CAPÍTULO VEINTICUATRO
Al cabo de una hora, el fuego ya se había apagado, y todo lo que quedaba eran trabajos de limpieza. Lexa se dirigió de vuelta a la oficina. Cuando ella entró, el nuevo miembro del departamento estaba apoyado en la esquina de su escritorio. Lexa empujó la puerta de madera y le tendió la mano a la joven cadete con el uniforme impecable.
"Oficial Kane, bienvenida a bordo."
"Gracias, Sheriff. " O. sonrió fugazmente y luego se enderezó. "Te lo hubiera notificado cuando llegué aquí, pero ya estabas fuera en una llamada."
"No hay problema. Vamos, vamos a dar un paseo por la ciudad, y vamos a hablar sobre el plan de trabajo."
Cuando se instalaron en el coche, Lexa se volvió. "¿Has visto a tu padre?"
"Sólo por un minuto. Me dijo que mi oficial de entrenamiento serías tú."
"Ya sabes, tiene que distanciarse, un poco de su formación, para que no haya ninguna cuestión de prejuicio en tus evaluaciones."
"Lo sé, " dijo O. si moverse pero manteniendo sus ojos hacia adelante. "Además, no parecía demasiado interesado en que yo estuviera aquí. Supongo que todavía piensa que he cometido un error dejando... New York".
No podía pensar en el hecho de que ella no había hablado con Rav en semanas. Una vez que por fin había conseguido dejar atrás un poco de su ira y vergüenza, intentó hablar con ella, pero siempre le saltaba el contestador automático. Hacía unos minutos, ella acababa de dejarle un mensaje recordándole a Rav el partido del próximo viernes y los horarios... por si acaso. Sí, claro. Como si ella fuera a venir.
Lexa detuvo el coche patrulla, al lado de la carretera, a través de las ruinas humeantes del restaurante Amarres.
"Whoa," exclamó O.
"Entonces," las dos cruzaron la calle hasta los escombros con basura en el estacionamiento. "Dime lo que piensas acerca de esto."
O. miró por un segundo, y luego comenzó con confianza de hacer preguntas. Lexa asintió con satisfacción cuando O. le pidió la información vital sobre el tiempo, las circunstancias, las impresiones iniciales del capitán de bomberos, la naturaleza de las lesiones reportadas, y otros datos básicos de ella.
"Bueno. Puedes escribir todo eso cuando lleguemos a la estación." Ellas lentamente dieron la vuelta al perímetro, cada una de ellas haciendo un estudio de la escena en silencio. Finalmente, Lexa le preguntó: "¿Cómo continuarías con la investigación?"
O. se tomó su tiempo, y cuando habló, su voz sonaba reflexiva pero firme. "En primer lugar, vamos a necesitar el informe del jefe de bomberos."
"¿Qué crees que el jefe de bomberos nos va a contar?"
"Este lugar lleva cerrado desde el verano pasado. Según recuerdo, uno de los grandes consorcios resort ha estado tratando de comprarlo para construir una multipropiedad aquí. El suelo vale mucho, pero el restaurante ha visto días mejores."
"Uh -huh". Lexa se dio cuenta de que era muy beneficioso para los oficiales, tener una historia con la comunidad que vigilaban. Todavía era una recién llegada, pero después de tres años, sabía mucho sobre el funcionamiento interno de la pequeña ciudad, y sus habitantes. O., sin embargo, tenía esa ventaja que Lexa nunca sería capaz de igualar. Se había pasado toda su vida en medio de esta gente, y su historia era su historia.
"Desde que el restaurante no ha estado funcionando, es dudoso que algo estuviera en marcha, que permitiera entender que el incendio haya tenido origen eléctrico. Y lo mismo con el gas." O. se detuvo, y se metió las manos en los bolsillos, un gesto que imitaba inconscientemente la postura de Lexa. "No ha habido fuertes tormentas en los últimos tiempos, así que tampoco pudo ser un rayo. Yo diría que esto no tiene nada que ver con la naturaleza."
"La culpa la tiene el hombre, ¿tu crees?"
"Sí". Ella no vaciló en su respuesta.
"Pero no tiene que ser necesariamente un incendio provocado." Ante la mirada inquisitiva de O., Lexa continuó: "Un edificio abandonado como este sería un buen lugar para que vivan vagabundos, y un fuego desatendido, sin duda, podría haberlo empezado. Incendiario y accidental."
"Correcto", dijo O. con entusiasmo. "Así que tenemos que ir por la ciudad y ver si alguien tiene algún tipo de información sobre vagabundos, especialmente los que podrían estar congregados. Podría ser niños, también." Al ver la ceja levantada de Lexa, ella se sonrojó. "Uh, cuando yo era más joven... uh..., ya sabes... nos juntábamos en edificios abandonados para... ya sabes juntarnos"
"Está bien, buen pensamiento" Lexa le dio una palmada en el hombro, a modo de aprobación, mientras ella suspiraba para sus adentros. Todavía tenía mucho que aprender, acerca de ese período de la vida, que parecía haberse saltado. Entonces, de repente se le ocurrió que en no muchos años, podría tener a su hija saliendo de fiesta. Sólo de pensar en ello se le volcaba el estómago. "Dios".
"¿Señora?"
"Nada", dijo Lexa enérgicamente. "Tenemos varias líneas de investigación a seguir, mientras esperamos a que el jefe de bomberos haga su informe. Vamos a empezar, Oficial".
Clarke siguió el olor de la barbacoa, por el camino hacia la parte trasera de su casa. Ella se sorprendió al escuchar el suave murmullo de voces, y trató de recordar si habían hecho planes para cenar con alguien. Ella no esperaba, porque estaba agotada. Pero su ánimo mejoró mientras subía las escaleras y vio a su visitante.
"O." exclamó con sorpresa. Lexa y O. estaban en jeans y camisetas. Pensó que nunca había visto a dos personas más atractivas. Ambas sonrieron cuando ella se unió a ellas. Se detuvo para besar a Lexa antes de abrazar a O. "¿Qué estás haciendo aquí?"
"Me olvidé de decirte que O. estaba empezando su entrenamiento de campo hoy", dijo Lexa con una sonrisa, encogiéndose de hombros.
"Eso es fantástico." Clarke sonrió y trató de ocultar su cansancio. "Voy a cambiarme. Vuelvo enseguida."
"Ella se ve muy bien," comentó O. mientras abría una cerveza.
"Sí," dijo Lexa ausente, mientras seguía a su amante con los ojos. Y ella parece agotada.
Cuando Clarke volvió unos momentos más tarde, Lexa y O. estaban poniendo la mesa fuera, apilando trozos de pollo en platos de papel. Clarke agarró una soda y se sentó con un suspiro de alivio.
"Dios, qué a gusto estoy." Después de servirse un poco de ensalada y pollo, se volvió hacia O. "Entonces, ¿dónde vives? ¿Con Marcus?"
O. se sonrojó. "Uh, no estoy segura."
"¿Dónde vives ahora?"
"Bueno, la mayoría de mis cosas aún se encuentran en Barnstable. Me he mudado del apartamento, que compartía hasta esta mañana, y guardé mi equipo en la escuela. Iba a subir este viernes después del trabajo, y llevarlo hacia abajo el sábado." Echó un vistazo a Lexa. "¿Podría tomarme la mañana libre? Sé que es un fin de semana largo, pero las clases acaban de terminar y no tuve ti…"
"Está bien", dijo Lexa. "Prefiero que trabajes de noche los sábados y domingos, de todos modos. ¿Necesitas ayuda para traer tus cosas?"
"No. No tengo casi nada."
"Avísame si me necesitas."
"Creo que tú y Raven querréis un apartamento para el verano", dijo Clarke mientras cogía más ensalada. "Ahora es probablemente un buen momento para conseguir uno."
"Rav no viene a casa", dijo O. en voz baja, mirando a su plato.
"¿Por qué?" Lexa intervino.
"Ella tiene un trabajo en Nueva York."
Clarke estudió el perfil de O., observando la delgada línea de la mandíbula. "Eso va a ser duro."
"Sí, bueno..." O. se aclaró la garganta. "Es una buena oportunidad para ella."
"Puedes quedarte aquí por un tiempo, si lo necesitas", dijo Lexa en voz baja. "Aunque estoy segura que a Marcus le gustaría que te quedara en su casa."
"Gracias. Te lo agradezco." O. se encogió de hombros. "No creo que mi padre y yo estamos listos para vivir juntos, en este momento."
"No hay problema." Lexa se puso de pie y recogió los platos. "Voy a llevar esto dentro y a hacer café. Vuelvo en unos minutos."
"¿Cómo está Raven?" Clarke le preguntó después de unos segundos. O. se sentó con la cabeza baja y con las manos apretadas sobre sus muslos.
"Bueno. Está bien", contestó O. uniformemente sin levantar la vista. "Ella consiguió una beca para estudiar en Francia el próximo año."
"Eso es maravilloso. Las cosas que he visto, que ha hecho, son muy buenas."
O. asintió con la cabeza, luego cogió el tenedor y lo movió sin rumbo fijo por la mesa. "Sí, ella es genial. Será bueno para ella... el año que viene."
"¿Cuánto tiempo lleváis juntas? ¿Tres años?"
"Cuatro." La voz de O. era apenas un susurro.
"Os va a tomar algún tiempo acostumbraros a vivir separadas", dijo Clarke suavemente.
"Yo..." miró hacia otro lado. "No puedo acostumbrarme a ello. No sé cómo."
Clarke nunca la había visto tan vulnerable, incluso cuando estuvo en el hospital, después de haber sido brutalmente agredida. Había estado tan desgarradoramente fuerte entonces, sobre todo porque ella probablemente había pensado que así lo necesitaba Raven. Clarke sonrió al recordar la feroz mirada de Raven cuando ella irrumpió en la clínica, insistiendo en que se le permitiera ver a O.
Clarke había interrumpido la entrada de Raven y la había llevado al final del pasillo.
"Espera un minuto," Clarke la calmó, mientras la joven luchaba. "Podría ser mejor que vieras a O. mañana. Será difícil verla así."
Raven había fijado su mirada con desprecio. "Eres igual que todos los demás. ¿Crees que sólo porque somos jóvenes que nuestros sentimientos no importan. Anoche, justo ahora, estaba haciendo el amor conmigo. ¿Crees que eso no importa?"
"Eso no es lo que quise decir, Raven. Sé que te preocupas por ella."
"¿Si me preocupo por ella?" dijo con frialdad. "¿Y si fuera Lexa la que estuviera allí, Dra. Griffin? ¿Cuánto tiempo crees que podrías esperar aquí afuera en el pasillo?"
Clarke la miró, sabiendo que podría ser fácilmente Lexa, en otras circunstancias. La sola idea la hizo sentir mal
"Tienes razón. Lo siento," dijo Clarke suavemente. "Nada en el mundo me mantendría lejos de Lexa."
Ella miró la joven morena y hermosa, que en ese momento parecía mucho más vieja, empujar decididamente las puertas de la habitación de su amante.
Al oír la incertidumbre en la voz de O. ahora, Clarke se dio cuenta de que todas ellas, incluyendo a ella misma, siempre habían asumido que O. era el más fuerte de la pareja. Probablemente porque lo parecía, con su encanto arrogante y siempre vestida de negro. Apariencias. Dios, ¿cómo dejamos que nos engañen? No sabes lo realmente fuerte que es Raven ¿verdad, mi joven hermosa?
"Sabes," dijo Clarke suavemente, "es probable que aún sea más difícil para Raven, estar lejos de ti y en un nuevo país extraño."
O. finalmente la miró, con una pregunta en sus ojos. "¿Eso crees? Simplemente parece que todo iba a ser tan... interesante, que podría... olvidarme."
Suavemente Clarke apoyó los dedos en el brazo de O. "No, cariño, no creo que eso vaya
a suceder."
Esa leve caricia y la voz suave y cuidada, tranquilizó un poco a la joven. Estaba tan asustada la mayor parte del tiempo, que casi se perdió. Todo había parecido tan claro, tan sólo unos meses antes. Ahora Rav se había ido... Oh, eso no puede ser. En realidad, no.
De repente, se levantó y se dirigió rápidamente a la barandilla. Se aferró, con tanta fuerza que le dolían los brazos, tratando de recuperar el aliento, esperando hasta que pudiera hablar por las lágrimas que se acumulaban en su garganta. Finalmente, con una voz mantenida bajo control, dijo:
"Lexa me mostró las fotos de bebé."
"¿Ella?" Preguntó Clarke, con su propia garganta repentinamente apretada. "Oh O.
Cariño, ¿qué pasa?"
"Si. Es tan bonito. Estoy... feliz por ti."
Clarke no pudo evitarlo, cuando oyó su llanto. Cruzó la terraza, volvió a O. con las manos y la envolvió con un fuerte abrazo. Apoyando su mejilla contra la de O., susurró. "Gracias, cariño."
Por un instante fugaz, notó como se relajaba la joven en sus brazos. No puede ser tan malo.
