Sintió sus labios besar el interior de su muslo mientras que una de sus manos se aferraba con fuerza al otro muslo; quizá para evitar que ella cerrase las piernas en medio de un reflejo o impulso, pero no era una sensación que la molestase, en realidad, todo lo contrario.
Arqueó su espalda y rápidamente sintió los brazos del pelirrojo sobre sus hombros desnudos, sus labios no demoraron demasiado en probar la piel de su cuello, mientras que una de sus manos bajo lentamente por su brazo izquierdo; con el único propósito de llegar a uno de sus senos, acariciándolo con dulzura para finalmente pellizcar ligeramente su pezón, algo que le hizo soltar un ligero gemido.
Por su parte Alistair había seguido subiendo por sus piernas, besando, lamiendo y acariciando cada rincón de piel a su paso, finalmente llegando a su destino: su intimidad.
— ¡Elsa! — La rubia abrió los ojos, encontrándose con la reconfortante y a su vez decepcionante realidad de que todo había sido un sueño. Kristoff empezó a golpear la puerta.
— ¡Un segundo! — Exclamó la rubia mientras intentaba hacer las sábanas a un lado para poder levantarse de la cama, se aseguró que su pijama no estuviese desabotonada antes de quitar el seguro a la puerta y abrir — ¿Pasa algo?
—No deberías dormir con la puerta cerrada con llave, podría ser peligroso — Aconsejó Kristoff.
—No pasó nada, no discutamos por eso — Murmuró Elsa.
—Sueles despertarte antes que yo ¿Está todo bien? ¿Te sientes mal? — Preguntó Kristoff.
—No, todo está perfectamente — Respondió —. Tan sólo me quedé dormida y ni siquiera es muy tarde ¿Esto es por qué no he preparado el desayuno? — Cuestionó ella.
— ¿Qué? — Preguntó desconcertado — ¡No! Sólo me pareció algo inusual y quería asegurarme de que estabas bien, pero si estas cansada…puedes volver a dormir, lamento haberte despertado.
—Está bien, de igual forma creo que no debía quedarme en cama hasta tarde — Evitando mencionar el hecho de que no sabía cómo sentirse al respecto de su sueño que involucraba a Alistair Krei —. Prepararé el desayuno rápido.
—No hace falta, yo puedo encargarme del desayuno o — Hizo una pausa —, tengo algo de tiempo antes de mi hora de entrada, podría llevarte a desayunar a un lugar bonito.
—Yo…
— ¿Sigues molesta conmigo?
—No — Respondió.
—Me alegra escuchar eso — Sonrió —. Entonces ¿Aceptarías una cita para desayunar?
— ¿El plan incluye panqueques? — Preguntó ella.
—Probablemente.
-o-
Elsa dio un último sorbo a su jugo de naranja mientras miraba a través de la ventana del establecimiento.
—Me alegra mucho que ya no estés molesta, extrañaba esto ¿Sabes? — Habló el rubio — Eres mi mejor amiga Elsa.
—Igual me da gusto — Habló en voz baja.
—Si soy honesto contigo, yo he sentido que nuestra relación…no ha ido bien desde hace tiempo, incluso desde antes de mudarnos a Dinamarca — Confesó Kristoff —, en ocasiones pienso que el problema fue la boda.
— ¿Crees que cometimos un error al casarnos? — Preguntó ella.
—Me gusta pensar que no, pero no sé qué opines tú al respecto — Contestó. Soltó un suspiro antes de continuar —. Es sólo que siento que éramos unidos, buenos amigos antes de la boda, no sé si te sentiste presionada a aceptar o si…
—La verdad las cosas si han resultado ser muy diferentes a lo que yo creí que sería nuestro matrimonio — Admitió ella —. Eres una buena persona y coincido en que antes parecíamos llevarnos mejor, no sé si haya sido el aborto o todos los cambios que implicó salir de Noruega, pero…simplemente ha sido diferente.
—Escucha — Dijo él —. El señor Krei me llamó temprano esta mañana y cabe la posibilidad de que tenga que ir a un viaje de negocios, no quería irme sin arreglar las cosas contigo.
—Creo que irte o no, no es exactamente tu decisión sino del señor Krei — Mencionó ella.
—Podría renunciar.
—Kristoff…
—La cosa es que…ahora que dices no estar molesta conmigo, aceptaré ir — Dijo el rubio —, pero quería decirte que…quiero que pienses en cómo te sientes al respecto de nuestro matrimonio, si acaso quieres que termine o si crees que esto tiene solución…yo…sólo quiero que seas feliz Elsa. Aceptaré lo que decidas.
—Hace poco me propusiste adoptar…
—Y hablaba enserio, pero... ¿Eso te haría feliz?
—Yo…no lo sé.
—Enserio desearía que eligieras intentarlo o que milagrosamente las cosas se solucionaran y formar una familia contigo, pero si esto sólo nos hará daño a ambos…— Desvió la mirada un momento —. Prométeme que lo pensarás.
—Lo haré — Juró.
-o-
Ella se sentía extraña, ahora no simplemente debido a su extraño sueño en dónde al parecer su subconsciente había sacado a relucir una extraña fantasía sexual que ella no creía que tendría algún día, sino que también tenía sentimientos encontrados tras el desayuno con su marido.
Ni siquiera las caricias de Hans podían evitar que dejase de pensar en ello, se perdía constantemente en sus pensamientos sin importar cuanta atención recibieran sus pechos expuestos por parte del florista.
— ¿Está todo bien? — La rubia se maldijo a si misma por no ser capaz de ocultar mejor sus emociones.
—Sí, sólo me distraje un minuto — Respondió ella.
Elsa colocó sus manos sobre los hombros de Hans y los deslizó despacio, disminuyendo la distancia entre ambos.
— ¿Sabes? Mi esposo saldrá de la ciudad por unos días — Le informó la rubia —. Estaba pensando que quizá…podríamos hacer algo divertido.
— ¿Ir a un parque de diversiones? — Bromeó el pelirrojo.
—Estaba pensando en otra clase de diversión — Dijo ella —. Creo que tengo un par de ideas de lo que podríamos hacer — Una de las manos de la rubia se trasladó por el pecho y abdomen desnudo de su amante, sin apartar su mirada de los ojos verdes de Hans.
La mano de la rubia se detuvo en el botón del pantalón del pelirrojo.
—Podrías ser un poco más específica con respecto a qué clase de planes tienes en mente — Susurró el pelirrojo.
—Bueno yo…— Dijo mientras desabotonaba el pantalón del pelirrojo y bajaba el cierre para permitirse el introducir su mano en la ropa interior de Hans y acariciar su miembro — pensaba en que podríamos encontrarnos en otro lugar que no sea este almacén y…conocernos mejor.
Hans gimió mientras sentía como la mujer acariciaba su pene con lentitud y destreza, provocando que su miembro se pusiera erecto y él deseoso de poseerla en ese momento; algo que era consciente no ocurriría dentro del almacén de su florería (lamentablemente para él).
—Igual tengo un par de sugerencias — Dijo con algo de dificultad gracias al placer proporcionado por la rubia, con cuidado apartó la mano de Elsa de su miembro y se hincó en el suelo, alzó la falda de la rubia para encontrar el borde de su ropa interior y bajarla, dejando expuesta su zona intima, hundió su rostro en esa zona, besado el interior de sus piernas y la piel de su vulva, una de sus manos pellizco una de sus nalgas mientras que la otra imitó a su lengua y se dedicó en brindarle toda su atención a su clítoris e introducirse en su vagina poco a poco, arrancándole gemidos y suspiros a la rubia.
—Oh dios, Hans — Gimió la rubia.
De repente estaba más que deseosa porque su esposo partiera de la ciudad…
