Donde Los Deseos Pueden Quedarse
Capítulo 15
He estado con Edward durante seis meses. Y han sido los mejores seis meses de mi vida.
Edward llegó tempestuoso, como un huracán. Llegó a mi vida para decirme que lo que pensaba sobre mí era una mentira, llegó para curarme y demostrarme que si había alguien para mí, para decirme que para sentirse especial se necesitan días, horas, minutos, que hacerme sentir especial no es un derecho que me gané, sino la forma en la que las cosas deberían ser. Para probar que el amor verdadero si es para mí, que no es difícil amarme, como todo el mundo me hizo creer, que amarme es tan fácil como respirar y que, a pesar de todo, siempre estará ahí.
Edward llegó para quedarse.
Por eso me siento tan mal cuando lo lastimo.
—Lo siento—murmuro cuando entro a su sala. Está viendo la televisión. Con Loki a su lado.
Me mira.
—No te preocupes—responde, con voz queda.
—Lo lamento, no me di cuenta de que era tan tarde—trato de explicarme.
Hoy, finalmente, la nueva recepcionista, Emily, llegó a la clínica. Mañana es su primer día de trabajo pero Ángela la citó hoy para explicarle algunas cosas.
La madre de Ángela enfermó y tuvo que ir al hospital, así que tuve que quedarme con Emily a explicarle todo lo que debería saber.
La hora de cierre se pasó y terminé saliendo dos horas después pero, al menos, Emily comprendió su trabajo.
—No pasa nada, Bella—Edward repite.
Y por lo tanto, me perdí de la cena con sus padres. Honestamente, creí que Edward seguía ahí así que me sorprendí al verlo aquí al entrar.
Acción de Gracias fue muy bueno junto a Charlie pero es inicios de diciembre y Edward cree que es hora de conocer a mi padre. Así que nuestras maletas están casi listas en el pasillo.
Rodeo el sofá y me siento junto a él.
— ¿Esme lo entendió? En verdad me siento mal por fallarle.
Edward menea la cabeza.
—Sí, estuvo bien. De todas formas, te envió un plato entero y Jasper y Alice la mantuvieron entretenida la mayor parte de la cena.
— ¿Por qué estás aquí tan temprano entonces?—pregunto.
Se encoge de hombros.
—Sólo regresé temprano—no me mira, ve el televisor.
Aprieto los labios.
— ¿Estás molesto?
Niega con la cabeza y entrecierro los ojos.
—Claro que lo estás—le digo—. Siempre me ocultas cosas.
—Claro que no—esta vez sí se vuelve a mirarme, con el ceño fruncido.
He notado que le molesta que hable de sus errores o de sus fracasos. Edward es demasiado perfeccionista.
—Sí, eres demasiado… caballeroso.
Sonríe sólo un poco y regresa a la televisión. Ni siquiera le está prestando atención, sólo rehúye mi mirada.
Le pico el brazo.
—De acuerdo, puede que estuviera un poco molesto.
Tomo su barbilla en mi mano y lo obligo a mirarme.
—Ni siquiera llamaste—dice—. Y no respondías.
—Lo siento, perdí la noción del tiempo—respondo, feliz de que se haya sincerado—. A veces hago eso, me quedo en mi mundo por mucho tiempo.
—Lo sé—responde y se inclina a besarme pero me alejo.
— ¿Aún quieres ir a Forks?
—Claro que si—dice, rodando los ojos.
— ¿Seguro?
—Sí, Bella.
—De acuerdo—ahora si lo beso—. Vamos arriba, quiero recompensarte.
Se ríe.
—No tienes que hacerlo.
—Pero quiero. ¿Quieres ir en contra de mis deseos?—arqueo la ceja.
—Claro que no—dice, levantándose—. Tus deseos fueron los que nos trajeron a esto en primer lugar.
~DLDPQ~
El vuelo a Seattle nos lleva alrededor de seis horas incluyendo esperas en los aeropuertos. Edward sostiene mi mano y luego nos dedicamos a rentar un auto.
Edward quería manejar de Seattle a Forks en el Volvo pero me rehúse a que gastara más dinero en transportarlo. Después de todo, se apresuró a comprar los boletos de avión mientras acordábamos pagarlos entre los dos.
Las chicas me prometieron que no me preocupara por la clínica, tendrían todo bajo control. Le di un abrazo a Rosalie antes de irme y fui directo a casa de Edward.
De ninguna manera vamos a dormir en casa de Charlie. Estoy segura de que hará que Edward duerma en el sofá incómodo y viejo y que me mantendrá encerrada en mi habitación, así que tan pronto como llegamos a Forks luego de cuatro horas de viaje en carretera nos registramos en el pequeño hotel del pueblo.
—Entonces esto es Forks—murmura Edward, mirando por la ventana de la habitación.
—Bienvenido a mi hogar—digo ahogadamente contra la almohada.
—Andando, salgamos de aquí—dice, acercándose a la cama y jalando mi mano.
Gimo. Estoy cansada y quiero estar tirada. De todas formas, ¿qué quiere hacer? Está a punto de nevar.
—Estoy cansada y hace frío—murmuro.
Edward suelta una risa.
— ¡Vamos, Bella! Muéstrame la ciudad—ordena, jalándome—. Además, ¿no dijiste que tenías hambre?
— ¡De acuerdo!—me levanto y luego de usar el baño y asearme un poco salimos del hotel.
Son alrededor de las siete. Es hora de la cena y Charlie tiene el turno de la tarde, así que saldrá del trabajo alrededor de las diez de la noche. Visitar a Charlie hoy no es una opción así que caminamos entre el frío y cortante viento hasta llegar a la cafetería del pueblo.
Nos sentamos en una cabina de la esquina y miro por la ventana, sacándome los guantes.
—Me gusta. Luce como un pueblo donde rodarían una película de terror—dice Edward, tirando sal en la mesa y jugando con ella.
—Eso es de mala suerte y tienes razón—respondo—. Espera a que te lleve al bosque detrás de mi casa.
Edward va a decir algo pero una voz lo interrumpe.
— ¡Bella Swan!—un hombre me llama y miro hacia allá. Es una voz que reconozco. Maldigo en mi mente.
Es Mike Newton. Mike Jodido Newton. Mi primer novio. Con el que lo hice en mi habitación.
Mike se acerca. Luce bien, no ha envejecido mucho pero tiene una ligera barriga. Sus ojos azules chisporrotean mientras me sonríe.
—Hola, Mike—murmuro, nada feliz de verlo pero debí suponer que él estaría aquí. Mike no fue a la universidad. Se quedó a cargo de la tienda de artículos deportivos de sus padres. Me pregunto si todavía viven. Eran viejos incluso en ese entonces.
— ¿Cómo estás, Swan?—golpea mi hombro ligeramente con su puño—. ¡Luces bien!
Miro a Edward pero él está mirando a Mike.
Mike sostiene un café en su mano izquierda y está usando una chaqueta de mezclilla con borrega en el interior. Sus pantalones están sucios, al igual que sus botas.
—Muy bien—respondo y entonces Mike mira a Edward.
— ¡Hola, hombre!—saluda y quiero cortar la conversación en ese momento. Mike Newton es el tipo de chico que le contaría a tu esposo los detalles de su tórrida noche de pasión.
Aunque la nuestra no fue una noche y no fue tórrida. Nunca fue tórrido.
—Hola—Edward responde, reservado, y es ahí cuando noto, no por primera vez, la diferencia entre Mike y Edward.
Mike luce desarreglado, apurado, ocupado. Edward luce pulcro, relajado, feliz.
—Bien, Bella—Mike dice, en tono de felicitación—. Ustedes, chicos, ¿están saliendo?—mueve su café entre nosotros, señalando.
Maldición.
—Vine a ver a mi papá—corto, antes de que Edward pueda responder, no lucía como si quisiera hacerlo pero aun así.
—Genial, salúdame a tu viejo—dice Mike—. Aunque lo vi ayer—mira por la ventana—. De acuerdo, nos vemos luego—se despide.
—Adiós, Mike—respondo rápido.
Me da una sonrisa come mierda y me mira durante unos segundos antes de irse, como si estuviera satisfecho. Idiota.
Suspiro, aliviada.
Por suerte, la mesera llega antes de que Edward pueda preguntar algo. Al parecer el alboroto que Mike causó la alertó de los nuevos clientes.
Edward ordena una hamburguesa y una malteada, con papas fritas incluidas. Yo ordeno pasta Alfredo y el pollo parmesano.
— ¿Quién era él?—pregunta, obviamente, en cuanto la mesera se va.
—Mike Newton—respondo, mirando la cesta de pan que la chica dejó. Tomo una pieza.
— ¿Amigo de toda la vida?—Edward inquiere, mordisquea un poco de pan.
—Sí, algo así—murmuro. No tengo intenciones de que se entere.
—Genial—dice y luego nos quedamos en silencio mientras esperamos la comida. Edward envuelve una pierna con la mía.
Comemos mientras hablamos de su trabajo y luego pedimos la tarta de moras como postre. Es mi favorita y al parecer a Edward le ha gustado bastante la comida del lugar porque dice que vayamos a desayunar el día siguiente. Acepto y luego regresamos al hotel por petición suya.
—Creí que querías que te mostrara el pueblo.
—Es tarde y hace frío—dice, sacándose la ropa detrás de mí.
Me giro para encontrarlo con el torso desnudo.
—Prefiero pasar la noche haciendo otras cosas.
— ¿Cómo qué?—murmuro, risueña. Verlo hace que se me debiliten las piernas.
—Ya sabes qué—se encoge de hombros.
—No, no lo sé.
Comienzo a deshacerme de la ropa bajo la atenta mirada de Edward y cuando quedo en ropa interior, intenta atraparme.
—Aléjate, voy a bañarme—le pico las costillas y se aleja de un salto. Edward es cosquilloso y aprendí de su debilidad en el momento perfecto.
— ¿Nos bañamos juntos?—ronronea en mi oído, tomando mi cintura mientras saco cosas de mi maleta.
Me encojo de hombros para causar expectativa pero cuando comienza a besar mi cuello y me muerde el hombro, suspiro.
—Mueve el trasero entonces.
Edward me besa duro y húmedo en la ducha. Mis manos resbalan por su espalda mojada y atraigo su regazo al mío. Gime en mi boca y entierra sus manos en mi cabello, jalándolo fuertemente, haciendo que mi cuello se arqueé.
Delinea mi piel con la punta de su lengua y estoy que me muero. Deja un beso francés en la base de mi garganta y luego avanza a mis clavículas. Vuelve a morderme el hombro y luego me gira.
Mi espalda contra su pecho, mi trasero apretado contra su erección y gimo entre dientes. Sus grandes manos recorren la parte anterior de mi cuerpo. Toma mis pechos en sus manos y los aprieta. Muerde el lóbulo de mi oreja y gime en mi oído cuando me restriego contra él.
Su mano derecha baja hasta mi centro mientras toma mi pecho derecho con su mano izquierda, su brazo colocado fuertemente a través de mi torso.
Sus dedos abren mis pliegues e inserta un dedo dentro de mí.
—Aahh…—gimo.
—Inclínate, nena—susurra en mi oído—. Quiero follarte por detrás.
Hago lo que me ordena sin rechistar y estoy lista para él. Acaricia mi exterior con su glande y luego de un movimiento se entierra en mí.
Me toma fuerte y duro mientras el agua salpica en mi espalda, estoy segura de que está dejando una marca roja. Sus manos aprietan mi trasero y gime fuertemente. El embate entre nuestros cuerpos desnudos crea el sonido más erótico después de sus gemidos roncos y luego cuando estoy a punto de venirme, se sale de mí y frota mi clítoris rápidamente.
Sus manos se mueven y termino antes de sentir su líquido caliente en mi cintura y trasero.
No hemos estado usando condón últimamente y sabemos que estamos jugando con fuego pero al parecer, a Edward le gusta correrse sobre mí.
—No pasará nada, Bella—murmuró contra mis labios la primera vez.
— ¿Sabes que existe el líquido…
Me cortó.
—Sí, lo sé. No pasará nada.
— ¿Seguro?
Mi pregunta fue estúpida y ambos éramos estúpidos pero qué más daba, estaba caliente y lo quería dentro de mí.
—Puedo usarlo si quieres.
—No, sólo hazlo—me restregué contra él y me obedeció.
Hasta ahora no había pasado nada. Mi periodo llegó en octubre y en noviembre y me dio una sonrisa petulante cuando salí del baño y se lo dije.
—Te dije que no pasaría nada. Puedo sentirlo cuando va a venir.
— ¿Y qué si pasa?
Edward rodó medio cuerpo sobre mí y me besó la mejilla.
—Que pase. Estaremos juntos siempre.
—No sabes lo que dices.
—Sé exactamente lo que digo.
Me dormí luego de eso y no volvimos a hablar. No estoy lista para tener hijos y no sé si él lo está pero al diablo todo. No puedo pensar cuando estoy tan cachonda.
~DLDPQ~
Charlie nos recibe con una sonrisa. Incluso su bigote sonrió.
Vamos ahí luego de almorzar en la cafetería y nos dejamos caer en el sofá mullido. Charlie se sienta en su sillón café.
—Y Edward, ¿cómo te ganas la vida?—pregunta Charlie, con una cerveza Rainier, su favorita, en su mano derecha.
Es demasiado temprano para beber pero él dice que está disfrutando su día libre.
Oh, padre, Edward ya ganó la vida. Ha vencido a la vida. Ha vencido todo. Y es tan perfecto, padre. Lo amo tanto, no lo ahuyentes.
—Soy arquitecto—él responde—. Mi familia tiene una compañía de construcción—Edward responde.
—Oh, genial—dice Charlie, sus cejas se alzan, sorprendidas.
—Su familia es genial, papá—digo, tomando la mano de Edward entre la mía. Su mano es preciosa y la mía es delgada y huesuda. En verdad tengo manos de queso.
— ¿Si?
—Hacen lo que pueden—Edward se encoge de hombros.
— ¿Desde cuándo están juntos?—Charlie entrecierra los ojos y me avergüenzo de no habérselo dicho antes.
—Mmm, seis…—Edward duda, mirándome.
—Sí, seis meses—le respondo a Charlie. Sé exactamente que Edward sabe, tal vez no estaba seguro de qué responder.
—Oh, bueno—acepta mi padre—. Eso es genial—está incómodo. No se le da muy bien conocer gente nueva. Le da un trago a su cerveza—. Bells ha estado sola por mucho tiempo.
Ay, genial.
—Papá…—gimo bajito, avergonzada.
Edward sonríe, resopla al ocultar su risa.
—Yo también, Charlie, yo también—Edward palmea mi muslo y me mira. Le sonrío y sé que es suficiente para Charlie.
Se inclina y enciende la televisión.
Comenzamos a ver una película y luego Charlie cambia a un partido de béisbol.
— ¿Quieres pasear por el pueblo?—le pregunto a Edward.
—Eh, claro—me responde, despegando su vista del televisor.
— ¡Genial!—me levanto rápidamente. Necesito salir de ahí. Estoy incómoda pero al parecer ellos están perfectamente—. Andando. Volveré para hacer la cena, papá.
—Eso está muy bien—murmura Charlie.
Ruedo los ojos y luego tomo la mano de Edward, sacándolo de ahí.
Caminamos hasta el bosque detrás de mi casa.
—Lamento si Charlie es muy callado—le digo—. No es contra ti.
Él le resta importancia con la mano.
—Está bien—responde—. Me esperaba un interrogatorio en plan policía pero está bien así, es mejor.
—Bueno—curvo mis labios en un puchero coqueto y le agito las pestañas.
Sonríe y me besa la frente.
Caminamos por ahí mientras le cuento de la preparatoria y luego llegamos a un sitio.
— ¡Mira!—sonrío y me apresuro a un gran árbol con un hoyo en su tronco, a la altura del suelo. Quito la piedra que lo cubre—. Aquí solíamos esconder las cervezas—le cuento—. Ángela también escondía pruebas de… Olvídalo—me corto y me levanto rápidamente.
Edward se ríe, echando su cabeza hacia atrás.
— ¿Cómo es que un animal no lo ha ocupado?—pregunta, pateando la gran piedra.
—No creo que los conejos muevan rocas enormes. Pasamos horas buscando una roca lo suficientemente grande y pesada para cubrirlo—. Digo—. También solíamos tener diarios y los escondíamos aquí. Cuando estaba avergonzada sobre mi primera vez escribí una carta y la escondí aquí, bueno, no era una carta era sólo el chisme completo y le dejé una nota a Ángela en su casillero. Luego al día siguiente vino gritando hacía mí.
Edward sonríe mientras me mira.
— ¿Cómo se llamaba él?—pregunta.
Y me arrepiento.
—Eh, no recuerdo—miento pero se me da muy mal mentir. Vuelvo a cubrir el agujero y jalo a Edward para sacarlo de ahí.
—Claro que lo recuerdas—dice.
—No, claro que no. ¿Quieres ir al centro? Tomaremos el coche, hace frío.
—Sí, claro. ¿Fue Mike?
Me quedo quieta y lo miro.
—Vi la foto en tu casa—explica.
— ¿Qué foto?—frunzo el ceño.
—Hay una foto de tu graduación sobre la chimenea. Estás con él.
—Oh.
— ¿Fue él?
—Si—mi voz sale como un globo desinflándose.
Edward asiente lentamente con la cabeza y sus labios se curvan hacia abajo, en plan "bueno, ya que."
—Vayamos al pueblo—toma mi mano y me dirige al auto.
~DLDPQ~
Durante el camino le señalo lugares y luego nos detenemos en una tienda de antigüedades.
—Oh, es una buena tienda—le digo—. Tienen cosas muy lindas.
Edward me acompaña por los pasillos y luego ve algo a la distancia.
—Oh, ahora vuelvo—me dice.
—Si—le sonrío y sigo hurgando entre la ropa.
Por un momento, pierdo a Edward y luego alguien me da un golpecito en el hombro. Me giro, esperando que sea él o alguien a quien le estoy bloqueando el paso.
Me giro y oh por dios, mi pasado hace otra aparición. Bueno, no es nada sorprendente, después de todo, volví a mi pueblo.
—Hola, Bella—me sonríe con sus dientes perfectos.
—Jake…—murmuro, un poco sorprendida y luego sonrío—. ¡Jake! ¿Cómo estás?
—Muy bien. Luces bien—hace un gesto con su barbilla y sujeto las prendas contra mi pecho.
— ¿Haces algunas compras?
—Oh, si—alza un atrapa sueños y lo balancea frente a nosotros—. Mi prima está por cumplir años y tiene pesadillas.
—Oh, es muy lindo.
— ¿Qué haces por aquí? Creí que estabas en Chicago.
—Sí, vine a visitar a Charlie—murmuro y miro la ropa cuando no puedo huir de la mirada penetrante de Jake.
En verdad espero que haya superado su enamoramiento pero al ver sus ojos, veo que no.
—Sería lindo pasear por ahí, podríamos ir a La Push.
Asiento con la cabeza, no sabiendo qué más hacer pero mis palabras son una negativa.
—Eh, en verdad tengo que hacerle la cena a Charlie y… me voy mañana.
—Podríamos ir mañana—insiste. Su cabello largo se mueve al compás de su cabeza.
—No creo que sea posible. Verás, estoy aquí con mi novio.
Su sonrisa se borra un poco.
—Oh.
—Si—asiento y busco a Edward con la mirada detrás de Jake pero no lo encuentro—. Él debería estar por aquí.
—Genial—Jake murmura pero su expresión dice todo lo contrario—. En otra ocasión será.
—Seguro.
—Bueno, me alegró verte—se despide.
—Lo mismo digo.
—Será mejor que vaya a pagar esto.
—Adelante—me hago a un lado y él pasa.
Edward se acerca unos momentos después.
—Oh, ¿dónde estabas?
—Por ahí, viendo cosas—dice.
— ¿Te decidiste por algo?
—Esto—me muestra unos libros y señala la ropa en mis manos.
— ¿Quieres ver un poco más?—pregunta.
—No—respondo—. No queremos pagar extra en el aeropuerto. Andando.
Cuando nos acercamos a la caja, veo a Jake subirse a su moto y arrancar.
— ¿Quién era el chico?—pregunta cuando salimos, carga las bolsas así que puedo colocarme los guantes.
—Ah, su nombre es Jacob. Un chico de la reservación. Su padre es amigo de Charlie.
—Se veía… enamorado—murmura mientras enciende el auto.
Me río entre dientes. No quería que Edward viera eso. Nos habíamos encontrado con dos "ex amores" y… ¿sería esta la confirmación que Edward necesitaba? ¿Era esto lo que se suponía tenía que ver para dejarme atrás?
—Jugábamos de niños. Supongo que estaba feliz de verme.
—Bueno, definitivamente se quedó algo colgado.
—Sí, creo que si—murmuro y miro por la ventanilla.
Edward conduce a casa de Charlie y luego lo ayuda a cortar algunos troncos para la chimenea.
Me dedico a preparar la cena. Hago enchiladas verdes. A Edward le gusta la comida mexicana y a Charlie le caería bien cambiar tanta carne roja por pollo.
— ¿Necesitas ayuda?—Edward pregunta, abriendo la puerta trasera. Sonríe.
—No, está bien.
—De acuerdo—responde y vuelve a salir.
Durante la cena, Charlie y Edward hablan de la liga de béisbol y luego de la de futbol, dejándome fuera de la conversación. Me alegra, Edward me ha ignorado intencionalmente desde que volvimos de la tienda y tengo miedo de que mis sospechas sean ciertas.
Pero era bueno verlos llevarse bien.
— ¿Alguien quiere más?—pregunto.
Charlie está cortando su última enchilada, mientras se ríe de algo que Edward le dice. Este me tiende el plato, sin mirarme ni dejar de hablar.
Le sirvo tres enchiladas más y me siento. Charlie se levanta para servirse más luego de haber perdido su oportunidad.
Miro a Edward pero él no me mira. Rozo mi pierna con la suya, tratando de llamar su atención pero no pasa nada.
Regreso mi atención a mi plato y decido sólo comer.
Nos despedimos de Charlie y la noche transcurre en un silencio tan ensordecedor que hace que los oídos quieran sangrarme. Edward está leyendo bajo la luz de la lámpara cuando salgo del baño. Estoy cansada y aturdida y ansiosa, no creo poder dormirme.
— ¿Te molesta la luz?—pregunta cuando me ve acomodarme.
—No—respondo y le doy la espalda.
No sé en qué momento me quedo dormida.
Cuésteme lo que me cueste, lo enfrentaré mañana.
Oh, oh, ¿qué mosco le habrá picado a Edward? Al menos Charlie fue bueno, sólo avergonzó un poquito a Bella pero creo que ese es su trabajo, ¿no?
Muchas gracias por sus reviews. Nos leemos el domingo :)
