Pasan los minutos mientras se cursa la reunión en la oficina de la Mayor Zoe. Se mantiene un intenso debate entre dos de los miembros, mientras el tercero observa y la cuarta ignora deliberadamente. Absurda manera de pasar las primeras horas del día, pero al menos Mikasa así no tiene que estar soportando a TODOS los idiotas del departamento.

- ¡Pues a estas alturas deberíamos tener un sospechoso identificado! -Grita Ian Dietrich, un hombre de cabello castaño claro y ojos cafés, como si se asustara de su propia reacción, después que la mujer frente a él terminara de hablar.

-Y yo te acabo de explicar que apenas llevamos unas horas en el caso. Los peritajes siguen su curso y uno tras uno vamos obteniendo los resultados. -Dice Hange Zoe con su actitud relajada, pero rayando en la impaciencia. Su cabello castaño se desordena más por lo mismo. Mira hacia su derecha desde en busca de apoyo. -Erwin, necesitamos saber qué opinan los altos mandos.

-Estoy de acuerdo contigo, Mayor Zoe. Sin embargo, necesitamos que esta información sea tratada con cuidado. Estamos hablando de un ex capitán de la guarnición, no quiero que la prensa comience un absurdo rumor para llenar sus páginas. -Dice Erwin Smith, un altísimo hombre rubio de ojos azules y destacadas cejas.

-Pues por eso estoy preocupado, comandante Smith; la investigación deberá ir más rápido, necesitamos respuestas para ayer.

-Idiota. -Dice Mikasa mirando la pared con un gesto aburrido con los dedos entrelazados bajo su nariz.

- ¿Azumabito, algo que decir? -Pregunta con ironía Ian Dietrich. - ¿Quién es a todo esto, esta Azumabito?

-Soy Mikasa Azumabito. Capitana para tu información, tenemos el mismo rango. Así que no te dirijas a mí como "ésta" porque he tenido que venir a hacer tu trabajo, ya que tu trasero no es capaz de levantarse con los kilos de egocentrismo que te cargas. ¡Por Ymir! ¿En serio logran trabajar con este ritmo? -Se dirige a los superiores.

Mayor y Comandante intercambian miradas e intentan suprimir la risa. La joven mujer parece no interesarse por nada, pero está atenta a la conversación. Lleva en la capital una semana y ya ha escandalizado a toda la Central de Policía. No requiere de expertos, no trata bien a la gente y con cualquiera de sus comentarios los hiere. Pero había sido la alumna más destacada de su promoción, subió las escaleras apenas pisando los peldaños y ascendió en tres años de rango hasta ser Capitana. Aunque son conscientes de su mala actitud, llegando a ser impulsiva y maquiavélica, sus resultados han sido muy positivos para tomar en consideración escenas como la que presencian en ese momento, cuando Ian va a abrir la boca para rebatir, pero la misma Mikasa lo interrumpe.

-No, no, no respondas eso, es retórico. La mayoría de las personas son estúpidas, tú no deberías ser la excepción. -Dice mientras se sienta de manera más correcta para mirar a sus superiores. -La semana que llevo acá la he cumplido con discreción: he estado leyendo los archivos, aprendiéndome los caminos de este edificio y de la cuidad. Todo eso me tomó un día y medio, con mis ocho horas de sueño incluidas. Pero cuando me corresponde un caso, me encuentro con un equipo forense completamente inútil que no sabe ni encontrar un nemátodo en una cuenca ocular vacía. Amo trabajar sola, sé hacerlo a la perfección, pero hay información que me gustaría me facilitaran para hacer mi trabajo más rápido. Así hubiésemos avanzado más rápido -Mikasa colocó los ojos en blanco un segundo al no recordar su nombre. - ¿No es lo que quiere Capitán? ¿Por qué entonces no me deja un equipo capacitado para cumplir con mis expectativas?

-Eso es una…

-Pensaba que trabajas sola, que el equipo no era necesario. ¿Acaso tiene alguno en mente? -Interrumpe Hange Zoe convenientemente.

-Trabajo sola, pero hay civiles que trabajan como me gusta para cosas útiles para mí. Si queremos saber la verdad detrás de todo esto rápido, de otro modo puedo trabajar sola sin apuros. -Responde Mikasa.

-Entonces llámalos. Los queremos lo ante posible en Mitras. Si termina no siendo el primero ni tampoco el último, quiero saberlo. -Ordena Erwin.

Mikasa escribe en un papel tres nombres y los entrega a la Mayor Zoe: Armin Arlett, bioquímico especializado en materia inorgánica del distrito de Shiganshina; Jean Kirstein, artista forense con especialidad en simulación virtual del distrito Orvud, y Sasha Blouse, analista forense del distrito Yalkell.

-Los tendremos lo ante posible contigo, Azumabito. ¿Son confiables? -Pregunta Erwin al ver la lista antes de que su subordinada saliera de la oficina.

-Nadie es confiable, Comandante Smith. -Sentencia con aburrimiento Mikasa. -Las personas que anoté ahí jamás han trabajado conmigo, pero me valgo de sus trabajos y algunas observaciones para darme una idea de su desempeño laboral. Las personas pueden en cualquier momento traicionar si se les presenta la oportunidad y nada tiene que ver por cómo trabajan.

-¿Algo que quieras decirme, Azumabito?-Reta Dietrich al sentir la fija mirada de Mikasa en él.

-Nada, sólo observo. Como no me conoces, no sabes que observo para identificar cosas y relacionarlas. Eso se llama inducción. En el comandante Smith noto por la pintura roja de sus dedos que estuvo en el piso restaurado del Superintendente Zackly por el tono imperial de la pintura además de la autoridad para integrar civiles a la investigación. De la Mayor Zoe puedo decir por sus ojeras que no ha dormido en por lo menos tres días y que desayunó frituras apurada por la macha de aceite en su cuello.

- ¿Y eso que tiene que ver conmigo? -Pregunta Ian mientras Comandante y Mayor asienten dándole la razón a Mikasa con una total sorpresa en sus rostros.

-Oh, de esas observaciones nada. De ti puedo detallar más: tu esposa está de viaje con tu hijo hace dos días mínimo, pasas poco en casa y sueles dormir en el sofá cuando estás allá. También el desodorante…

- ¿Qué tiene que ver mi desodorante con todo esto? - Interrumpe molesto con la intromisión a su vida al ver que cada comentario de la azabache acierta.

-Bueno, es lo que me puso en el camino correcto. Hace dos días la Detective Langnar comenzó a circular con el mismo olor de desodorante tuyo, que coincide con el tiempo que la marca del sofá a dejado de marcar tu cabello, por lo que has dormido en una cama. Dado tu anillo de matrimonio y la fotografía de un niño en tu llavero que se asoma por tu bolsillo; tienes esposa e hijo que han debido de salir los mismos dos días que no has dormido en el sofá.

- ¡¿Qué estás insinuando?! -Dice Dietrich encolerizado.

-No insinúo nada. -Dice Mikasa con falso tono de inocencia. -Estoy segura que Ilse se ha quedado en tu casa para hacerte compañía y no te sintieras solo. Se nota que son muy buenos amigos, porque anoche debe haberte ayudado mucho con las tareas del hogar.

- ¡Sólo inventas cosas! -

-Espera, ¿cómo sabes eso? -Pregunta esta vez Hange Zoe no perdiendo detalle del enfrentamiento.

-Bueno, Ilse tiene que haberle ayudado a limpiar el piso por las marcas en sus rodillas esta mañana. -Explica Mikasa con una macabra sonrisa abriendo por fin la puerta. -Y el olor a desodorante desapareció, Capitán. -Ignora al mentado y se dirige a sus superiores. -Comenzaré a buscar por mis medios nexos desde Weilman hacia alguna persona. Los avances los sabrán en tanto confirme la información y no me vea obstruida por idiotas. -Miró de nuevo a Ian. -Buen día.

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Después del espectáculo de demostraciones en la oficina de la Mayor, Mikasa pasa por su escritorio para sacar unos chocolates y se dirige a la biblioteca de archivos policiales de Paradis: toda ficha de cualquier delito a nivel nacional estaba en ese lugar. Y existía la versión digitalizada para estar a la par de la tecnología, pero para los tradicionales existían los ficheros con el material en físico. Ella era de ambos, ya que no sólo busca la información en sí, si no otras características que los demás no pueden ver, como la grafología de las personas que escribían los informes, las manchas de comida que dejaban, todo tipo de detalles que le servían.

Cuenta siempre con ella guantes de látex y bolsas de muestras de ser necesario. Su trabajo constantemente le muestra que en cualquier lado aparece alguna evidencia que la guíe hacia la resolución del misterio que tenga en mente.

Pasa dos horas buscando información entre diferentes archivos para tomarse un descanso e ir por un té, cuando recibe una llamada del Detective Gustav.

- ¿Qué sucede Gustav? ¿Algo relacionado a Weilman? -Pregunta dudando que hayan encontrado algo nuevo o que su esposo haya actuado nuevamente sin decirle.

- Capitán Azumabito, he estado desde anoche buscando información sobre la vida privada de la víctima, pero oficialmente, no realizaba ninguna actividad después de dejar la sección de Guarnición.

- ¿La dejó? ¿Renunció, jubiló anticipadamente o lo despidieron? -Pregunta la azabache bebiendo un poco de té. Tampoco había encontrado algo al respecto en la biblioteca.

- No hay detalles. Su único familiar era su padre que falleció hace cinco años, y él se desvinculó del cuerpo hace cuatro. Ahora voy a su casa a investigar, todavía no he llegado allá.

- Espera por mí, iré también. Tengo que transmitirte información y aprovecho de investigar también.

- ¿Durmió bien entonces, Capitán?

- No te entrometas en mis asuntos, Gustav. O me olvidaré de tu nombre con más facilidad. -Amenaza Mikasa. -No entres sin mí, envíame la dirección y espera.

La casa se encuentra cerca al límite entre Mitras y Stohess, por lo que le toma su tiempo ir desde el centro. Alcanza a mandar un mensaje a Levi con su ubicación antes de volver a bajar, ya que todo el camino lo pasa reflexionando, analizando y teorizando miles de ideas que pasaban por su cabeza a una vertiginosa velocidad. La noche anterior no había conseguido mayor respuesta de su esposo y si no pusiera las manos al fuego por él estaría al borde de la histeria. Pero sólo está curiosa, le gusta el juego porque involucra lo que a ella le importa: investigar, descubrir la verdad, resolver el puzle. Le han dicho que su actitud es reprochable, pero no necesita aceptación de nadie, porque se basta de sí misma para hacer de todo, así ha sido desde siempre y ni el amor de su vida la cambió.

Para lo habitual de la zona, el barrio donde vivió Weilman es normal, no como los siguientes que ostestan tanta gracia como el mismo Mitras. Es Mikasa misma la que abre la puerta de una patada después de llamar "educadamente" y no recibir respuesta. Gustav quiso esperar una orden judicial, pero Mikasa recalcó que el término "homicidio" era suficiente para tener la autoridad de irrumpir una casa abandonada. Sobre todo, cuando nota que la puerta está prácticamente pegada de tanto tiempo sin usarla, pero tiene el medidor de luz en funcionamiento.

Con guantes para ambos, recorren la primera planta. Las luces están apagadas y las cortinas cerradas, por lo que usan sólo sus linternas para no alterar la escena. La casa es minimalista, todo es pequeño a excepción de la habitación y el baño que Mikasa nota fue construida después que el resto de la casa. Lo que destaca es el desastre de restos de papeles y basura que están en el suelo, la enorme capa de polvo sobre los muebles y el olor a humedad que venía de la segunda planta.

Mikasa va adelante, porque su subordinado no se toma el tiempo para observar como se debe y aprovecha de inconscientemente de meterle algo útil de información en la cabeza. No concluye nada en voz alta, pero indica todo lo que destacada ante sus ojos. Lo mismo pasa mientras suben la escalera que llega a una puerta. Ambos se miran interrogantes, pero no se detienen al tomar la manilla de la puerta. Sin embargo, esta no abre ni cede con nada.

La Capitana hace cuenta regresiva con los dedos y ambos patean la puerta que sí cede esta vez. Vuelven a dirigir las linternas al interior y Gustav suelta un grito de horror, pero gracias a la azabache se mantiene en su lugar y no deja caer su fuente de luz.

-Déjame la linterna, llama al equipo forense y observa los alrededores. -Ordena Mikasa dando por finalizada la clase de detective a Gustav, sin perderse detalle de lo que tiene al frente.

Lo puede definir como un taller. Puede notar desde la escalera que la habitación es más grande, pero cerca de la mitad estaba acondicionada en otra habitación. Lo visible son las muchas correas que colgaban del techo, al igual que cuchillos de diferentes tamaños: desde uno pequeño y práctico hasta un enorme machete para ir a cortar hierba a la selva. Hay dos sillas, una en el centro y otra dejada como si nada a un rincón. Mikasa entra por completo y se dirige a los muebles. En uno de los cajones encuentra un circuito eléctrico con una batería de automóvil. En otro espacio hay seis armas con sus respectivas cargas.

Mira hacia la última puerta que le queda. Al tocarla lo sabe, esta no requerirá más que deslizarla de un lado a otro. Y cuando abre, una ola de frío la golpea en todo su cuerpo. Pero lo ve: el espacio es utilizado como una congeladora. Una a lo horizontal y otra semejante a las que se encuentran en las habitaciones de hoteles.

-Capitana Azumabito…

-Ven a ver esto Gustav. -Dice Mikasa tratando de ocultar la emoción que le recorre antes de abrir alguno de los refrigeradores.

- ¿Qué es todo esto, según usted? -

-Pues parece una habitación de tortura. -Dice Mikasa abriendo el congelador -Y esta otra parte es donde almacena los miembros.

El detective se retira rápidamente de la escena mientras realiza otra llamada, aunque lo más seguro es que fuera a eliminar su desayuno. Mikasa observa bolsas con dedos, pies, orejas y al fondo, una cabeza irreconocible a primera vista. ¡Bingo!

Es su turno de sacar su teléfono y realizar una llamada al Comandante Smith. Pero antes con toda la normalidad del mundo le pidió un favor a su esposo. Cuando ya estaba marcando a su superior, siguió observando el refrigerador pequeño que almacenaba bolsas descuidadas de sangre.

De todas las cosas que sabía, era que Levi no había participado esta vez.

- ¿Azumabito? ¿Alguna novedad? -

-Pues, digamos que sí, comandante. Estamos en Stohees en la casa registrada como última propiedad de Weilman. Encontramos un pequeño paraíso de torturas que cuenta con su propio sistema de refrigeración. Hay diferentes miembros e incluso sangre: apostaría porque no pertenecen a sólo una persona. La casa parece antigua y dejada de utilizar hace mucho, pero el medidor de luz indica uso constante de electricidad por los congeladores y la habitación no debe tener más de un año construida. -Recita Mikasa de manera rápida sin respirar, pero modulado. - ¿Qué me dice de los especialistas que pedí?

-Los mandaré a buscar en avioneta, no podemos darnos el tiempo de enviarlos por tierra. ¿Puedes quedarte allá hasta que lleguen? -Pregunta Erwin Smith con seriedad y tranquilidad que siempre lo tranquiliza.

-Deberé hacerlo. Quiero que ellos tres lleguen primero a la escena del crimen de Weilman y recojan cada muestra que consideren necesaria. Mandaré a Gustav allá para que les entregue el pobre informe de los colabores de Dietrich. Después vendrán acá.

- ¿Necesitas algo más? Puedo mandar almuerzo para ti. -Propone su preocupado superior.

-No es necesario, aquí compraré algo mientras tanto llega mi esposo con almuerzo. Quiero revisar el lugar sin gente a mi alrededor.

- ¿Qué crees que signifique esto, Azumabito? ¿Una conspiración? ¿Venganza? -Pregunta Erwin. -Sabes que tengo que hablar con Zackly según lo que me digas.

-No se puede descartar la venganza, en el suelo y en las hojas de los cuchillos se nota la sangre. Una vez que llegue mi equipo, y podamos identificar los dueños de la sangre y de las partes desmembradas, podremos relacionarlo. Puede ser que otra persona ajena a Weilman usara este espacio.

Revisa cada espacio nuevamente, e incluso inspecciona basura por basura y a lo que considera importante le saca fotos con su teléfono. Encuentra también un cajón oculto en la mesa de noche de la primera planta con documentación claramente importante. Reflexiona qué hacer con ella, si entregarla u ocultarla, pero al segundo tiene todo guardado en una bolsa de muestra. En el caso más necesario la entregaría como si nada. Ya satisfecha con lo descubierto, vuelve a su auto fuera de la casa para beber agua y esperar que alguien apareciera. Normalmente, después de ese descubrimiento estaría lleno de policías, forenses y prensa revoloteando. Pero por el método de trabajo de Mikasa, y también por la necesidad de no alterar a la prensa, se usaba lo necesario.

Pasa casi una hora cuando tocan su ventana y Mikasa desvía su mirada de la casa para encontrarse con Levi. La azabache genera su primera sonrisa natural, algo cansada, pero llegando a formar unas preciosas margaritas en sus mejillas. Sale del vehículo e inmediatamente es rodeada por sus brazos, seguros, firmes, asesinos. Su esposo usaba pantalones de traje, tirantes azules que combinaban con su foulard y sus ojos, además de su camisa blanca arremangada hasta los codos.

- ¿Cómo estás? -Pregunta Levi.

-Embobada, tu forma de vestir siempre altera mis hormonas. -Admite Mikasa dejándose relajar por el perfume de su hombre.

- ¿Has podido comer algo, señorita embobada? Ya no puedes hacer como antes de saltarte comidas.

-Es que tengo miedo de vomitar todo. Puedo soportar el té y los chocolates amargos, de momento. -Responde Mikasa sonriendo de lado. -El olor a cuerpo en descomposición no lo altera, lo que me ayuda a no delatar mi estado.

- ¿Después de esto vamos a ir al doctor, está bien? -Dice Levi correspondiendo el gesto. -Por ahora, vamos a la cabina de mi camioneta para que comas algo.

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- ¡Qué bien cocina mi señor esposo! -Grita con alegría Mikasa al terminar su plato sin tener ningún tipo de asco. Coloca su gesto serio, de trabajo para volver a hablar. - ¿Sabías de la existencia de este lugar?

- La verdad es que no. Weilman no dijo nada de este lugar, me impresionó cuando me indicaste aquí. -Responde Levi en un tono lúgubre mirando el frontis de la casa. - ¿Por qué mentiría al respecto? ¿Había algo interesante?

-Una habitación en toda la segunda planta para realizar torturas y congeladores para dejar los cadáveres, aunque haya sólo partes de cuerpos…

- ¡Capitana Azumabito!

Mikasa interrumpe su diálogo para ver al Comandante Smith. ¿Acaso mencionó que iría al lugar? Rápidamente se coloca de pie e intenta bajar de la cabina y al segundo Levi la ayuda a bajar desde arriba y Erwin desde abajo.

-Comandante Smith, no esperaba verlo acá. -Menciona Mikasa mientras Levi también baja.

-Confío en su trabajo, pero debía verlo con mis propios ojos. -Erwin extiende su mano hacia Levi. -Erwin Smith, Comandante de la Policía sector Legión.

Levi tiene una expresión diferente desde que apareció el rubio. Tiene una amplia sonrisa relajada e incluso le brillan los ojos, estira su mano para apretarla con la del jefe de su esposa con mucho entusiasmo.

-Levi Lenz, esposo de Mikasa. -Dice animado intercalando mirada entre los dos policías. -Vine para asegurarme que Mikasa se alimente. Cuando tiene un caso apenas si va al baño.

-Oh, espero que no te haya molestado que yo…-Dice Erwin indicando la ayuda a Mikasa a bajar de la cabina.

-Para nada. Cualquier cosa que mantenga a Mikasa segura en su trabajo es bienvenida. -Levi desestima el asunto agitando su mano. -Eso sí, después que termine aquí quiero llevarla a un lugar si no es mucha molestia. Para que no la liberen tan tarde de su jornada laboral.

-Va a venir gente nueva a asistirme. -Explica la Capitana. -¿No puede ser mañana?

-Está bien señorita trabajólica, pero terminando acá vas derecho a casa, ¿está bien? – Negocia Levi con toda tranquilidad y encanto seduciendo a Mikasa con su sonrisa.

-Hecho. -Mikasa acerca su rostro al de Levi para besarlo en la mejilla y susurrarle en la oreja. -Dejé algo interesante para ti en tu guantera.

Erwin mientras tanto ve como el beso sencillo de despedida se transforma en uno hambriento después que Levi la inmovilizara y le metiera la lengua hasta la úvula. Quedó unos segundos impactado, por ver por primera vez esa escena en alguien tan parca de emociones como lo era Azumabito, pero después desvió la mirada relacionando con la efervescencia de su esposo.

- ¡Me la cuida muy bien, Comandante Smith! ¡Esa mujer es la razón de mi vida! -Grita Levi agitado su mano a modo de despedida antes de entrar en su camioneta y partir.

Rubio y azabache se miran un segundo. Mikasa se encoge de hombros y le ofrece un par de guantes a su superior. Si iba a perder el tiempo, que fuese en una escena de crimen a la espera de sus nuevos asistentes.

:-:-:-:-:-:-:CONTINUARÁ:-:-:-:-:-:-: