La historia y personajes de Ranma 1/2 son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta historia es sin fines de lucro.

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Capítulo 2

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- ¿La biblioteca? - La pregunta sonó con completa incredulidad, llenó sus pulmones de aire y lo soltó con frustración.

Era una mañana oscura, el otoño se había apoderado del ambiente y todo era más gris y gélido, lo que resultaba agradable al dar descanso a las altas temperaturas que hace apenas unas semanas habían sufrido. Ranma miró al cielo, esperaba que no lloviera.

- ¿No te parece mejor un parque de diversiones o una heladería? - La idea de volver un fin de semana a la universidad donde trabajaba no le hacía ilusión. Además, su hija es la perfecta excusa para comer una torre de helado sin culpa.

Cuando terminemos podemos hacer lo que tú quieras "Papá Ranma"- La niña terminó con una pequeña risita la frase como si el término "papá Ranma" fuera algo muy divertido. Parecía que ese era el apelativo que habían acordado ella y su compañero de departamento Kenji, para mofarse de él en su cara sin resultar evidentes, pero decidió no darle importancia por el momento.

- Y qué es eso que debemos terminar, ¿tienes tarea? -

La pequeña lo miró por sobre sus lentes con sus ojos grises profundos, como evaluando con cuidado, luego movió la cabeza de forma afirmativa, igual como Akane cuando se decidía a realizar una acción y comenzó a correr lo más rápido que le daban sus pequeñas piernas.

Ranma se había quedado de lo más divertido ¿a qué va todo esto? pero cuando ella a una cuadra de distancia se dio vuelta y le apuntó un callejón, se apresuró a seguirla.

- ¡No te escondas Hana! - Gritó al doblar la esquina donde su hija había desaparecido.

- Shhhh - La niña le hizo un sonido de silencio desde arriba de unas escaleras de incendios de uno de los edificios. ¿Cómo había llegado hasta ahí tan rápido? - ¡Ven, nadie puede escuchar!- Le dijo antes de esconderse de nuevo en la oscuridad de su escondite.

El muchacho apuntó mentalmente que su hija tenía por costumbre escaparse y eso terminaría siendo un problema. Se apresuró a sentarse a su lado - ¿y bien? -

La niña lo volvió a mirar intensamente sobre sus anteojos, apretando los labios. -¿Prometes que no le contaras a nadie?-

Ranma le alboroto la cabellera azabache riendo - Lo prometo -

- Hace un año, el "Abuelo Panda" me dio esto. - Hanan le mostró un papel amarillento.

Ranma se quedó estático mirando el papel en la blanca y pequeña mano de su hija. El piso pareció hundirse bajo sus pies y por un segundo su corazón y respiración se detuvieron. Su viejo, su desquiciado viejo ¿habría sido capaz de involucrar a su pequeña en sus descabellados problemas? No puedo evitar rememorar las incontables veces que su padre lo metió en líos utilizándolo como moneda de cambio para satisfacer sus necesidades momentáneas. ¿La habría comprometido con el dueño de un restaurante? ... o ¿la habría apostado en un juego de Shogi?

- ¿Papá Ranma? - La voz de Hana lo sacó de su estado aturdido y sin esperar a que su hija le relatara la historia del dichoso papel se lo quitó de las manos.

Desdoblo la hoja amarillenta y a duras penas pudo ver la extensa lista de números con cuantiosos ceros - ¿Es... es una factura...? - El hombre casi se fue de espaldas. Sí, lo de su padre era deber dinero. Una gota de sudor bajó por su frente.

- ¿Por qué tu abuelo te dio esta factura Hana? - Ranma la tomó de los hombros y la zarandeó un poco, queriendo que este momento de terror terminará y que sus peores temores no fueran realidad.

- Bue... bueno, es que...- Hana veía a su padre aturdida, sin entender del porqué la reacción, mientras Ranma la miraba con los ojos medio desencajados.

Es que el abuelo... me contó que había comido gratis todo un año en ese restaurante gracias a una vieja técnica de invisibilidad de la escuela Saotome. Me dijo que solo un verdadero guerrero del estilo libre podía dominar esa técnica y que había sido heredada en forma de pergamino a los grandes maestros. - Finalizó acercándose a su oído y hablando bajito.

- Entonces, ¿Quieres ser invisible? –

- Sí –

- Y ¿estás entrenando con mi viejo? - Insistió el joven

- ¡Claro que no!- Le dijo rodando los ojos como si la proposición fuera absurda - ¡Que no quiero aprender artes marciales! - la niña cruzó los brazos en señal de que no transaría su decisión. - Por eso quería ir a la biblioteca a buscar pistas del pergamino. -

Ranma cayó sobre su trasero, y respiro profundo, el asunto parecía no ser grave. Cierto era que la pequeña primogénita Saotome hasta el momento no mostraba ningún interés en aprender nada relacionado a las ancestrales artes marciales, cosa que había llenado de angustia a su padre y a su suegro, quienes habían soñado con un heredero que perpetuara la escuela de combate, y por ello, cada vez que podían inventan alguna treta para motivar a la pequeña a aprender alguna técnica que la llevara por el camino del guerrero.

- Y entonces ¿Para qué quieres ser invisible? -

- Pues... - Hana titubeo, no quería que a su padre le volviera a dar un ataque de nervios. Bajo la mirada a sus zapatos y comenzó a mover sus pies pensando en algo para librarse de esa situación pues, ya no estaba segura de terminar la historia.

Ranma percibió que la chica elaboraba una mentira.

- No te preocupes, no le diré a nadie. Además yo también sé muchos trucos, ¿sabes? soy un gran maestro de la escuela Saotome de estilo libre, yo podría enseñarte. -

La niña lo miró con sospecha y arrugo todo lo que podía su ceño en señal de incredulidad. - Pero... tú...- La pequeña ladeo la cara - Tú eres profesor de deportes. - Sentenció como si ambas cosas no fueran posibles.

La mandíbula de Ranma fue a dar al piso, y el calor se apoderó de su rostro ¡profesor de deportes! ¡profesor de deportes él!... ¡ÉL!

- ¡Claro que no niña, yo soy un luchador de la escuela Saotome!-

- ¿Tu? -Le dijo ladeando la cabeza hacia el otro lado - no creo - sentenció

- ¿Cómo que no crees?, ¿estás dudando de la palabra de tu padre? -

- Pues... - La niña se colocó sus lentes en la cabeza a modo de cintillo y se tomó la barbilla reflexiva - Pues, haces clases en la universidad, ¿no?

- Sí - respondió el padre

- y... Las clases son de deporte, ¿no? -

- ... Pero eso no me hace menos luchador del arte marcial estilo libre! - Le dijo respirando tan fuerte que sus fosas nasales se movían.

La pequeña seguía con cara de no poder resolver la ecuación. Ranma trató de restaurar su orgullo mancillado. Vamos, que esta niña solo tiene seis años, y él durante ese periodo no había tenido suficiente tiempo para meterse en peleas y no digamos que Akane hubiera permitido que su hija viera como se daba trompadas con otro sujeto. Pero...¡PERO! - Ya es hora de enseñarle de qué está hecho su padre- se dijo.

- ¡Te lo demostraré! - sentenció riendo macabramente. Subió a la niña a su hombro y de un salto bajó la escalera donde estaban encaramados. La chica dio un grito entre susto y emoción al galopar a toda velocidad sobre su padre.

El muchacho salió corriendo del callejón sin estar muy seguro del rumbo que tomaría, pero con el golpe de adrenalina que sentía por demostrar su valía de guerrero no le fue muy difícil elaborar un plan. ¿Derribar un árbol de una patada?, sí, eso demostraría su gran fuerza. ¿Sacar castañas del fuego? excelente idea para mostrar su gran destreza.

- Soy brillante - se dijo a sí mismo riendo entre dientes. Hasta llegó a imaginar la cara de la pequeña con los ojos castaños llenos de admiración y orgullo, deseosa de aprender de su padre las maravillas del combate.

Frenó su carrera en el interior de un gran parque donde pocas personas hacían picnic por ser aún demasiado temprano y por el clima frío de la mañana. Bajo a su hija de los hombros depositándola en el pasto húmedo. Era evidente que en esa zona estaban reforestando ya que solo se veían pequeños helechos y palitos enclenques con hojas nuevas, ninguno de esos árboles le servían para demostrar su gran fuerza.

Ayúdame a buscar un árbol frondoso - Le dijo a su niña. La chica divertida por la emoción de su padre le apuntó hacia una multitud que estaba en una arboleda, la tomó de su pequeña manito y la hizo correr hasta los grandes árboles que crecían apretados al final del parque.

- ¡Vaya! - dijo la pequeña con admiración viendo el macizo que se levantaba hacia el cielo cubriendo las nubes que se apretaban en el cielo. Ranma no se paró en admirar la imponente belleza de años de crecimiento constante. Se concentró en calcular el espesor del tronco, el ángulo en el que debería abordar su objetivo y calcular la fuerza del impacto para derribarlo.

- ¡Ahora niña, veraz la fuerza de un guerrero Saotome! - dijo colocandose en posición de pelea. La pequeña se llevó las manos a la boca al ver lo que su padre se preparaba a ser.

El azabache llenó sus pulmones de aire, alzó su pierna con fuerza y...

- ¡Papá Ranma! ¡Los ancianitos!- gritó la niña a su espalda, Ranma miró hacia atrás en dirección a su hija, perdiendo la concentración, dio tres saltos en una pierna para evitar perder el equilibrio, sin embargo, no pudo evitar caer de espaldas.

- No dejen de abrazar los árboles señores - escucho una voz cercana, unos viejecitos encorvados se iban agrupando en cada unos de los árboles mientras era guiados por una mujer mayor. - Los árboles son vida, ¡nos podemos llenar de su energía si los abrazamos! - los ancianos se abrazaron a los árboles en grupos - Estos árboles están aquí desde la misma época samurái, han sobrevivido a guerras y destrucción inmobiliaria, ¡cuántas historias podrían contarnos!, respiren profundo y sientan su energía-

El guerrero Saotome escuchaba el relato desde el suelo cuando Hana lo miró desde arriba cubriendo con su rostro su campo visual. - ¿Ibas a golpear al arbolito "papá Ranma"? - Le dijo reprochadora.

Los árboles nos ayudan a descontaminar la ciudad y además nos dan cobijo con su sombra- seguía la mujer guiando al grupo.

El joven un poco abochornado se levantó ya quería alejarse de ahí para no seguir escuchando el relato - ¡Claro que no! Te iba a enseñar cómo se escalan los árboles - Tomó a la pequeña de la mano y caminó tieso por el sendero que lo devolvía a la zona de picnic. - Un gran guerrero debe ser bueno escalando árboles ¿sabías?- Le dijo con la voz más seria que pudo.

- ¿A si? - Hana no le creía nada.

Vamos allá - Quiso cambiar de tema - Te enseñaré un truco que aprendí de una mujer china que tenía más de 120 años. Lo tuve que aprender para derrotarla cuando me aplicó una técnica que me impedía tocar el agua caliente- La chica lo miró ceñuda y recriminadora.

- Pero no está bien pelear con ancianos, en mi clase nos enseñaron a respetarlos-

- Esta anciana no era como los ancianos normales, era malvada, ¡me embrujo!-

- Pero ella te enseñó la técnica y luego tu ¡la derrotaste! - la niña se llevó las manos a la cara como si no creyera que su padre pudiera ser tan ruin.

Claro que si lo ponía en esas palabras no se escuchaba nada bien, pero lo cierto es que los ancianos que lo rodeaban en su juventud distaban mucho de ser amables viejecitos.

- No no no... - le dijo moviendo las manos en el aire - Pues no era una anciana era un demonio chino que quería obligarme a desposar a su nieta - La pequeña se rasco la cabeza sin entender nada - Mira mejor te enseño la técnica ¿vale? -

¿Cuándo fue la última vez que utilizó el truco de las castañas calientes?, pues no recordaba con exactitud, seguro fue antes de entrar a su trabajo en la universidad. Por supuesto que ninguno de sus alumnos había tenido tanta habilidad como para merecer aprenderlo. Pero era como andar en bicicleta, la habilidad no se pierde, no él, pues seguía en forma entrenando a diario. Entrenando pesas, entrenando atletismo, entrenando gimnasia con instrumentos, entrenando ping pon... Bueno quizás ese último no cuenta, pero en resumen entrenaba bastante para mantener su habilidad y estado físico.

Junto con Hana buscaron ramitas de árboles secas para prender una fogata, la niña tarareaba una canción desconocida para él muy rítmica y cada tanto le iba a mostrar algún bicho que se encontraba entre los arbustos. Con las mejillas sonrosadas y una sonrisa enorme en el rostro vio detenidamente como Ranma prendió la fogata con dos piedras. - Tu abuelo me enseñó cuando entrenamos en el bosque - le dijo al ver su atención. La niña le devolvió una sonrisa entusiasta.

- Bien, ¡ahora verás el gran truco de las castañas calientes! - Ranma sacó de su bolsillo una bolsa que acababa de comprar con castañas y las tiró al fuego.

La niña abrió los ojos como plato cuando vio crepitar el fuego con las castañas. El corazón le dio un salto al ver que SU PADRE metía las manos entre las llamas. Se tapó la cara con las manos. - ¡NO! - pegó un grito tan fuerte como daban sus pulmones.

Ranma se detuvo sin haber comenzado el truco... - ¿Hana? - La llamó acercándose a la pequeña, de fondo se escuchaba un silbato que se acercaba a ellos.

- ¡Alto ahí! alto ahí! - Le gritó un hombre corriendo hacia ellos pitando. - ¡Identifíquese inmediatamente! - Le dijo.

- ¿Él? bueno yo...- El chico quedó aturdido al ver enfrente un policía que era la mitad de su tamaño con una actitud tan ruda como un cachorro chihuahua furioso.

- ¡Documentos!- Le ladro el hombrecillo.

Ranma vio de reojo a su hija que parecía sollozar bajito sin sacar sus manos de los ojos.

- Sí, sí. - El chico le paso su identificación.

- ¿Qué hace aquí con la niña? - El sujeto le apuntó con su bastón, parándose de puntillas para intentar quedar a la altura del muchacho,

- Yo... yo soy su padre, estamos paseando. -

El oficial se acercó a la niña y le preguntó con complicidad bajando la voz. - ¿Este hombre es tu padre pequeña? ¡no tengas miedo de decir la verdad! - La niña lo miró con sus ojos llenos de lágrimas.

- ¡Que soy su padre!, mi esposa se fue de viaje por el fin de semana y le estoy mostrando un truco para entretenerla.- Apuntó hacia la fogata.

- ¿Inmolándose en público señor? - Lo increpó el policía.

- ¿Qué?... no!, yo puedo sacarlas sin quemar … - Pero no lo dejó terminar

¡Déjeme decirle que para un niño no es divertido ver a su padre en peligro! Ya pequeña, le pasaremos una infracción por prender fuego en la vía pública para que ya no lo haga. - Le dijo a Hana guiñándole un ojo a modo de que ambos se pusieran de acuerdo para castigar al irresponsable.

Ranma bufo - ¡Pero si es zona de picnic! -

- ¡Agradezca que no me lo lleve directo al calabozo!-

Ranma hizo un puchero y Hana le sonrió al policía quien se retiró contento de haber evitado un trauma infantil.

El muchacho tomó a su hija entre sus brazos - ¿Te asustaste Monstruo? - La niña afirmó con su cabeza. Ranma la acurruco en su pecho.

Y ¿si realizaba el truco sacando pirañas de una pecera?... No, presumía que tendría el mismo efecto que meter las manos al fuego. Le acarició la cabeza con suavidad y suspiró frustrado, ¿cuánto conocía a su hija?

- ¡Tiene 6 años genio! no quiere ver a su padre en peligro- Le resonó la voz de Akane recriminatoria. Pues él había crecido viendo a su padre dándose trompadas, escapando de deudas y otros tantos conflictos peligrosos. -¿Entonces serás como tu padre? - su mente le habló en un susurro aterrador.

- ¡Bien! ya es hora de almuerzo, vamos a buscar algo para comer. - Le dijo a la pequeña, espantando todas las reflexiones de su cabeza. - Pero te advierto que estas perdiendo presenciar el mejor truco de tu padre! - la niña, que parecía muy cómoda en su regazo, arrugó la nariz de una forma que le resultó graciosa.

Dando el asunto por superado, el azabache quiso dejar a su retoño en el suelo, pero Hana se agarró firme a su cuello. Intentó de nuevo, pero entonces la niña trepó hasta su cabeza agarrándose con manos y piernas. - ¿Debo entender que no quieres caminar? - Dijo Ranma un poco ahogado con la fuerza de las piernas de la niña abrazando su cuello.

- ¡De aquí veo un puesto de albóndigas de pulpo! - La niña evadió la pregunta de su padre dando saltitos de galope en su cabeza para que, cual caballo cabalgara hasta el puestecillo de comida.

Ranma puso los ojos en blanco - ¿y esta no era vegetariana en el desayuno?... me ha timado. - pensó.

- ¡Vamos, vamos! - gritó la niña con un entusiasmo renovado saltando a modo de galope en sus hombros.

El joven se río para sus adentros - Ya qué.- pensó. Miró a ambos lados asegurándose que no hubiera algún conocido cerca y comenzó a trotar a modo de caballo haciendo ruiditos de equino y todo.

Al llegar al puesto volvió a intentar dejar a la niña en el suelo sin éxito - ¡Vamos, debes bajar para comprar la comida! - Le insistió.

- Yo quiero beber ramune y el grande de albóndigas de pulpo - dijo la pequeña desde sus hombros ignorándolo completamente.

Tuvo que comprar la comida con la niña sobre su cabeza, tampoco quiso bajar de su padre para almorzar, por lo que estuvo toda la comida sobre las piernas de Ranma pegada como con cemento.

- ¡Oye me ensucias la camisa!- le dijo cuando la niña se limpió las manitos en la tela despreocupadamente. Ella solo le río traviesa, parecía estar pasándolo de maravilla. Ranma no recordaba que su pequeño retoño fuera tan consentido. Se levantó a pagar la comida con la chica en la espalda cuando un sonido cercano les llamó la atención.

¡Es una feria, señor! - Le cometo el comerciante - Hay música en vivo, puestos de golosinas, juegos... -

¡Wo! - Hana se desmontó al fin de su padre de un salto. Se acomodo su mochila super unicornio y sus lentes de sol - ¡Vamos! - salió corriendo sin mirar atrás a toda velocidad.

- ¡Hana! Espera. - Ranma no terminaba de pagar. El chico le entregó un billete al comerciante y sin esperar el cambio, salió tras la pequeña que se adentraba al tumulto que caminaba hacia la feria.

- No no no - pensó Ranma, siguiendo apenas la mochila unicornio de su hija - Esa costumbre de salir corriendo. - Refunfuño. La pequeña se movía con más agilidad entre las piernas del tumulto, mientras que su padre la seguía empujando a quien se le cruzaba.

La angustia empezó a crecer en el pecho del joven padre. Al llegar al final del tumulto cruzando la entrada de la feria la niña ya no se veía por ningún lado.

- ¡Hana! - gritó casi con desesperación, pero era difícil hacerse oír entre la algarabía de la fiesta.

Sintió un viento cálido y olor a tierra mojada, las nubes que habían amenazado toda la mañana comenzaron a dejar caer la lluvia, volviéndolo en una pelirroja aterrada que corría entre los puestitos, revisando debajo de las mesas de comida.

Respiro llenando sus pulmones al llegar al final de la feria, de nada servía correr sin control, pero es que la razón se le había nublado y en el estómago tenía un nudo que amenazaba con devolver las albóndigas de pulpo. - ¿Dónde estaría si fuera una niña de 6 años? - se preguntó - ¿Dónde estaría si fuera Hana? - Volvió a respirar hondo tratando de pensar con claridad - ¿Cuánto conoces a tu hija? - Le preguntó su mente con voz burlesca. - ¡Mierda! - no era momento de reflexiones.

- Dónde, Dónde... ¿Dónde? - ... y recordó.

"- Entonces, ¿Quieres ser invisible? -

- Sí -"

Giró sobre sus talones hacia una carpa que había pasado unos segundos antes, saltó al chico pecoso de la entrada que cobraba los tickets para el show de magia y se metió en el recinto de forma ruidosa.

- ¡Hana! - salió de su boca el grito con voz chillona.

Al otro lado de la pista, muy cómoda y seca, sentada en un taburete estaba su pequeño retoño. Ranma sin meditar donde estaba pasó por en medio del escenario interrumpiendo el show.

- ¡Niña! en donde te habías metido! te he estado buscando por medio parque!- A la pelirroja se le salió una vena en su frente empapada mientras Hana intentaba calmarla haciendo un gesto de silencio con el dedo índice en la boca.

- Perdone, señora. - Le habló tranquilamente un hombre sentado junto a su hija. - ¿Usted quién es? - Ranma reconoció al policía, que lo había multado hace un rato atrás.

- Soy su padre ¡que no ve!- le dijo con brusquedad, ya no le quedaba paciencia.

¡Déjeme decirle SEÑORA! no me parece a mí que usted sea PADRE! de esta niña. Además, ¡conocí al padre de esta niña y no es usted! - Dijo el policía colocándose de puntillas sobre sus pies, ya que aun estando Ranma en su forma de chica no llegaba a su altura. La pelirroja pareció recién caer en cuenta que se había convertido en chica y que estaba empapada, bajo los brazos exhausta.

- ¡Encontré a esta niña en la feria y espero que el irresponsable padre venga a buscarla para multarlo por incompetencia! - Término el policía con la reprimenda.

- ¿¡Como!? ¡Pero si ella se me escapó! - No podía creer que estuviera pasando de nuevo.

- ¡Ella es mi tía, señor! - Le dijo Hana, sin hacer caso al alarido de su progenitor.

- ¿A si?, le dejaré a usted la multa para que como familia aprendan a cuidar a un menor! - Y así Ranma siendo ignorado completamente, recibió su segunda multa, junto con el cobro de la entrada al recinto que el chico pecoso aprovechó de cobrar por tres con la presencia del policía.

Finalmente, todos volvieron a sus puestos y el show volvió a comenzar. Ranma sentó a Hana en sus piernas.

- Prefiero que te quedes pegada a mí a que salgas corriendo por ahí- Le dijo apretándola con sus brazos tanto que la pequeña quedó sin aire en sus pulmones por un momento. -Y si vuelves a salir corriendo así yo...- no terminó la frase por que la chica le dio un beso en las mejillas que hizo que se le olvidara que tenía ganas de colocarle una correa.

La sala quedó a oscuras por un momento y luego una luz dirigida al centro del escenario iluminó a un joven de rasgos femeninos, vestido de frac y una capa negra. Otras dos luces iluminaron la escena mostrando a su lado dos mujeres con leotardos cubiertos de lentejuelas de colores. La música inundó la sala, y las mujeres tomaron una gran lona negra y taparon al muchacho para luego retirarla con un rápido movimiento y dejar ver el lugar que antes ocupaba el mago vacío.

- ¡Wo! ¡Desapareció! - grito la pequeña dando saltitos sobre las piernas de su padre. - ¡Es invisible! –

- No, no, solo se movió de lugar. - le respondió esté moviendo una mano en el aire aburrido.

Las chicas del escenario empujaron una gran caja al centro del espectáculo, haciéndola girar al ritmo de la música y en el compás más álgido la abrieron con brusquedad mostrando al joven mago dentro.

- ¿Pero entonces cómo llegó ahí? - La chica volteo con entusiasmo hacia su padre.

- Ranma le contestó aburrido - Pues por la escotilla que está en el suelo. - le apuntó al sector donde el chico había desaparecido. Hana se le quedó mirando con un puchero, los ojos se empezaron a inundar de lágrimas contenidas. Ranma entendió entonces que estaba arruinando la magia - ¡Que tiene 6 años! 6 años! - Se recrimino. Le sonrió nervioso.

- Este... quería decir que eso es teletransportación, no invisibilidad. Él solo se cambió de un lado a otro, ser invisible es mucho más difícil sabes...

Hana se sorbió los mocos, aguantando el berrinche - ¿Crees que yo pueda hacer eso? -

- Pff - La pelirroja la miró arrogante - Yo podría enseñarte trucos mucho mejores. -

La niña rodó los ojos - Pero tú no eres mago. -

Ya te conté que soy todo un artista marcial... -

Hana lo interrumpió con un bostezo y se concentró en el espectáculo que continuaba con una de las chicas en leotardo partida en dos.

Ranma quedó en shock - Oye! ¡te estoy hablando! - Pero la niña siguió concentrada en el escenario. El chico la apretó con un fuerte abrazo que le sacó el aire a modo de venganza por ignorarlo y se quedó frustrado mirando sin ganas el show.

- Ya verá esta niña, vera quien es Ranma Saotome. - se dijo con el orgullo herido por segunda vez en el día.

Al salir de la carpa de magia había cesado la lluvia e incluso se vislumbraba el sol de la tarde entre las nubes. Ranma se sentía exhausto, cada uno de sus músculos le dolía como si hubiera estado entrenando todo el día.

- ¡He mira, vamos allá! - Le dijo la niña emprendiendo la carrera, pero antes que pudiera alejarse el chico la pescó de la mochila.

- No de nuevo, Monstruo. - Le dijo con su sonrisa burlona y se la hecho al hombro como saco de papas. - Ya es hora de volver - declaró bostezando. La niña movió sus piernas a modo de pataleta en protesta.

- ¡Pero no viste lo que quería mostrarte! - Se quejó Hana con voz de bebe.

- Ya, ya lo vi, ya nos vamos - Le respondió dando otro bostezo, mientras se preguntaba si era ético poner a dormir a su hija apretando ciertos puntos de presión.

Hana comenzó a moverse como pescado fuera del agua. - Mira!, Mira!, Mira!, Mira!-

La pelirroja giró para mirar a la dirección que Hana insistía, y vio un enorme hombre gordo con traje de sumo sentado al principio de una fila compuesta por todo tipo de gente que lo retaba a las vencidas. El letrero sobre su cabeza decía "Gana un año de Helado gratis sabor Cola de Unicornio"

- ...Pues como dijiste que tú eras fuerte, yo pensé que quizás...- dijo Hana inocente.

Desde su posición se veía al hombre gordo que parecía aburrido derrotando sin problemas a cada uno de los participantes, mientras que a su lado una chica con sombrero de copa animaba a los contendientes a no rendirse y cuando perdían les regalaba una muestra del helado sabor "Cola de Unicornio".

Ranma tardó un segundo en comprender y luego empezó a reír como lunático - JA JA JA veras como tu padre consigue ese helado sabor "Cola de unicornio" para ti Monstruo. Te enseñaré por fin quien es Ranma Saotome. - Y se encamino a la cola de retadores cargando a la niña.

Pero resulta que había más interesados de lo imaginado en un año de helado gratis, pronto el sol comenzó a bajar en el horizonte y Hana ya se estaba cansando de tanto colgar del hombro de la pelirroja. Intentó bajar un par de veces, pero Ranma la detuvo -Ni lo pienses, no te buscaré de nuevo por media feria. - Así que no le quedó más que acomodarse sobre la cabeza de su padre hasta que por fin fue su turno.

Al llegar al frente, el chico entusiasmado, se sentó en el asiento del retador con Hana montada en su cabeza, ya con un plan elaborado en mente después de ver como el gordo vencía a otros rivales. Pero, cuando ya estaba listo para tomar la mano del hombre y realizar su movimiento, la chica con gorro de copa lo detuvo.

Disculpe señora. - Le dijo con su voz cantarina. - ¡Ya ha acabado el tiempo de nuestro querido Jugador de Sumo! ¡Un fuerte aplauso por su participación! - Le pidió al público que rodeaba la exhibición que respondieron entusiastas. El hombre gordo se levantó de su silla, le sonrió al público y luego de una reverencia se fue.

- ¡Pero no es justo!- Chillo Hana frustrada.

- Si, ¡a nosotros nos toca jugar!- Le siguió Ranma.

No se preocupen. - La chica del sombrero le guiño un ojo. - ¡Atención, público presente!, le damos la bienvenida a la estrella de artes marciales del momento. Reconocido por su destreza y fuerza, ganador invicto en los últimos torneos nacionales...- Una música de expectación comenzó a sonar en el ambiente. Las personas que estaban más alejadas de la exhibición empezaron a acercarse curiosas. La oscuridad, a la que había dado paso el atardecer, permitió que se proyectan luces de colores alrededor del carrito.

La chica presentadora se subió a una tarima alta y cambiaron la mesa simple de madera, donde habían estado participando, por un ring iluminado cenitalmente con una mesa en medio y dos sillas doradas enfrentadas donde un amable tramoya acomodo a la chica Ranma y a su hija.

- Sin más preámbulo- Continuó la presentadora, con redoble de tambores de fondo. -Les presentamos a nuestro siguiente retador, ¡EL GRAN ... -

Ranma sintió que su estómago se apretaba mientras que el público vitoreaba al ver aparecer al nuevo retador. Sintió que las piernas de Hana se apretaban en su cuello. -Mierda- susurro impactado.

-... RYOGA HIBIKI !-

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Nota: El "ramune", es una bebida japonesa popular sobre todo en los niños que incluye una bolita de cristal que al abrir bajar hacia el cuello de la botella provocando las burbujas.

Si llegaste hasta aquí muchas gracias por leer. Gracias también a todos los que dejaron un comentario y un corazoncito a esta historia, me agrada mucho leer sus reacciones. Me causo mucha risa Dayannara comentando que Ranma esta en "plan de padre luchón" XD, creo que este capítulo tiene mucho de eso.

Seguimos en el próximo capitulo.