Capítulo 14
La conversación se detuvo de pronto. Ella sabía que Naruto intentaba ser amable por todo lo que había ocurrido.
–Bueno –dijo él levantándose–. Tendré que cancelar la reunión que tenía... –Miró el reloj–.¡Mierda!
Tengo que llamar a la oficina ahora mismo.
–Es demasiado tarde para cancelar. Ve a la reunión y ya está. Estoy bien. –Hinata se levantó y fue hasta la cocina para dejar la taza en el fregadero–. Me voy a mi apartamento.
–Puedo cancelar.
–¿Por qué? Estoy bien.
–No creo que debas estar sola.
–Señor Namikaze, estoy bien. Me gustaría acabar el trabajo de hoy. Puedo hacerlo desde casa, ya está.
Nos vemos en la oficina mañana. Estoy bien, de verdad. No miento.
–¿Podrías trabajar desde mi casa? Por favor.
Ella respiró hondo.
–Vale. Pero solo porque he dejado mi tablet y el portátil en la oficina.
Él sonrió de oreja a oreja.
–Tengo uno conectado con la oficina. Te lo preparo.
–Gracias. Otra vez.
Naruto se marchó a la reunión de mala gana y Hinata esperó hasta que su coche desapareció detrás de las rejas para bajar a su suite a ducharse y cambiarse de ropa. Al salir de la duchase miró en el espejo; tenía tres marcas en el cuello, probablemente se convertirían en cardenales. Se pondría un pañuelo para ocultarlos durante unos días. Como hacía frío, todo el mundo llevaba manga larga y chaqueta.
Se miró, sorprendida por lo tranquila que se sentía. Todo iba a salir bien. Se había cansado de ser un felpudo. Se merecía mucho más. Las cosas iban a cambiar a partir de ese mismo momento. Kiba le iba a pedir perdón la próxima vez que se vieran. No iba a tolerar las quejas de Hanabi ni la presión de su familia. Recuperaría a los pocos amigos de la universidad; no quería estar sola.
Amaba su trabajo, su apartamento y empezaba a gustarse otra vez. Lo que había ocurrido con Kiba había sido horroroso pero, curiosamente, algo bueno había salido de ahí: ella.
Se sonrió en el espejo y se recogió el pelo en una coleta. Se puso unos vaqueros ajustados que ahora le quedaban grandes en la cintura.
–Para eso están los cinturones –bisbiseó y observó la poca ropa que había en su armario vestidor.
Había ahorrado un poco, así que quizás hubiese llegado el momento de comprarse un poco más de ropa para ir a trabajar. Cogió una camiseta azul marino de un cajón y se la puso.
Al volver a la casa de Naruto, se sentó en la barra de la cocina y trabajó en el portátil. Podía imaginarse perfectamente a Naruto en aquel lugar haciendo lo mismo. Sin las distracciones dela oficina, como teléfonos sonando y gente hablando, Hinata terminó su trabajo en no tenía nada que hacer, salvo esperar a que Naruto volviera. ¿Y luego qué?, se preguntó.
Revisó su móvil personal, ignorando los mensajes de Hanabi y de su madre. Ya los miraría al día siguiente. Naruto le mandó un mensaje al móvil de empresa y ella le respondió para decirle que estaba bien, que estaba trabajando en la cocina con el portátil.
Miró el ordenador. Era el portátil de Naruto, personal, no el de la oficina; aunque tuviese acceso a todas las cosas de trabajo. Hinata se preguntó qué hacía él en su tiempo libre. Sería tan sencillo como mirar en el historial de navegación.
No. Eso sería meterse en su privacidad. ¡Él era su jefe! Hinata era su asistente ía una semana que él le había dicho que pretendía que se hiciera más trabajo desde casa y que esperaba que a ella no le importara. Ese era uno de los motivos por los que había reformado la enorme suite en la que ella vivía. A Hinata no le importaba en absoluto.
Pasó la mano por el ratón del ordenador. No podía traicionar la confianza de Naruto cotilleando, pero era tan tentador.
Hinata hizo a un lado el portátil y se hizo otra infusión. Revisó su email y sacó la comida que Murray les había preparado. Era pasta con pollo y olía de maravilla. La puso en el horno para calentarla a fuego lento. En un impulso, volvió a guardar la ensalada en el frigorífico,puso la mesa para dos en la barra y esperó a Naruto.
Sus ojos volvieron al portátil. Él no tenía por qué enterarse. Si entraba cuando ella estaba mirando, siempre podía decir que estaba revisando el email. Probablemente él no tenía nada de qué avergonzarse en su portátil. No se lo imaginaba visitando páginas de prostitutas o viendo porno hard-core. Seguro que eran las típicas cosas de siempre. Email,redes sociales, quizás alguna cosa relacionada con el trabajo y tal vez algún vídeo de Buzzfeed. Nada más. Nada malo.
Revisó el horno y su móvil para ver si Naruto le había mandado algún mensaje mientras volvía. Nada, aún no estaba en camino. Así que se sentó en el sofá junto a la ventana, de espaldas a la cocina y abrió el portátil. Tenía razón respecto a casi todo el historial de navegación. Las típicas cosas de todo el mundo.
Había visitado varias webs sobre gestión del personal y de la vida privada, también algunos artículos sobre conciliación de la vida familiar. Hinata miró la foto de la pared. Se veían todos tan felices y unidos.
Mucho más felices de lo que Naruto se veía en el trabajo. Pero al fijarse mejor, Hinata se dioc uenta de que la foto tenía unos cuantos años. Allí Naruto no tenía más de veinte años. ¿Podía ser que se hubiesen alejado con el tiempo? No era algo que ella le pudiera preguntar mientras cenaban. No era asunto suyo.
Miró otras cuantas webs y luego el cursor se detuvo en una que no era como las demás.
Definitivamente era una página porno. No había dudas. Se mordió el labio. ¿Cuáles eran las fantasías de Naruto Namikaze en la cama? Sin pensarlo siquiera, clicó en la web. Aparecieron fotos de mujeres follando.
Con el corazón a mil, Hinata fue bajando para ver vídeos cortos y presentaciones. No podía parar de mirar, se estaba excitando al ver aquellas fotos de mujeres chupando pollas y otras abriendo las piernas para que las penetraran. No se atrevía a poner ninguno de los vídeos, tenía miedo de correrse en el sofá de Naruto, pero al ver las fotos, la humedad se le acumuló entre las piernas.
–Estás haciendo que resulte complicado ser un caballero.
Hinata saltó y cerró la tapa del ordenador con un golpe.
–Yo, yo... No te he oí-oído entrar. –Tartamudeaba, no se había sentido más avergonzada en toda su vida.
–Ya me he dado cuenta.
Era imposible deducir nada en Naruto por el tono de su voz.
Hinata se mordió el labio y los ojos de Naruto volaron de inmediato hasta su boca.
–Lo siento –dijo ella, sin saber qué más decir.
–Puedo decir que nunca había llegado a casa para encontrarme con una mujer mirando porno.
–Lo siento –Hinata quería que se la tragara la tierra.
–No lo sientas.
–¿Perdona?
Hinata vio que una esquina de la boca de Naruto se curvaba hacia arriba.
–Creo que eso es lo mejor que te he visto hacer. Lo mejor del día.
Naruto no se dio cuenta de que ella había estado cotilleando su historial de navegación. Hinata saltó ante un pensamiento:
–Por favor no creas que hago esto en mis horas de trabajo. Yo nunca... –Se detuvo a media frase.
Justificarse tan solo la hacía parecer más culpable.
–¿Disfrutas torturándome?
Naruto dio un paso hacia ella y a Hinata se le aceleró la respiración. Él estaba cerca, aunque no tanto que ella pudiese sentirlo. Hinata deseaba desesperadamente que él le hiciera lo que había visto en aquella web. No era nada profesional, estaba completamente mal, pero Hinata no podía parar de pensar en ello.
Se disculparía y cargaría con las consecuencias por la mañana si la obligaba a abrir las piernas hasta que ella le rogara que entrara.
–Si no quieres que ocurra nada más te sugiero que te vayas de inmediato –dijo él con la voz grave y velada.
Hinata no se movió. Si hubiese sido mínimamente sensata se habría marchado. Pero estaba paralizada.
Lo deseaba con lo locura, más de lo que había deseado a nadie nunca. Y sabía que él la deseaba a ella.
Solo se trata de una liberación física, nada más.
– Hinata, si no te vas, te voy a tomar –dijo él con suavidad–. Todo cambiará.
–Fóllame –susurró ella–. Por favor.
Él gimió y tiró de Hinata, atacando su boca con vehemencia. Ella le rodeó el cuello con los brazos mientras Naruto la besaba, su lengua colándose dentro de su boca. Cada centímetro de su piel vibraba mientras las manos de él le recorrían el cuerpo; su piel estaba en ó a Naruto con igual fiereza, deslizando los dedos por debajo de su camisa para explorar centímetro a centímetro su atractivo y bien esculpido pecho. Él se estremeció ante sus caricias.
–Por favor, Naruto –murmuró ella–. Por favor.
Él gimió y le besó el cuello, sujetando su camiseta para levantársela y poder cogerle los pechos.
–Me tienes –susurró él, besándole cada pecho–. Quiero follarte aquí mismo.
–Hazlo.
Hinata se quitó la camiseta y movió las manos hacia el broche del sujetador.
Las manos de Naruto la detuvieron.
–No, aquí no. –La levantó en brazos y la llevó al dormitorio. Hinata no hizo ningún movimiento para detenerlo y él la puso sobre la cama–. Eres tan perfecta.
Los ojos de Naruto recorrieron la parte superior de su cuerpo y luego bajaron hasta los vaqueros, quemándola como si aquella mirada pudiera hacerla arder en llamas.
No era perfecta, para nada.
–Tienes un cuerpo perfecto. Hinata esbozó una sonrisa maliciosa y sujetó el borde de la camisa de Naruto para sacársela por la cabeza, dejando al descubierto su musculoso pecho. Se mordió el labio mientras los ojos de él la perforaban. Naruto volvió a atacar su boca.
–Eres mía –dijo, acariciándole los labios con los dedos–. Joder, Hinata, eres mía.
Ella sonrió y contuvo un grito ahogado cuando Naruto volvió a besarle el cuello. Era totalmente suya y le encantaba. La seguridad que sintió al salir de la ducha volvió. Él tenía que saber que también le pertenecía. Hinata lo hizo girar y caer de espaldas, cogiéndole las manos y colocándoselas sobre la cabeza. Le devoró la boca y luego bajó por su pecho. Cada beso de Hinata hacía que Naruto abriera la boca en un gesto mudo de placer. Ella le chupó con suavidad los pezones, luego le dio besos ligeros en el abdomen, viendo cómo se retorcía ante cada caricia. Cuando los labios de Hinata llegaron a la cinturilla del pantalón, metió el dedo despacio sin apartar la mirada de la cara de Naruto. Estaba fascinada por las olas de emoción que se le dibujaban en la cara mientras le bajaba lentamente la cremallera del pantalón.
Lujuria, deseo, éxtasis, todo estaba allí para que ella lo recogiera.
Su polla hinchada empujaba la tela de los boxers. Ella la envolvió entre sus dedos y Naruto cerró los ojos de placer. Cuando la envolvió con los labios, él emitió un grito sordo y se movió debajo de ella.
–Hinata –dijo con voz ronca–. Si no paras me voy a correr.
El poder que tenía sobre él la llenaba de placer. Lo lamió suavemente, sintiendo cómo temblaba debajo de ella. No iba a parar. Sonrió con malicia, él podía ser la fuerza dominante en las salas de reunión, pero en el dormitorio dominaba ella.
Cuando él empezó a temblar, intentando controlarse, ella lo soltó rápidamente.
Naruto la miró con los ojos muy abiertos y jadeando.–¿Es que quieres matarme?Hinata se pasó la lengua por los labios para saborearlo.–Aún no. –Deslizó su cuerpo por encima del de él y le besó el cuello–. Pero me alegro de que te haya gustado –le susurró al oído.
Hinata esperó a que a Naruto se le tranquilizaran los latidos y a que su respiración se normalizara, entonces bajó la mano para acariciarlo.
–Podrías matar a un hombre con tus caricias. –Naruto gimió bajito sobre el pelo de Hinata y la abrazó con fuerza–. Eres tan sexy.
Hinata acercó la boca a la de Naruto y le metió la lengua con fuerza. Aumentó el ritmo de su mano para sentir cómo se ponía más duro. Se moría por sentirlo dentro, por ver cómo la embestía, por perder el control.
Con un movimiento rápido, él le sujetó la mano y la movió para quedar encima.
–Ahora me toca a mí.
Le besó el cuello con suavidad y fue bajando. Sus manos exploraron su pecho y buscaron el broche del sujetador, que estaba en la parte frontal. Su otra mano bajó hasta el botón de los vaqueros. Cuando Hinata se dio cuenta de lo que iba a hacer, le sujetó la mano y se la apartó.
–No –susurró–. Con las luces encendidas, no.
No podía permitir que viera su gordura y pusiera cara de asco. Bastante valiente había sido Hinata quitándose la camiseta. Ahora estaba en el salón, no podía usarla para cubrirse. Pero la luz... Si se quedaba desnuda en la cama de Naruto y él la rechazaba Hinata moriría.
–Quiero verte –le susurró Naruto con los ojos inundados en deseo.
–Con la luz encendida no.
Él suspiró. Su mano bajó hasta los pantalones de Hinata y los dedos se colaron dentro para acariciarla. El placer se apoderó de ella. Hinata cerró los ojos, disfrutando las caricias y mojándose cada vez más. Él le dio un beso en la sien mientras con un dedo la acariciaba y con otro la exploraba por dentro. La presión creció en el interior de Hinata y se retorció,mientras él continuaba la tortura.
Naruto paró cuando ella estaba a punto de correrse.
–Aún no –le susurró–. Quiero estar dentro de ti cuando llegues al orgasmo.
Naruto se tumbó sobre ella, moviendo la cadera de forma rítmica mientras estiraba la mano hasta un cajón del que sacó un preservativo. Se lo puso y, antes de que ella pudiera protestar, le quitó los pantalones, haciendo que el cuerpo de Hinata quedara en el borde dela cama, que era bastante alta. De pie, Naruto le abrió las piernas y se adentró en ella. Hinata llegó al orgasmo de inmediato, gritó mientras el éxtasis y el placer la inundaban, haciéndola temblar y sacudirse. Naruto también tembló al alcanzar el clímax. Seguía empujando dentro de ella, ya sin aliento, mientras su pasión llenaba el condón. Cayó sobre ella y se quedó tumbado allí un momento, luego se levantó para quitarse el preservativo.
Hinata le acarició el pelo, segura de que nunca más volvería a tener el placer de hacerlo con él.
–¿No estás enfadado conmigo, verdad? –susurró.
–¿Por qué iba a estar enfadado? –La miró mientras volvía a ponerse los calzoncillos.
Ella se puso el sujetador y buscó su pantalón.
–He mirado el historial de navegación de tu ordenador. Por eso encontré la página porno.
Él contuvo la risa.
–Normalmente no perdono que se viole mi intimidad, pero el resultado esta vez ha sido tan bueno, que voy a dejarlo pasar. –Le besó el cuello–. Que pase dentro y fuera, dentro y fuera, una y otra vez.
Hinata esbozó una gran sonrisa, sintiéndose aliviada.
–Bien, me alegro de haberlo hecho lo suficientemente bien para evitar represalias. –Pero, ¿ qué le ocurría aquella noche?
–Sabía que lo harías bien, pero no imaginaba que tanto –dijo él muy serio–. De verdad eres increíble, Hinata. Espectacular.
A ella se le daba muy bien su trabajo, pero ¿espectacular en el sexo? No le parecía posible.
Fin.
Continuara…
¡IMPORTANTE¡
Esta saga de libros EL Jefe la asistente personal de Lexy Timms son 12 libros y los adaptare todos para naruhina.
