CICATRICES


IV. Cicatrización


Aquellas palabras, que escuché hace un año y medio, golpean repentinamente en mi cabeza. Duele algo... Arde algo en mi cuerpo mientras escucho esa absurda maldición:

—Debiste saberlo desde que eras un niño. Tu destino es estar solo; todas las personas que te amen están destinadas a morir por ti.

¿Por qué recuerdo eso justo ahora? La persona que lo dijo murió poco después de hacerlo, no sabía nada de mí; no había forma de que ésta supiera nada sobre el futuro. No tenía sentido recordar eso, ni siquiera lo tenía el haberse grabado esas palabras...

Es una mentira, de cualquier manera. Las maldiciones no existen, no es probable siquiera que... Oh, espera. Magne. Spinner mencionó que ella sentía algo por mí... Y también murió.

Me duelen los ojos, me arde mi cuerpo. No puedo moverme mucho, creo que estoy deshidratado... No, ya lo recuerdo. Fue una pelea. Sólo estoy cansado. Tanto que ni siquiera puedo o quiero abrir los ojos.

Mis manos están sobre algo frío... Es el pavimento de la acera. Qué raro, creí que había llegado a casa... Como sea, Kurogiri o Giran me encontrarán; nah, lo hará Twice. Él está obsesionado con mantener unido al equipo.

Después de todo, él tampoco se ha perdonado lo de Magne.

«Todas las personas que te amen están destinadas a morir por ti.» Esas palabras siguen atosigándome... ¿Qué significan, de cualquier modo?

Alguien toma mi brazo, mis dos brazos, me sacude... Creo que me está hablando; pero no puedo concentrarme en esa voz, no sé quién es. ¿Debería prenderme en fuego para alejarlo? Puede ser un enemigo, puede ser un héroe...

—¡Dabi! ¡Dabi, por todos los cielos, ¿qué te pasó?! —exclama esa voz.

Por fin puedo escucharlo. No, creo que no debería incendiarme. De cualquier forma, tampoco es como si tuviera las fuerzas de hacerlo. Estoy cansado. Quiero dormir, quiero comer y luego dormir.

—¡Dabi, respóndeme o te llevaré con un médico! —advierte esa voz.

Entonces me esfuerzo por abrir los ojos. Un poco, al menos.

—Eres tú... —digo... o eso creo. Sus ojos verdes me miran con preocupación.

—Me reconociste, eso es bueno. ¿Dónde te duele? ¿Tengo que llevarte al hospital? ¿Es grave? —pregunta y no deja de hablar. Sí, es la primera vez que me ve así.

Ahora que abrí los ojos y dije algo, puedo levantarme. Lo intento, pero son las manos de Izuku las que me levantan. Sé que está mirándome, sé que espera que le responda; pero sólo quiero recostarme y dormir. Aunque también tengo hambre, sé que sólo tengo fuerzas para dormir.

—Dabi, espera, dime si necesitas ir al hospital. Podría tratar de esconder tu identidad, no te preocupes...

—La llave está en mi chaqueta, sólo abre —suelto sin responderle a sus verdaderas preguntas. En el hospital me internarían para quitarme todos los injertos; incluso él lo sabría si lo pensara con claridad—. Deja de preocuparte por mí, verde.

Siento una de las manos de Izuku palpando sobre mi chaqueta, hasta que consigue sacar la llave de ese lugar al que conozco como casa. Se ve nervioso, sigue mirándome de reojo y su otra mano no se despega de mi cintura. No voy a morirme por esto, verde, deja de mirarme así...

Oh, eso no lo dije.

—Ven, con cuidado —dice mientras me lleva al sillón. Las piernas no me duelen tanto, pero el ardor de la parte superior de mi cuerpo apenas me permite caminar sin ser un peso muerto para Izuku.

Mi cuerpo cae con cuidado en el sillón y vuelvo a cerrar los ojos.

—Dabi... —insiste ese tipo al tiempo que siento cómo se aferra a mi ropa— ¿Qué fue lo que pasó?

No, ese chico no se irá hasta que lo deje satisfecho con toda la información que quiere; así que abro los ojos y lo miro.

—Sólo estoy cansado; fue una pelea. —Le digo. Me ahorro el explicarle que mi cuerpo se cansa cuando abuso de mi quirk. Puedo permanecer inconsciente hasta dos días cuando eso ocurre. Luego de eso, soy capaz de atender mis heridas y cambiar las grapas en mi cuerpo sin ninguna ayuda. Esta situación es normal para mí, pero no creo que él pueda entenderlo.

—Tu cuerpo no es compatible con tu quirk... —susurra. Imposible, ¿cómo es que él lo ha adivinado?— Aoyama-kun dice que lo mismo me pasa a mí; él se siente igual. —Me muestra su mano derecha, aquélla que se lastimó durante la batalla contra mi hermano— De no ser por Eri-chan, me habría pasado lo mismo que aquí, pero en todo mi cuerpo. Y Aoyama-kun sufre cada que usa su rayo... Es un quirk asombroso, pero le hace daño a su portador... Jé, creo que aplica para cualquiera de los tres quirks. —Sonríe un poco, como con lástima.

Como sea, si lo sabe, no hay nada que pueda decir al respecto. Vuelvo a cerrar los ojos y espero a que simplemente se vaya.

«Están destinadas a morir por ti.»

Diablos. Mi cara arde de nuevo y abro los ojos justo al momento en el que Izuku vuelve a llamarme.

—Tu rostro, está sangrando —dice con las dos manos alzadas, cerca de mis mejillas—. Son tus… tus grapas. ¿Qué hago, Dabi?

Luce gracioso, pero no puedo ni reír.

—Vete —respondo—. Las cambiaré cuando despierte. No voy a desangrarme por esto, verde. En un rato se secará la sangre.

Es algo común, después de todo. De nuevo cierro los ojos, pero parece que Izuku tiene demasiadas ganas de arruinarme el sueño porque vuelve a llamarme:

—¡Dabi! No, yo lo haré. Dime dónde tienes más grapas. ¿No debería lavar y desinfectar antes de hacer algo más? ¿Tienes un botiquín aquí? —pregunta y de repente lo escucho caminar sin rumbo en el lugar.

No va a rendirse y es capaz de inventar una excusa en la UA para pasar la noche aquí a menos que le permita hacer lo que tanto quiere hacer… ¿Y yo soy el criminal manipulador de rango A?

—En el baño. Todo está en el baño —respondo.

De haber sabido que el chico iba a venir, le habría pedido algo de comida, aunque yo lo pagara. Sin embargo, conociendo a Izuku, seguramente habría exagerado en la cantidad de comida; no conoce la definición de «discreción».

Mis pensamientos empiezan a desviarse. Recuerdo aquella vez en la que cenamos soba en la cocina. Fue una cena rica, aunque… fue esa noche en la que Overhaul traicionó la confianza de Twice. Shigaraki se enojó mucho por eso, creí que terminaría por asesinar a Overhaul; pero es más inteligente de lo que parece.

—¡Listo! Quédate quieto, ¿está bien? —dice Izuku. Lo miro; está hincado frente al sofá, con un algodón en la mano derecha. De nuevo, esos ojos parecen preocupados.

—Ya te dije que no me voy a morir por esto. Deja de mirarme así, verde.

—Lo siento… —susurra él mientras comienza a pasar el algodón por mi rostro— Arderá un poco, también lo siento por eso.

Lo sé. Siempre arde. Mi piel no ha dejado de arder básicamente desde que conocí mi quirk. Tal y como Izuku lo dijo: mi cuerpo no es compatible con mi quirk, por lo que usarlo incluso en medidas bajas provoca que mi piel arda. Cuando me descontrolo, sin embargo, las quemaduras son más severas. De igual manera, todo el tiempo arde.

«Morir por ti.»

De vez en cuando, siento cómo Izuku jala mi piel para hacer el cambio de grapas. Parece que incluso deja de respirar un momento mientras saca una grapa; la inexperiencia le gana.

—¡No! ¡Lo siento, lo siento! —Se disculpa. Creo que rasgó un poco de mi piel sana. Quiero reír. Si tan sólo supiera los daños que me hago cuando cambio las grapas en mi espalda…

—Es de cobardes herir a alguien que ya está herido, pero no es algo que un villano no haga —respondo.

—¡Dabi! —exclama tal y como supuse que lo haría. Me saca una sonrisa mientras él limpia la sangre en mi rostro— Sabes que no quiero lastimarte. Es sólo que nunca he hecho esto antes, lo siento.

—Sí, bueno, dudo que conozcas a otra persona que esté en la misma situación que yo, verde. —Luego de decir eso, viene a mi mente algo más—Pensándolo bien, me sorprende que seas capaz de mirarme tan de cerca sin salir corriendo.

Una persona normal lo habría hecho. Pero a veces creo que Izuku no puede ser una persona normal.

—¿Dices que debería temerle a tu rostro? —cuestiona, dándome la razón. Es imposible que ese chico sea normal alguna vez en su vida— Supongo que lo dices por tus cicatrices —dice mientras acomoda la última grapa debajo de mi ojo izquierdo—. Pero supongo que todos tenemos cicatrices; algunos más visibles que otros, claro. No por eso dejamos de ser personas, Dabi; así que sólo puedo verte como una persona, como veo a los demás.

Lo miro quitarme con cuidado las grapas de mis mejillas. Aunque luce concentrado en eso, también parece ser honesto con sus palabras. No tiene idea de lo que dice. Las cicatrices de uno pueden ser los triunfos de otro.

—No soy un inocente. —Le digo. No soy una persona como las demás y él debe dejar de verme así.

—Lo sé.

—¿Y entonces por qué…?

—Claro que te tengo miedo, Dabi. —Me interrumpe mirándome a los ojos— Sé que en cualquier momento puedes prenderte en llamas y atacarme; sé que puedo morir aquí, en tus manos. —Hace una pausa en la que desvía la mirada y hace un gesto de incomodidad— Pero francamente me da más miedo otra cosa.

—¿Qué cosa? ¿Que te descubran en la UA y te expulsen?

Él niega dos veces. No, a ese niño parece no importarle lo que las autoridades le digan.

—Que sea incapaz de salvarte —dice con hilo de voz.

Otra vez con lo mismo… Izuku debe conseguirse otro pasatiempo. Los videojuegos son populares entre los chicos de su edad, además de ser menos peligrosos que juntarse con un criminal.

—No puedo llamarme un héroe si no consigo salvar a la primera persona que realmente considero mi amigo y que no me pide que deje de llamarlo así. —Limpia la sangre derramada en mi mejilla y acomoda otra grapa. Realmente parece tragarse sus propias palabras— Haré que las personas dejen de temerte, que dejen de rechazar a gente como nosotros. Lo prometo.

—¿«Gente como nosotros»?

—Marginados. La gente nos hace a un lado porque no comprende nuestras cicatrices, Dabi; así que seré yo quien se las explique. Todas y cada una de ellas… Yo les daré un motivo de existir —dice. Entonces otra frase llega a mi cabeza, suplantando la que por mucho tiempo me ha estado torturando:

«Sólo quien comprende tus cicatrices tiene derecho de conocer tu verdadero rostro, Touya.»

No sé por qué recordé esa frase. Ese chico… Él no tiene ni la menor idea de quién soy y cuáles son mis objetivos. No conoce la historia detrás de la piel que está atendiendo; sus palabras en este momento no tienen fundamento alguno. Sólo me confunde.

—Tus manos también necesitan un cambio, ¿verdad? —cuestiona mientras toma mi mano izquierda— No te preocupes, me iré apenas termine. Creo que te estás quedando dormido.

Entonces me doy cuenta de que mantuve los ojos cerrados desde un par de diálogos atrás. Vuelvo a mirarlo; está limpiando el dorso de mi mano.

Racionalmente, sé que él no es capaz de hacer lo que se propone; mas en mi ensoñación, quisiera saber qué sería de mí si su sueño se cumple. Todas esas heridas, internas y externas… ¿Existe la posibilidad de que algún día pueda curarme de verdad?

—Sí, la existe. Me aseguraré de crear esa posibilidad para ti, Touya —dice la voz de Izuku en mi cabeza. Sé que es en mi cabeza porque él no sabe quién soy en verdad… Y porque mi inconsciente quiere creerle a ese aspirante a héroe.

Al menos una vez, mientras pierdo la consciencia, quiero creerle.

Sea cual sea tu definición…

—Sálvame…

Izuku se sobresalta al escuchar esa única frase en los labios de Dabi. Mira su rostro; ya se ha quedado dormido. Izuku sonríe y coloca la última grapa en la mano izquierda de su amigo.

—Así tenga que dar mi vida en ello, lo haré —responde Izuku, a sabiendas de que Dabi no lo escuchará.

Ignora, por supuesto, que un día, años después, esa sentencia sería puesta a prueba. Ignora que un día, salvar a Dabi significaría, en efecto, entregar su vida.

Mas aun si lo hubiera sabido, nada habría cambiado. La maldición de Aki, así como el amor, no era algo que se pudiese evitar.