Estaba demasiado concentrada en cepillar su cabello, mientras miraba su reflejo en el espejo con detenimiento, que ni siquiera se giró cuando escuchó la puerta de la recamara ser abierta, ni cuando su marido soltó un suspiro como signo de agotamiento o cuando se tumbó a la cama mientras emitía una frase para dejar aún más claro el hecho de que se encontraba sumamente cansado.
En realidad, estaba inmersa en pasar el cepillo por el mismo mechón de cabello que ni siquiera se percató de cuando Kristoff abandonó el colchón de la cama tan solo para caminar hasta donde ella estaba y colocar sus manos alrededor de sus brazos; lo cual la sobresaltó.
— ¿Te asusté? — Preguntó el rubio genuinamente preocupado.
—Lo siento, sólo estaba distraída — Respondió ella, sonrió mientras lo miraba a través del espejo.
— ¿Pensando en mí? — Bromeó Kristoff provocando que su esposa soltase una risa mientras negaba con la cabeza, en realidad, ambos rieron por unos segundos antes de recuperar la compostura — ¿Hay algo que preocupe a esa linda cabecita tuya? — Cuestionó el hombre antes de besar la sien de su esposa.
—Nada de lo cual debas preocuparte — Dijo ella — ¿Cómo estuvo tu día? ¿Mucho trabajo?
—Un poco, pero nada que vaya a matarme…por ahora.
—No digas esas cosas Kristoff — Le reprendió Elsa —. No es gracioso que bromees con ello — Comentó con seriedad.
—Bien, pero sobre tu pregunta…en realidad si fue un día agotador, pero por lo menos ahora Krei se ha calmado con eso de enviarme a otras ciudades a trabajar — Dijo, Elsa intentó no mostrarse molesta ante la mención del jefe de su esposo —. Así al menos puedo pasar más tiempo con mi chica especial.
— ¿Y quién es tu chica especial? — Preguntó ella un poco confundida puesto a que él no solía referirse a ella de esa forma.
—Pues tú — Respondió — ¿De quién más podría estar hablando si no?
—No lo sé… tu dime — Contestó.
— ¿Celosa?
—No — Dijo — ¿Debería?
—Definitivamente, porque debo confesar que Gastón tiene lo suyo — Bromeó haciendo mención de uno de los trabajadores de la empresa, Elsa no recordaba mucho a ese hombre, solo sabía que le irritaba y que había decidido evitarlo en cada una de los eventos de negocios a los cuales Kristoff la había llevado como su acompañante, tampoco recordaba cuál era su puesto y tampoco tenía interés en averiguarlo — ¿Y yo debería estar preocupado?
—En definitiva, porque tengo una enorme lista de pretendientes — Rió Elsa —. Es un número alarmante de hecho — Agregó.
—Si claro — Dijo con sarcasmo el rubio —. Seguramente hay una fila enorme de hombres tras de ti, pero yo estoy al inicio de la fila ¿Cierto?
—Sí que eres optimista — Habló ella — ¿Seguro de que es así?
—Tonta — Rio él antes de abrazarla y besar su mejilla.
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Kristoff era dulce; eso no podía negarlo, pero le era difícil visualizarlo como algo más que un amigo. Desconocía si él la miraba de una manera similar o si realmente la amaba de una forma romántica, pero preguntárselo directamente estaba lejos de ser una opción.
Quizá nunca se acostumbraría a compartir una misma cama con él o al tacto de su piel contra la suya, pero le quería de cierta manera…y no deseaba lastimarle, por más que eso fuese irónico tomando en cuenta sus acciones pasadas y el hecho de que aguardaba a que su esposo saliera de casa esa mañana para ir en búsqueda de algo más que flores.
Quizá el peligro de ser descubierta era lo que provocaba que su corazón se acelerase o tal vez era la culpa lo que impedía que pudiese tranquilizarse mientras intentaba rebanar un jitomate.
— ¿Segura de que todo está bien? — Elsa se maldijo por no poder ocultar mejor sus emociones — ¿Te sientes mal? Puedo avisar que faltaré y llevarte al médico.
—Me siento bien, sólo me distraje — Respondió —. Hace tiempo que no llamo a Anna y estaba pensando en eso; en que debería llamarla pronto.
—Dale un saludo de mi parte cuando lo hagas — Dijo Kristoff —. En fin, debo irme, si algo ocurre o te sientes mal, llámame sin importar la hora, vendré por ti.
—Antes de que te vayas déjame terminar de prepararte el almuerzo — Dijo ella apresurándose a cortar un par de rebanadas de jitomate —. Casi termino — Metió todo en un contenedor y se lo entrego —. Y sobre lo del médico, te aseguro que mi salud está en perfectas condiciones.
— ¿Tomaste el medicamento?
—Lo haré después de desayunar — Respondió ella —. No tienes por qué preocuparte tanto por mí, no estoy muriendo ni planeo hacerlo pronto; no te desharás tan fácil de mí.
— ¿Quién te ha hecho pensar que deseo deshacerme de ti? — Preguntó él.
—Es sólo un chiste — Habló ella —. Ten un lindo día.
—Te veo en la tarde — Dijo Kristoff acercándose para darle un beso en la frente —. Te amo.
—Igual yo — Pronunció en un tono de voz más bajo —. Hasta la tarde.
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Cuando llegó a la florería Hans se encontraba atendiendo a un cliente, así que ella procedió a pasearse por el establecimiento mirando las flores y algunas otras cosas que vendían como peluches, chocolates, entre otras golosinas y tarjetas. Era como un eterno día de San Valentín.
— ¿Un regalo para un enamorado? — Se preguntó cuánto tiempo había transcurrido o si acaso el pelirrojo se había apresurado a deshacerse de ese otro cliente tan sólo para acercarse a ella tan pronto como le fuese posible.
—Soy casada, creo haberlo mencionado — Dijo ella.
—No lo recuerdo, pero ¿Importa? — Habló el florista — ¿Regalo de aniversario?
—No, sólo…
— ¿Sólo estaba viendo? — Adivinó él — Empezaré a creer que viene tan sólo para ver a un apuesto florista y no tiene intenciones de realizar alguna compra.
— ¿Acaso aquí hay un apuesto florista? No he tenido oportunidad de verlo — Bromeó la rubia —. Al parecer soy desafortunada.
—Graciosa — Escupió con sarcasmo.
—Bueno ¿Y qué flores me recomienda para un enamorado? —Preguntó ella — ¿Rosas?
—Sólo si quiere dejar en evidencia que no se tomó demasiado tiempo en pensar en él — Respondió dejando entrever un desprecio a las flores mencionadas —, o bien su falta de originalidad.
—De acuerdo, usted es el experto así que…deme una sugerencia — Dijo ella — ¿Qué tipo de flores le obsequiaría usted a su enamorada? — Preguntó.
—No tengo una enamorada…por ahora — Dijo él —, pero respondiendo su pregunta creo que regalar flores debería ser algo muy personal; si es que realmente le interesa era persona debería saber si tiene alguna flor favorita o hay quienes investigan el significado de cierta flor para comunicar algo.
— ¿Cómo qué?
—Amor, pasión, gratitud…esa clase de cosas — Mencionó algunas.
—Bueno yo…— Intentó pensar en algo.
—Los claveles son una buena opción — Volvió a hablar en vista de que la rubia no parecía saber que comentar —. No son tan básicos como lo son las rosas, ni dejará en evidencia que eligió las primeras flores que vio.
—Suena bien — Opinó ella.
—Entonces ¿Llevará una flor o el afortunado merece un ramo? — Preguntó Hans.
—Creo que una basta, como dije…no es un aniversario sólo…un detalle — Dijo ella —. Nada especial.
—Bien — Pareció no darle demasiada importancia.
Una vez entregado su clavel rojo envuelto cuidadosamente con celofán atado con un listón blanco ella realizó el pago correspondiente.
— ¿Sabe? Comprar una flor para un enamorado no es precisamente la mejor manera de captar la atención del florista apuesto — Opinó Hans.
— ¿Quién dijo que deseo la atención de alguien? — Preguntó ella — Y en todo caso…creo que sería una interesante manera de decirle a alguien que tendrá que esforzarse por captar mi atención — Sonrió.
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Sorpresivamente para Kristoff le habían avisado que su esposa se encontraba en recepción y había preguntado por él, alertado porque ella pudiese tener un problema grave se apresuró a llegar, la encontró sosteniendo una flor en sus manos; algo extraño.
— ¿Te encuentras bien? — Cuestionó alertado.
—Sí, estoy perfectamente no te preocupes — Respondió ella —. Sólo pensé en…visitarte y traerte una flor, la vi de camino y pensé en ti — Mintió.
— ¿Pero estas bien? — Insistió en preguntar lo mismo.
— ¿Por qué siempre asumes que tengo problemas médicos? — Se quejó la rubia.
—Me preocupo por ti, es todo.
—Y lo agradezco, pero enserio estoy bien y no debes preocuparte, si algún día llego a tener algún problema de ese tipo te lo haré saber — Comentó Elsa —, pero deja de actuar como si fuese a morir en cualquier segundo.
—Bien, bien — Levantó las manos —. No era mi intensión hacerte enojar.
—No lo estoy — Aseguró. Kristoff no le creyó del todo —.Bien, ya vine y quizá debería irme y dejarte trabajar o te meterás en problemas por mi culpa.
—Espera — La detuvo el rubio — ¿Te gustaría salir a cenar esta noche?
— ¿Acaso olvide una fecha importante? — Cuestionó ella.
—No, pero tu tuviste un detalle conmigo y creo que podríamos tener una noche especial — Dijo tomando con cuidado el clavel que Elsa le había obsequiado —. Además hay un par de cosas que me gustaría hablar contigo.
— ¿Qué clase de cosas?
—No sea impaciente señora Bjorgman, lo averiguaras esta noche.
—Sabes que no me agrada que andes de misterioso — Comentó ella con seriedad.
— ¡Vaya que sorpresa! — Antes de que cualquiera de los dos pudiese decir se vieron interrumpidos por la voz del jefe de Kristoff — Elsa Bjorgman, tiempo sin verla ¿Cómo se encuentra?
—Más que bien, gracias por preguntar — Respondió ella intentando no dejar en evidencia cualquier emoción que ver a Alistair Krei pudiese provocarle — ¿Y usted?
—Perfectamente, me alegra escuchar que se encuentra bien y verla nuevamente — Comentó el empresario —. Es usted un hombre afortunado — Dijo Alistair dirigiéndose a Kristoff —. Espero tener la oportunidad de volver a verla pronto — Colocó su mano en la espalda de Elsa, bajándola discretamente hasta tocar el trasero de la mujer.
—Bueno, sólo vine a dejarle un obsequio a mi esposo y ahora debo volver a casa — Habló ella, apartándose casi de inmediato —. No los interrumpo más, seguramente tienen mejores cosas que hacer.
