Donde Los Deseos Pueden Quedarse


Capítulo 3

El viernes se me ha hecho tarde porque Leah y Jane están en cirugía, Rose atiende a una tortuga y tengo que esperar a que termine para ir a casa.

—Lo siento, lo siento—se disculpa apresuradamente mientras toma su bolso y corremos hasta mi auto.

No me da tiempo de tomar una ducha pero si de retocar mi maquillaje, cambiarme la ropa y ponerme algo de perfume. Rosalie me rocía el cabello con shampoo seco.

—No queremos que la cabeza te huela a sudor—dice. Y tiene razón.

Me dirijo al cine, en donde Edward y yo acordamos vernos. Cuando llego, corro hasta la puerta y lo veo de pie observando los posters.

—Hola—saludo, mi respiración sigue agitada. Me sonríe y me mira desde arriba.

—Hola, Bella—murmura—. ¿Estás bien?

—Claro—le sonrió, sosteniendo la respiración para no exhalar como un perro.

—He comprado ya los boletos—dice, agitándolos en su mano.

—Perfecto, ¿quieres palomitas?—camino hasta la dulcería y él me sigue.

Y otra vez, por insistencia mía, nos dividimos los gastos.

Esperamos sentados en uno de los sillones y me decido a mirarlo apropiadamente por primera vez. Está usando una playera blanca debajo de una camisa gris, arremangada hasta los codos, sus pantalones son oscuros y usa unos Vans. Se pasa una mano por el cabello y finalmente entiendo por qué lo trae tan desordenado.

— ¿Cómo estás?—le pregunto.

—Muy bien—dice—. ¿Tú?

—Algo cansada pero bien—le digo. Una cirugía siempre va a cansarme y a estresarme.

— ¿Qué te cansó?—pregunta, comiendo palomitas.

—Una cirugía a un gato—le digo.

— ¿Y está bien? ¿No lo mataste, cierto?—bromea.

—No—le digo—. Ahora está arreglado.

Le pregunto sobre su día y responde animado. Me cuenta que en este momento está trabajando en su propia casa, su hermano lo está ayudando mientras el resto del equipo se está dedicando a otros proyectos.

Alzo las cejas, sorprendida.

—Debe ser algo emocionante—comento. Y no logro imaginarme lo asombrosa que está quedando su casa, sé que cualquier cosa que salga de esa cabeza hermosa suya es perfecta y grandiosa.

—Lo es. Aunque mi familia me ha estado molestando…

— ¿Por qué?

—Se han dado cuenta de que estoy más feliz de la cuenta.

— ¿Y eso por qué?

Me mira y me sonríe juguetonamente y sé que es por mí.

—Sospechan que algo me pasa.

— ¿Y te pasa algo?—inquiero, haciéndome la tonta.

—Puede que sólo esté pensando en ti—me acaricia el dorso de la mano y no puedo ocultar la sonrisa—. Eres como mi secreto más evidente.

—Oh, me gustan los secretos—le digo sin poder pensar en otra cosa. Su tacto me hace cosas y su sonrisa me desordena la vida.

Durante la película, Edward se comporta como un adolescente tímido, pero aprecio el hecho de que me deje verla. Nunca me ha gustado ser de las que se enrollan en el cine, me gustan las películas. Edward sólo me toma la mano y acaricia mi palma.

Y otra vez, cuando nuestra cita termina, no me besa.

~DLDPQ~

El domingo me despierto temprano y luego de desayunar un bagel y un smoothie de frutos rojos, voy tocando las puertas de mis clientes. Unos momentos después, estoy saliendo del edificio con ocho perros atados a mi cintura y camino al parque por donde paseo siempre y en donde me encontraré con mi chico maravilloso.

Soy capaz de dar una vuelta antes de verlo a la distancia, está caminando junto a Loki y le sonrío.

—Esos perros son como una señal fluorescente—dice tan pronto como nos acercamos.

Loki y Diego se huelen los traseros, creo que se han hecho amigos.

—Son mis guardianes—respondo.

Caminamos por el parque y también andamos por los senderos, le pregunto sobre Loki.

—Lo encontré en un albergue—explica—. Agitó su cola cuando me vio y luego sólo lo adopté. Es mi segundo perro. El primero era un labrador, su nombre era Thor.

—Me gusta que te guste Marvel—le digo—. ¿Qué le pasó a Thor? ¿Se perdió en Asgard?

Ríe entre dientes.

—Tuvimos que dormirlo—murmura, su boca está curvada hacia abajo—. Se enfermó de cáncer y sufría mucho.

—Mmm—murmuro—. Una vez dormí a un chihuahua—le cuento—. Su dueña lloraba mucho.

La conversación toma un rumbo diferente cuando le pregunto si quiere comer un cono de helado. Queda poco tiempo para seguir paseando a los perros pero ya habíamos acordado pasar el día juntos.

Cuando caminamos de regreso a mi edificio estoy un poco nerviosa porque conocerá mi apartamento y estaremos solos ahí pero pongo cara de valiente y pretendo ser genial.

Él me acompaña al hogar de cada uno de mis clientes y cuando dejamos a María Antonieta en su casa, la Sra. Cope me da una sonrisa cómplice. Me despido antes de que pueda comentar algo sobre Edward y luego finalmente nos dirigimos a mi casa.

Estoy muy nerviosa, me limpio las palmas de las manos en el pantalón y abro la puerta.

—Bienvenido a mi choza—le digo, haciéndome a un lado para que entre.

Loki corre por el lugar, olfateando el piso. De los tres, es el más cómodo. Edward está de pie a mi lado.

—Vamos—lo animo y camino hasta la cocina, en donde me lavo las manos. Él hace lo mismo y salgo de ahí. No quiero tenerlo pegado a mí todo el tiempo –no es como si me molestara- pero quiero que se sienta cómodo.

Edward me sigue hasta mi habitación, sin decir nada. Tan pronto como abro la puerta me arrepiento al ver el desastre dentro. Estaba buscando más tarjetas de presentación en mis buros antes de salir por la mañana y estúpidamente vacíe los cajones en la cama.

—Oh, yo siento eso—digo, agitando la mano—. Estaba buscando algo.

Edward se sienta en un espacio libre en la cama mientras yo me deshago de mis horribles tenis.

—Me gusta tu apartamento—elogia—. Es muy nórdico.

Ignoro su comentario de arquitecto sabelotodo porque no sé a lo que se refiere y le sonrió.

—Gracias—respondo.

Edward está viendo alrededor y luego mira el desastre en la cama descaradamente, comienza a tomar cosas en sus manos.

— ¿Qué es toda esta chatarra?—se burla.

Ruedo los ojos.

—Son mis recuerdos—digo, quitándole un mini Scooby Doo de las manos.

— ¿Lista de deseos de Bella Swan?—lee el título de esa vergonzosa lista que hice en la Universidad.

—Oh, deja eso ahí—trato de arrebatársela pero él es más rápido.

—Déjame verla.

— ¡No! Eso es privado.

—No lo es—me ignora y comienza a leerla—. Número 1: Abrir mi propia clínica…—me cubro el rostro con las manos, avergonzada—. Ese ya lo has cumplido—dice—. Número 2: Saltar de un bungee…—se ríe y se la arrebato.

—No leas eso.

—Son deseos muy realistas—dice.

En realidad, son estúpidos y aburridos.

—Algunos, creo que sólo he hecho como tres—le digo—. ¿Quieres ver una película?—cambio el tema.

— ¿Sólo tres de veinte mil?—menea la cabeza—. ¿Qué pasa si mueres y nunca los haces?

—Eso sería triste—le digo, mirando la lista—. Uno de mis mayores miedos es no poder cumplir mis sueños.

—Entonces hazlos—lo miro de mal modo y aviento la lista a la cama otra vez.

—No es tan fácil—ataco—. Bueno, algunos lo son.

—Te propongo algo—dice y no puedo negarme a esos ojos—. Cumpliremos todos esos deseos tuyos… juntos.

— ¿Qué?—me río entre dientes aunque la idea no es mala.

—Sí, así puedo motivarte a lograrlos.

No es mala idea pero si esto no termina bien, Edward estará en todos mis recuerdos de mí cumpliendo mis sueños y eso sería deprimente, a pesar de ese pensamiento me encuentro diciendo: —Hecho.

Edward sonríe con todo y dientes.

—Genial, entonces elige uno que podamos hacer hoy—ordena.

Miro la lista y la leo superficialmente.

—Nop, no hay ninguno para hoy—murmuro viendo los que conllevan ahorrar dinero por mucho tiempo o estar en exteriores.

Edward resopla y se pone de pie.

—Entonces si no quieres cumplir un deseo hoy podemos cumplir uno de los míos—se acerca a mí y bajo la lista.

— ¿Tienes también una lista de deseos?—arqueo una ceja.

—Si—responde—. Sólo que la mía es mental, no necesito marcadores y stickers como niña de kínder—se burla y me quita la lista de las manos, arrojándola a la cama.

Oculto mi sonrisa.

— ¿Te falta creatividad?—picoteo.

—No, sólo que soy lo suficientemente maduro.

Ruedo los ojos y lo miro.

— ¿Qué deseo entonces?

No habla, sólo se acerca y su pecho está delante de mí. Trago nerviosa porque esto es lo más cerca que he estado de él y huele deliciosamente bien, alzo los ojos y sus labios tienen una leve sonrisa en ellos.

—Quiero intentar algo—murmura y sé de lo que está hablando. Va a besarme y no puedo estar más feliz por ello. Va a cumplir mi sueño.

No respondo sólo me atrevo a mirarlo a los ojos, ya no sonríe y tiene el ceño levemente fruncido, sus labios rosas entreabiertos.

—Sólo una cosa—susurra, su voz es ronca. Inhalo y luego coloca sus grandes manos en mi cintura. Vuelvo a respirar cuando su rostro está peligrosamente cerca—. No te muevas—. Susurra y obedezco.

Finalmente borra la distancia y cierro los ojos, sus labios son suaves y son lo mejor que he probado nunca. Mi imaginación no les hace justicia. Toma mi labio inferior entre los suyos y luego lo deja ir, vuelve a hacer lo mismo tres veces más, me da besos cortos y yo sólo quiero meter mis manos en su pelo cobrizo y no dejarlo ir nunca.

Me alzo sobre mis puntas y lo presiono, necesito más. Finalmente, sus manos suben hasta mi espalda y siento sus dedos enterrarse ahí, como garras. Coloco mis manos en su pecho y termino de besarlo como quiero.

Aparto la lengua del camino porque sólo quiero sentir sus labios y luego él suspira levemente cuando me alejo y vuelvo a atacarlo. Edward rompe el beso y puedo escuchar mi pequeña exhalación y el sonido de nuestros labios alejarse.

Su mano derecha ahora acuna mi cuello y mi nuca. Reposa su frente contra la mía y lo miro entre mis pestañas, tiene el ceño fruncido y los ojos cerrados, su mandíbula está apretada y yo sólo quiero besarla.

Cierro los ojos, disfrutando el momento y acaricio su pecho hasta dejar mi mano en su hombro.

—No sabes cuánto te he esperado—susurra y apenas lo escucho. La intensidad en sus palabras me asusta, siento que me está leyendo la mente. Este chico hermoso y maravilloso está feliz de conocerme y yo me siento de la misma manera, finalmente, este es el momento, está aquí.

—Ahora tengo miedo—susurro, arrugo su playera en mi puño.

— ¿De qué?—pregunta, acariciando mi nariz con la suya.

No abro los ojos, sólo suspiro.

—De perderte, siento que vas a desaparecer.

Él no dice nada, sólo vuelve a besarme y juro que este es el momento que esperé toda mi vida, lo sé. Edward es el indicado, es con quién soñé tantas noches y en quien pensé tantos días. Está justo aquí, besándome, estoy entre sus brazos y abro mi corazón ante esta oportunidad. Mi vida es una antes y otra después de él.

Edward es ese chico maravilloso con el que soñé, el chico maravilloso de mi deseo número trece.

Mientras mis labios se mueven contra los suyos, mi mente viaja a la lista que está descansando en la cama, detrás de él.

Deseo número 13: Enamorarme de un chico maravilloso.


¡gracias por sus comentarios, por los follows y también por los favoritos! Me alegra que les esté gustando. Escribí esta historia en cinco días, allá por el lejano mes de abril, y es bueno ver que mis ataques de escritura si dejan algo lol.

Nos leemos el domingo. Decidí actualizar los domingos porque el domingo es el día de Bella y Edward, ya verán.