EPILOGO

La mañana de Navidad, Raccoon City despertó de su dulce sueño. Ya mencionamos cual fue la sorpresa del jefe de policía al encontrar a su amada RPD azotada por el festejo cuyos residuos aun no terminaban de disiparse. En efecto, aún quedaban algunos oficiales bebiendo y uno que otro devorando las sobras de la cena, buscando aplacar la resaca inminente. Antes de las 7, Marvin ya se había incorporado, se tomó una aspirina y fue a despertar a Rita, quien dormía sobre la recepción cubierta por su chaqueta.

—Ey, Rita, despierta —Le dijo moviéndole un poco el hombro—. Es hora de irse.

—Uhmm, 5 minutos más... —Apenas respondió.

—Vamos, te llevaré a tu casa —Intentó hacer que se incorporase.

—Vale... vale... —Se puso de pie sujetándose la cabeza—. Marvin...

—¿Sí, Rita?

—No hice nada vergonzoso anoche, ¿verdad?

—No te preocupes por eso, Rita.

Y la acompañó al estacionamiento. No es la primera ni la última vez que Marvin sobrepasaría su rol de mentor para convertirse en una especie de tutor parental para Rita, a pesar de que casi siempre que se embriagaba se le terminaba insinuando de alguna manera. El veterano oficial de policía sabía que Rita podría hacer lo mismo con cualquiera así que era mejor no quitarle el ojo de encima.

Por otro lado, en la Sala de Conferencias, Brad, Richard y Joseph se despertaron luego de una noche de comida, bebida y videojuegos. Cuando se dieron cuenta, el Capitán Wesker había desaparecido, pero había chocolate caliente y panecillos esperándolos para desayunar.

—El Capitán es un tipo raro, ¿verdad? —mencionó Brad, partiendo su pan en dos.

—Eso ya lo sabemos todos. ¿Por qué lo mencionas ahora? —dice Richard.

—No lo sé. Salvo un par de ocasiones especiales en el Bar Jack, el capitán no es mucho de compartir.

—¿Crees que le haya pasado algo? —teoriza Joseph

—No tengo idea, pero espero que siga siendo así el próximo año. A pesar de su frialdad, es un gran Capitán.

—Parece que Brad no solo está enamorado de Jill sino que ahora también del Capitán Wesker —bromeó Joseph.

—¡Cállate, maldito! Eso no es verdad... ni lo uno ni lo otro.

—Oigan —dijo Richard—, Jill pasó la Navidad en casa de Barry junto a Chris. ¿Creen que lo haya conseguido?

Los tres cavilaron durante unos segundos.

—Imposible —concluyeron al mismo tiempo.

Media hora después, la familia Burton y sus invitados desayunaban animosamente. Barry, Linda y Hilda eran el centro de la conversación, mientras que Bass hacía reír a todos con sus ocurrencias y disparates, los cuales eran aplaudidos por su hija Tina. Por alguna razón, Mila parecía más suelta y relajada que la noche anterior. Polly, sin entender mucho la conversación de adultos, se limitaba a beber su chocolate caliente y comer su fruta picada. Lo verdaderamente sorprendente era la otra hija del matrimonio Burton, Moira, quien se veía feliz con una sonrisa constante y hasta algo de sonrojamiento en la cara cuando alguien se lo hacía notar. Estaban todos tan amenos que ignoraron los destrozos de la madrugada, ocultados hábilmente por Bass antes del amanecer. Ya luego habría momento para arreglar esos detalles.

Por su parte, Jill degustó un alegre desayuno con una buena compañía y conversó un poco con la alta mujer que aparentaba ser Zelda, la hermana mayor de las Spellman. Ella le contó que venían de muy lejos, de un pueblo viejo llamado Greendale donde a veces pasaban cosas raras. También le contó sobre Edward, el hermano mayor que había fallecido ya muchos años atrás, y de cómo Linda fue, durante mucho tiempo, una hermana no muy querida por el resto de la familia, pero que sus diferencias habían sido bien resueltas. Jill sintió cierta fascinación por aquellas mujeres, y por algunos segundos recordó a Barry refiriéndose a ellas como brujas, así como recordó sus sueños infantiles de convertirse en maga profesional.

—¿Nunca te llegó la carta? —preguntó Zelda.

—¿Qué carta?

—Nada. A veces nunca pasa.

Todos continuaron charlando hasta que Jill mencionó que ya debía volver a casa. Algunos se entristecieron, otros no, como Mila, que veía con desconfianza a esa paliducha que, ella juraba, no había quitado la vista de su novia en toda la velada. Barry se propuso a llevarla en auto, pero Jill se rehusó a seguir siendo una molestia.

—Me gusta caminar.

Chris y Moira supieron identificar esa expresión. Caminar por calles y avenidas la mañana de Navidad, constatando las celebraciones de la noche anterior y deslizándose por el ambiente todavía hogareño de la ciudad, es una costumbre íntima y revitalizante.

—Nos vemos en el trabajo, Jill —dijo Chris, aunque en realidad no quería que se fuese aun.

—Oye, Chris —dijo su hermana— nosotros también deberíamos irnos. ¿No crees? —mencionó con clara segunda intención.

—Ah... pues, ahora que lo dices...

—Claire —dijo Moira— no te vayas aun... tienes que enseñarme muchas cosas... Quédate un rato más —pidió la chica.

Claire no estaba segura de cómo negarse, ni tampoco si quería negarse. Chris lo entendió. Barry, por algún instinto, supo que debía intervenir.

—Oye, Moira, ¿no crees que Chris y Claire necesitan tiempo de hermanos?

—Pero, Barry... —algunas cosas aun no iban a cambiar.

—No te preocupes, Barry —intervino Chris para sorpresa de este y de su hermana— ¿Por qué no vamos por unas donas navideñas?

—Ah, esto... sí, claro que sí —dijo alegremente—. Señorita Valentine —dijo refiriéndose a la saliente Jill—, un placer tenerla con nosotros. Nos vemos en el trabajo.

—El placer ha sido mío, Barry. —respondió, con una sonrisa. Una sonrisa.

Mientras caminaba de vuelta a casa Jill despejaba su mente de los sucesos de la noche anterior. Todo muy tranquilo, todo muy normal, quizás bebió un poco más de lo pensado pero no hubo ninguna escena bochornosa. Seguía siendo la misma mujer. Lo que más le agradó de la fiesta fue el ánimo y devoción totales de la señora Burton por su familia y la celebración. Moira y Polly pueden estar felices con una madre como ella, y un padre como Barry, claro. Todos ellos, a pesar de sus detalles, se veían como una familia feliz. Se sintió un poco desencajada en el grupo, pero por suerte allí estaba Chris, haciéndole compañía a su manera. Hasta que llegó Claire, claro. ¿Se podría decir que sentía cierta envidia hacia esa sincera relación de hermanos? Quizás. Quizás debió quedarse en la fiesta de la RPD, pero cómo hubiera sabido de ese arranque de locura repentina que asaltó al jefe Irons. Qué amable fue Richard al informarle por mensaje de texto. ¿Tendrá segundas intenciones? Cómo sea, lo único que le interesaba ahora era llegar a casa y dormir en su cama. ¿Cómo la habrá pasado el Capitán anoche?

En eso, Jill se detuvo en mitad de la calle. Creyó haber escuchado algo, algún ruido extraño proveniente de una esquina, un callejón. Se acercó. Debajo de un pedazo de cartón húmedo y viejo había un perro. Era de tamaño mediano, peludo y tembloroso.

—Pequeño... —dijo Jill acercándose cuidadosamente— ¿Te asustaron los fuegos artificiales? ¿No tienes familia? —El perro cubrió sus ojos con sus patitas delanteras. Jill sintió derretirse un poco su corazón—. No te preocupes. Voy a cuidar de ti... Cioran.

FIN

Muchas gracias a todos por seguir esta historia hasta su conclusión. Para nosotros, la Navidad es una época de emociones potentes, y Resident Evil es la franquicia de nuevos amores, por lo que escribir esta historia era en parte un gran deber sentimental como un gran sueño de fanático. Sueño cumplido, debemos agregar. Si bien hay quizás un exceso de tramas entrelazadas y de temas tocados, además de un abuso de referencias al cine de Scorsese, creemos que el principal de todos consigue elevarse por sobre la crítica a la sociedad de consumo y la satírica representación de las fuerzas del orden, que no es otro que La Familia, sus múltiples formas y su constante amor, que termina siendo el objetivo principal de la festividad navideña por sobre las campañas corporativas o los mensajes religiosos. Otra vez, muchas gracias por haber leído hasta aquí, esperamos haberte entretenido y/o conmovido, cualquiera funciona. Habrá más historias sobre los STARS en un futuro, sin duda. Sin más que decir, les deseamos Feliz Navidad, inmundo animal, y Próspero Año Nuevo.