Donde Los Deseos Pueden Quedarse
Capítulo 8
El festejo en casa de los Cullen terminó muy bien el domingo. Muy bien para todos, excepto para mí.
Tuvimos un desayuno especial y luego una mariscada junto a la piscina por la tarde, finalmente, partimos a casa.
Edward estuvo inusualmente callado, no con las personas, específicamente conmigo y finalmente me di cuenta de que debía aferrarme a cada segundo de felicidad que se me concediera, sobre todo porque esos segundos estaban contados. Soy consciente de mi gran habilidad para arruinar hasta los mejores momentos por culpa de mis miserables dudas y de las infinitas vueltas que doy a las cosas. Qué desperdicio, si tenía apenas unos pocos segundos, malgastar ninguno de ellos con lamentos.
Así que el miércoles lo llamo y acepta venir a mi apartamento tan pronto como yo salga de trabajar. Es hora de aclarar la situación.
Edward toca la puerta y lo dejo entrar. Rosalie tiene una cita, aunque no me dijo con quién. Supuse que fue de último minuto porque nunca mencionó nada y de repente entró a la ducha y salió muy guapa de su habitación.
Entonces ahora estoy sentada junto a Edward en la sala. Edward siempre se sienta en el sillón azul y comienzo a creer que es su favorito.
Le ofrezco pay de manzana y acepta. Hablamos de cualquier cosa mientras comemos nuestra porción, ignorando completamente al elefante en la habitación. Pareciera que el tema saldrá a colación justo cuando uno de los dos deje el plato en la mesa de centro. Y lo hace.
—Quiero disculparme otra vez por lo ocurrido el sábado—. Edward comienza y mi sonrisa se borra, la buena noticia es que todavía no termino mi porción por lo que miro mi plato y corto muy despacio un trozo—. Es decir, no quiero que pienses que lo planeé o que ahora es necesario hacerlo.
Finalmente lo miro. ¿Qué fue lo que dijo?
— ¿No es necesario?—repito sus palabras.
—No—menea la cabeza, tamborilea sus dedos en el respaldo del sofá—. Era de lo que quería hablarte—continúa—, tomé la decisión de quitar el tema del sexo de la mesa.
Lo miro como si no lo reconociera.
—Claro…—se apresura a añadir—. No estoy diciendo que nunca pasará, sólo estoy diciendo que no hay prisa.
Luce ansioso y tímido, mira alrededor, a todos lados menos a mí. No puedo creer lo que está diciendo. Supongo que lo juzgué mal.
— ¿Y… por qué has decidido eso?
—Oh, bueno… tampoco es como si hubiera tomado una decisión por los dos, es sólo lo que yo pienso.
Trago mi bocado.
— ¿Entonces por qué piensas eso?—reformulo la pregunta.
Edward suspira y se mira la mano.
—Porque… bueno, siempre he creído que el sexo complica las cosas. Es bueno, es muy bueno, pero puede acelerar la situación. Y no quiero acelerarlo.
Su idea del sexo es diferente a la mía. Para mí, el sexo es un tabú, es como robar; para Edward, una posibilidad.
—Oh—digo.
Edward me mira, está incómodo.
— ¿Está eso bien?—pregunta, en voz baja.
Con su confesión, Edward me ha quitado un peso de los hombros, parcialmente.
—Si—digo—. Tampoco es algo en lo que yo pienso.
Edward ladea la cabeza y me arrepiento. Va a preguntar la razón.
— ¿Por qué?
Suspiro y miro mi rebanada mordisqueada de pay. Edward se ha sincerado y se lo debo.
Me encojo de hombros.
—No lo veo muy necesario—digo simplemente y parece satisfecho.
—De acuerdo—acepta y luego sonríe—. Entonces, no por ahora.
"Por ahora", eso es lo que me aterra.
—Lucías… decepcionado o molesto el fin de semana—digo en voz baja, luego de un rato.
Edward se pasa una mano por el cabello y mira su regazo.
—Sí, lo siento yo…—menea la cabeza—. No estaba molesto contigo, sino conmigo.
— ¿Eh?
Me mira.
—Me prometí a mí mismo no acelerar las cosas y luego el sábado te estaba quitando la ropa—resopla, en una risa ahogada—. No quiero cometer los mismos errores del pasado, es por eso que te estoy contando sobre mi decisión.
No digo nada, espero a que se explique y lo capta.
—Cometí el error de tomar esa misma decisión antes y no decirlo. No resultó bien—apoya su cara en su mano, ya no me mira—. En la universidad, no lo hacía con mi novia y finalmente comenzó a presionarme y a pedir explicaciones, lo cual es completamente comprensible. Finalmente lo hicimos, pero no siempre, seguía teniendo mis… recatos—se ríe entre dientes—. Un mes después me engañó. Y creí que era por eso, sigo creyendo que fue por eso.
— ¿Te engañó por qué no podía esperar?—pregunto, trato de controlar el reproche en mi voz pero no funciona.
Edward se encoge de hombros.
—Nunca me dijo por qué, no volví a hablar con ella luego de eso, fueron sólo ideas mías. Estuvimos juntos por poco más de un año y sólo lo hicimos los últimos cuatro meses—. Edward vuelve a menear la cabeza—. Incluso cuando le hablé sobre conocer a mis padres me dijo que era muy pronto. Un año era muy pronto para conocerlos y mucho tiempo como para no haber tenido sexo. Tenía una… manera peculiar de ver el tiempo.
—Mmm…—suspiro—. Lo siento.
Él vuelve a encogerse de hombros.
—No importa. Es sólo que siempre me quedé con la duda. No le pedí explicaciones, sólo la vi y me fui de ahí.
Oh oh.
— ¿La…—no termino la pregunta.
Edward asiente con la cabeza.
—Sí, estaba haciéndolo con mi amigo, en la habitación de él. Me fui de ahí y no volví a hablar con ninguno de los dos.
—Eso está jodido—murmuro y me inclino para dejar mi plato.
Edward se ríe entre dientes y comienza a trazar figuras sobre mi pantalón.
— ¿Por qué… por qué no quieres hacerlo tú?—pregunta con voz ronca, en un murmullo.
Debí suponerlo. Me tenso y quito mi pierna de su regazo, sus manos caen. Edward parece no entender que las palabras lastiman, incluso más que los golpes, y las palabras que más hieren son las respuestas a las preguntas que no deseamos contestar.
—No lo he hecho en mucho tiempo—confieso—. No lo veo como algo muy importante—finalizo.
— ¿Y por qué no lo has hecho en mucho tiempo?—presiona. Tiene sentido—. ¿Nadie se le acercaba a la loca de los perros?—me jala el cabello y me río.
—No, suponían que estaba amargada y que olía a orines.
Edward se carcajea, echando su cabeza hacia atrás.
—Sólo estaba… ocupada. No buscaba citas ni iba a lugares a los que la gente va a conseguir citas.
— ¿Qué lugares son esos?—bromea.
—No lo sé. Iba a bares pero terminaba escabulléndome. Tampoco descargué Tinder.
Edward se ríe entre dientes. Sus ojos se arrugan y sólo quiero besarlo. Me inclino y lo hago porque si no, puedo explotar.
Edward me sujeta de la cintura y luego, me tira sobre él. Estira las piernas y los dedos de mis pies quedan en sus tobillos. Estoy sobre él y se siente tan bien.
Restriega su nariz contra la mía y me da un suave beso en los labios, como el aleteo de una mariposa.
Lo miro a los ojos y sé que no puedo hacer esto. No puedo darle sólo sobras como explicación.
—En realidad, me aterra el sexo—digo, en voz baja, como un susurro. Me siento más segura así, cerca de él y no viéndolo a los ojos. Estoy mirando su nariz.
Edward vuelve a darme un beso corto.
— ¿Por qué?
Me encojo de hombros y me pica las costillas.
—Sabes muy bien por qué.
Maldito sabelotodo.
—Tuve… una etapa difícil en la universidad y… dejé de tener citas.
Edward rodea mi cuerpo con sus fuertes brazos.
— ¿Es algo muy malo?
—No…bueno, lo es pero no es algo como abuso o algo así.
—Que bien—ronronea y vuelve a besarme.
—Te lo contaré luego—finalizo.
Tal vez lo olvide y no vuelva a sacar el tema, tal vez pueda zafarme con un comentario.
Estaba dispuesta a contárselo pero me acobardo. Tener a Edward así, debajo de mí, besándome, abrazándome, me deja vulnerable y no quiero arruinar el momento.
No hoy.
~DLDPQ~
Edward no ha leído mi lista de deseos así que me pide una foto de ella porque elegirá uno para cumplir, como una sorpresa.
Acepto y tomo una fotografía de la infame lista, cuidando de que ni los deseos trece y veinte se vean. Son vergonzosos y no quiero que vea que he tachado el trece. El veinte nunca se cumplirá.
Entonces, el domingo al medio día, Edward toca a mi puerta y lo saludo con una sonrisa. Me regresa el gesto y luego se inclina a besarme, me alza y envuelvo mis piernas en su cintura. No me importa estar en el pasillo de mi edificio. Edward descaradamente coloca sus manos en mi trasero, sosteniéndome y luego me deja besos en todo el rostro.
Finalmente me deja sobre el piso.
—Alguien está ansiosa hoy—murmura mientras me ve tomar mi bolso y cerrar la puerta detrás de mí.
—Me gustan las sorpresas—me encojo de hombros.
Y vaya sorpresa que me espera. Si antes no estaba completamente enamorada de Edward, esto debería bastar para caer rendida a sus pies.
Edward me ha llevado a un descampado, a un lugar especial, a un lugar lleno de globos aerostáticos y mi sonrisa no puede ser más grande.
— ¡No lo hiciste!—chillo, y aprieto su brazo con mi mano derecha. Nuestras manos están entrelazadas, al igual que nuestros brazos y ríe entre dientes.
Supongo que salir con un hombre rico si tiene sus ventajas.
—Sí, si lo hice—murmura.
Se gira hacia mí y me besa ligeramente, quiero más pero se aleja y nos encamina hacia una caseta improvisada.
Edward entrega nuestros boletos y el sonriente chico con una gorra los sella y nos deja entrar.
—Elijan su favorito—explica y caminamos.
Mis ojos buscan el globo más hermoso posible y finalmente elegimos uno, estampado con trapecios azules, verdes, amarillos, naranjas, rojos, morados. Luce como un arcoíris.
Edward no suelta mi mano en ningún momento, ni cuando estamos en las alturas. Me giro a verlo y me sorprendo al ver que Edward a la luz del sol, con el cielo de fondo y el viento alborotando su cabello es más hermoso que el paisaje a nuestros pies.
—Gracias por esto—murmuro y apoyo mi cabeza en su pecho. Edward me está envolviendo con su brazo y besa mi coronilla.
Escucho el latido alborotado de su corazón y contemplo el horizonte.
No quiero perderlo, espero que esto nunca termine, ni siquiera el tiempo podría curar mi corazón roto. Tengo tanto miedo de que se vaya, me exiliaría de la tierra.
Edward me sostiene la mano y la aprieta. Lo abrazo más fuerte, quiero sentirlo más cerca. Me besa la frente.
Son momentos nuevos y sagrados que se están volviendo mi religión, lo amo tanto.
Alzo la cabeza y lo miro. Edward está viendo el horizonte también y luego mira hacia abajo, hacia mí.
—Te amo—murmuro. Justo ahí, en el aire, con Chicago a nuestros pies, se lo digo. Es un secreto que no puedo guardar más.
Edward sonríe, sus ojos verdes brillan.
—Vaya—murmura—. Yo también te amo—finaliza y luego cuando me besa siento que una luz dorada crece en mi interior, como si Edward la hubiera depositado ahí.
Tenemos tiempo de tomar fotografías y bromeo con Edward sobre tirar su celular y ver a quién podría caerle en la cabeza allá abajo. Edward me toma fotos y yo tomo unas cuantas de él. Apunto mi celular en modo selfie y luego Edward me besa en la mejilla en el último minuto; activo el modo ráfaga y creo que el espacio en mi celular está lleno pero no podría importarme menos.
Finalmente nos tranquilizamos y me dice que va a llevarme a almorzar a un lugar bonito.
—Bueno, es lo menos que puedes hacer—bromeo y se ríe. Su pecho retumba.
Edward me acomoda frente a él y envuelve sus brazos en mi cintura. Luego de unos momentos, habla.
—Bella—me llama, su voz arde, está llena de fulgor.
— ¿Mmm?—murmuro y coloco mis manos en sus brazos.
—Le he estado dando vueltas al asunto…—comienza, su voz es clara y demasiado alta, no es necesario hablar tan fuerte pero eso sólo le añade intensidad a sus palabras—. Y he decidido que no importa.
Frunzo el ceño porque no tengo ni idea de lo que está hablando y me giro en sus brazos para verlo.
—Quiero creer que lo que te pasó en la universidad es algo muy malo…—sigue y mi corazón se detiene, dejo de respirar—. Algo lo suficientemente malo que hizo que dejaras de buscar, que te rindieras en el amor, que te rindieras con las personas pero no importa nada de eso—su voz ahora es más baja y me mira a los ojos, estoy a punto de llorar—. No importa si eso te detuvo todo este tiempo, no importa si no estás lista para el sexo, no importa si te sigue afectando. No me importan las ideas que te has formado en la cabeza, las precauciones, tus juicios. No me importa nada. Estoy dispuesto a estar contigo, con toda tú, porque si te voy a amar, me voy a enamorar de cada detalle tuyo y de todos tus defectos, que son perfectos pero que probablemente me molestarán en el futuro.
Entonces lloro otra vez, mis lágrimas tienen el mismo sabor que las derramadas en casa de sus padres. Lloro porque estoy arruinada, estoy tan manchada, estoy tan rota y humillada. Lloro, otra vez, porque han pasado años y me sigue afectando, pero este chico frente a mí me está diciendo que me ama de la misma manera. ¿Me amara de la misma manera cuando le cuente lo sucedido? Probablemente se está imaginando una mala ruptura, de esas que te rompen en dos y que te arrancan hasta el alma.
Entonces me enojo. Estoy enojada porque soy tan estúpida y porque Edward, este desconocido que entró a mi vida una década después y que no sabe nada, está metiendo sus manos enteras en la herida. Sabe que todavía me duele debajo de las cicatrices de donde me destrozaron pero lo que él está haciendo es igual de malo.
Quiero arrojarlo al vacío, quiero arrojarme al vacío yo misma y dejar de ser. Mi corazón está sangrando y Edward está frente a mí, besando mis mejillas lagrimosas. ¿Quién se cree que es? Mis manos se convierten en puños contra su pecho y quiero empezar a golpearlo, pero también me está dando una oportunidad. Al mismo tiempo que rasca en la herida abierta está poniendo una bandita sobre ella. ¿Cómo es eso posible?
—Te quiero completa—murmura contra mi oído, me está abrazando—. Cada. Jodido. Detalle. ¿Entiendes?
Asiento con la cabeza por inercia. No sé lo qué está pasando.
No entiendo cómo es que me siento tan herida y tan curada al mismo tiempo.
La luz dorada en mi interior crece y crepita por todo mi cuerpo, hace que mis puños se deshagan y que me rinda en sus brazos.
Una vez creí que el amor era en blanco y negro o que posiblemente era de un rojo ardiente, pero ahora entiendo que es dorado, es dorado como la luz del sol junto a nosotros.
Entonces, abro los ojos y alzo mi rostro hacia Edward, me despido con la mirada y luego me arrojo al vacío, despojándome.
Sus labios son lo suficientemente fuertes para atraparme y tomar mi mano durante el viaje.
¡Díganme qué piensan!
Gracias por sus comentarios, xoxo.
