Capítulo 3

Hinata recibió una llamada de Naruto dos días después.

–En primer lugar quiero disculparme por como nos conocimos –dijo después de intercambiar saludos–. No era mi intención faltarle el respeto ni a ti ni a nadie. Lamento el comportamiento de Kiba.

Hinata se sentó recta y apartó el portátil.

–No tienes que disculparte. –Quería ese trabajo pero no iba a comportarse como la persona débil e insegura que probablemente Naruto pensaba que era–. No eres responsable del comportamiento de Kiba.

Él es... en fin, Kiba.

–Es un capullo –dijo Naruto sin rodeos–. Espero que podamos olvidarlo y que no te sientas insultada si te ofrezco entrevistarte mañana a las dos. La entrevista no tiene nada que ver con Kiba. Tu CV es impresionante e ideal para este puesto.

No es lo único ideal para el puesto. Necesitas a alguien que no sea guapa. Hinata hizo una mueca y pensó en el dinero que iba a ganar. Podrás mudarte del sótano.

–De acuerdo –dijo, intentando sonar profesional e impasible–. Mañana me viene bien.¿Dónde quieres que nos encontremos?

–En mi oficina. Te mando la dirección por email ahora mismo –dijo Naruto–. Gracias, señorita Hyuga. Nos vemos entonces.

–Te veo mañana a las dos.

En cuanto colgó, sonó su email para indicarle que tenía un mensaje nuevo de Naruto. Sonrió por su rapidez y lo abrió. Tenía la dirección e indicaciones para llegar; también la descripción del puesto de trabajo y los beneficios. Hinata sonrió de oreja a oreja al ver el mayor beneficio: un apartamento de dos dormitorios a tres manzanas de la oficina de Naruto y un sueldo del doble de lo que ganaba en su último trabajo. No permitiría que el puesto se le escapara.

La tarde siguiente Hinata se aseguró de llegar a la oficina de Naruto quince minutos un traje nuevo que no era maravilloso pero no estaba mal en su opinión. Se había peinado los rizos azabache en un conservador recogido alto. No se resistió a ponerse un poquito de maquillaje para esconder las ojeras y un toque de color en los labios. No demasiado para que no resultara obvio, pero lo suficiente para estar más presentable. Casi no había dormido la noche anterior y tenía una pinta horrorosa al levantarse por la mañana. Solo algunos arreglos artificiales podían ocultar los daños. No estaba demasiado preocupada.

Naruto Namikaze no buscaba una chica guapa, necesitaba a alguien que fuera eficiente y Hinata lo era.

–El señor Namikaze la verá en un momento –le dijo una secretaria delgadísima.

Hinata se sentó en una silla en la zona de espera y miró a su alrededor, al inmaculado edificio de oficinas. Era mucho más bonito que el último en el que había trabajado. Los suelos y techos eran de mármol blanco y negro y había bonitos cuadros tanto clásicos comomodernistas que añadían un toque de color a las paredes. Debía costar todo una fortuna.¿Naruto era el dueño de todo esto? Ella ya se había imaginado que tenía dinero, pero esto era realmente extravagante. Se le secó la boca al darse cuenta de que no tenía ni idea de lo que Naruto hacía en la empresa ni de su puesto. Debería haber hecho los deberes.

¡Idiota!

El móvil sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Hinata saltó ante el sonido y lo sacó del bolso.

–Hanbi, ahora no puedo –susurró.

–Será rápido –dijo su hermana–. ¿Ya has enviado las invitaciones?

–Aún no, no han llegado los sobres. Y pensaba que todavía no habías acabado con la lista de invitados.

–Hinata–lloriqueó quejándose–. Se suponía que me ibas a ayudar con eso la semana pasada,¿lo recuerdas? No tienes ni idea de lo estresante que es esto de la boda. Tengo que...

Naruto apareció por la puerta de su despacho, arqueando la ceja de una forma que podía provocar miedo y desmayo al mismo tiempo. Se apoyó en el marco de la puerta, la cara chaqueta del traje se le levantó en los brazos cuando los cruzó, dejado a la vista unos gemelos de oro.

Hinata no tenía ni idea de cuánto tiempo llevaba allí. –Hanabi, tengo que dejarte.

Hinata le dio con fuerza al botón de colgar, intentando que el sonido de las quejas rabiosas de su hermana dejara de hacer eco en las ventanas de la sala de espera. Le había dado al altavoz en vez de colgar. La voz de Hanabi se escuchó alta y clara: –¡Eres una puta incompetente! Ahora voy a tener que hacerme cargo de...

Hinata consiguió colgar antes de que su hermana terminara.

Con la cara en llamas, guardó el móvil en el bolso y levantó la cabeza para mirar a Naruto. No tenía valor para dejar que sus ojos se encontraran.–Lo siento, señor Namikaze–balbuceó–. Mi hermana tiene la crisis del mediodía.–Al parecer no es tan seria si puedes colgarle para tener la entrevista.

Hinata se puso de color rojo oscuro, luchando por mantener una expresión neutral.

–Lo hemos resuelto rápido –dijo. Quería sonreír, pero apretó los labios para evitar que se le curvaran hacia arriba–. Gracias por hacer un hueco para verme hoy.

Él ladeó la cabeza y la hizo pasar a su despacho.–Como te dije por teléfono ayer, tu currículum es impresionante.

Hinata entró y se sentó rígida en la silla que había frente al enorme, pero bien organizado escritorio de caoba. Así que esta era la forma en la que iban a ser las cosas a partir de ese momento. Aparte de la reunión informal y de la charla por teléfono, estaba claro que Naruto prefería que sus relaciones de trabajo fueran estrictamente formales. A Hinata eso le parecía bien. Prefería guardar las distancias.

–¿Lo repasamos? –Naruto se sentó detrás del gran escritorio, en una silla innecesariamente grande, aún para su fuerte constitución. Entrelazó las manos sobre una carpeta de cuero–.¿Por qué debería contratarte?

¿Porque no quiero vivir en el sótano de la casa de mis padres?

– Tengo una excelente ética profesional –dijo Hinata–. No me asusta el trabajo duro. Soy eficiente, las horas extra no me echan para atrás y tengo más preparación de la necesaria para este puesto de trabajo.

–¿Él estaba sonriendo? Hinata parpadeó y se centró en sus títulos–. Soy más que eficiente con las multitareas y en la gestión del tiempo; tanto del mío como del tuyo.

–Casi todos los cursos de gestión del tiempo dicen que la multitarea hace perder eficiencia;el trabajo resulta de poca calidad y tarda demasiado.

Él no parpadeaba.

Ella tampoco.

–Esa gente se equivoca.

Naruto arqueó una ceja.

–No me digas –se desabrochó un botón de la chaqueta–. ¿Por qué crees eso?

–El truco no está en hacer dos cosas al mismo tiempo –dijo Hinata poniéndole imágenes mentales a lo que quería explicar–. Sino en hacer una mientras esperas a que se termine otra–. Por ejemplo, si el ordenador se está actualizando, puedo responder al teléfono u organizar el material para la agenda del día. Para que funcione hay que pasar toda la atención de una cosa a otra inmediatamente.

–¿Y si el teléfono suena primero?

–¿Perdona?

–¿Qué pasa si esperas a que suene el teléfono y decides mientras tanto actualizar el ordenador?

Ella lo miró fijamente.

–Respondes. El ordenador se actualiza solo. Solo hay que dar al 'ok' cuando termina.

¿Se trataba de una pregunta con trampa?

–Interesante –dijo Naruto. Ni su cara ni su lenguaje corporal dejaban ver nada–. Dime,señorita Hyuga, ¿qué tipo de crisis tenía tu hermana?

Y ahora era cuando se le escapaba la oportunidad de este trabajo. Hinata suspiró.

–Quería saber de las invitaciones para la boda.

–¿Qué les pasa?

–Saber si las había enviado o no.

–¿Y?

Hinata sacudió la cabeza.

–¿Culpa tuya o de ella?

–De ninguna. O de las dos, supongo. La lista de invitados no está terminada y los sobres no llegaron junto con las invitaciones. Aún...

–¿Qué te pareció la hospitalidad de mi secretaria?

Naruto asintió, dejándola completamente confundida por aquella pregunta.

–Ha sido muy educada y profesional –respondió Hinata sin dudar.

–¿Y qué pasaba con los sobres?

–Que no han llegado.

–Hay un archivo importante que es demasiado pesado para adjuntarlo en un email, pero lo necesito en una hora. ¿Cómo me lo vas a hacer llegar?

–Mensajero en bicicleta.

–¿Vas a montar en bicicleta? –Parpadeó como si él mismo se sorprendiera ante su pregunta–. ¿Por qué no por fax?

–Porque no tienes máquina de fax.

¡Toma! ¡Chúpate esa! ¡Jaque!

Hinata observó un amago de sonrisa en la cara de Naruto y le correspondió con una pequeña.

–Pues sí que sabes mover rápido tu atención. –Naruto se apoyó en la silla–. Al menos en la conversación. Tus antiguos jefes hablan maravillas de tu ética profesional. ¿Cuándo dejaste tu último trabajo?

Hinata apretó los labios. Dejó su último trabajo porque Kiba era el hijo de su jefe. Pero entonces Naruto Namikaze tendría que saber que Kiba era su ex y salir con el hijo del jefe,definitivamente, no era nada profesional. Además parecería mucho más patética.

–Tuve problemas personales con otro empleado. Ya se ha resuelto y no pienso repetirlo.

Naruto apoyó los brazos en la silla y el rastro de sonrisa desapareció.

–Voy a dejar una cosa muy clara, señorita Hyuga. Valoro la honestidad de mis empleados más que ninguna otra cosa y si piensas que contando verdades a medias va a parecer que no tienes fallos y que así obtendrás el trabajo, te equivocas. No voy a volver a preguntarte qué ocurrió.

Hinata respiró profundo.

–Vale. Me marché porque tenía una relación con el hijo del jefe. No me parecía que estuviera bien seguir trabajando allí.

Naruto asintió.

–¿Y cómo sé que eso no volverá a ocurrir?

–No acabó bien. Nunca volveré a cometer el mismo error.

–¿Qué pasó?

–Se prometió con mi hermana.

Naruto abrió mucho los ojos mientras Hinata esperaba que la mirara con lástima. Esperaba que la echara del despacho y que no quisiera volver a hablar con ella nunca más. Sin embargo recuperó su expresión fría y enigmática. Sonrió y se puso de pie.

–Creo que tengo toda la información que necesitaba –dijo.

Hinata también se levantó y le estrechó la mano.

–Gracias, Hyuga. Que tengas muy buen día.

–Muy buen día, señor –dijo ella con el corazón encogido.

Él la acompañó hasta la puerta y se la abrió. Hinata casi había llegado al ascensor cuando lo oyó decir: –¿Señorita Hyuga?

Se giró.

–Sí, señor Namikaze.

–Te quiero ver mañana a las seis en punto. No llegues tarde al primer día de trabajo.

Cerró la puerta dejando a Hinata en el pasillo, con la boca abierta, un gesto muy poco profesional.