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El Otro Dean
Por Ladygon
Capítulo 9: Un ángel muy humano.
Jack estaba en el Vacío junto a Billy. La figura negra estaba distraída y con ganas de irse. Esto llamó la atención de Jack y arrugó la frente con sospecha. Billy se adelantó para seguir la conversación, pero Jack no le hizo caso, siguió mirando a su alrededor y se fijó en unos bultos que aparecieron a los pies del Vacío. No pudo identificarlos bien.
—Jack, pone atención —regañó Billy.
—¿Quiénes son esos? —preguntó Jack.
—Nadie.
Hubo un ligero cambio en la consistencia del espacio negro, eso fue muy notorio. Vivir al lado de los cazadores aumentó su curiosidad y fue detrás del Vacío. Entonces los vio.
—¿Por qué están ellos aquí? —preguntó Jack.
—Porque el trato se cumplió.
—El trato no incluía a Dean —observó Jack.
—No es mi culpa que se pegara.
—Devuélvelos —dijo Jack.
—Eso no pasará.
—Si no los devuelves, no haré nada de lo que me piden y Dios gana.
—Ese no es el trato.
Entonces comenzaron a discutir entre los tres y en ese instante, Dean despertó confundido con Castiel dormido a su lado. Dean comprendió donde estaban casi al instante, porque recordaba la mancha oscura si bien no conocía a aquellas personas que estaban ahí. Sacó una navaja de su bolsillo.
—¿Qué demonios? —dijo Billy.
Dean hizo el tajo en la garganta de Castiel y la gracia salió de su cuerpo en un hilo de luz. Dean acercó un frasco y lo encerró. Jack llegó corriendo al lado de Castiel.
—¡Dean! —dijo Jack.
—¿Jack? —aventuró Dean.
Recordaba al chico por las descripciones que le contó Castiel.
—Salva a Cas, por favor —le pidió Dean.
Jack lo miró con extrañeza y asintió. Le pidió el frasco entre sus manos con su gracia y Dean se lo dio. Luego Jack se plantó delante del Vacío.
—Aquí está el ángel Castiel, ya no te debe nada.
—Eso no será así —le respondió el ente.
—Será la única forma, si quieres mi ayuda. Soy el único que puede matar a Chuck.
—Chico, no deberías entrometerte —le dijo Billy—. Ese Dean, no es el Dean original, pertenece a otro mundo.
Jack abrió los ojos, miró hacia Dean y este estaba acariciando el rostro de Castiel. Algo brilló en la mano del cazador: era la argolla de matrimonio. Se acercó para mirar más cerca y se fijó en la argolla matrimonial del otro. Sabía lo que significaba, lo vio en varias películas en la Tierra.
—¿Se casaron? —preguntó Jack.
—Sí —respondió Dean—. Por favor Jack, te lo suplico. Sé que no me conoces, pero estoy enamorado de Castiel, sino quieres salvarme a mí está bien, pero sálvalo a él —dijo con ojos llorosos.
El amor con que el otro acariciaba a Castiel supo que es lo que debía hacer. Volvió con resolución donde los entes poderosos.
—Creo que es justo que pida algo para mí —dijo Jack.
—No te creas muy importante —respondió el Vacío.
—Castiel se sacrificó por mí, es justo que yo me sacrifique por él —dijo con una lógica aplastante.
El Vacío estaba molesto. Las cosas se estaban saliendo de control, así que intervino Billy.
—Creo que podemos hacer un arreglo —dijo Billy.
—Castiel me pertenece —insistió el Vacío.
—Castiel es ahora humano, ya no pertenece a este lugar, al igual que ese Dean. Sería un error tenerlos aquí. Mira, podrían crear estragos.
Las paredes oscuras oscilaban de vez en cuando, como si estuvieran temblando. No era muy perceptivo, ni continuo, pero era suficiente como para notarlo. Al Vacío no le gustó la situación. Ese ángel no le gustaba para nada, siempre causaba conflictos y ahora era humano y los estaba creando igual.
—Pásame eso —dijo el Vacío.
Jack le entregó la gracia de Castiel en el frasco.
—Me quedaré con esto. Los humanos no duran mucho.
Jack no alcanzó a ver la desaparición de los dos. Cuando puso su vista en ellos, vio que ya no estaban. Esperaba que tuvieran una buena vida, porque él moriría al volver a la Tierra.
Castiel despertó en el piso de la habitación del hotel algo confundido. A su lado estaba Dean también desmayado y al despertar, se le tiró a los brazos con lágrimas en los ojos. Tuvo que explicarle lo sucedido en el Vacío y que Jack lo había salvado, incluso, ya no tenía el corte en la garganta que le hizo al sacarle la gracia.
—¿Jack está bien?
—Sí, lo está. Convenció al Vacío de que te dejara libre, porque ya no eres más un ángel.
Efectivamente, Castiel vio que ya no lo era, había perdido su gracia y por alguna razón misteriosa, no estaba triste por eso. Estaba intrigado por Jack. Se sintió confundido con la explicación de Dean, pero ahora sin sus poderes, no podía hacer gran cosa. Si debía o no volver a…
—Ni lo pienses. No puedes volver, ya dejaste ese mundo —le dijo Dean.
—Jack está bien y quería que tú lo estuvieras.
—Debió hacer algo a cambio para que me dejaran ir. Debo ponerlos sobre aviso.
—Cas…
—Sé que estás preocupado, hablaré con ellos por teléfono. Debo hacerlo, tú lo sabes.
Dean estaba temeroso por otras cosas que no tenía nada que ver con Jack, pero no pudo evitar que Castiel llamara a los Winchester. Lo bueno es que llamó a Sam.
—Hola Sam —saludó con su voz raposa.
Sam estaba muy feliz de recibir noticias suyas. Habló rápido, preguntando en dónde estaba y qué hacía. Castiel lo anduvo cortando como casi siempre para contar lo importante.
—Jack está vivo en el Vacío con Billy.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque estuve allá.
Un silencio se escuchó en el otro lado.
—Deberías volver, te necesita…
—Ya no soy un ángel, Sam, no tengo poderes. Solo quería avisarles por si algo se presenta. Eso es todo. Cuídense.
—Cas esta…
Castiel cortó el celular e inmediatamente trató de aplastarlo con su mano, pero recordó que no tenía poderes. Dean al ver su intención, fue por algo contundente y le sacó el chip, para luego romperlo en pedazos y tirarlo a la basura.
Los dos se quedaron mirando.
—Está hecho
—Está hecho, eres libre.
Castiel sonrió. Era libre, aunque no sabía lo que significaba eso, pero lo iba a experimentar en honor a Jack, quien le devolvió el favor. Esperaba que cualquiera fuera el plan, les resultara. Confiaba en ellos y le hubiera gustado volver, pero en la situación en que estaba, solo estorbaría. Además, ya estaba sintiendo los estragos de la humanidad.
—Debo ir al baño —dijo.
Dean sonrió con amor. Se auguraba una vida tranquila y la iba a disfrutar día con día, sin importar el futuro que viniera.
Los dos se quedaron a vivir en Los Ángeles y abrieron un pequeño taller mecánico. Dean sabía mucho al respecto y no le fue nada de mal. Vivían en una pequeña casita en los suburbios sin lujos y ahí pasaron su tiempo entre el trabajo, la playa y el sol. Era una buena vida, la vivían día con día.
A veces su mente traicionera invocaba su antigua vida. Esa vida fracasada de la cual, no pudo salvar a nadie al final, al igual que su esposo. En eso eran tal para cual, los dos unos fracasados, pero entre los dos pudieron resurgir, haciendo una nueva vida. Una nueva oportunidad de la cual se aferraron como si fuera un madero en naufragio.
Supuso que los Winchester habían ganado, porque el mundo seguía rodando como siempre. Todo igual, después de todo, a él nunca lo necesitaron. Lo usaron como quisieron y estando o no estando presente, eso era irrelevante. Sin embargo, no se arrepentía, fue una gran aventura y gracias a ella, ahora él era feliz al lado de su otro Dean. Les deseaba lo mejor a los Winchester y a Jack, algún día estaba seguro, los vería.
Cierto día se estaba bañando en la playa. El agua le llegaba a la cintura y después de un rato, decidió salir del agua. Dean no estaba, había ido a comprar unas hamburguesas. Castiel secó su rostro con su toalla y cuando la bajó se encontró con Jack.
—Hola —dijo con su mano levantada.
—Jack —respondió con una sonrisa.
No pudo evitarlo, se lanzó a sus brazos para saludarlo.
—¿Cómo estás? Me alegro verte.
—Estoy bien, soy el nuevo Dios —dijo con seguridad.
—¿El nuevo Dios? ¿Pasaron muchas cosas por lo que veo?
—Sí, gracias a ti.
—¿A mí?
—Les dijiste a Sam y a Dean que estaba vivo, así que me buscaron y encontraron. Les conté sobre ti y que te habías casado con el otro Dean.
Castiel abrió los ojos con sorpresa.
—Querían buscarte. Dean estaba muy enojado, hasta que le conté el amor que te profesaba el otro Dean. Eso lo impactó, porque nunca pensó en esa posibilidad, como tampoco que tú le correspondieras.
Castiel pestañeó varias veces. Esa era una herida que costó sanar y que cuya cicatriz dolía a veces.
—¿Cómo están ellos? —preguntó Castiel con melancolía.
—Sam está bien, se casó y tiene un hijo. Dean, bueno, Dean murió en una cacería, está en el Cielo.
—¡Oh!
—Él está bien, revive los momentos del pasado. Se sorprendió verse en el Cielo, creyó que iría al Infierno.
—¿Por qué creería eso? ¿Por Chuck o Billy?
—No, Chuck es mortal y Billy se la llevó el Vacío por traicionera.
—¿Tantas cosas sucedieron?
—Muchas, ahora vine a verte, porque te necesito. Soy nuevo en esto y solo confío en ti, eres mi padre después de todo.
—¿Yo? ¿Qué puedo hacer por ti?
—Quiero que me acompañes. Debo restaurar todo lo que Chuck destruyó. Reconstruir muchas cosas y crear otras.
—¿Naomi no te ayuda?
—Como te dije, te quiero a ti para que estés a mi lado. Te devolvería todos tus poderes y te haré más poderoso que un arcángel para que puedas ayudarme sin tener rivales.
—¿Qué pasará con Dean?
—¿Dean? ¿Ah, tú Dean?
—Sí, mi Dean.
—No lo sabrá, puedo devolverle a su Castiel. El del otro mundo.
Castiel sintió un vacío en su estómago. El Castiel del otro mundo era el verdadero amor de la vida del otro Dean. A él lo quería, incluso estaba enamorado, pero el otro Castiel vivió solo para él.
—¿En serio puedes hacer eso?
—Sí. La pregunta es si tú quieres.
Castiel lo pensó un instante, era un nuevo llamado como para dejarlo ir, muy importante, porque englobaba el universo mismo. Aquí estaba con una nueva misión poderosa entre sus manos. No quería darle la espalda, pero tampoco quería darle la espalda a Dean.
Dean volvió con dos bolsas de hamburguesas en sus manos. Venía comiéndose las papas fritas y vio a su ángel parado mirando el mar.
—¿Qué ves? —le preguntó Dean con la boca llena.
—La inmensidad del universo.
—Vaya, estamos de poetas.
—Disfrutemos de este hermoso día —dijo Castiel.
—Eso digo yo.
Fue un lindo día en la playa, luego regresaron a su hogar. Después de la cena Castiel salió al patio, Dean lavaba los platos cuando regresó, no lo encontró en la casa así que salió. Lo vio parado mirando hacia el Cielo nocturno. Dean caminó hasta su lado en silencio.
—Te irás ¿No? —preguntó Dean con angustia en su voz.
—Dean.
—Sabía que este día llegaría, pero te dije que yo iré contigo.
—Esas palabras no eran para mí.
—¿Cómo? —preguntó confundido Dean.
—Las que me dijiste el día de nuestra boda. Ya las habías dicho antes, se las dijiste a él.
Dean abrió los ojos y después bajó la mirada asustado con sus pupilas moviéndose al pasarle imágenes pasadas por su mente. Las imágenes de su vida con su otro Castiel, la del otro mundo.
—Te busqué —dijo Dean.
—Sí, y te amo por eso. No me iré para siempre y tampoco te dejaré solo.
Castiel comenzó a contarle sobre su encuentro con Jack y lo que le había pedido.
—¿Vendrás de vez en cuando entonces? ¿Cómo si fuera un trabajo?
—Es un trabajo, vendré a verte, lo prometo —dijo Castiel.
—Pero me dejarás solo… no sé cuándo… —respondió Dean con voz quebrada.
—No te dejaré solo.
Castiel miró al frente y con una señal le hizo mirar hacia donde le dirigía. Ahí estaba el otro Castiel, quien venía caminando hacia él. Dean quedó impactado con la visión, reconocería a su Castiel en donde fuera, ya que venía con la gabardina toda sucia y rasgada, con la corbata azul muy mal puesta. El pelo revuelto, como la última vez que lo vio.
—Hola Dean —le dijo cuando estuvo frente a él.
—¡Cas! —gritó y se lanzó a sus brazos para besarlo.
Castiel vio la pareja del otro mundo abrazada y dio una sonrisa queda. Miró hacia adelante y vio a Jack así que caminó hacia él. Estuvo a punto de llegar cuando sintió una mano que lo detuvo. Al voltearse era Dean. Había dejado al otro Castiel para llegar donde él. Miró al otro Castiel y este estaba parado mirando en su dirección.
—Toma, esto le pertenece a él —dijo Castiel devolviéndole el anillo de matrimonio.
Dean tragó duro. Tenía lágrimas retenidas.
—¡Cas, lo prometiste! —chilló entre enojado y emocionado.
Castiel lo miró con dulzura.
—Lo prometí, solo es un trabajo, vendré a verlos y seremos una familia. Él te cuidará por mí cuando yo no esté. Jamás estarás solo —aseguró Castiel.
Las lágrimas de Dean ya no pudieron ser retenidas.
—Nunca te llevé a pescar…
—Está bien —dijo Castiel.
—No, no lo está.
Dean lo abrazó para despedirlo con un beso muy húmedo.
—Cuídalo mucho Jack —le dijo Dean al nuevo Dios.
El ex cazador limpió las lágrimas de su rostro para recomponerse.
—Debe volver —agregó Dean—, por lo menos una vez a la semana, sino no habrá más permiso para salir.
—Pierde cuidado, así será —respondió Jack con una sonrisa.
Castiel se largó a reír como un humano, aunque ya distaba de serlo gracias a sus nuevos poderes. Siempre fue muy humano como para ser un ángel. Era la perfecta dicotomía entre mortalidad e inmortalidad. Jack lo sabía ahora que era un Dios híbrido, podría comprender muchas cosas que antes no entendía, pero también era cierto que aunque era Dios, necesitaba de la guía de un ser superior como lo era Castiel: el único con libre albedrío y el único donde la esencia divina depositó su confianza para renacer como el nuevo Dios del universo.
Fin capítulo 9
