Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada, Toei Animation y Shiori Teshirogi.


Extra.


— … entonces no sé si irme por el espacio en el programa de investigación del doctor Luco, o ir con el programa independiente pero ligado de Pefko o irme con Afrodita al programa de su padre, los tres son programas que me interesan mucho, pero se dedican a cosas diferentes, ya vez que Luco está más enfocado en la medicina y dicen que tiene a un encargado de eso que es demasiado… coqueto, y Pefko es un buen maestro, pero demasiado estricto, y no sé si quiero estar en medio de las próximas peleas padre-hijo de Afrodita con Albafica, ambos son hombres muy inteligentes, pero no separan el trabajo de los temas personales…

Helena suspiró pesadamente antes de darle un gran trago a su refresco, llevaba casi media hora hablando sobre sus candidatos para su servicio social.

— ¿No has pensado en otras opciones? — preguntó Shijima mordiendo su papa — sé que Cardinale está buscando alguien que lo ayude con su desastre por su próximo doctorado.

— ¡¿Va a sacar otro?!

— Si le va bien para finales de este año, a este paso él solito terminará por calificarse y darse sus títulos.

La chica sonrió antes de volver a su almuerzo, era un buen día, el Sol era cálido y se respiraba un ambiente de tranquilidad en Grecia que le ayudaba un poco a distraerse de todas las responsabilidades que estaba adquiriendo con la obtención de su futuro título; pero había algo que le había estado molestando todo ese día, algo que la tenía con una sensación algo inquietante.

— Hay algo extraño hoy — dijo después de darle una mordida a su hamburguesa — dos cosas de hecho, primero, ¿estás seguro de que te llenas con esas papas? Pudiste haberme dicho que no comes carne y no habríamos venido.

— No tengo problema — aseguró el pelirrojo — podría comerme treinta de estas bolsitas y aún tendría espacio para el postre — dijo antes de guiñar el ojo, causándole a Helena un leve sonrojo — ¿qué es lo segundo? ¿No tuviste un buen día?

— Fue un día normal, pero toda la mañana estuve sintiendo que era vigilada — susurró, ligeramente avergonzada por su alocada afirmación — hace rato en mi clase de taller de investigación sentía que alguien me estaba mirando a través de la ventana.

— ¿En serio?

— Sí, y, sonará loco, pero durante mis clases me encontré varias veces con tres sujetos, todos barbudos y vestidos como si estuviéramos en pleno invierno.

— ¿Y se veían bien?

— Era extraño.

— Tal vez hay una convención de barbas en la ciudad — Shijima entrecerró los ojos, estaba a punto de bromear sobre eso pero la expresión seria de Helena le dijo que debía de mantenerse igual de serio — probablemente no fue nada, hay mucha gente extraña en el mundo.

— ¿Lo dices por experiencia?

— Algo así, pero te aseguro que no es nada malo — si su memoria no le fallaba, eso debía de ser obra de Death Mask, Shijima era distraído, pero no tanto, a veces, el setenta y cinco por ciento del tiempo si ponía su nivel de no distracción en números — ahora, si te sigues sintiendo así puedes decirme y yo te acompañaré a la policía o a enfrentar a esos sujetos o a lo que tu quieras.

— De acuerdo, podría ser cosa de un día y sólo cosas mías porque estoy cansada.

— ¡Por supuesto! Relájate un poco, estoy seguro que no te buscaban a ti.

Claro que no, pensó, lo buscaban a él, por eso ese día en lugar de recogerla en su modo y estilo normal decidió pedirle a Kaiser su moto prestada y a Caín una de sus elegantes chamarras de cuero que le quedaban demasiado grandes, todo para que aún no le rompieran la nariz, se preocuparía por el después al día siguiente, aunque tal vez tuviera que quedarse con el look de motociclista por un tiempo extra, sólo por seguridad.