Menma Uzumaki no era capaz de apartar la vista de aquellos ojos escarlata que lo habían elegido como objetivo. Ese color tan enérgico, poderoso e hipnótico como la sangre, no hacía más que paralizar tanto su cuerpo como su alma tal como un ciervo deslumbrado por los faros de un vehículo en movimiento que únicamente aguardaba el golpe. Pesé a que el joven Alfa se mantenía encima de ese Omega perteneciente a la estirpe de los Uchiha, se percibía como un cazador cazado.

*Ese es el ojo que refleja los sentimientos* pensó Uzumaki, algo ofuscado, sintió una pequeñas gota de sudor bajar por su cuello, mientras que percibía su propia respiración haciéndose más lenta, como si presintiera que pronto estará en medio de un acontecimiento extraordinario que podría comenzar en un abrir y cerra de ojos. Era claro que el instinto dominante que exteriorizó impulsivamente se vio disminuido un poco por la exhibición del Sharingan.

El Sharingan, era una característica física heredada en generación en generación en el clan Uchiha. Se presentaba en los ojos cuando un integrante de esa familia sufría emociones intensas tales como: el amor, la amistad, el odio o la tristeza debido a la pérdida de un ser querido. Incluso en situaciones de vida o muerte, como: un tiroteo contra mafias rivales, o una pelea callejera a puño limpio, acciones donde la adrenalina corría por las venas.

La razón detrás de esta manifestación corporal se debía a que una cierta energía incorpórea, propia de la estirpe, brotaba en el cerebro afectando el nervio óptico, y provocando un cambio en la estructura natural del globo ocular. Inundando la esclerótica de un color rojo intenso, mientras que la pupila se transmutaba en un patrón circular con un cierto número de aspas oscuras (mejor conocidas como Tomoe).

Cuando una nueva aspa nació dentro del iris circular, Menma no pudo contener más su respiración pausada, soltando un bufido de sorpresa. Ese ojo acababa de transfigurarse nuevamente en su presencia. Ahora eran tres tomoes las que lo acompañaban a la pupila para una observación adecuada.

Tobirama Senju tenía razón acerca de sus estudios sobre la misteriosa línea sucesoria milenaria, resultaba fascinante e impredecible.

Sin embargo, su tío nunca mencionó que pudiera ser un espectáculo tan magnífico como estremecedor. Era la primer vez que veía el Sharingan tan cerca, ocasionalmente cuando se enfrentaba a balazos contra los Uchiha, no reparaba en los detalles de sus ojos, de hecho no había tiempo para ello.

Por su parte, Charasuke sentía una euforia invadiendo su cerebro, era como haber comido una gran cantidad de chocolates, el culpable de ducha sensación era el Sharingan que se había apoderado de sus fanales. Esta línea sucesoria era famosa por su capacidad de enseñar ciertas visiones

Y en esta ocasión no fue la excepción, al Uchiha le fue revelado que Menma era el indicado, tenía una alta probabilidad que fuera aquel que denominan como "Compañero destinado". Esto lo complació, ya que le confirmaba que aquella atracción física que le profesaba al Uzumaki tenía una razón de ser.

Sin perder ni un minuto más, enredó sus brazos alrededor del cuello del Alfa, atrayéndolo con suavidad, hasta que finalmente terminó abrazándolo. Acomodó su barbilla en el cuello del otro, aspirando de primera mano un olor a menta, por fin podía relacionar sus feromonas a un aroma familiar.

-Te encontré...-musitó con voz ronca, cerca de la oreja de Menma, provocándole un escalofrío placentero, que lo apaleó con tanta potencia que lo sintió hasta las puntas de los dedos de los pies.

Las feromonas estaban aún suspendidas por la habitación, evidencia de la primer ceniza iniciada en un coqueteo previo.

No obstante, aunque habían dejado de pululuar activamente, debido a que la pareja había detenido su flirteo, el ambiente permanecía caldeado y sobre saturado todavía.

Esa sensación azotadora terminó por rescatar al sol rancio de aquel hechizo bajo el cual el Sharingan lo había sumergido. Dándole la oportunidad de recuperar su potencia de Alfa y claro retomar su arranque inicial. Había recordado que estaba ahí para ser uno con ese Omega, arroparlo con sus besos y caricias para no verlo llorar ni aspirar sus feromonas de melancolía por ser rechazado.

Como primera acción para remediar dicha situación, Menma correspondió el abrazo de Chara, apretándolo contra su tibio cuerpo, que pronto ardería como una brasa, ajustando perfectamente su cabeza en el pálido hombro de su compañero.

-No te dejaré ir...-exclamó, mas que un suspiro fruto del deseo fue un aviso de que ya no habría vuelta atrás, sellando su promesa con un beso pronunciado en el cuello del Uchiha. Y con un pequeño gemido del Omega, inició la verdadera danza de cortejo.

Ahi fue cuando las feromonas retomaron su curso, y empezaron a esparcirse de nuevo, estimulando los sentidos de los participantes de la danza más antiguo del mundo.

Entretanto, Sasuke y compañía se encontraban atrapados en el tránsito, maldito había sido el instante en que Kakashi eligió tomar un atajo. Precisamente se dirigían a la zona residencial de Ginza, y es que el rastreador de gps, aquel que Obito les había conseguido, logró ubicar la señal del localizador unido al vehículo que Charasuke y sus compinches usaron para su escapada nocturna.

El aparato los había guiado en primer lugar al otro lado de la ciudad. Para su desgracia justo cuando tenían medio camino recorrido, la dirección empezó a cambiar, muestra clara de que el auto de los tres chiflados estaba tan lleno de gasolina que podrían durar toda la noche en marcha.

Su humor no hacía más que empeorar con cada segundo que se mantenían atascados en el tráfico y para colmo todavía debían transitar un buen número calles de la ciudad para llegar al destino. Juraba que iba a romperle los brazos y la piernas al imbécil de su hermano gemelo, ya que gracias a él estaban dando vuelta por todo Tokyo como estúpidos.

—Kakashi, toma la desviación en cuanto el tráfico avance al siguiente retorno—sugirió Guy Maito, uno de los luchadores a puño limpios más fuerte del clan Uchiha. No por nada le decían la "bestia verde".

—No calcule al hora pico nocturna, mi culpa Sasuke—se disculpó con honestidad Hatake, a través del espejo retrovisor pudo observar como la cara de amargado de su joven maestro se acentuaba aún más.

—Ocúpate, en lugar de disculparte, espantapajaros—habló el Uchiha sumamente fastidiado, si Kakashi deseaba una confirmación del enojo de su jefe, ahí estaba. Cuando lo llamaban así es que había metido la pata al fondo.

Maito se guardo cualquier comentario que pudiera aligerar la situación, no era el momento de levantar los ánimos con positivismo, ya que eso no funcionaba con el joven amo, Sasuke Uchiha, mucho menos cuando estaba en ese estado anímico tan agresivo.

—El retorno, Kakashi—recalcó Guy, observando con alegría como el tráfico comenzaba a acelerarse.

Al menos los dioses no los habían abandonado a merced de ese pequeño "halcón" de pico y garras afiladas que estaba sentado en la parte trasera del vehículo.

Sin romper el abrazo en el cual ambos estaban atrapados, Alfa y Omega instintivamente se buscaron para unir sus bocas en un beso. Estaban ardiendo en llamas, deseaban empezar el apareamiento cuanto antes, pero la torpeza hizo acto de presencia. Pese a que ambos jóvenes inclinaron sus rostros de forma automática, con el fin de que sus narices no chocarán, su nula sincronización provocó que sus rostros no pudieran complementarse.

Menma y Charasuke sonrieron con timidez, descubrir su inexperiencia les traía cierto regocijo, y encontraban esto bastante irónico, ya que ambos precisamente habían intentado devorarse como dos bestias fogosa minutos antes. Este gracioso accidente trajó algo positivo, les hizo caer en un lapsus de mesura.

Quien terminó rompiendo ese instante de sensatez fue el Uchiha, no había abandonado su meta de pasar un excelente y especial momento con el Alfa de sus sueños. Podría estar encantado por ese ataque pleno de feromonas que no paraban de gritarle que tuviera sexo, pero su deseo estaba acompañado con algo de moderación, al menos por ahora. Tomó con sus manos el apuesto rostro del Uzumaki, unificando los labios de los dos amantes, quienes cerraron los ojos para abandonarse a la magia del placer.

El beso, que apenas era una presión, escaló en el instante en que la lengua del Omega tomó la iniciativa de solicitar permiso para explorar la boca ajena. Tal atrevimiento encendió al ojiazul, entreabrió gustoso la boca, consintiendo el gesto de iniciativa dejó salir a su propia lengua para que librara una danza romántica. Rápidamente la demostración de amor tomó fuerza y pasión.

Charasuke tenía sus párpados cerrados y sus manos ocupadas sosteniendo la cara de su querido Kitsune, sin duda disfrutaba de los roces y lucha de lenguas que se estaba produciendo, actos que no hacían más que ponerlo aún más cachondo.

Menma abrió sus ojos exponiendo unos fanales azules bastante dilatados, su recuperada visión le sirvió para recordarle la necesidad de tocar ese espléndido cuerpo frente a él. Sus dedos deseaban pasearse por esa piel pálida, así que decidió aprovechar la ocasión, dejó de emplear como soporte uno de sus brazos, guiando su mano derecha hasta el pecho de su compañero. Una vez en la zona deslizó la palma de su mano por toda la superficie, hasta que se topó con un pequeño botón, erecto y duro, de un exquisito color rosa, sin ninguna misericordia comenzó a masajearlo con las yemas de sus dedos.

Esta simple caricia obligó al nieto de Madara rompiera el enlace íntimo de sus labios, soltando un sonoro gemido, echando la cabeza hacia atrás. Su cuerpo estaba tan sobre excitando a causa de las feromonas, que prácticamente su sensibilidad al roce estaba al máximo, que la más mínima caricia en las zonas érogenas detonaba en sensaciones intensas de placer.

El Uzumaki fue tomado por sorpresa por la reacción tan explosiva de su amante, incluso había retrocedido su mano, como si hubiera estado mal haberlo estimulado en esa parte. Pero su humor cambió al notar como el Omega sonrió con prepotencia, llevando su propia mano al lugar que el Alfa había tocado previamente. Iba a atesorar esa primera caricia por el resto de su vida.

Con su humor y confianza recuperados, el nieto de Hashirama exclamó:

—Alguien está sumamente sensible ehh—comentó con picardía, sonriendo cómo un zorro astuto que acaba de descubrir algo bueno por accidente.

Los ojos portadores del Sharingan pusieron a Menma en su campo de visión, con la misma sonrisa de superioridad y actitud desafiante, se decidió a responder ese comentario seductor:

—¿Y de quien es la culpa? Toma responsabilidad—incitó con esas tentadoras palabras, al mismo tiempo que masajeaba por sí mismo el pezon, que Uzumaki había estimulado minutos atrás.

—Tú...pequeño descarado—murmuró jadeante por el insurrecto acto tan agitador. Esa invitación se la iba a tomar.

El Uchiha soltó una pequeña carcajada, su Sharingan se prendió aún más, distorsionando de nueva cuenta la pupila, ya que las tomoes dieron un giro. Resultó hasta extraño ver ese espectáculo.

El Alfa se lanzó contra el Omega, entrelazando sus manos con la del otro, devorando los labios del otro con ahínco desmedido. La temperatura se estaba elevando, sus miembros viriles ya se habían despertado, no hacían más que palpitar enardecidos poniéndose cada vez más duros y secretando su excitación en forma de líquido viscoso y caliente.

Sentir en su abdomen esa humedad calida que ambas virilidades estaban compartiendo, producía un incendio y agitación en el corazón del sol rancio. Se apartó de los suaves y sedientos labios del Uchiha, finalizando así la sesión de besos, ya que pretendía atender otras zonas cercanas. Eligió empezar con el área entre la oreja y la nuca, atrapando el lóbulo, y tirando de él levemente para posteriormente regalar mimos ahí.

Con pausa, enseguida inició un camino de pequeños besos en el cuello del Omega, descendiendo lentamente, presionando sus labios húmedos contra esa piel fogosa, de vez en cuando se empeña a hacer algunas marcas rojas.

Todas estas acciones, suscitaban en Charasuke agradables temblores y estremecimientos en su cuerpo, además de arrancarle sonidos llenos de íntimo placer que ni se molestaba en acallar.

No era su estilo hacerse el difícil cuando de sexo se trataba, después de todo el acto se llevaba a cabopara gozar no para sufrir. Además ¿Cómo iba a informar a Menma si le estaba gustando lo que le hacía? Y mas importante ¿Cómo se excitaría el Alfa si el Omega no se comunicaba con sinceridad?

Por otro lado, el Uzumaki contaba con sus propias conjeturas y fantasías en las cuales perderse con placidez. La sola idea de imaginar a ese Uchiha regresar a su casa, contemplarse en el reflejo del espejo de su habitación, y descubrir esos chupetones en el cuello, pagaría por ver su la cara que pondría.

Lo que sí podría asegurar el Uzumaki es que el azabache estaría más preocupado de esconderlos de su parentela, que avergonzado o arrepentido por sus acciones, de hecho inflaría pecho por de tener esas "señales de batalla" en su cuerpo. Lo poco que había mostrado de su carácter era que era una persona que valoraba más el hoy que el mañana, sumado a su intrepidez y libido juvenil. Una chispa de celos le invadió el corazón al considerar que la luna cegadora pudiese hacer esto con alguien más.

Podría parecer que se hallaba a merced de sus instintos como Alfa dominante, pero todavía quedaba una chispa de entendimiento en su cabeza, que le permitía imaginar acontecimientos del futuro, disfrutar y renegar de ellos.

En su cabeza de cabellos peliteñidos de negro, surgió la idea de que le daría la mejor noche al portador del Sharingan, de ese modo nadie podría ser capaz de alcanzar un desempeño tan excelente y favorable, no había fallas en la lógica de ese plan. Nadie le arrebataría a su amado Uchiha, si ya lo había denominado de esa forma cariñosa.

Con ese nuevo objetivo en mente, Menma reanudó su labor complaciente, dejó de entrelazar sus dedos soltando por completo a su amante, ya que requería de mayor movilidad y sobre todo de manos libres para ser capaz de explorar cada centímetro de esa pálida piel. Su primer parada sería atacar esos dos pequeños pezones erizados que era inevitable no jugar con ellos.

Con delicadeza, Uzumaki se acomodó en el pecho del Uchiha, y ni lento ni perezoso empezó a succionar el pequeño botón rosa, ubicado en el lado derecho, mientras el otro pezón lo frotaba con las yemas de sus dedos, haciendo círculos.

Los gemidos sonoros no se hicieron esperar, el azabache comenzó a llenar la habitación con feromonas de Omega. Esa esencia poderosa que invitaba a la tentación no hacía más que aumentar, sofocando el lugar.

Precisamente, Charasuke había acomodado sus brazos de tal manera que pudiera abrazar levemente la cabeza del Alfa, paseando sus largos y finos dedos por las hebras teñidas de onix que poseía ahora el nieto de Hashirama, así pretendía responder a las sensaciones producidas.

Al final de la noche, podría presumir que Menma lo deseaba al nivel de torturarlo con caricias, ya que sus atenciones eran suaves al principio pero luego se volvían intensas, creando un circulo vicioso de placer.

Los labios del Alfa no sólo lo chupaban, sino también amasaban aquel diminuto, caliente pero sensible pedazo de carne; al unísono aquellos dedos maestros se dedicaban a presionar la superficie dura y sedosa.

El Alfa cambió su boca de lugar, atendiendo el botón izquierdo al grado de aplicarle una inofensiva presión tipo mordida, ahí recibió el fruto de su atrevimiento, el cuerpo de su compañero de cama dio un breve salto que empujó su barbilla violentamente, ya que, inconscientemente, había sido incapaz de controlarse.

—¡Ah~! ¿Así que...te...van las mordidas también, Kitsune-chan?—comentó algo excitado, trazando una sonrisa en sus labios, contento de que su compañero le hubiera hecho eso. Pese a que estaba balbuceando debido a su pulso y respiración acelerada, no iba a ocultar su felicidad por ser amado de esa forma tan fogosa.

—¿Te molesta, Neko-chan?—preguntó con voz socarrona, usando un mote igual de meloso y cursi. Al tiempo que lamía el diminuto trozo de carne que no había llegado a morder del todo.

-¡Ngh! ¡Ah! N-no...—Hizo una pausa para controlarse y poder hablar de modo coherente, después de aclararse la garganta, prosiguió:—Sólo no te propases, te recuerdo que este "gatito" tiene garras—advirtió siguiéndole el juego, pero también imponiéndose al agarrarle con fuerza los cabellos negros de la nuca al otro.

La verdad le gustaba mucho ese coqueteo verbal pero eso no significaba que no iba a participar activamente como una pantera. Podría ser un Omega, pero al ser de la clase dominante no iba a quedarse atrás.

—No me molestaría que esas garras tuyas terminen limándose en mi espalda esta noche—rebatió presionando ligeramente a la vez ambos pezones, moviendo en círculos sus dedos, recibiendo como respuesta que Chara pegara otro brinquito debido al fuerte estremecimiento de su cuerpo.

Era una declaración directa de que Menma tampoco iba a ceder en su dominio como Alfa dominante. Sería una verdadera batalla en la cama.

—Luego no te quejes del ardor por los rasguños, Kitsune-chan—amenazó en cuanto recuperó el aliento, sonriendo con prepotencia.

Sasori Akasuna entró de nuevo a la habitación que había habilitado como consultorio improvisado anteriormente, precisamente fue ahí donde atendió horas antes a Iruka Umino, al cual dejó reposando en una cama para que se recuperara del traumatismo sufrido.

Como todo un profesional, volvió a engalanarse con su bata blanca, colocando un estetoscopio sobre sus hombros y guardando un pequeño cuaderno de notas dentro de un bolsillo de su prenda médica.

Con paso firme regresó a verificar la condición de Umino. Le tomó el puslo del corazón utilizando estetoscopio; revisó si presentaba fiebre al posar su mano sobre su frente posteriormente le colocó un termómetro en la boca para tener una lectura más exacta. Afortunadamente los signos vitales estaban en regla, el guardaespaldas se hallaba

profundamente dormido a causa de analgésico y sin presentar hasta ahora algún efecto secundario debido al golpe en su cabeza.

Consultó su reloj con el fin de conocer la hora exacta en que había comenzado su vigilia para observar la evolución de Iruka. Tomó asiento en una silla, que estaba frente a un pequeño escritorio, en seguida sacó aquella liberta que deslizó en su bolsillo. Con quietud, a causa de la mejoría de su paciente, se dispuso a asentar en una página los datos que había recolectado anteriormente.

Desde que presto su auxilio, había empezado una bitácora en su cuaderno, le interesaba tomar nota del progreso en el estado de salud, el tratamiento empleado y los efectos presentados en el cuerpo del tratamiento del Beta.

Dichos apuntes le servirían a su colega Tsunade Senju, la galena encargada de la Salud de todos los integrantes de la mafia Senju-Uzumaki.

Sasori decidió que le entregaría su compendio al representante del clan Senju que indudablemente acudiría a recoger a Iruka y los hermanos Uzumaki en unas cuantas horas. Cuando los vástagos yakuza desaparecían del mapa, por lo general, las cabezas de la familia se movían a la velocidad de la luz en rastrear la última localización, usando cualquier medio e informante. Regularmente en menos de 12 horas se ubicaba a los desaparecidos, ya que en el bajo mundo se sabía que cada hora contaba, ya que entre un secuestro o un asesinato sólo los separaba una línea muy delgada, que se resumía en que en el primer caso se prolongaba más la angustia y sufrimiento con el fin de dar una "muerte lenta" en lugar de una muerte rápida.

Por lo tanto, el galeno de cabello rojizo tanteaba que a lo mucho en dos horas, ambas familias mafiosas habrían ubicado este escondite tipo nidito de amor marca Uchiha.

Y hablando de críos Uchiha de Madara, su sentido del olfato Alfa había estado detectando una variación en los olores suspendidos en el ambiente. Suigetsu le había dicho que Charasuke no le importaría que se quedara mientras no interfiriera en su apareamiento. Incluso sin esa declaración, Sasori hubiera descubierto que estaban teniendo sexo en el segundo piso, un Alfa siempre detectaba este tipo de situaciones, y más cuando la feromonas eran tan potentes.

Suigetsu y Juugo al ser Betas no eran susceptibles a estas cuestiones, pero el doctor Akasuna sí. Rápidamente rebuscó en el bolsillo frontal izquierdo de su bata blanca. Agarró un frasco azul pequeño, del cual extrajó dos píldoras pequeñas, y sin pausa alguna las ingirió como si su vida dependiera de ello.

-Esta ración será suficiente-conversó consigo mismo recuperando su confianza, agradecía que fuera de rápida acción estos inhibidores y que en diez minutos su sosiego estaría completo. Guardó el frasco azul en su resguardo original, siempre los traía consigo para ayudar a otros o así mismo, pues no se perdonaría perder la cabeza por una crisis de feromonas.

Aunque la esencia Omega de aquel Uchiha fuera tan aromática y atrayente, lo suficiente para alcanzar la planta baja, agradeció no estar en una habitación del segundo piso y claro a la medicina potente creada por la humanidad, de lo contrario no tendría oportunidad de erradicar esas ansias de salir corriendo a medir fuerzas con el Alfa que estaba cortejando a la "Luna cegadora".

Mientras tanto, Menma siguió su recorrido por el cuerpo de Charasuke, pese a que cinco años los separaban en edad, el azabache no mentía cuando dijo que ya estaba desarrollado. En cuanto dejó de jugar con pezones, pudo apreciar su abdomen plano y algo trabajados. Con devoción repartió algunos besos y lamidas en esa área, le pareció entretenido delinear con su lengua las líneas de los músculos abdominales apenas en formación. Estaba claro que el Omega se ejercitaba, pero no estaba propiamente marcado.

En cuanto se topó con el ombligo le propinó un besito con cariño, como si estuviera honrando su nacimiento. Estaba verdaderamente muy feliz de que Charasuke Uchiha hubiera nacido. Sentir sus tersas manos acariciando sus hombros o revolviendo sus cabellos era algo que le complacía.

Mientras realizaba su exploración, el Uzumaki se percató del líquido pre seminal que manchaba la parte baja del abdomen y, el eje central de cualquier cuerpo masculino, el miembro viril.

El Omega se incorporó un poco, utilizando sus brazos como soportes, cambio su actitud en cuanto reparó que el Alfa había ido más allá de su ombligo, ya presentía que iba a continuación. Quería guiar a su manera el acto, así que anticipándose a las acciones del otro, pronuncio lo siguiente:

—¿No quieres jugar un poco más? Digo antes de ya sabes que—preguntó juguetón.

—Déjame devorarte, cariño—respondió sereno, enbozando una pequeña sonrisa tierna, a la vez que subía hasta estar cara a cara con su amante—Te va a gustar lo que te voy a enseñar.

Tal demostración de dominio picó el orgullo del Omega, él pertenecía a la clase dominante, que le emocionaban los desafíos o las intenciones indecorosas pero también gustaba de tomar las riendas.

No por nada había podido sortear los constantes sarcasmos de su estúpido gemelo menor, quien pese a ser Alfa nunca fue capaz de ganarle una discusión verbal. Con los años, acumuló la experiencia suficiente para hacerle frente, respondiendo con destreza y carácter las ironías de ese rancio. Si podía hacerle frente a su hermano amargado, podría con este solecito.

—Esa es mi línea, cariño—replicó Chara, posando su dedo índice en el pecho del Uzumaki—Hagamos una apuesta, si logro someterte, me dejarás hacerte lo que quiera ¿te atreves?—lanzó como reto.

Ahora si que descolocó a Menma que saliera su acompañante con este inoportuno desafío, justo cuando planeaba darse un festín con esa dura entrepierna y prepararlo para la penetración con sus dedos. Podría simplemente ignorarlo, engullir esa palpitante y jugoso miembro, y finalmente hacerlo venir. Pero su consciencia no lo dejaría en paz durante resto de la noche, se supone que la lucidez todavía reinaba en un buen porcentaje sobre lo instintos Alfa.

No le quedaba de otra, cedería al juego, además por más dominante que fuera ese azabache no le ganaría en fuerza física. Asimismo siempre podría recurrir al recurso más bajo la voz de mando, en grado caso que esto fuera una trampa y el Omega pretendiera rechazarlo o algo. Eso sí no iba a tolerar que lo dejaran con las ganas.

—¡Vamos con tu reto rápido, gatito, no quiero que se enfríe esto!—indicó emocionado de que este evento fuera lo más efímero posible.

Ahora si que ese Senju inocente había caído en su trampa, tomó la decisión de que iba a tomar la riendas de este asunto usando cualquier medio, posó sus manos en el colchón con la intención de sentarse por completo en la cama, el Alfa le había dado su espacio para que ejecutará dicha operación.

—Bien, la prueba es simple: si logro tumbarte sobre el colchón, habrás perdido y harás todo lo que te ordene. Funciona a la inversa también conmigo, podrás hacerme lo que desees como quieras ¿listo?—explicó de manera concisa, no deseaba enrolarse mucho, el tiempo apremiaba.

—Pan comido—canturreó confiado y hasta con voz arrogante, estirando sus nudillos, únicamente necesitaría un empujón bien dado y caería como tronco ese Uchiha.

Observar como ese Alfa se estaba regodeando de una victoria fácil le confirmó a Charasuke que burlarlo sería sencillo. Si le iba a dar placer sería a su manera. Después de todo, el Uzumaki era su regalo de cumpleaños, y hasta donde sabía los regalos no tenían voz ni voto unicamente se gozaban.

En una cama estaban dos personas: un Omega, con un esplendido pelo azabache y ojos escarlata, también estaba un Alfa de cabellos oscuros sumamente alborotados y ojos azules brillantes.

-Sentémonos de forma tradicional-invitó el Uchiha adoptando la típica postura elegante para tomar asiento, dobló las piernas, exponiendo sus rodillas, sobre el colchón, recargando los glúteos encima los talones.

-Hablas como si tuviéramos que realizar una ceremonia para un duelo oficial-señaló entre divertido y confundido de la seriedad con que se tomaba este asunto, cuando se suponía que era como un juego de pareja.

-Aunque sea un juego, debe existir cierto punto de partida-explicó mientras observaba al ojiazul imitando su forma de sentarse.

-Bien, empecemos entonces-habló con mucho entusiasmo, ofreciendo sus manos, como si fueran a bailar una pieza de música.

El heredero de los Uchiha tomó aire y entrelazo sus manos con las de su compañero de "baile"

Para Menma la ventaja era obvia, no sólo era cinco años más grande que el otro, sino también estaba su género Alfa que de cierta forma lo volvía 25% más fuerte que cualquier hombre Omega o Beta. Así que por ese lado, el joven heredero de los Senju estaba tranquilo, ganaría fácilmente, estaba tan confiado, que aunque su oponente fuera un Alfa como él, apostaría su orgullo a que podría someterle también, así de seguro estaba.

Sin embargo, estas ventajas podrían ser engañosas, ya que más valía maña que fuerza y en eso Charasuke era experto.

Haberse criado en un ambiente Yakuza, entre hermanos y primos Alfa le había entrenado lo suficiente para lidiar con este tipo de género. En muchas ocasiones tuvo que medir fuerzas con ellos, incluso con Izumi, quien pese a ser mujer era una Alfa fuerte y decidida, la cual le trajo muchos dolores de cabeza al jugar a las "luchitas".

No digamos cuando tomó las clases de defensa personal teniendo de oponentes a Shisui, Itachi y hasta el mismo idiota de su hermano menor, Sasuke. Todos creyéndose los superiores, los más fuertes, y estaban en lo correcto. No obstante, el propio Chara fue más astuto al compensar su falta de fuerza con observación y perspicacia, logrando así equipararse a ellos.

Y este era uno de esos casos, derrotaría a Menma Uzumaki aunque le costara la vida. Tenía planes en su mente demasiado suculentos para ser frustrados.

-Bueno, entonces, ¿estamos en posición ya?-preguntó el Uzumaki a propósito, había caído en cuenta que su querido Omega estaba perdido en sus pensamientos, así que mejor rescatarlo de ahí.

-¡Sí!-respondió de inmediato cuando regresó a su la realidad-A la cuenta de tres empezaremos a empujar, y quien derribe al otro en el colchón, habrá ganado-recitó las reglas del juego.

-De acuerdo, descuida no te haré daño-declaró con algo de ternura pero también con cierto tono condescendente, como quien ve un lindo gatito bebé haciéndose el malote con un felino mayor.

El nieto de Madara se molestó por ese comentario, estuvo a punto de hacer un puchero pero se contuvo, el único rastro que denotó su disgusto fue un temblor en una de sus cejas. Ahora sí le iba a demostrar a su adorado Alfa con que fiera se estaba metiendo.

-¿Listo, Kitsune-chan? Uno...-enumeró notando un cambio de actitud en el Uzumaki, era como si estuviera preparándose con seriedad para la competencia.

-...Dos...-prosiguió sintiendo una cierta tensión en el agarre, ahora su oponente había aferrado sus dedos tostados, apretando un poco las pálidas manos.

El Uchiha experimentó un vacío en su estómago, era simple nerviosismo, posó su Sharingan en su contrincante, sabía que no debía vacilar en cuanto pronunciara el siguiente número, sino sería su fin.

Tragó saliva, eligiendo rápidamente un plan de acción en cuanto tuviera que comenzar a empujar las manos del heredero Senju.

-Y...-prolongó el Uchiha unos cuantos segundos la espera solo por el simple placer de hacerlo-...¡Tres!-exclamó repentinamente aplicando fuerza de empuje inmediatamente, más le valía aprovechar cualquier brecha de oportunidad.

Menma no permitió que le sacaran ventaja tan fácilmente, velozmente equilibró la balanza de poder, ambos estaban parejos en ese aspecto.

-Sabes, Kitsune-chan-llamó el Uchiha, con una voz que reflejaba esfuerzo, no era para menos, estaba empleado todo de sí-Cuando te gane voy a desvirgarte de atrás-Reveló sonriendo d oreja a oreja como si imaginar ese hecho le trajera gozo-¿Alguna vez has imaginado como se siente un omega moviendose dentro tuyo?-preguntó con picardía y desafío.

Tal declaración descarada y explícita tomó por sorpresa al Uzumaki, en un milisegundo sus brazos flaquearon en su presión, hecho que aprovechó su contrincante de ojos rojos para poner a su favor la contienda, técnicamente ya había ganado terreno en el juego de empujar. Desgraciadamente el estupor se le pasó rápido a Menma cuando se percató que su cuerpo pronto perdería el punto de equilibrio natural, con una recuperación asombrosa, uso su fuerza sobrehumana de Alfa poniéndolo en aprietos.

-Gatito, te vas a quedar con las ganas, porque el único que perderá su virginidad posterior de serás tú-dictaminó determinado y con cierto dominio, empujando un poco más-Pero te prometo que será placentero.

-¿Virginidad? Ese barco ya partió, cariño-informó de forma juguetona sin inmutarse al develar dicho dato, que para él no tenía importancia.

-¡¿Qué?!-bramó asombrado de que la persona que creía que era su destinado ya hubiera tenido su primera experiencia con alguien más.

-Al menos estoy tranquilo, que tendré una experiencia más agradable contigo-habló aliviado con positivismo. Entonces ahí percibió que algo andaba mal, tanto la presión como el agarre del otro habían menguado mucho.

Sin que el Uchiha supiera, el heredero Senju había entrado a en un especie de shock momentáneo y dejó de escucharlo desde hacía unos segundos atrás.

La virginidad era un tema importante tanto para los Alfa como para los Omega, al tener un compañero destinado caminando en algún lugar se creaba inconscientemente un lazo de fidelidad. Así que algunos procuraban guardar su "inocencia", no había nada más mágico que hacerlo la primera vez con su persona especial.

Dicha concepción del amor y el vínculo se le podría comparar con el que los cisnes o los pingüinos forjan con su pareja de toda la vida.

Aunque no era una regla inquebrantable, es decir no te pasaba nada si vivías una vida sexual activa y luego encontrabas al destinado, por lo tanto un cierto número de la población consideraba el lazo de fidelidad como una simple cursileria barata y anticuada.

En el caso de Menma, él era fiel creyente del lazo de fidelidad, podría no parecerlo por pertenecer a la Yakuza, pero siempre le gustó esa idea de ser como un cisne o un pingüino que estaba en busca de un compañero con quien compartir tu vida para siempre. Desde niño, fantaseó con que encontraría a alguien especial para él lo antes posible.

Si había estado con ese Omega de lujo fue porque su tío Tobirama orquestó el encuentro. Para el albino Senju más valía tener experiencia sexual, eso le daba estatus a un Alfa, que creer en esas bobadas del celibato.

Haber sido arrastrado por sus instintos, traicionando su propio principio, y estar con un Omega que no era el indicado, fue lo que desencadenó ese comportamiento de querer forzar un lazo verdadero. Al Uzumaki

le gustaba pensar que esa fue la razón de que se descontrolara así, trataba de convencerse a él mismo y al Omega que eran el uno para el otro.

Ahora que escuchaba de boca del propio Uchiha que yació en un lecho con otro Alfa, se convirtió en el segundo evento más catastrófico en su vida. El primero se hallaba grabado a fuego en su corazón, jamás olvidaría haber perdido la virginidad con el Omega equivocado. Por partida doble le habían recordado que había fallado, no pudo compartir su primera vez con su amado, ni éste con él, todo por haber tardado en darse cuenta que Chara era el elegido y estuvo frente a sus narices todo este tiempo.

Viendo vulnerable a Menma, Charasuke arremetió con toda su fuerza, con un simple empujón de sus brazos, logró su cometido. El peliteñido cayó como tronco en el colchón sin oponer resistencia.

Fue una victoria extraña, ya que de un momento a otro, toda la fuerza física del Uzumaki se esfumó. Como si el sol rancio hubiese perdido todo su brillo. Chara sospechó que tal vez algo que dijo le había afectado, porque era bastante obvio el cambio drástico en su actitud.

-¿Quién fue?-murmuró el Uzumaki con una voz desalentada, todo su mundo se le había venido abajo.

El juego de quien dominarla en la cama ya había perdido importancia desde hacía unos cuantos segundos.

Estaba herido, afligido, y derrotado, reprimía estos sentimientos al morder sus labios.

-¿Eh?-soltó el azabache confundido.

-Dime ¡¿Quién fue? ¿Con quién te encamaste por primera vez?!-gritó frustrado el Uzumaki, quiso incorporarse pero sus brazos seguían siendo contenido por el agarre entre Chara y él.

-Menma, no me hagas recordar cosas desagradables-sentenció como si ese tema no quisiera traerlo a la mesa justamente en este momento. Hablar de us primera vez era algo que prefería olvidar-No vale la pena traer a ese pobre diablo a colación.

-¡Tengo que saber contra quien perdí! ¡Te falle ya lo sé, me tarde mucho tiempo en reconocerte!-explotó a gritos, no quería unas palmadas de consolación cuando sabía que todos sus fantasías amorosas de la adolescencia se habían ido completamente al caño.

-Wow espera un minuto, nadie te está reprochando nada, Kitsune-chan-repuso al contemplar el carácter agresivo de su querido pelinegro. Retrocedió un poco, inmwditamnwrw levantó las manos al aire, tratando de relajar el ambiente y tranquilizar a su destinado-Además te estoy diciendo que no vale la pena mencionar al susodicho, por que tú eres mejor.

-Pero...

No obstante, ahí acostado, Menma no hacía más que hundirse en ese vacío intangible de su miseria. Las palabras de Charasuke más que alcanzarlo profundamente, le sonaban más a un bálsamo lleno de condescendencia con el fin de suavizar sus errores, no la percibía como una solución a su problemática.

Las feromonas empezaron a enfriarse de nuevo, el olor del Uzumaki demostraba tristeza y desolación, se sentía arruinado, con su orgullo alfa mancillado indudablemente muy pronto perdería la dureza en su hombría. Este hecho encendió todas las alertas en el Omega, su Alfa pronto entraría en una depresión por su lazo de fidelidad roto.

Estaba al tanto de que muchos seguían esa antigua creencia, pero nunca creyó que su amado destinado sería uno de ellos. De haber conocidos este dato jamás se hubiera lanzado en aquella aventura desastrosa con ese Alfa cretino.

Y es que el Uchiha siempre le daba más importancia al hoy. Lo que lo motivó a perder su virginidad con un Alfa fue, en parte por su sentido rebelde y, por curiosidad por la experiencia, características que cualquier adolescente presenta. De hecho, el prospecto que eligió ese día, le echó el ojo en una reunión estudiantil, le atrajo su atractivo físico y porte fuerte que estaban a simple vista. Fue meramente un gustar superficial. Pero era un puberto en ese entonces.

Siempre estuvo bajo la protección de Madara e Izuna Uchiha, quienes le dejaban tener sus aventuras con mujeres por su nula probabilidad de embarazo, así que no les preocupaba que la pureza de la sangre w perdiera. El clan Uchiha era un familia ultra conservadora, tradicional, perteneciente a un círculo endógamico, así que en un futuro su mano estaría prometida a un integrante de la misma familia. Por lo tanto, le generaba cierta chispa de emoción escaparse de su control y enrolarse con ese joven Alfa.

Estaba al tanto que ese sujeto no era su compañero destinado, pero podría obtener algo valioso a cambio, experiencia en la cama. No quería ser un virgo que no sería capaz de satisfacer al futuro amor de su vida o ser solo un Omega que se acostaría para hacer su "labor".

Cualquier tipo de información que pudiera recolectar para mejorar su rendimiento, sería bienvenida.

Para su desgracia fue un error tener ese tipo de metas egoístas usando a personas. Lo aprendió a la mala, por ello eligió archivar ese capítulo de su vida, y enfocarse en documentarse por Internet y otros medios, se prometió así mismo jamás usar su cuerpo como medio de aprendizaje.

Eso fue su pasado. Sin embargo precisamente ahora que se sentía dichoso y pleno con la confirmación de que Menma, era aquel al que el destino le tenía reservado como prometido, dándole paz mental de que su obsesión con él siempre estuvo justificada. Teniendo la confianza sólida de que al unirse con su verdadero amor traería consigo la sepultura definitiva a ese desliz en su hoja de vida

¡Maldita la hora en que tuvo que mencionar que ya no era casto!

Ni en sus más oscuras pesadillas, ni en sus más profundas meditaciones consideró que su pareja tomará como un fracaso personal el hecho de no haber logrado encontrarse antes, y compartir una preciosa primera vez.

Charasuke observó la cara atribulada y afligida de Menma, era un poema a la tragedia y abatimiento. Sus ojos azules actuaban como unas excelentes ventanas del alma, se hallaban apagados casi sin vida, como si la introspección del Uzumaki ya lo había sumido en ese trance de infortunio.

Contemplarlo de esa manera tan miserable, inhalar sus feromonas cargadas de aflicción le estaba afectando también, sin embargo no podía caer, una pareja era un equipo, así que iba a levantar a su compañero.

Con la intención de confortar y salvar esta situación, el Omega procedió a recostarse sobre el cuerpo derrotado de aquel Alfa. Esa piel ya no estaba ardiendo, se mantenía únicamente tibia, pero Chara tenía la intención plena elevar esa temperatura a la de su propia piel. Entrelazó los dedos de su mano izquierda con la de su amante; recostando su cabeza en el hueco del hombro del sol rancio por unos minutos.

El Omega comenzó a soltar sus feromonas calmantes, aquellas que de liberaban cuando alguien de esa casta deseaba transmitir su infinito amor por su Alfa. Generalmente este tipo de esencia se desprendía luego de alcanzar el orgasmo pero también cuando se hallaba al primer amor repentinamente.

Tenía en mente un detalle muy claro, debía ir con cuidado en confortar al Uzumaki, ya que sería insensible de su parte minimizar lo que su Alfa prometido consideraba como importante, es decir, no podría soltarle que no pasaba nada por no haberse conocido antes. Él no era responsable de sus decisiones, sin embargo debido a sus creencias personales acerca del amor y lo que implicaba ser un Alfa, no habría poder humano o argumento que lo convenciera de lo contrario. Insistir en que no era su culpa sólo provocaría que creyera que se estaba tratando de amenizar el asunto por lástima.

Por lo tanto, el Uchiha dedujo que lo más conveniente era tomar el camino de la cautela y con simpleza redireccionar su atención en el ahora, llenarlo de ternura para que olvidara la amargura.

—Menma, mírame, la espera terminó-aseguró sosteniendo entre manos aquel jovial pero confundido rostro del heredero Senju—Ya estoy aquí, por fin estamos juntos—reveló sonriendo con ternura, e inclinando la cabeza de forma inconsciente como si estuviera contemplando lo más dulce en su vida.

Por unos instantes, los luceros negros de Charasuke captaron la atención completa de los zafiros de azul celeste. Era increíble la facilidad con la que esos dos fanales lo despertaban de ese trance que ni había más que hacerlo descender en su tristeza.

—Pero...yo...te falle...—apartó la mirada dolido, no era digno que se le tratara así, su Omega ya estaba enterado que ya no era virgen y para peor él nunca lo reconoció como su Omega prometido.

Ese gesto evasivo, fue suficiente para que el heredero Uchiha no persistiera en sujetar el rostro del otro, así que prefirió, mantenerse suspendido utilizando sus brazos como soportes. Pero eso sí, no se daría por vencido todavía.

—Sabes, cuando te vi en ese salón de apuestas hace 5 años, me llamaste la atención únicamente por que eras Alfa—recordó aquellos días trayendo a colación—Te confieso que fue inevitable compararte con Itachi, aunque en aquel entonces pensé que no eras tan genial como mi hermano—relató ese encuentro que tuvieron hacia unos cuantos años atrás.

Tal vez evocar recuerdos pasados más agradables lo sacaría de esas arenas movedizas.

El Sol rancio revivió entonces esas memorias a las cuales se refería el azabache, todavía se acordaba de esa vez que coincidieron. En aquel entonces Charasuke era un puberto de 12 años risueño, pegado a las "faldas" de Itachi Uchiha, pero sumamente extrovertido.

Incluso 3 años después, cuando volvió a ver al Omega Uchiha en es misión de vigilancia y espionaje, seguía teniendo curiosidad únicamente, sólo un ciego no reconocería su atractivo físico. Además los Uchiha fueron bendecidos con el don de la belleza, hasta su madre Kushina Uzumaki mencionó una vez que la hija de Madara le parecía la Omega más bonita que nunca había visto, pese a que la pelirroja también poseía el mismo género.

—Ahora que lo pienso...—continuó con su monólogo al notar todavía el mutismo del peliteñido—Fue hasta los 15 años que me comenzaste a gustar realmente—confesó con un rubor coloreando sus mejillas, ese detalle demandó la atención de sus ojos azules—Pero lo gracioso, es que hasta ahora me doy cuenta que eramos el uno para el otro, una broma cruel del destino si me lo preguntas—sonrió con tristeza—Pero estoy muy feliz que nos hallamos encontrado—finalizó realizando una pequeña flexión con sus brazos, descendió robándole un pequeño beso a Menma.

El Uzumaki, quien no había hecho más que observarlo y escucharlo durante toda la conversación, fue completamente despertado de su pesadilla con ese simple gesto, como le había sucedido a la Bella durmiente del bosque que veía en el príncipe que la rescato a su verdadero amor. Ese encantó mágico de cuento de hadas que se repetía en el vínculo de unía a Alfas y Omegas.

—Sé que es importante para ti que hayamos perdido esa oportunidad de la "primera vez", lo comprendó—señaló sin menospreciar el punto que deprimía al Sol rancio.

Sin ninguna ceremonia, se acurrucó contra el pecho del Alfa, como si buscará refugio pero también una respuesta en su corazón, dijo:

—Aún así, no podemos retroceder el tiempo, así que...—hizo una pequeña pausa y agregó con una voz firme—Quédate a mi lado, por favor

Ya despierto, Menma recapituló cada gesto y palabra que había hecho Charasuke desde que lo conoció. Desde su primer encuentro en el casino hasta ahora que le entregaba no sólo su cuerpo sino también su corazón y alma.

Con esa cercanía tan sincera, que no era impulsada por la lujuria sino por la dicha de estar al lado de la persona amada. Fue entonces que tuvo una hermosa premocion que asaltó su cabeza:

Te quiero por quien eres, y te amo por que al fin te encontré, mi amado Alfa.

Esos sentimientos mudos, que no era necesario expresarlas en palabras mucho menos en voz alta, habían el entregado un claro mensaje ya que estaban enlazados.

Menma abrazo a aquel que se acurrucada contra su pecho. Se veía tan indefenso y enamorado, esto no hizo más que sumergirlo en una inmensa cascada de amor infinito.

—Te quiero por quien eres, y te amo por que al fin te encontré, mi adorado Omega—pronunció con una serenidad majestuosa, estrechando entre sus brazos al Uchiha.

Agradeciendo, por primera vez en la noche, la diferencia de edad, pues al ser un poco más grande que él, podría envolverlo perfectamente en un abrazo extenso y fuerte.

Con esta acción, fue cuando Charasuke supo que Menma estaba calmado y se hallaba en un estado anímico estable. Al fin, toda esta tormenta había pasado, de ahora en más todo estaría bien, sonrió sosegado, escondiendo su rostro en el pecho del otro, y soltar una lagrima de gozo.