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El Otro Dean

Por Ladygon

Capítulo 10: Reconstruyendo vidas.

Padre e hijo partieron a su nueva vida. Sería llena de creación para un universo semi destruido. Volaron con tanto gusto, en especial Castiel quien extrañaba sus alas y ahora las tenía renovadas. Castiel parecía estar en el paraíso sin estarlo. Recordó algo importante.

—¿Cómo está el Cielo?

—No muy bien. Los ángeles no pueden sostenerlo.

—Debemos cambiar eso.

—¿Y qué podemos hacer? Yo puedo sostenerlo y crear más ángeles.

Castiel pensó un momento y se imaginó a Dean en el Cielo.

—¿Dijiste que Dean está en el Cielo? ¿Qué le pasó?

—Una cacería de vampiros —respondió Jack.

—¿Cómo?

—Sí, bueno, yo no intervine en eso —dijo un tanto avergonzado.

—Pero… ¿vampiros? Suena bastante idiota —Castiel sonó entre extrañado y enojado.

—Lo sé, lo sé. La verdad es que fue culpa de Destino.

—¿Destino?

—Sí, bueno ella no perdonaba a los Winchester por lo sucedido. Estaba resentida y además, tenía a Dean en su libro desde hace tiempo… también tenía a Sam, pero se conformó con Dean ¿Qué deberíamos hacer con ella?

—Matarla —dijo Castiel casi sin chistar.

—¿No es muy extremo?

—Mató a Dean.

—Él se descuidó.

—¿Qué estás intentando decir?

—Lo que estás pensando en este momento.

Castiel guardó silencio y casi hizo un puchero delicioso que hubiera matado a Dean otra vez. Jack no pudo dejar la sonrisa de su rostro al mirarlo. Se estaba divirtiendo con los pensamientos de Castiel, así que mejor los dejó.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Jack.

—Ir al Cielo y renovarlo.

—Me parece buena idea.

Los dos desaparecieron en ese instante. Volvieron al Cielo donde los ángeles los recibieron llenos de felicidad. Estaban extasiado de tener tales celebridades ahí tan cerca de ellos. Incluso querían sus autógrafos, algo totalmente humano, así que recordó que esos ángeles fueron los creados partir de humanos por Jack, en esa vez donde estaba un poco enajenado.

Incluso Castiel se sintió felicitado por los ángeles y eso fue tan extraño, cuando siempre pensó que lo odiaban. Por el contrario, estaban felices. A Castiel se le hacía difícil de comprender esto último. Iba a decir algo, pero apareció Naomi. Esta estaba igual de feliz y lo hizo mirar de un lado a otro como buscando la trampa a todo esto. No encontró ninguna, eso lo confundió aún más. Quisieron conversar con ellos para ver la forma de renovación del Cielo.

—Romper fronteras —lanzó Castiel.

—¿Cómo? —dijo Naomi.

—¡Qué buena idea! —saltó Jack.

—¿Cuál idea? —dijo Naomi perdida.

La renovación del Cielo fue un gran logro de Jack. Castiel lo ayudó a visualizarlo. Este se preocupó en especial del Cielo de Dean y Jack lo dejó sin problemas. Se sentía feliz de ayudar a su padre en complacer a su otro padre.

Dean estaba conduciendo su Impala en el Cielo, así que no se fijó cuando su alrededor cambió de improviso. Según él, conducía por los caminos de su infancia en su querido vehículo, escuchando música rock. Parecía pasarlo espectacular y Castiel al verlo con su forma invisible, no quiso molestarlo. Lo dejó hacer lo que quisiera, después de todo, no había nada que los uniera.

Volvió con Jack para un largo viaje por los universos paralelos, tratando de arreglar el desastre que había dejado Chuck. Fue bastante duro de lograr, pero con la buena guía de Castiel, Jack pudo hacerlo. Eso fue muy increíble, incluso llamó la atención del nuevo Dios.

—¿Sabes que tienes algo de divinidad en tu interior? —preguntó Jack.

—¿Cómo?

—Es lo que te diferencia de los demás ángeles desde el principio. Debió quedar ahí en el momento de crearte. Ya la divinidad no estaba satisfecha con Chuck.

—¿A qué te refieres? No entiendo.

—A la conciencia divina. Lo que hacía a Chuck Dios: su poder. Es difícil de explicar, pero es la razón de mi nacimiento. Está relacionado con el equilibrio cósmico. Chuck ignoró esas leyes del universo por tanto tiempo, que le jugaron en contra.

—De alguna forma, lo entiendo. Me alegro que nacieras.

—Fue gracias a ti.

—¿No fue por la cosa divina?

—También por eso.

—Mmmmh.

La cara de interrogación hizo sonreír a Jack. Siguieron recorriendo el cosmos con una voluntad férrea, hasta que Castiel decidió volver a la Tierra a visitar a Dean. Jack lo comprendió y lo siguió. Permaneció con ellos por unos días y después volvieron a la creación cósmica.

Dean volvía a ponerse triste, después de estar tan feliz de verlo. Ahora parecía estar muy en paz junto al otro Castiel. Esto lo hacía sentir que no había necesidad de su presencia.

—¿No estarás pensando en no volver? —preguntó Dean.

Castiel no respondió.

—No puedes hacerlo. Yo aún te amo.

—Tienes al otro Castiel.

—Soy ambicioso, los quiero a los dos.

—Ya veo. Estamos armando tu mundo ¿Les gustaría volver a él?

—¿No estaba destruido?

—Todos estaban destruidos.

—Ah, ¿Y cómo lo harán? Estaba muy deteriorado.

—No podemos dejarlos como estaban antes, pero podemos volver a créalos y traer a los últimos humanos que quedaban. Sin ángeles, demonios o monstruos. Tampoco habría magia.

—¿Reconstruirán todos los mundos?

—No, no todos.

—En mi mundo no quedaban humanos. Fui el último.

—¡Oh! No lo sabía.

—Está bien. Me gusta estar aquí, es un lindo lugar para vivir y los monstruos no se nos acercan.

—Castiel no dejará que te pase nada —dijo Castiel, mirando al otro Castiel.

El otro Castiel entendió la referencia y asintió con la cabeza en señal de aprobación. Así se despidieron otra vez e irían de un tiempo a otro, haciendo lo mismo.

—¿No irás a ver a Dean al Cielo? —preguntó Jack.

—No es necesario, está conduciendo.

—¿Cómo lo sabes?

—Está esperando que llegue Sam. Ellos son almas gemelas y sabe que se encontrará con él cuando muera.

—Es cierto que sigue conduciendo —dijo Jack.

—Lo sabía.

Siguieron con su reconstrucción por muchos años más. La verdad era que Castiel no quería ver a Dean, al verdadero Dean del mundo original. No le encontraba razón de ser, ni siquiera para darle su acostumbrado "Hola Dean". Debía seguir con su trabajo al lado de Jack, además este era un Dios muy joven y necesitaba mucha guía de su parte.

Estaban construyendo un agujero negro cuando Jack se detuvo y casi lo absorbió, sino fuera por la rápida respuesta de Castiel.

—Ten cuidado.

—Lo siento, me descuidé. Sam ha muerto.

Castiel no dijo nada.

—¿Irás al Cielo ahora?

—Ya te dije que no es necesario. Ahora mucho menos.

—¿Crees eso?

—Tendrá a Sam, no hay que preocuparse. Estará bien.

—Si tú lo dices.

El silencio fue su respuesta. En vez de eso, le dieron ganas de ver al otro Dean. Apenas pudieron terminar con el trabajo se fueron a la Tierra para verlos.

Fueron recibidos con mucho entusiasmo. Dean no había cambiado nada, Castiel se encargaba de la inmortalidad de Dean y eso le hacía sonreír al Castiel de este mundo, por los poderes que le dio Jack. Ese día tuvieron una de sus reuniones maravillosas. Incluso fueron a pescar juntos y Castiel se sorprendió de ver al otro Castiel pescar como un profesional.

—Dean me enseñó —dijo el otro Castiel—. No es difícil.

Entonces comenzó a enseñarle cómo hacerlo. No logró pescar nada, pero lo pasaron muy bien. Después volvieron a la casa de los chicos para asar los pescados en una parrilla y disfrutar de un buen rato como familia.

—¿Fuiste al Cielo? —preguntó el otro Dean a Castiel.

—Siempre voy.

—Uh, ¿viste a… ya sabes?

—¿A Dean?

—No, no lo he visto.

—¿Y por qué no?

—Porque no hay necesidad.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo sé.

—Dean no lo ha llamado —dijo una voz ronca a sus espaldas.

Ambos miraron sobre sus hombros y era el otro Castiel, el venido del otro mundo. Comprendieron al instante lo que estaba diciendo. Fue algo desalentador.

—¿Por qué quieres que vaya a verlo? —preguntó Castiel.

—Porque lo amas —dijo el otro Dean con cierta melancolía.

—¿Tan evidente es?

—Cas, no has estado conmigo en décadas.

—Pero si siempre vengo.

—Vienes, pero no estamos juntos.

—Pero si estamos juntos.

—Dean quiere sexo —explicó el otro Castiel.

Hubo un silencio incómodo y Castiel sintió que lo golpeaban con algo invisible.

—Yo…

—No se trata de eso —dijo el otro Dean—. Este, puede ser… a lo que me refiero es que comprendo tu situación Castiel. No es que yo desee sexo contigo ¿Entiendes Cas? —explicó al otro Castiel.

Fue cuando los dos Castiel lo miraron con ojos empequeñecidos y luego ladearon la cabeza para el mismo lado como dos cachorros. Dean quedó sin aire a causa del impacto de verlos tan adorables. Comenzó a sudar frío.

—Está bien, es complicado —concluyó Dean, rascando su cabeza.

—No es complicado —dijo Castiel—. Tú amas a tu Castiel, siempre lo has amado a él.

Eso le dio una cara de asombro y luego sonrió quedo al bajar la cabeza.

—Eres increíble, siempre lo he dicho. Cuando creo que te conozco, no logro alcanzarte —reflexionó el otro Dean.

Jack apareció. Hora de volver a las tareas cotidianas de creación de mundos. Se despidieron con cariño y se separaron unos pasos.

—Cas.

Castiel miró a Dean.

—Tu Dean siempre ha amado a su Castiel —dijo el otro Dean.

Pensaron que Castiel iba a decir algo, pero no dijo nada. Solo se despidieron otra vez con la promesa de volver a verse y desaparecieron.

—Deberías ir con Dean —dijo Jack.

—Tal vez.

Jack sonrió. Primera vez que Castiel tenía alguna intención positiva sobre el asunto, aunque no estaba convencido al cien por ciento. Había una situación que debían aclarar: la terquedad de Dean. Mientras eso no pudiera estar en marcha como corresponde, Castiel no iría a verlo.

El tiempo de los viajes se estaba haciendo más y más largos. No es que terminaran a medida que más trabajaran, sino por el contrario, a medida que la creación avanzaba, más trabajo requería. En el Cielo el tiempo tenía otro ritmo. Castiel y Jack saltaban entre las ondulaciones temporales como los seres anacrónicos que eran. Se estaban distanciando mucho de un mundo al otro y podrían perderse en la inmensidad del espacio. Solo la omnipotencia de Jack los mantenía unidos entre los mundos visitados, pero Castiel no tenía ese tipo de poder o cualidad. Por esta razón, Jack no podía separarse del ángel y permanecían juntos en cualquier cosa que hacían. Jack feliz de tener a su padre a su lado.

Solo una cosa sucedió que Jack pensó en la omnisciencia de Castiel. Fue cuando dijo que al parecer, Dean tenía problemas.

—Creo que Dean tiene problemas —dijo de repente Castiel.

Jack estaba creando una nueva estrella que se convertiría en un nuevo sistema solar, cuando escuchó lo que le decía su papá. Lo miró extrañado, porque él mismo no sentía nada de lo que le estaba diciendo.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Jack con curiosidad.

—Porque está teniendo pesadillas.

—¿En el Cielo? Eso no puede ser. Eliminamos las pesadillas.

—Cierto, puede contaminar el Cielo.

Castiel estaba viendo lo práctico, cosa que ni Jack pensó, pero era verdad. No podía haber tristeza en el Cielo, por eso era el Cielo y no el Infierno.

—¿Qué tipo de pesadillas? —preguntó Jack.

—Mmmmh.

—Puedo eliminarle las pesadillas.

—Hazlo —dijo Castiel.

Hubo un segundo.

—Listo.

Siguieron con su trabajo hasta que pasó algo muy, muy extraño, tiempo después:

—Dean me está llamando.

—¿Cómo? —Jack parpadeó un par de veces— ¿Dean del Cielo o el Dean de la Tierra?

—Dean del Cielo.

—¿Irás?

—Mmmmmh.

—¿Por qué no vas?

Silencio.

—Tarde o temprano tendrás que enfrentarlo —dijo Jack.

Castiel levantó la cabeza para mirar a su hijo. Abrió los ojos con sorpresa.

—¿Cuándo te volviste tan maduro?

—Tengo muchos años y el estar contigo me enseñó.

—Ya veo.

—¿Irás?

—¿Tú quieres que vaya?

—¡Por supuesto! —exclamó Jack.

—¿Me acompañarías?

Esa petición sonó a súplica.

—Iré contigo.

—Gracias.

Partieron rumbo al Cielo. Fue cosa de un pestañeo cuando aparecieron en Rod House. Los recibió Bobby, no muy feliz por haberlo asustado con su prodigiosa aparición.

—¡Por Dios chicos, no asusten así! —reclamó Bobby.

—Hola —dijo Jack, saludando con una mano en el aire.

Castiel permaneció a su lado sin decir nada.

—¿Por qué se demoraron tanto en venir de visita? —preguntó Bobby.

Sam llegó a abrazarlos a ambos. Estaba feliz de verlos y él seguía igual de como Castiel lo vio la última vez.

—¡Los extrañé mucho! ¿Cómo están? —saludó Sam.

—Bien ¿Y ustedes? —preguntó Jack.

—¿Nosotros? Muy bien, estamos en el Cielo después de todo.

—¿Les gusta? Cas, lo planeó para ustedes —informó Jack.

Sam presentó una hermosa sonrisa, llena de cariño.

—Gracias, Cas, lo pasamos muy bien aquí —dijo tocando su hombro.

En eso Castiel levantó la vista y chocó con la vista de Dean, quien estaba detrás del mesón, limpiando una copa o eso parecía, porque se veía estático a medio terminar como si lo hubiera golpeado un rayo. Sam aguantó una risa con la cara de tonto de su hermano.

—Hola Dean —dijo Castiel.

La cara de Dean se transformó a una a punto de llorar. Incluso hizo un puchero, pero se contuvo a duras penas. Bajó la cabeza y no pudo seguir limpiando el vaso, esto creó un ambiente tenso.

Fin capítulo 10