - dijo el maestro con tono engreído. - Este es el primer año que su hijo asiste a nuestro equipo, así que comprendo que no conozca muchos de nuestros procedimientos, pero no se preocupe, se acostumbrará. Lo importante aquí, es que los niños reciben efectivamente los conocimientos y los aplican, los implementos como camisetas y chamarras son para incentivar su aprendizaje.

- Yo no me estoy quejando de las camisetas (que también estaban incluidas en la lista de gastos) sino de la chamarra - contestó usando su tono más engreído, el entrenador se tensó en el acto por poner en entredicho su "merecida" chamarra. - Yo soy el primero en incentivar y premiar los logros de mi hijo, pero no veo porque tenga que hacerlo con usted.

- Me parece una falta de respeto que ponga en duda mis habilidades como profesor.

- Yo no dije eso, pero si le cae el saco... - dijo mirándolo con desafío. - Si necesita una chamarra para demostrar algo, ese si es un problema.

- ¡Este equipo tiene un nivel alto de rendimiento gracias a mí!

- Pues según mi hijo este es el primer año que el equipo obtiene más de una victoria consecutiva.

- ¡Ren es un mentiroso! - se acercó rabioso a Saotome

- ¡A mi hijo nadie le dice mentiroso! - la niña sobre sus brazos habló y señalo al que se enfrentaba a su padre

- ¡Mentiroso!

- Señores, por favor, este no es lugar para esta clase de enfrentamientos - la ayudante se interpuso y alejó al entrenador. - Comprendo señor Saotome que no está habituado a estos gastos, pero son las reglas de este lugar y si no le parece puede retirar a su hijo.

- Me parece perfecto. - dijo Ranma sonriendo, el entrenador y su ayudante reflejaron una expresión de terror en el rostro, obviamente no esperaban que Ranma les fuera a tomar la palabra cuando el niño estaba tan interesado. - Señor. - se acercó al del traje que no podía pagar. - No sé si me conozca, soy Saotome Ranma. - por supuesto que lo conocía, ¿Quién no lo hacía? - no es por nada, pero dicen que soy extremadamente bueno en artes marciales - egocéntrico como siempre a pesar de sus palabras "humildes" - manejamos el Dojo Tendo, así que si no le es permitido a su hijo participar a nosotros nos encantará recibirlo con una tarifa especial.

Ranma se dio la vuelta y salió del lugar, tras él, el hombre también salió con una sonrisa tirando el papel de los gastos.

- ¿Crees que a nosotros también nos quieran hacer descuento? - preguntó una señora a su esposo, quien solo alzó los hombros, ambos salieron al igual que, al menos, otros diez padres.

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- Bien Ren, te tengo una noticia buena y una mala - el niño paró de comer su sexta pieza de pollo y lo observó con un gesto curioso.

- ¿Cuál es la buena?

- Qué papá logró que te echaran del equipo de karate de cuarta de la escuela - dijo Kenma con la boca llena.

- ¡¿Qué?! - Ren se levantó tirando su refresco.

- Cállate Kenma, esa era la mala - amonestó su padre.

- Si esa es la mala, entonces no hay mala. - siguió con lo suyo.

- Pienso igual. - dijo en un susurro. - Lo bueno es que muchos de tus compañeros de grupo vendrán a entrenar al dojo.

- ¡Papá! - exigió explicaciones

. Lo siento caballito, el profesor era un papanatas y nos hizo enojar.

- Ya sé que es un papanatas, pero me gusta el equipo.

- ¿En serio lo sabes?

- Pues sí, pero me gustaba estar con mis amigos y representar a mi escuela.

- Ayy... si eres igual que Akane... Si te hace sentir mejor, aun te queda kendo y judo, prometo no inmiscuirme más, ¿De acuerdo?

- De acuerdo. - dijo resignado sentándose de nuevo.

- Vaya, sinceramente, pensé que te enojarías más.

- No, cuando regrese mamá te dará tu merecido, ya había comprado el traje bordado y le costó mucho lavar las manchas del pescado para que quedara limpio de nuevo.

- Mierda - masculló imaginando la cara enojada de Akane.

. ¡Mierda! - repitió su hija que estaba en sus piernas.

- ¡no digas eso Aimi!

- ¡Mierda! - gritaron los gemelos a todo pulmón, la gente del restaurante los miró mal.

- ¡Cállense ya! - Ranma los miró con advertencia.

- Que mierda... - dijo Kenma al ver que la cubeta de pollo estaba vacía

- ¡Kenma!

- Que mie... - comenzó Ren

- ¡Ren! - lo interrumpió.

- Iba a decir... que miedo cuando mamá se entere de la nueva palabra que le enseñaste a sus hijos… Mierda… - Ranma les hizo señas para que recogieran sus cosas, lo único que le pedía a Dios era que Akane no se enterar al llegar, primero quería una noche de rencuentro, luego ya se encargaría de huir de alguna manera de los problemas.

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La noche cayó sobre la ciudad y los niños Saotome, de nuevo, habían convencido a Ranma de ordenar pizza a pesar de las buenas intenciones del padre por comprar alimentos sanos en una visita, inútil, al súper market. El hombre en cuestión no les estaba poniendo atención, estaba entretenido leyendo el periódico del día donde aparecía Akane, era la quinta vez que lo releía y debía aprovechar antes de que sus hijos se dieran cuenta o se lo quitarían y terminaría roto.

- ¡Mami! - gritó Aimi viendo el papel y en menos de un segundo ya se lo habían quitado. ¡Adiós periódico!

Con desazón Ranma estiró la mano hacia la mesa con la intención de tomar lo que sea que fuese comida, lo primero con lo que su mano se topó fue un bote circular, al alzar la vista, se dio cuenta que era un envase, para variar vacío de helado.

- ¡Oigan! ¿Quién fue el gracioso que puso helado en las compras? – levantó la vista solo para darse cuenta que había tres envases más, también vacíos. - ¿Pe… pero qué demo… - se tragó el improperio no quería que la bebé volviera a repetir una mala palabra.

- Tu lo prometiste. – le recordó Kaito

- Que nos darías helado. – completó Yohei lamiendo la última cucharada de helado. Ranma miró a sus otros hijos y era más que obvio que todos habían ingerido grandes cantidades del postre helado.

- Esta bien, ahora que ya cenaron y comieron todo el helado que les dio la gana, es hora de que…

-¡Corran! – los niños empezaron a correr por todos lados y Ranma maldijo el momento en que había permitido que comieran azúcar a esas horas, una cantidad mucho más alta que la noche anterior.

Todos parecían huir de su papá como si fuera un juego y Ranma ya estaba demasiado agotado, cansado comenzó a gritar.

- ¡Ya basta! ¡Es una orden! ¡Los quiero quietos a todos y en el baño en los próximos diez segundos o estarán castigados!

- ¡No nos atrapas papá! – gritó alguien

- ¡No estoy jugando, quiero que en este momento suban, necesitan bañarse e ir a dormir!

- ¡Plan de escape 400! – gritó otro y todos corrieron a diferentes rumbos a esconderse.

Ranma podía ser muchas cosas pero sus propios hijos no lo iban a tomar desprevenido por segunda vez, así que moviéndose a alta velocidad alcanzó a tomar a Kaito de la camisa. Lo malo es que no podía multiplicarse así que los demás huyeron.

Ranma se sentía tan cansado que pensó seriamente en utilizar, una medida que la propia Akane jamás aprobaría cuando dejó a su hijo en su cuarto y este, en lugar de escuchar las ordenes de su padre, saltó por la ventana hacia el jardín.

A Saotome casi se le sale el corazón, no tenía idea de que Kaito, y supuso que también Yohei, ya saltaban por las ventanas. Ranma lo alcanzó casi al instante ante el miedo de que se lastimara pero nada sucedió y acallando su consciencia, presionó un punto clave del cuello del niño, que lo hizo dormir al momento, entonces su padre se lo echó al hombro cargando con él.

Dando un suspiro se dirigió a buscar a Aimi que ya sabía donde estaba escondida, la sacó de entre algunas ollas de la cocina, y la niña lloró al ser encontrada demasiado pronto, Ranma con todo el dolor de su corazón la durmió también con un punto de presión.

Se dirigió a la planta alta y dejó a cada niño en su cama, ya mañana se encargaría de hacer que se bañaran temprano.

El siguiente en caer fue Ren, la noche anterior había captado parcialmente su escondite, y cuando el niño intentó escabullirse, cosa rara en él que era el más tranquilo y sensato, también lo puso a dormir. Maldita azúcar, pensó cargándolo a su habitación.

Luego fue por el mayor, había visto la dirección en la que había corrido pero no estaba seguro en donde estaba, así que conociéndolo mejor que a sí mismo, comenzó a gritar.

- Kenma es tan débil, pobre, pobre niño débil, apuesto que ni un solo golpe me puede dar, es tan malo en las artes marciales que hasta su hermanita le podría ganar. – El niño no salió pero al tener poca experiencia no sabía dominar su enojo, traduciéndose en una energía negativa que se expandía desde uno de los arboles de la propiedad. En menos de un segundo su padre lo había puesto a dormir.

Luego de dejar a su hijo mayor en su habitación, solo le restaba encontrar a un niño, pero Yohei no era tan fácil de dominar y la única pista que tenía de su paradero era que se había ido corriendo en dirección al jardín. Estaba pensando en que hacer cuando el teléfono sonó y una idea se le ocurrió.

-. ¡Oh! ¡Seguro que es mi Akane! – y corrió dentro de la casa, se quedó parado en el marco de entrada y segundos después, una figurilla asomó su cabeza para comprobar si era cierto lo que decía. Ranma lo atrapó y sin contemplaciones lo durmió también presionando su cuello.

- ¿Akane? – por fin contestó el teléfono

- Hola amor. – dijo con alegría. – por un momento pensé que ya no iban a contestarme.

- Lo siento, es que estaba a punto de ducharme.

- ¿Y los niños? – se notaba ansiosa.

- Dormidos. – habló mirando a Yohei.

- ¿Es en serio? Nunca se duermen temprano y ahora que no estoy, ¿lo hacen? Alguno seguro esta despierto, los gemelos son los que tardan más en dormirse, ve y búscalos Ranma, anda, diles que mamá quiere saludarlos, seguro aun están despiertos.

- Mmm… lo siento amor, estaban muy cansados. – inventó. El quejido al otro lado de la línea hizo que a Ranma se le encogiera el corazón.

- Ranma, en verdad los extraño horrores y pareciera que ellos a mi no. – se oyó un sorbido, ¡Demonios! No quería hacerla llorar.

- Ellos te extrañan mucho amor, solo que cayeron rendidos, pero te juro que ellos están más pendientes de ti que yo mismo. – dijo, a estas alturas no iba a decirle la verdad.

- Mi Kenma Ranma, ¿No a quebrado muchas cosas? – miró alrededor viendo muebles con astilladuras, en el comedor platos rotos y en el piso pedazos de duela estaban quebrados con marcas de puños incrustados.

- No, no mucho.

- Que bueno, ¿Y Ren? ¿Ha ido a sus entrenamientos? – A uno, y se habían saltado el del día anterior, y claro, había hecho que saliera del equipo de karate.

- Si, si, va muy bien.

- ¿Y los gemelos no se han buscado problemas? – Ranma recordó al señor del centro comercial.

- No.

- ¿Y mi bebé Ranma? Ella esta tan apegada a mi últimamente, ¿Ella cómo está?

- Bien, bien... - dijo de manera ambigua y antes de que le preguntara algo decidió decir para distraerla. - ¿Puedes creer que en el último plan de huida se escondió entre las ollas de la cocina, pero dejó una de sus pantuflas en el apartado de sartenes para despistarme? Ella es muy lista Akane.

- ¡Oh Ranma! Quisiera haber visto eso... - dijo con queja.

- ¿Y sabías que los gemelos ya saltan por las ventanas del segundo piso?

- ¡¿Qué?! ¡¿Me perdí eso?! ¡No es justo Ranma! - se quejó - Solo estado fuera dos días y siento que me he perdido una eternidad. - ella sorbió un poco de nuevo. - Es como si ya no me necesitaran más...

- No pienses así...

- Yo hubiera jurado que querían hablar conmigo... ¿Qué hicieron que los cansó tanto? A penas van a dar las diez.

- Es que... - se reacomodó a Yohei en el otro brazo, cansado de sostenerlo - bueno... yo los puse a... entrenar. Una clase de nivel avanzado. - habló refiriéndose a un nivel que ellos mismos consideraban avanzado para el entrenamiento de sus hijos. - Solo fue para entretenerlos, pero resultó provechoso.

- ¿En serio? Pero... ¿Les diste la clase a todos juntos? Kenma nunca se comporta bien en las clases combinadas, siempre está tratando de opacar a todos, y Ren hace todo con desgana porque no le gusta ni bajar al nivel de los gemelos ni que Kenma le esté presumiendo lo que aún no puede hacer; y los gemelos... les damos la clase individual porque ninguno de los dos se concentra. Y la bebé...

- Bueno Akane, solo se los puse como un juego, no como entrenamiento formal.

- Aun así... - ella hizo una pausa y Ranma comenzó a sudar de los nervios. - es muy impresionante Ranma, estoy muy impresionada. Yo... en verdad tenía serias dudas de dejarte solo con ellos, pero has demostrado que puedes controlar a esos caballitos salvajes y en verdad estoy muy orgullosa de ti.

- No... no es para tanto amor... - se recargó contra la pared y se dejó caer al suelo con el niño en brazos. - Los... los niños han puesto mucho de su parte porque saben que todo esto es por ti.

- Dejando de lado a esos caballitos tuyos... este es uno de esos momentos en los que quisiera abrazarte con todas mis fuerzas esposo. - se notaba que ahora sonreía.

- ¿Abrazarme?, no seas avariciosa esposa, un abrazo no compensa mi tarifa por cuidar a tus hijos.

- ¿Ahora pones tarifa? ¡Pero sí fue tu idea!

- Pues solo te advierto que a tu regreso este caballo salvaje va a necesitar atenciones especiales.

- ¡Cállate Ranma podrían oírte los niños!

- Están dormidos pequeña, y yo te extraño mucho.

- Yo también te extraño amor... - después de esa charla comenzaron a hablar de cómo le había ido en el día a ella, sobre la conferencia de prensa en la mañana y el recorrido que había hecho por Kyoto, sede del próximo torneo, junto con otras personalidades y organizadores, le contó los planes para el día siguiente y finalmente se despidieron.

Ranma suspiró, odiaba mentirle a su esposa, pero no quería que ella se preocupara, mucho menos que creyera que era un padre ineficiente. Aunque solo quedara un día, debía aprender a controlar a esos niños solo, o al menos intentarlo, hasta ahora los había estado manipulando con comida y salidas a lugares bonitos.

Subió con lentitud las escaleras, dejó a Yohei en la cama de arriba de la litera y aseguró el barandal de protección, aunque a esas alturas si ya saltaban desde el segundo piso, la altura de la cama no era nada.

Se dio una ducha rápida y se hundió por fin en su cama tratando de encontrar el olor de su mujer en las almohadas, para su mala suerte, solo olían a que sus hijos no se habían aseado antes de dormir en ellas, Demonios... pensó, mañana tendría que ocuparse también de la lavandería.

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¡Dos!

Para el 29 de diciembre. Esto ya acaba en el siguiente capítulo, ¿cómo ven al papá maravilla? Ranma es todo un caso... y sus hijos igual.

Gracias a todos por el apoyo, en especial a:

- Benani0125

- Andrea-saturno

- Ranma84

- Juany Nodoka

- Lelek An3li

- Psicggg (x2)

- Vero Guti

- Arianne Luna

- nancyricoleon

- Luz

- Pao Vedder

- Vane

- Valee-01

- Felicius

- Akai27

- 1Andrea11

- Stalex

De nuevo gracias, no puedo creer que haya llegado a los últimos días y que ustedes aun sigan aquí. Sin más, de este lado del ciber mundo, AkaneMiiya.