Capítulo XI: ¿Qué pasó?

Al otro extremo del auto, le miraba ésta criatura.

A Quinn le recorrió un corrientaso por su columna por el miedo, por el terror puro.

¿Y si ésta criatura le tomaba de su brazo y la llevaba con ella?

Y más al ésta criatura con una de sus garras romper la bolsa de aire que separaba a ambos, por lo que ambos se miraban. Quinn asustada de muerte, ya que casi nada le separaba de cogerla y llevarla a la profundidad de la cueva.

¿Podría jalarla?

Claro, esa criatura a pesar de verse endebles, tenían fuerza, ya así lo demostraban al halar los cuerpos a su comedero.

Ésta criatura se lanzó a por ella y Quinn con ambas manos se agarró del timón, con un agarre de muerte, Rachel le defendió al con su pico atravesar la "mano" o lo que debería ser su mano y parte del brazo al capó de esa criatura, traspasándola.

Ésta criatura chilló con un alarido terrorífico.

- Quinn, fuera, fuera – pidió Rachel cogiéndole del cuello y halándola hacia fuera.

Puck viendo esto, mientras Santana y Rachel halaban a Quinn y se ponían al resguardo, él colocó parte de una toalla que tenía Quinn en el asiento trasero, en el contenedor de gasolina y con el asentimiento de Quinn, él la prendió corriendo lejos mientras la criatura y unas atrás chillaban.

Quinn se puso de pie a la distancia, sólo para ser votada por lo intenso de la explosión de su auto, desmayándola, éste estruendo provocó un derrumbe, cubriendo el auto y la entrada de la cueva sellando al menos esa entrada.

Ya si había otras, ellos no lo sabían.

Gente y animales volvería a entrar a esa cueva, no eran tan inocentes para creer que nadie entraría, más al menos no sería por una entrada tan visible, al menos esa acción de Quinn y Puck salvarían a algún ingenuo que igual que ellos, quisiera entrar.

Puck, Finn y Sam se acercaron para poner más rocas en aquellas zonas que creían faltaban, de esa manera, esperaban que esa entrada no sea reabierta.

La siguiente vez que Quinn despertó, fue en un hospital, trató de levantarse más Rachel le calmó, vestida con un mono de hospital – estás bien, estarás bien, estás en un hospital.

Quinn volteó su cabeza, entrecerrando los ojos para habituarse a la luz del ambiente, sí que era un hospital, ella vió su cuerpo, estaba conectada por unas vías, tenía una venda en la cintura.

- Te operaron, repararon tu brazo y tu costilla, tenías también un traumatismo, aunque menor en la cabeza.

- ¿Los demás?

- Están en un cuarto compartido, quién está bien, todos están vestidos así, con este mono celeste de hospital, los doctores operaron a Matt, Brittany está en un cuarto más allá del tuyo, por su brazo. Mr Schuester y los otros están en la sala de espera, aunque Mercedes está dónde Sam.

3am…

- Llamaron a nuestros papás, deberían estar aquí antes de las 6am.

Aunque Leroy trabajaba ahí, Hiram estaba llegando al hospital del centro, Judy también trabajaba ahí, pero por alguna razón todavía no se había acercado a Quinn, despierta por lo menos no. Ya que si llegó a presenciar su operación.

- ¿La policía? – preocupada preguntó de que ellos le hubiesen dicho total cuál pasó, ella apostaba que aparte del psiquiátrico, era posible e que la obligasen a meterse a esa cueva, a fin de encontrar esos cadáveres, de tan sólo pensarlo se ponía pálida, era aterrador el miedo que tenía por estar ahí de vuelta.

- Eh, tranquila, tranquila – pidió Rachel acariciando con ambas manos su mano derecha – hemos dicho que nuestro carro murió, no pudimos hacerlo funcionar, el tuyo lo robaron, está desaparecido, todos nos perdimos al no conocer la zona, cayendo en alguna fosa séptica, accidentándose algunos, de ahí sus heridas con rocas filosas y de ahí el olor que teníamos todos y que al final, pudimos ubicarnos e ir hasta la casa para llamar a la policía y pedir ayuda.

- ¿Se lo creyeron?

- Tendrán que hacerlo, repetimos una y otra vez la misma versión, todos. Creo que el Mr Schuester piensa que pasó algo más, mas todos nos hemos cerrado a decir nuestro sentir o a contar otro tipo de realidad.

- Entonces nunca sabremos cuantas criaturas hay o qué quieren.

- Eso es verdad. Aunque debimos pensarlo.

- ¿Qué parte? – preguntó mirándola, Rachel acarició con una mano su rostro.

- Nos internamos en una cueva profunda y no explorada y eso que no es tiempo de lluvia porque nos habríamos ahogado, da que pensar, que criaturas así o de otro tipo se hayan adaptado a ese entorno. Incluso los cuentos y teorías que hablan de un mundo subterráneo con vida inteligente. Era obvio que algo de ahí iba salir a atacarnos.

- Si lo pones así, pues sí, es un milagro que no hayamos muerto – sentenció lentamente Quinn – no me vuelvo a meter en una cueva en mi vida – concluyó.

Y Rachel asintió, ella tampoco se metería en una cueva ni pronto, ni muchos años después, posiblemente jamás.

Ella suspiró y añadió – tengo que irme, descansa – pidió y Quinn asintió un tanto cansada, Rachel le dio un beso en al frente, dejando dormida a Quinn, se fue a hablar con Finn.

Él estaba en el cuarto con los demás, que ni bien verla, fue hacia ella para hablar.

Ambos salieron hacia un área, que tenía un ventanal enorme que daba hacia un jardín de rosas preciosas.

Ambos se miraron un rato sin saber qué decir – supongo que me estás terminando ¿no? – hasta que al fin preguntó Finn mirándole.

Rachel asintió, le pesaba dejar a Finn, ya que él representaba todas sus fantasías, el enamoramiento bajo stage, el amor a distancia, el caballero que salvaba a la princesa, Finn había significado todo aquello o parte de ello en algún punto, por lo que demoró en contestar.

- Cambiaré mi pregunta – acotó él – si cierras los ojos ¿en quién piensas primero? Es ella ¿verdad?

- Oh Finn.

- ¿Le amas?

- No lo sé.

- ¿Me amas?

- Sí te amo.

- ¿Pero?

- Pero, es un diferente tipo de amor.

- Yeahhh ese es el problema, yo te amo, pero tú a mi no, y el competir con Quinn suena demasiado agonizante y más cuando si gano no estarás a mi lado – musitó taciturno.

- ¿Estás enojado?

- Supongo que sí, pero descuida que no patearé nada, las sillas están muy lejos de mí – intentó bromear y ella le regaló una sonrisa que amaba Finn – pero estoy más triste que enojado, no quiero dejarte ir, pero si te mantuviese a mi lado, ya te habría dejado ir y ambos nos haríamos más daño que el amor que existió en algún momento.

- ¿Cuándo te volviste tan sabio? – preguntó mirándole.

- En realidad, son frases que alguna vez me dijo Quinn al dejarme y no lo entendía, hasta que la dejé en el funeral de la hermana de Sue.

- Eso fue bajo.

- Lo fue, nosotros nos hacíamos daño, yo no la amaba y ella a mí tampoco, ambos queríamos lograr algunas cosas que no lograríamos solos, eso, hasta que te conocí.

Entre ambos se estableció un silencio cómodo, roto por Finn.

- He visto la forma como te mira y lo que hizo en la cueva, ella te pone primero, talvez junto a Beth o detrás de Beth, no lo sé, pero ella hace algo que yo ya no puedo hacer.

- ¿Y es?

- Hacerte feliz plenamente.

- Mierda Finn – susurró ella abrazándole, él le cobijó ente sus brazos.

- No debes tener miedo, ¿sabes por qué?

- ¿Por qué?

- Porque Quinn ya te ama – Rachel hizo un gesto de no entender – vamos Rach y a mi me dicen lento, auuu – se quejó después al pegarle ella muy suave en el brazo – por cómo te mira, porque siempre te pone primera, por la locura esa en la cueva. Ella hace algo que yo nunca hice bien, prestarte atención y amarte tal cuál eres, con ese suéter de lana con dibujitos, con todo tu ser, todo tú.

Rachel siguió abrazándole.

- Vamos Rach conmigo tienes esa fantasía de tu caballero sureño, no tengas miedo al amor, quien quita que seas feliz plenamente, lánzate a la aventura.

- Vale, es buen consejo – replicó limpiándose las lágrimas que no cayeron.

- Tan dramática – agregó Finn recibiendo más golpes de palomita de Rachel – auuuu ¡ además Rach ¿no vas a negar que besa delicioso? – con gran sonrisa Finn le provocó y ella se puso muy rojita, claro que besaba delicioso.

Y Finn aunque estaba triste, también estaba feliz por Rachel, ella era fantástica, incluso Quinn.

Un par de chicas le sonrieron a Finn mientras hablaba con Rachel – ahora soy soltero, permíteme – dijo yendo a probar las aguas, Rachel le dejó, Finn necesitaba se feliz también, aunque una de las chicas tenía novio por lo que volteó y corrió muy rápido en contra, eso le hizo reír, Finn también era tierno cuando quería.

Ella pensativa se quedó así un instante, algo que le dijo Finn, resonó en su cerebro… "Quinn ya te ama, por lo que no tenía que tener miedo a que ella no sienta tan intenso como ella lo hacía"

Rachel después fue a ver a sus padres, Hiram ni bien verla no la quiso dejar ir – Leroy es tan chiquita, awww mi bebé, te amo reina de mi corazón – se desvivía su papi en halagos y besos en su carita.

- Papá todos están mirando ¡ - se quejaba ella.

- Pues que vean que te adoro con todo mi ser – replicaba él besándole y como su niña no quizo irse del hospital hasta que Quinn saliera, ellos todavía seguían por ahí, siendo para ese entonces 7am del día siguiente.

Ambos fueron a la oficina de Leroy y con su padre no creyendo lo ocurrido de sólo perderse en el bosque insistió tanto, hasta que Rachel les dijo la verdad, toda la verdad y como escaparon de esa cueva.

Para el final del relato, ellos estaban demasiado asustados, ambos sabían que su nena no les mentiría, por lo que terminaron asustados por lo que pudo pasar con su hijita de no ser por Quinn y Finn, en sí, todos sus amigos.

Nada une más a la gente que casi morir.

- No volverás a entrar en una cueva jamás ¡ - pidió Leroy.

- Jamás nena ¡ - estuvo de acuerdo Hiram.

- Nunca voy a entrar a ninguna pa y papi – replicó Rachel abrazando a ambos muy fuerte.

- ¿Quieres helado nena?

- ¿Puedes darme uno para Quinn también?

- Claro princesa, como que ahora me cae mucho mejor Quinn – acotó Hiram y Leroy volteó los ojos divertido, los Fabrays eran francamente complicados, odioso, racista, clasista, homófobo, misógino y diez adjetivos más en cuanto a Russell ninguno bueno y en cuánto a Judy, era difícil de decir, ella amaba a su hija, más la culpaba de que Russell la dejara, era triste, que Judy era muy buena doctora, empática con sus pacientes, pero fallaba con Quinn.

Hiram pidió dos helados de vainilla con chocolate, poniendo ambos en unos vasitos con cucharas pequeñas, pues para que no se derrame, ya que Quinn tenía el brazo izquierdo vendado y el otro con heridas y arañazos, por lo que supuso que Quinn demoraría al comerlo.

Quinn estaba media adormilada sobre la camilla en su cuarto privado, cuando una mano muy delicada empezó a acariciar su cabello y carita - ¿Rachel? – preguntó abriendo los ojos y no, no era Rachel.

Era su madre.

Quién no puso una mueca de asco ni nada, por lo que iba bien.

- ¿Mamá? – preguntó.

- Hola mi amor – replicó ella causando que Quinn abra grandes sus ojitos, ella rió acariciando su mejilla – llegaste hecha mierda Quinn.

Ella asintió, ese era la verdad, su mamá se puso seria y preocupada, si Quinn hubiese llegado en malas condiciones o simplemente no hubiese llegado, ella no habría podido decirle y demostrarle cuanto la amaba.

Sería una tragedia.

- ¿Mamá? – volvió a preguntar Quinn y su mamá derramó una lágrima, recordando cómo había llamado a Russell para decirle lo de Quinn y a él no le había importado nada, es más hasta le dijo que si ella se muriera, podrían volver a ser una familia de nuevo, eso era retorcido en grandes niveles.

- Te amo amor, te amo demasiado Quinn – le susurró muy emotiva – no sabes, cuán vacía sería mi vida sin ti, ni yo me había dado cuenta, hasta hace un par de horas, ¿me perdonas bebé? – preguntó casi sollozando.

Quinn puso ese adorable puchero que tanto amaba su mamá y rompió a llorar como cuando era pequeñita. Su mamá cogió con ambas manos su carita y le besó repetidas veces toda su carita susurrando cuanto le amaba.

Rachel entró en ese momento, viendo llorar a ambas creyó que Judy le estaba haciendo daño a su Quinn.

- Hey perra, no puedes hacerla llorar ¡ - le gritó poniendo ambas manos en sus caderas, Judy volteó rápidamente para ver de quién se trata, sonriendo al ver a Rachel, levantó su ceja interrogante y detrás de ella Quinn también con una gran sonrisa.

Rachel sintió escalofríos por un segundo, ambas intimidaban mucho cuando hacían eso.

- Ya no le harás daño, ella no se lo merece, por qué no te sacas ese palo del culo y decides ser alguien decente y con corazón ¡ - le pidió enérgicamente y su mamá rompió a carcajadas.

Rachel se confundió mucho y miró a Quinn, ya que no entendía nada.

- Ella no me está amedrentando Rach, ella me dijo que me ama – contó con gran sonrisa en su voz, su madre sintió un salto en su corazón por ello, decidiendo desde ese punto asegurarse que su niña se sienta muy amada.

Tomaría tiempo, más iba en buen camino.

- Oh vaya, lo siento entonces – un poco culpable y sonrojada por las cosas que había dicho.

- No te disculpes jamás por defender a mi hija, a mi bebé sin pañal.

- Mamáááááá ¡ - se quejó adorablemente Quinn y ambas rieron, era tan fácil provocar a Quinn quién estaba sonrojada y muy sonriente. Judy le volvió a besar ruidosamente en cada mejilla como si tuviera nuevamente dos años.

- Te amo bebé.

- Te amo mami – muy sonriente y con lágrimas no derramadas que igual su mami limpió.

Aquello era un gran cambio, mas Quinn lo valía y Judy lo sabía, desde ese momento haría todo lo posible por su bebita.

- Ah y Rachel, política de puertas abiertas ¿está bien?

- Mamá, nosotras no.

- Señora yo – hablaron ambas a la par, Judy se fue riendo, ya que para ella no era un interrogante lo que pasaba entre ambas, aquello se veía a kilómetros, eso y que Rachel pidió por Quinn desde que pisó el hospital y durante todas las horas de la operación.

Judy no tenía nada en contra que su hija fuera gay, eso no le preocupaba en lo más mínimo, o bisexual - ¿Berrysexual? – se preguntó caminando al lado de Leroy quién levantó sus cejas y le miró divertido.

Lo importante para ella era que su hija fuera feliz y amada y si Rachel podía hacer aquello, bueno, sería bienvenida en su casa y en su corazón.

Porque por la forma que Quinn la miraba, era obvio que esa relación iba para largo.

Nota:

- Próximo capítulo es el final.