Epílogo

Daimhin estaba sentada de cuclillas. Quedaban un par de horas para el amanecer, y ella no desistía de ver aparecer a su hermano Carrick por alguna de las múltiples grietas que tenía la ciudad.

Tal y como lo habían engullido, también podían escupirle. Eso pensaba la joven guerrera.

No descansaría hasta saber que él estaba bien.

Carrick había ido a por Aiko, pensó anonadada.

Su Peter Pan se dejó caer en la grieta en busca de la japonesa; y después la grieta estalló.

Y la dejó a ella sola. Más sola que nunca.

Se levantó y paseó por la calle, ahora desierta.

La guerra ya había acabado. Habían muerto muchos, sobre todo jotuns.

Se abrigó con la gabardina negra y larga que llevaba y se detuvo al encontrar a un perro Golden muerto, al lado de unos contenedores de basura, caídos y abiertos.

Algunos coches, que habían acabado empotrados en las tiendas de Victoria Street, todavía tenían batería, y los muertos en su interior seguían escuchando las canciones de su reproductor.

Hey, you can be the greatest

You can be the best

You can be the King Kong banging on your chest

You can beat the world

You can beat the war

You can talk to God or go banging on his door

Oye, puede ser el más grande

Puedes ser el mejor

Puedes ser King Kong golpeándose en el pecho

Puedes golpear el mundo,

Puedes golpear a la guerra

Puedes hablar con Dios o ir a golpearle a su puerta

Un periódico del día anterior se movía entre las ruedas de uno de los contenedores; sus hojas se mecían por el viento. La tinta se había corrido por la lluvia, pero no lo suficiente como para no poder leer lo que ponía.

Daimhin arrancó la hoja de la primera plana.

"Un cirujano devuelve la vida en el box a una mujer que llevaba más de una hora en coma".

Daimhin pasó la mano por el titular y, después, desvió sus ojos claros anaranjados al Golden de no más de tres años que había sido víctima de un golpe en la cabeza.

El perro tenía la lengua fuera y los ojos abiertos. Le rodeaba el cuello un collar de piel roja, en el que había un medallón dorado manchado de barro en el que había inscrito: Dallas.

La muerte no había sido lenta, sino fulminante.

La vaniria leyó solo tres palabras del titular en voz alta.

—Devuelve la vida a Dallas —pronunció, acariciando el frío lomo del animal.

—No está bien que estés sola.

La voz de Izumo hizo que se levantara de golpe y diera dos pasos alejándose de él y de su proximidad.

El berserker entrecerró sus ojos y la miró de arriba abajo.

—Deja de perseguirme. No necesito ningún guardián.

—No soy tu guardián, pero he venido con vosotros. Y nos iremos juntos de aquí. Al menos, los que hayamos sobrevivido.

—No pienso irme sin mi hermano.

Izumo se impacientó.

—Si Carrick ha sobrevivido a la explosión...

—¿Si ha sobrevivido dices? —repitió Daimhin—. Mi hermano ha sobrevivido a cosas a las que tú no estás acostumbrado a soportar; ni siquiera a escuchar. Por supuesto que ha sobrevivido —siseó como una víbora.

Izumo se sorprendió al ver a alguien con ese rostro tan bonito y dulce comportándose de un modo tan arisco. Era como una gata negra de grandes ojos verdes anaranjados y raros.

—Algunos berserkers del clan de Milwaukee y de mi clan se quedan a controlar las dos zonas. Si ven a Aiko y a Carrick nos avisarán. Ahora, por favor —abrió el brazo para cederle el paso y que ella caminara por delante de él—, acompáñame. Debemos irnos de aquí.

—¿Cómo sabes que nos avisarán?

—Lo harán.

—¿Por qué?

—Porque soy el líder del clan de estas tierras. Y me obedecerán —contestó sin mirarla a los ojos, esperando a que la princesa rubia avanzara y pudieran dirigirse por fin a Wester Ross.

Daimhin le miró de reojo, pero accedió a su petición.

Izumo clavó la vista en su espalda y susurró:

—Me caías mejor cuando no tenías el pelo largo.

Daimhin no le miró, pero le contestó resentida:

—Tú ni siquiera me caes.

Standing in the hall of fame

And the world's gonna know your name

Because you burn with the brightest flame

And the world's gonna know your name

And you'll be on the walls of the hall of fame

...De pie en el salón de la fama

El mundo conocerá tu nombre

Porque ardes con la llama más brillante

Y el mundo conocerá tu nombre

Y estarás en las paredes del salón de la fama...

Mientras se alejaban de aquel lugar, lleno de tragedia y siniestralidad, nadie se dio cuenta de que, en medio de la muerte y la desolación, un Golden empezó a mover las patitas delanteras, y después las traseras, hasta que pudo levantarse y regresar de la oscuridad. Hasta que, milagrosamente, alguien le devolvió a la vida.

.

.

.

Naori se internó con Kakashi en brazos a través del embudo que había en el cielo. Sus rayos le llevarían al Asgard; y allí, en el Vingólf, frente a sus hermanos einherjars y a sus hermanas valkyrias, por fin podría presentar a un nuevo guerrero.

Su einherjar. Suyo.

Sonrió. Era increíble que ese berserker estuviera destinado para ella. Casi se había alegrado de su muerte, porque eso quería decir que al fin él podría tocarla, y que ella disfrutaría de cada segundo de las caricias de ese macho.

Nunca la había tocado ningún hombre y se sentía una desgraciada por ello. Sus nonnes, como Mei, Sakura y Temari, sí que habían sido tocadas.

Pero Freyja le había dado la virtud de la pureza total. Su cuerpo, que para ella no era nada del otro mundo, no podía ser tocado por manos masculinas. Era como un templo sagrado que nunca debía de ser violado.

Jamás.

A ver: que ella no quería ser violada, pero sí que algún magreo inocente que otro le hubiera gustado llevarse. Sacudió la cabeza.

«No, no, no, Naori. Los magreos no son solo inocentes».

O te magreaban o no, y eso significaba que te tocaran a destajo, ¿no?

Está bien. Ella no pondría ningún impedimento.

Continuó a través del embudo y llegó al final.

Qué raro. No encontraba la entrada al Asgard; y el rayo seguía conectado con él... Las nubes proseguían con su llanto, limpiando la tierra con sus gotas de lluvia.

Sí. A esa porción de planeta le hacía falta un buen lavado, porque, después de los constantes terremotos, había quedado en muy mal estado.

—¿Naori?

La valkyria miró a todos lados. Arriba, a la izquierda, a la derecha... La piel se le erizó; y por poco grita cuando vio que quien le hablaba era Kakashi.

Sus ojos amarillos estaban abiertos y brillantes, como si tuviera fiebre. Y se habían concentrado en ella.

La valkyria abrió la boca y parpadeó repetidas veces.

Kakashi alzó una mano para acariciarle el labio inferior, y a ella las orejas se le estremecieron y todo se le puso de punta. Agrandó sus ojos carmín todavía más, casi en shock.

—Te puedo tocar —dijo él maravillado.

Ella volvió a parpadear; y por poco le da un ictus en medio de las nubes.

—¡¿Pero se puede saber qué haces tú vivo?!

Lo soltó como si le quemara y se limpió las manos en sus muslos desnudos.

—¡No me sueltes! —gritó Kakashi—. ¡No sé volar!

Naori empezó a lanzar rayos por todas partes; no por nada, sino por hacer algo. Estaba tan nerviosa que no sabía lo que hacía.

Kakashi se había encomendado a ella. La lanza le había herido en el corazón y él había clavado los ojos en el cielo y se había encomendado a ella. Eso había sido así, ¡¿no?!

—¡¿Ahora también sabes fingir que te mueres?! —le gritó, apretando los dientes y yendo a por él. Yendo en su busca o de lo contrario sería responsable del asesinato de un hombre... ¡¿Un hombre qué?! ¿Vivo o muerto?

Los truenos se pronunciaron y el embudo desapareció.

Naori no se lo podía creer. Gritaba Asynjur para mantener el portal abierto, pero sus rayos no la llevaban a ninguna parte. ¿Qué demonios sucedía? Naori recuperó a Kakashi a unos mil metros de distancia de la tierra. Lo tocó y le sostuvo, y no sucedía nada. Podía tocar a ese hombre y ese hombre podía tocarla a ella, y el castigo de Freyja no llegaba. ¿Por qué?

—No comprendo —musitó contrariada, aguantándolo en el cielo—. Te habías muerto. ¿Eres un zumbi o algo por el estilo?

—¿Un zumbi? —Kakashi no podía entender las palabras de esa chica.

—Sí, uno de esos muertos vivientes que salen en la Ethernet...

—Un zombi. No soy un zombi. Estoy vivo —contestó él, llevándose la mano al pecho. La lanza le había atravesado el corazón. Lo sabía. Lo recordaba. De hecho tenía el agujero en la camiseta, y ahora la piel estaba cicatrizando.

El cielo relampagueó con una luz potente que les dejó cegados a los dos.

—¿Naori? —dijo una voz que ella conocía muy bien—. Te dije que no podías ser tocada por ningún hombre vivo. —Le recordó Freyja la Omnipresente. Su tono no era de reproche; en cambio, sí de diversión.

Y fue ese tono el que menos gustó a Naori. Ella apretó los dientes y se estremeció de nuevo.

—¡Es un zumbi! —gritó al cielo—. ¡Este no cuenta!

En ese momento, la potencia de mil rayos cayó con fuerza sobre la pareja. Los dos gritaron, presos del dolor y la agonía. Naori perdió agarre en su liana eléctrica, y ambos cayeron a la Tierra.

Freyja le dijo una vez que, si era tocada por un hombre vivo, la dejaría una temporada en el Midgard como castigo, además de electrocutarla cruelmente como estaba haciendo ahora.

Lo primero siempre le había parecido tentador. Lo segundo no lo soportaba.

Podía ser una valkyria. Pero tenía cero aguante al dolor. Y el castigo de Freyja la estaba matando.


Continuará en: LA TRAVESÍA DE KAKASHI. «KAKASAKU»

Parejas de la próxima historia:

Indra-Hotaru, Madara-Mei, Naruto-Temari, Shisui-Suiren.

Historias anteriores relacionadas con esta:

1) El Diario de Jade «SasuSaku»

2) La Cazadora «ObiTema»

3) La Elegida «ItaSaku»

4) Engel «Narutema»

5) El Samurái «MadaSaku»

6) La Alquimista «ShisuiTema»

7) El Highlander «IndraSaku»