Donde Los Deseos Pueden Quedarse
Capítulo 5
Edward dijo que él llevaría las bebidas al picnic y yo accedí a preparar la comida, de todas formas, me encanta cocinar.
Jane es lo suficientemente amable como para prestarme su cesta de mimbre. Jane suele acampar y pasar los ratos en el exterior y sólo hasta ese momento se me ocurre cómo es que no le he hablado de mi deseo de acampadas.
Decidí preparar lasaña y unos canapés con queso crema y jamón. También horneé un pay con ayuda de Rosalie.
Hablando de ella, está recargada en el refrigerador, mirándome.
—Te ves feliz—comenta y le da un trago a su limonada—. Edward te hace feliz, ¿cierto?
—Si—acepto.
—Siempre estás feliz pero ahora eres como una esfera brillante—se burla—. No creo que alguna vez te haya visto así.
—Sólo conociste a Riley y desde entonces fui una romántica sin pareja—le digo, mientras corto la lasaña en trozos.
Ya es domingo de nueva cuenta y ahora estoy pensando en que en lugar de llamarse así, deberían de llamarse Edward. Si antes me entusiasmaba mi día libre ahora estoy que exploto de la emoción. Jane ha intercambiado el día con Rosalie, así que ella también está libre.
—Porque quisiste—dice.
—Bueno, era eso o continuar ser llamada "pequeña zorrita" por todos—murmuro, no queriendo recordar los comentarios de los que fui víctima en la universidad.
—Bella, tenías 21, es perfectamente normal que una chica de 21 tenga citas—dice. Es lo mismo que me dijo cuando todo eso comenzó a afectarme.
—Sí, algunas citas… no tantas—digo, cerrando el refractario.
—No te pongas del lado de todos ellos, incluso tú misma creías que estaba bien tener citas.
—Eso fue antes.
Rosalie refunfuña y se rinde.
Cuando fui a la universidad, varios chicos me invitaron a salir y acepté felizmente porque eran guapos y, además, acababa de romper con mi novio de la preparatoria y debo aceptar que fue algo bueno para mi ego el hecho de que alguien más me encontrara atractiva.
Luego comencé a salir con Riley Biers y un mes después de haber terminado tuve otra cita. Entonces la avalancha de nieve cayó sobre mí y todos comenzaron a llamarme "zorra."
Fue un momento muy oscuro y muy difícil para mí. Renuncié a las citas luego de eso y hasta tres años después, fui capaz de tener sexo con un chico que conocí en un bar.
No he estado con alguien desde entonces. Han pasado cuatro años y ese episodio de mi vida es algo que no me gusta recordar y mucho menos, contarle a la gente. En realidad, sólo estuve con cuatro chicos durante toda mi vida, Mike Newton siendo el primero en la preparatoria y cuando llegó el momento de estar con Riley, él se mostró sorprendido.
—Es sólo que sé que te invitan a salir muchos chicos, siempre pensé que habías estado con ellos—había dicho.
—Bueno y…—Rose interrumpe mis pensamientos. La miró. Está pasando un dedo por el borde de su vaso—. ¿Ya se acostaron?
Me rio entre dientes. Rosalie.
—Ya habías tardado en hacer esa pregunta.
Ella se ríe y se encoge de hombros, luego se inclina a robar un canapé.
— ¿Y entonces?
—No—respondo.
— ¿Qué? Ha pasado un mes y están solos todo el santo día aquí… ¿por qué no lo han hecho?
—En realidad no se ha dado la oportunidad…
Arquea una ceja.
— ¿Qué?
—Bueno, Edward no es muy… tocador que digamos.
Ella se ríe.
—Por dios, Bella, habla bien, no tienes doce. ¿Qué es lo más lejos a lo que han llegado?
Lo pienso por un momento y sé que no le va a gustar mi respuesta.
—Edward tocándome la cintura.
Me mira circunspecta y luego estalla en carcajadas.
— ¡Estás bromeando!—está doblada de la risa.
Ruedo los ojos.
—No, no estoy bromeado—la empujo lejos—. Estamos tomando las cosas con calma.
Ahora sólo salen pequeños balbuceos de su boca.
—Bueno, está bien—me mira burlona.
El sexo no es algo en mi lista de prioridades y Rosalie sabe eso. Una parte de mí sabe que está preocupada, cree que es porque las burlas de aquellos tiempos me afectaron permanentemente y tiene razón. No creo que a un chico le agrade la idea de que salí en un montón de citas y de que "he salido de cada habitación en la ciudad", aunque es falso, creo que a mí también me molestaría que mi chico tuviera una puerta giratoria.
Edward llega puntual, como siempre, y me ayuda a cargar la cesta con la comida. Se despide de Rosalie con un gesto de la cabeza y un "nos vemos" y Rose me sonríe desde su lugar en el sillón.
—He decidido cumplir mi deseo catorce también—le digo tan pronto salimos del apartamento.
— ¿Y cuál es ese?—pregunta, llamando al ascensor.
—Decir "si" a todo durante un día.
Me mira rápidamente y me sonríe. Puedo ver los engranes en su cabeza.
—Me agrada ese.
Edward conduce hasta el parque y caminamos hacia el lugar que tengo pensado. Es al lado de un sendero, los árboles forman un techo natural y el espacio luce como un claro.
— ¿Quieres Dr. Pepper?—pregunta y entiendo lo que planea. Sabe que Dr. Pepper no me gusta pero no tengo opción.
—Si—mascullo y él se ríe, dejándose caer agraciadamente sobre la manta.
Observo cómo saca de la pequeña hielera que trae una lata de mi bebida y él saca una fría lata de Coca-Cola. Le entrecierro los ojos al ver que ha intercambiado nuestras bebidas.
—Dijiste que dirías "si" a todo—presume y abre su bebida. Tomo de mala gana la mía y le doy un sorbo. En realidad no está tan mal pero necesito mi Coca-Cola.
—Eso es trampa—remilgo.
Edward se ríe.
—Claro que no. El propósito de decir "si" a todo es salir de tu zona de confort y atreverte a hacer cosas. Tomar Dr. Pepper en lugar de Coca-Cola es un cambio.
Ruedo los ojos porque tiene razón, esa es la razón por la cual escribí ese deseo pero aun así me molesta.
—Hice lasaña—comento para cambiar el tema.
Los ojos de Edward brillan.
—Desde que comí ese espagueti he ansiado probar tu comida otra vez—dice y sonrío.
— ¿Por eso elegiste las bebidas?
—Soy un hombre listo—dice.
Le sirvo un gran trozo de lasaña caliente y espero su reacción al primer bocado, fingiendo no prestarle atención.
Edward esboza una pequeña sonrisa y se apresura a seguir comiendo.
—Si pudieras comer sólo una cosa por siempre, ¿qué sería?—pregunto antes de comer mi primer bocado.
Edward traga y me mira, luego me da una sonrisa torcida.
—A ti—dice.
Naturalmente, me atraganto y me cubro la boca con la mano. Mi cara está caliente y tengo una idea muy clara de cómo me veo.
Edward se está riendo a carcajadas y no puedo más que hacer lo mismo, con la boca cerrada, porque resulta que todavía tengo lasaña ahí.
— ¿Es el día de hablar de sexo o algo así?—murmuro, recordando las preguntas de Rosalie.
Edward ladea la cabeza, sigue sonriendo.
— ¿Por qué?
De pronto, me he acobardado. No quiero hablar de sexo con él, en especial de mi pasado pero tengo que responder si no quiero que insista.
Me encojo de hombros.
—Rose hablaba de eso hoy—digo.
—Oh… ¿y qué piensas sobre eso?—pregunta y sigue comiendo.
Demonios.
—Ah, es bueno, supongo—respondo escueta y le doy un trago a su Coca-Cola esperando que no note que he cambiado las bebidas.
Lo nota, por supuesto y me mira con los ojos entrecerrados y una sonrisa en su boca. Me encojo de hombros en plan "era inevitable."
—Creo que si—dice—. Es divertido pero puede complicar las cosas.
—Claro—murmuro, esperando que no vuelva a tocar el tema.
Comemos en silencio por un rato, antes de que pregunte:
— ¿Quieres complicar las cosas?—y entiendo a lo que se refiere. Pregunta, sutilmente, si quiero tener sexo con él y en realidad me gustaría pero no estoy lista.
—Tal vez luego—respondo y asiente, satisfecho.
~DLDPQ~
Para cuando terminamos el postre, Edward nos ha tirado en la manta y usamos su chaqueta como almohada.
— ¿La mejor cosa? Eh… creo que convertirme en arquitecto y las vacaciones con mi familia—responde a mi pregunta de qué es lo mejor que le ha pasado en la vida—. Tu turno.
—La clínica—respondo sin dudarlo y deslizo mi dedo por la pantalla de mi celular.
Edward tuvo la maravillosa idea de buscar preguntas en internet y ahora las respondemos. Es algo bueno que no nos estemos viendo a la cara, en caso de que una pregunta vergonzosa aparezca. Quiero saber todo de él y es por eso que hice que él respondiera primero, si pasaba una pregunta podría darme oportunidad de hacer lo mismo. Es un arma de doble filo porque si responde una me obliga a hacerlo a mí también.
Se asegura que no haga trampa de elegir las preguntas, está mirando la pantalla también.
— ¿Qué es lo peor que te ha pasado en la vida?—pregunto y me arrepiento, porque yo sí sé qué es lo peor.
Edward suspira y mira al cielo de árboles.
La luz del sol se filtra por algunos espacios y podemos escuchar las risas de los niños que juegan con una pelota en el mismo sitio que nosotros. Deben de tener alrededor de cuatro años. Sus madres están sentadas en una banca charlando entre ellas. Al otro lado, hay una chica leyendo un libro y una banca más lejos, unos ancianos.
—Creo que… he tenido una buena vida y no quiero que suene rencoroso pero creo que lo peor fue mi novia de la universidad engañándome con mi mejor amigo.
Bueno, él está siendo vulnerable. Me atrevo a serlo también.
—Oh, eso es malo—murmuro y él se ríe entre dientes, una risa bajita—. Creo que… mi madre dejándonos y…—mi voz flaquea y me quedo callada.
— ¿Y?—Edward presiona.
No quiero hablar de eso, en verdad no. No quiero que este precioso y perfecto chico salga corriendo cuando le cuente de mi fama de fácil.
—Y sí, creo que eso—finalizo y él se queda contento.
~DLDPQ~
Es alrededor de las nueve de la noche cuando Edward se va. Hemos pasado el resto de la tarde en mi habitación y volvió a jugar conmigo sobre darle el "si" a todo.
Así que ahora mis labios están rojos e hinchados, al igual que los suyos. Paso una mano por su cabello en un intento de aplacarlo pero no funciona. Me mira intensamente y me besa otra vez.
Su mano se desliza hasta mi muslo y envuelvo mis manos en su cuello. Él es quien termina el beso.
—Tengo que irme—susurra contra mis labios.
Quiero pedirle que se quede, que esté siempre junto a mí, en cambio digo:
—De acuerdo.
Estar aquí, tirados en mi cama, besándonos, ha puesto a trabajar mi mente. No tengo idea alguna de cuándo estaremos juntos y tengo miedo de no poder hacerlo por culpa de mis prejuicios.
Deseo con todas mis fuerzas que este chico hermoso se quede aun cuando después de hacerlo por primera vez, le diga que quiero llevar el sexo con calma, entonces me preguntará por qué y tendré que pensar en una mentira o decirle la verdad.
Salimos de mi habitación y caminamos directo a mi puerta. Rosalie no se ve por ningún lado.
—Te veré luego, corazón—murmura y se inclina para volver a besarme.
Lo beso de vuelta, atesorando este momento antes de que el pasado se acerque a nosotros como una avalancha de lava y nos queme irremediablemente.
honestamente, estoy en contra del slut-shaming pero ese es el mensaje de esta historia: encontrar el amor en medio de todo el ruido.
Muchas gracias por los reviews y sus interacciones con esta historia. Si aún no se han unido al grupo de facebook, las invito a pasarse por ahí. Pueden encontrarlo como Redana Crisp.
¡Nos leemos el jueves!
