Donde Los Deseos Pueden Quedarse


Capítulo 17

Epílogo

La llamada del hospital no tarda mucho en llegar. Corro hacia allá a media mañana y conozco a los hijos de la Sra. Cope, me dejan entrar a la habitación y se despide de mí.

No puedo evitar llorar y le prometo que cuidaré de María Antonieta.

— ¿Y ese chico… sigue ahí?—pregunta, con dificultad. Está algo confundida y me doy cuenta de que cree que han pasado años desde que entró al hospital cuando en realidad sólo han pasado tres días.

—Si—sonrío, entre lágrimas.

—Cuídate mucho, Bellita—dice la Sra. Cope, tratando de apretar mi mano pero ya no tiene fuerzas—. Y no lo dejes ir—mueve mi mano, señalando la importancia de sus palabras. Suena como una abuela regañándome.

Me río entre dientes y luego le doy un abrazo.

Regreso al trabajo y esa misma tarde, alrededor de las 3, su hija me llama. No planean hacer mucho, sólo desean enterrarla así que me invita al entierro.

Se lo digo a Rosalie y me acompaña. Quiero llevar a María Antonieta, así que la atamos a su correa rosa brillante y nos quedamos de pie, un poco alejadas de sus hijos. María Antonieta está triste y no quiere regresar a casa. Rose tiene que cargarla en sus brazos y luego nos vamos.

Esa noche, Edward me mensajea y me invita a una cena con sus padres. No estoy de humor, no después de ver cómo enterraban a mi vecina que conocí por alrededor de siete años, pero acepto. No lo he visto desde que me fui a Forks y una semana sin él me vuelve loca.

Tomaré una ducha. Dejaré la puerta abierta, sólo entra, le respondo.

Eso es peligroso, dice.

Ruedo los ojos porque sé que es peligroso pero nunca ha pasado nada loco en mi edificio así que corro al baño deshaciéndome de mi uniforme quirúrgico.

Estoy a punto de terminar cuando escucho la puerta cerrarse, luego pasos al baño.

—Bella, estoy aquí—dice, fuertemente.

— ¡Dame un minuto!—respondo a gritos.

Cuando salgo del baño en bata y ropa interior veo a Edward sentado en la sala y María Antonieta está en su regazo. Le rasca la cabeza.

— ¿Qué está haciendo aquí?—pregunta.

Camino a mi cuarto y me sigue. Deja a la cachorra sobre mi cama.

—La he adoptado—anuncio—. Deseo número nueve cumplido.

Comienzo a revolver cosas en el armario y tomo unos pantalones y un suéter de cuello de tortuga, junto con un suéter ecléctico que Rose tejió para mí.

— ¿Por qué? Ya habías adoptado a Loki. Y a él no le agrada.

Edward intenta jugar con María Antonieta pero sigue demasiado triste.

—Si le agrada—respondo, poniéndome los calcetines—. La ignora pero le agrada y no lo busqué. En realidad es algo muy triste.

—Luce triste—comenta Edward, le acaricia el lomo y ella coloca su pequeña trompita sobre su otra mano.

—La Sra. Cope murió—le digo y luego me mira rápidamente—. Cuando volví de Forks descubrí que estaba en el hospital. Está un poco traumada—señalo a la Pomerania con la barbilla.

— ¿Qué? ¿Por qué?—Edward pregunta, lo he tomado por sorpresa.

—Murió hoy. Fui al entierro y luego volví al trabajo. Las personas mueren, Edward—murmuro. En realidad si estoy triste.

— ¿Por qué murió?

—Encontraron un tumor. Fue demasiado tarde. Andando.

— ¿No vas a secarte el cabello?—pregunta.

Me acerco a la cama y tomo a María Antonieta en mis brazos, encogiéndome de hombros.

—No, es tarde. Vamos—respondo aunque sé que me moriré de frío y que probablemente me enfermé por salir mojada al frío infernal de Chicago—. ¿Puedo llevarla? No quiero dejarla sola.

—Seguro—él responde.

María Antonieta se convierte en el centro de atención de Esme y Alice y se ve un poco más animada. Esme me pregunta si ya comió y niego así que le da un poco de pollo desmenuzado. María Antonieta come a mis pies y luego se acuesta ahí, cansada y triste.

Pobre cachorra.

Siento un cariño especial hacia ella. Después de todo, si aquel día no se hubiera soltado de su correa no hubiera conocido a Edward.

Esa noche la paso con Edward. Loki se alegra al vernos pero al descubrir al bulto en mis manos, se aleja. Luce celoso y receloso.

—Te dije que no le agradaba—dice Edward, cerrando la puerta detrás de él.

—Bueno, no todos los hermanos se agradan—respondo.

Logramos acomodarla junto a Loki. Él, como todo un caballero, comparte su cama con ella pero le da la espalda.

Este deseo cumplido no fue tan bueno como el resto, las circunstancias lo arruinaron pero los deseos, deseos son.

Acaricio la espalda de mi nueva mascota y le rasco las orejas a Loki antes de contemplar que este deseo, también se quedará.

~DLDPQ~

La boda de Ángela y Ben se celebra una semana antes de mi aniversario con Edward. Es una fiesta divertida y ni siquiera la familia aburrida de Ben puede arruinarla.

Bailo toda la noche junto a Edward y cuando es momento de irnos, estoy sudada, al igual que él. Se quita el saco antes de subir al auto y su camisa azul de seda se pega deliciosamente a su espalda. Mi vestido lila de dama de honor se me pega al pecho y puedo sentir el sudor escurriendo.

Esa noche, lo hacemos sudorosos y el sabor y el olor de Edward me vuelven loca. Es primitivo y sucio y él lame mi cuello y mis pechos. Gruñe al hacerlo. No me contengo y araño su espalda, dejando su sudor en mis uñas, antes de lamerla. Es salado y Edward. Es justo lo que necesitaba.

~DLDPQ~

Rosalie se muda al apartamento de Emmett. Comienzan a vivir juntos a principios de julio y finalmente dejamos nuestro apartamento.

Es un momento emocional, así que nos tomamos un tiempo para empacar nuestras cosas y despedirnos del lugar. Nuestro hogar. Lo ha sido desde el último año de universidad y dejó de serlo justo cuando ambos encontramos lo que buscábamos.

Nos tomamos una copa de vino sobre el sofá, viendo nuestras plantas formadas en una fila en la entrada a la sala.

Rosalie se quedará con la mitad y yo con el resto. La vajilla que compramos juntas también la dividimos. Al igual que las botellas de vino que nos quedaban.

—Lo extrañaré—murmura, terminándose el contenido de su copa.

—Yo también—respondo, a pesar de ya no pasar tanto tiempo aquí, siempre era mi puerto seguro. Mi espacio.

—Es bueno que nos vayamos con nuestros hombres—dice—. Somos como las hijas solteronas que finalmente dejarán la casa luego de casarse—se rasca la mejilla y veo que está llorando un poco.

Paso un brazo por sus hombros.

—Siempre nos tendremos la una a la otra—le digo—. Si las cosas no salen bien, volveremos. Sacaremos a quién sea que esté viviendo aquí y tomaremos el lugar a la fuerza.

—Hecho—se sorbe la nariz.

Brindamos y me termino el vino.

Sin embargo, las cosas si salieron bien.

Tres semanas después Edward se me propuso.

Pasamos el mes siguiente decidiéndonos sobre una boda tradicional o correr al juzgado de la ciudad.

A inicios de septiembre, nos dirigimos al juzgado. Alice y Esme no están contentas. Les gusta planificar cosas pero Edward le dice a su madre que al menos Jasper ya le dio una boda qué planear.

Charlie está aquí también. Lo hice subirse a un avión y venir a mi boda. Luce bien con su traje negro.

Mis chicas están a mi lado, sonriéndome. Charlie le tiende una caja a Rosalie y ella la abre.

—Bella, gírate—me ordena.

Me muestra lo que planea ponerme en el cabello. Es una peineta plateada, con zafiros.

—Al menos ten esto—dice Charlie—. Lo guardé todo este tiempo.

—De acuerdo—acepto y Rosalie la coloca sobre la unión de mis trenzas en la parte posterior de mi cabeza.

Edward se inclina y firma. Su firma es preciosa. La manera en que su saco negro se ciñe a su espalda me hace lamerme los labios. El primer botón de su camisa azul oscuro está desabrochado y me aliso las arrugas inexistentes de mi pantalón color melocotón.

Uso un traje a la medida. Mi atuendo monocromático está impecable y aunque no quiero admitirlo, los tacones me están matando.

Finalmente firmo. Tomo la mano de Edward y me caso con él.

Así de simple. Así de impulsivo.

Está sonriente. Alice toma muchas fotos y mi favorita es una en donde acomodo el cuello de la camisa de Edward y él deja un mechón suelto de mi cabello detrás de mi oreja.

Es perfecta.

Me toma por el trasero y envuelvo mis piernas a su alrededor. Me besa y el mundo deja de existir.

Es sólo él.

Mi Edward.

Mi esposo.

Mi deseo.

Se está quedando conmigo, para siempre, a pesar de todo, se está quedando.

~DLDPQ~

Los deseos imposibles se cumplen.

Tacho cuatro deseos de mi lista cuando Edward me muestra los billetes de avión al día siguiente, cuando despierto desnuda contra su pecho.

Abre el cajón del buró y me tiende mi lista. Me arroja una pluma al regazo.

—Hazlo—apresura.

Tomo la pluma con mi mano derecha, temblorosa, y como en una película cursi tomo su mano y la acomodo sobre la mía.

Entonces ambos tachamos mis deseos. Esos que sólo él podía hacer posibles.

Deseo 15: Tener una casa.

Deseo 18: Visitar España.

Deseo 21: Casarme.

Deseo 22: Viajar a otro país.

Los hizo posibles. Justo como lo prometió, cumplimos mis deseos juntos.

~DLDPQ~

España es asombrosa. Tiene ese aire urbano del que me enamoro rápidamente. Todos esos cafés y librerías al alcance de nuestra mano.

Visitamos tiendas bohemias y caminamos tomados de las manos por los parques y las calles adoquinadas del centro de Madrid.

Las luces amarillas hacen que la piel de Edward brille y me detengo a besarlo bajo una farola. Envuelve su brazo en mis hombros y caminamos de vuelta al hotel cuando ya es tarde.

Bebemos vino enredados en las sábanas blancas de la cama, con las cortinas abiertas, viendo las luces brillantes de la ciudad.

Edward se tira sobre su estómago y me deja hacer lo que siempre quise hacer cuando vi su espalda desnuda por primera vez.

Dibujar constelaciones con sus lunares. Uno sus lunares con líneas y le beso el hombro.

Tomo una foto y me tiro sobre él. No se mueve, tiene los ojos cerrados y está un poco borracho. Yo también lo estoy.

—Te amo—le susurro al oído.

—Mmm—asiente y sonrío.

Huelo su cuello, huele a sudor, a Edward y a Dior.

Huele a casa. Huele a todas esas cosas lindas que te puedes imaginar. Se siente como hogar.

—Gracias.

— ¿Por qué?—pregunta, su voz rasposa.

—Por todo.

Cubro nuestros cuerpos con la sábana, manteniendo cálido a Edward, encerrándolo debajo de mí, pretendo mantenerlo así por los siglos de los siglos.

Querida yo del pasado, quiero contarte algo:

No te preocupes por nada. Tus demonios acabaran consigo mismos antes de que tengas la oportunidad de enfrentarte a ellos. No te rindas con él, porque se ve como todo lo que has soñado, se siente como nunca creíste que se sentiría. Y ¿todo eso que creíste que no era para ti? Lo es. Y es incluso mejor. Sólo tienes que perdonarte y tomar su mano. Es tan bueno, que esta vez, el pasado no lo arruinó.

Él no te soltará.

Nunca.

Estará ahí. Créeme, lo hará. Es el lugar donde los deseos pueden quedarse, te ayudará a cumplir todo y no te mentirá.

Y una noche, en Madrid (sí, lo hiciste, llegaste a España), luego del vino y de los besos, tomará tu mano, entrelazará tus dedos con los suyos y susurrará:

—Me quedé.

Entonces será para siempre.


FIN


Muchas gracias por sus comentarios y sus interacciones. Nos faltan dos outtakes :)