CAPÍTULO DOCE

"Lexa, en nombre de Dios, ¿Qué haces?" Clarke gritó.

"Voy a servirte de cojín, Doctora," Lexa murmuró mientras se movía colocando una pierna a cada lado del cuerpo de Clarke. Ahora que estaba dentro, Lexa podía distinguir las piernas del conductor, bajo barra de dirección y la cabeza encajada, debajo del salpicadero del lado del pasajero. Clarke estaba sosteniendo el tubo de traqueotomía en su lugar, con una mano, mientras apretaba una bolsa de oxígeno portátil con la otra mano.

"No hay suficiente espacio", protestó Clarke.

"Ese es el punto," Lexa gruñó mientras se acuñaba a sí misma, en la esquina formada por el suelo del coche por encima de ellas y la pared lateral. Clarke estaba ahora eficazmente aislada del vehículo por el cuerpo de Lexa.

"Ten cuidado, Lexa, hay fragmentos de metal que salen por todas partes."

Un potente motor rugió, en algún lugar detrás de ellas, y el coche se estremeció.

"Sujétate con las piernas sobre lo que puedas y apóyate en mí," le instruyó Lexa, mientras envolvía con sus brazos alrededor de la cintura de Clarke. El coche empezó a inclinarse, y se fueron lanzadas precipitadamente hacia adelante. Lexa movió rápidamente su brazo derecho, en forma recta para detener su caída, haciendo caso omiso de una aguda punzada de dolor, cuando algo irregular atravesó su chaqueta, justo debajo de su codo. Con su brazo izquierdo, que rodeaba la cintura de Clarke, la sostuvo firmemente contra su propio pecho cuando el coche volvió a sacudirse violentamente de un lado a otro. "¡Agárrate a mí!"

"No puedo", gritó Clarke. "Tengo que mantener sujeto el tubo de traqueotomía."

El coche siguió rebotando hacia arriba y hacia abajo, mientras se izaban por el lado del terraplén. A pesar de que Lexa absorbía la mayor parte de los golpes, en sus hombros y su espalda, se acurrucó de forma protectora alrededor del cuerpo de Clarke. Lo que pareció un tiempo interminable, aunque en realidad sólo fueron uno o dos minutos, fue lo que tardó hasta que el coche se estabilizó y las ensordecedoras sacudidas y vibraciones se detuvieron.

"¿Estás bien?" le Lexa preguntó con ansiedad.

"Sí". La voz de Clarke fue ahogada por su torpe posición.

Lexa apoyó la mejilla contra la parte posterior de la cabeza de Clarke y cerró los ojos por un segundo. "¿Está segura?"

"Estoy bien, cariño", dijo Clarke. "Ayúdame a moverme".

En ese momento, los bomberos y paramédicos estaban trabajando para separar lo suficiente del marco del vehículo y así poder sacar al herido. Lexa se desplazó como pudo hasta llegar al cuerpo del conductor.

"Puedo sostenerlo, Clarke. Tienes que salir de aquí y entrar en calor. Estás temblando.

Puedo sentirlo."

"Tranquila todavía pue..."

"Clarke, vete"

"Dime si hay algún cambio en la situación del herido, Sheriff," dijo Clarke en voz baja mientras sacaba su estrecho y rígido cuerpo por la ventana rota.

"Entendido, doctora", dijo Lexa sin mirarla. Entonces ella gritó, "Smith"

"Aquí mismo, Lexa," gritó desde la puerta del vehículo.

"Lleva a la Dra. Griffin a la ambulancia y que los de EMS la revisen. Que entre en calor. Ahora."

"Entendido, jefa."

Diez minutos más tarde, encontró a Clarke en la parte trasera de una ambulancia, sentada en el borde del compartimiento trasero abierto. Estaba envuelta en una unidad de calentamiento térmico, tomando una humeante taza de té.

"¿Cómo te va?" le preguntó en voz baja, deteniéndose a un palmo de ella.

"Probablemente mejor que a ti. Estás empapada, Lexa. Hay que llevarte al ho-" Los ojos de Clarke se estrecharon, mientras examinaba las grandes manchas húmedas en la ropa de su amante. Las que están en el brazo y en la pierna derecha, realmente parecían hacerse cada vez más grande, a medida que hablaba. El corazón le dio un golpe repentino de dolor. "¡Oh Dios mío, estás sangrando!"

"Sí, supongo que sí," dijo Lexa agotada, luchando contra una oleada de vértigo. En los últimos minutos, casi había perdido el conocimiento por los dolores que sufría. Su antebrazo derecho latía y ardía, y estaba teniendo problemas para poner todo su peso en la pierna derecha. Se sentía como si estuviera a punto caerse. "Creo que podría haberme enganchado con algunas piezas del coche, cuando nos estaban subiendo."

"¿Por qué no lo dijiste antes?" Clarke dejó la taza a un lado y se quitó la manta, luego se apresuró a ponerse en pie. "Necesito mirarte. Sube a la ambulancia que hay un poco de luz."

"Está bien", murmuró Lexa, luchando con una nueva oleada de vértigo. "Pero vamos a ir mejor a la clínica. No quiero hacer esto aquí."

El hecho de que Lexa le pidiera ayuda para abrir la puerta y entrar en el coche, sólo hizo Clarke se preocupara más. Afortunadamente, en ese momento de la noche, no había tráfico, y en menos de cinco minutos llegaron a la clínica. Clarke se detuvo en el estacionamiento frente a la clínica. Cuando Lexa intentó empujar la puerta para salir, Clarke se limitó a decir: "Ni siquiera lo intentes. Espérame. ¿Cómo te sientes?" le preguntó, en voz baja, mientras andaban a través de la clínica, totalmente vacía, hacia las salas de examen de la parte trasera.

"Bien," Lexa gruñó con los dientes apretados. Por alguna razón, el brazo y la pierna parecía estar ardiendo.

Clarke vió el dolor en el rostro de Lexa pero no dijo nada. Cuando llegaron a la sala de examen que se unía con como una sala de procedimientos, Clarke metió la mano y encendió el interruptor de la luz.

"Apóyate en la camilla hasta que pueda ayudarte a quitarte la ropa."

A toda prisa, Clarke miró sus manos temblando, luego se volvió y se acercó a Lexa que se encontraba apoyada con una cadera en el mostrador de instrucción. Cuando sus manos dejaron de temblar, Clarke comenzó a desabotonar la camisa de Lexa.

"¿Dónde te duele, cariño?"

"Sobre todo en el brazo y en la pierna derecha. El resto sólo son golpes y moretones, creo." Cada vez sentía mayor dificultad para mover las extremidades lesionadas, y le resultaba muy difícil quitarse la camisa. Cuando Clarke le bajó la prenda hacia abajo, sobre el brazo derecho lesionado, Lexa tomó aire bruscamente al sentir un rayo de dolor que se disparó hacia el hombro.

"Lo siento", murmuró Clarke, finalmente, consiguiendo quitarle la camina. Reprimió un grito de alarma al ver el desgarre en el antebrazo de Lexa que era lo suficientemente profundo como para mostrar el compartimiento muscular. La sangre manaba de manera constante, pero no había indicios de hemorragia arterial de color rojo brillante.

"Cristo, está muy sensible."

"Es por sal del agua del pantano", dijo Clarke rotundamente. "Por eso te pica. Vamos a quitarte estos pantalones para que pueda ver tu pierna."

Una vez más, Clarke tuvo que luchar para contener la exclamación de preocupación, cuando vio la herida punzante, en forma de estrella irregular, en la parte exterior del muslo derecho de su amante. Parecía que podría haber sido hecha por la parte rota de la palanca de cambios. En cuanto a ella, se dio cuenta de que probablemente había sido cuando habían sido lanzadas hacia delante, durante el ascenso accidentado del coche por la empinada calzada.

"Tengo que conseguir subirte a la camilla para que pueda limpiar las heridas. La de tu brazo va a necesitar puntos." Mientras hablaba, Clarke intentó separar sus emociones al ver a su amante herida, con todo el cuerpo magullado, para poder hacer lo que había que hacer.

"¿Qué pasa, Clarke?" le preguntó mientras observaba a Clarke mirándola.

"No me gusta verte sufrir," Clarke confesó en voz baja.

"No es tan malo. No te preocupes, cariño."

"Tú no lo entiendes, ¿verdad, sheriff?" Clarke le sonrió con un rápido movimiento de su cabeza. "Me preocupo por ti, porque te amo. Viene en el pack."

"Lo sé. Trata de recordarlo cuando estoy siendo sobreprotectora, ¿de acuerdo?" Lexa tomó una respiración profunda. "Al igual que esta noche. Tenía miedo cuando te vi en el coche accidentado."

"Está bien", dijo Clarke suavemente. Luego se inclinó y presionó sus labios contra la frente de Lexa, para sentir un instante de contacto, que tanto necesitaba. Cuando se enderezó su expresión era suave, pero sus ojos eran firmes con un propósito. "Ahora no me hables más. Sólo trata de hacer lo que yo te diga que hagas. ¿Crees que puedes manejar eso por unos minutos?"

"Esa es una tarea difícil, doctora."

"Túmbate, Sheriff. Estoy segura de que lo puedes manejar."