Capítulo XII: Quinn y Rachel

- Hola – susurró Rachel con ambos vasitos de helado de vainilla y chocolate, Quinn todavía estaba emocionada por los actos y palabras de su mami.

Rachel dejó ambos vasos sobre la repisa y delicadamente con ambas manos limpió sus ojitos de esas infames lágrimas, aunque agradeciendo que esta vez fuera de felicidad.

Y viéndola así, tan preciosa, tan adorable, Rachel le besó, primero en ambos de sus ojitos y oyéndole suspirar fue a por sus labios, deliciosos besos que pusieron todo en orden.

Quinn no podía estar más feliz en su vida, Rachel le estaba besando, ella no podía creerlo, su más grande anhelo, el segundo, ya que el primero era estar en la vida de su bebita, estaba ocurriendo.

Quinn gimió durante el beso, eso causó a Rachel estremecerse, el poder que tenía Quinn en ella era intoxicante y aditivo.

¿Cómo le podía provocar tanto por un solo beso, o un par de besos? Ella no tenía respuesta.

- Creo que te quiero – susurró Rachel sobre sus labios pegando ambas frentes juntas.

- ¿Crees? – preguntó Quinn divertida, ella ya lo sabía, Rachel le amaba, y estaba bien que aún no se lo dijera, todos tenían su ritmo – yo te amo – sentenció muy firme viendo como el rostro de su Rache se iluminaba, de una manera tan especial que Quinn quedó sin palabras por varios segundos.

Ella no le pidió que le corresponda, que se lo diga, que lo demuestre, nada de eso, Rachel ya lo hacía sin pedírselo, excepto el decírselo, eso lo haría cuándo ella quisiera.

Rachel le recompensó con un muy rico beso, mismo que dejó a ambas sonriendo embobadas.

- Mamá me dijo que me quedará cicatrices, en éste brazo – señaló al izquierdo – pero que hay cosas que se pueden hacer, terapias y sustancias que pueden ayudar a borrarlas, así como en mi espalda.

- ¿Te preguntó qué ocurrió? – preguntó sentándose a su lado y tomando el helado para darle por cucharadas a Quinn.

- Sí, pero no se lo he dicho, creo que en algún punto se lo diré – respondió entre bocados.

- Le dije a mis padres, estaban aterrados.

- Lo justo – asintiendo Quinn.

- Podrás irte mañana, eso será genial – replicó Rachel y ella sonrió ya que no le gustaban los hospitales.

Rachel le dio de comer el helado, para al final darle un beso de esos, que woahhh dejó el monitor latiendo como loco, que, al regalarle una mirada traviesa, Quinn volteó los ojos divertida, incluso una enfermera vino preocupada por lo irregular del monitor más al ver a ambas muy rojitas y mirando a todos lados excepto a ella, lo supo, por lo que se fue riendo.

La siguiente vez que Quinn se despertó, era la 1pm, Quinn se despertó por una pesadilla dónde esas criaturas le desgarraban, su corazón volvió a latir otra vez como loco, la enfermera volvió con una sonrisa pensando en la adorable morocha de 1.50m.

- No soy un gnomo – y su adorable divagación con un fuerte pisotón en el piso, mas no la vió, viendo únicamente a Quinn luchar por lo que llamó a su madre.

- ¿Qué pasa cariño? – le pidió y Quinn que se veía aterrada le contó todo.

La existencia de esas criaturas, el trauma que tenía.

Su mamá aterrada juró ayudarle, Quinn sabía que pasaría mucho tiempo para olvidarse de aquellas criaturas y mucho más para dejarles de tener miedo.

En una buena noticia, el colegio les había brindado una semana de vacaciones, semana que todos pensaban pasar juntos en las diferentes casas, yendo al lago, al parque, al cine, practicando aquello que les permita retomar una normalidad aceptable.

Todos acordaron que sería ingenuo pensar que en una semana olvidarían a esas criaturas, mas era un buen comienzo, eso era lo importante, poder hablar de ellos entre ellos.

Queda decir que, para Mercedes, Kurt, Blaine, Tina, Artie y Mike aquello parecía una pesadilla, fue difícil para ellos entender lo que habían pasado sus amigos, e incluso en algún punto pensaron que podía ser una retorcida broma, más ese día, el día que llamaron a la ambulancia, ese día habían visto las lesiones de sus amigos, eso era imposible de negar, la existencia de esas criaturas era algo imposible de negar.

Y eso que no las vieron, ni al adulto que miró desde las sombras a Quinn.

La profundidad de las cuevas y un hecho aleatorio que permitió a los adultos cazar lejos de ellos, les salvó la vida, ya que contra los adultos no hubieran tenido ninguna oportunidad, estarían todos muertos.

Al día siguiente fue dada de alta, igual que Matt, todos acordaron hacer una parrillada en lo de Rachel, una fogata, dónde pudieran ser ellos mismos, tomar un poco, divertirse un poco en la piscina, en fin, poder vivir, con ambos padres de Rachel y Judy de por medio.

Quinn estaba recostada en la tumbona, no podía meterse a la piscina al igual que Matt, ellos miraban, Matt con una cerveza en la mano.

Quinn hablaba con Rachel.

Ella le estaba contando acerca de Nyada, como iba a entrar, las cosa que haría, el cumplimiento de sus sueños, Quinn le miraba embobada asintiendo y añadiendo pequeñas acotaciones, admirando la pasión de Rachel, acomodando un mechón de cabello detrás de su oído.

- Rayos, que hermosa está en ese ángulo, mentira, ella siempre es hermosa – pensaba con una gran sonrisa.

- Eso es algo que nunca pude hacer – replicó Finn mirándolas desde la piscina.

- Tranquilo hombre, un par de solteros sueltos en plaza, será genial, montones de preciosas señoritas a quién conquistar – sostuvo Puck y Finn asintió sonriendo a aquello, ambos chocaron los cinco, felices por ello.

- Ah, ahí viene la reina de mi corazón – musitó luego Puck mirando que Shelby entraba al jardín trasero con Beth en sus brazos, Beth siendo cargada ahora por Leroy e Hiram quién le engreían mucho al ser ella tan adorable.

- Hola Beth, soy Judy – dijo con una sonrisa, la nenita de un año y medio miró a su mami para confirmación - la mamá de Quinn – agregó con gran sonrisa.

- Oh mami Inn, Inn ¡ - la nenita pidió por ella, siendo liberada por ambos hombres y de señalarle el camino para que fuera con Quinn – mami Inn ¡ - pidió la hermosa cuchi.

La nenita a su muy corta edad tenía las cosas claras, su mami Shelby era su mami de corazón, su mami Inn la que decían biológica, ella aún no entendía que era "biológica" porque su papi Puck también era eso, mas así la adoraba, ella tenía dos mamis y eso era genial, lo mejor ante sus ojos.

- Ohhh mi vida – replicó ella cargándole para que su nenita se siente a horcadas de ella.

- Quinn tu costilla – susurró Rachel para que tuviese cuidado.

- No te preocupes – ella lo desestimó al su nenita pesar tan poco por lo chiquita que aún era.

- ¿Yaya? – preguntó la cuchi acariciando la herida con su manito.

- Si yaya bebé, pero ya pasará, estaré bien.

- Bueno – replicó ella sonriendo lindo, con esos dientecitos faltantes que tanto amaba Quinn, mismos por la cual fue besada ruidosamente en ambas mejillas.

Ella le recostó sobre su pecho acariciando su espaldita con una mano, abrazándole.

Beth y Rachel eran todo para ella.

- Canción Inn – pidió la peque y Rachel le cantó su versión de "Let it go"

Beth la miró sorprendida, muy atenta, Rachel era espectacular ante sus ojitos, tanto que se emocionó, poniendo ese pucherito que tanto amaba Quinn.

- Oh mi bebé – susurró y Rachel para que no llore, empezó a exagerar la letra, haciendo reír a la nenita.

- Así no tonto – para después poner ambas manitos en su boquita riendo por la mala palabra, a lo que Rachel inició una guerra de cosquillas, muy despacito, adecuado para Beth quién soltó carcajadas de alegría, que hicieron sonreír a todos.

La nenita era impresionante.

- Mi pequeñita, ven con papi Puck – pidió él con los brazos abiertos desde la piscina.

- Cuidado Puck – ambas chicas y Shelby.

La bebé caminó hacia él con una gran sonrisa – awww mi amor – le arrulló su papi subiéndole en un patito de plástico – papi yo nado, yo mando ¡ - gritó la chiquitita con ambas manitos al aire.

- Awww – le arrullaron todos, Puck teniendo mucho cuidado de guiar el patito inflable por toda la piscina, su nenita encima riendo por la travesura de su papi.

En fin, una cuchi muy engreída y amada por todos.

Mercedes cada tanto le deslizaba trocitos de chocolate en su boquita y Beth aplaudía, le encantaba el chocolate, y así como el tamaño de una cucharita pequeña, para ella era muchísimo, por lo que premiaba a Mercedes con un rico abrazo y besitos volados, riendo cuando ella hacía la gracia de atraparlos.

- ¿Una carrera? – pidió Artie desde su cocodrilo inflable.

- Sí que sí, mi capitán – replicó Puck dirigiendo al patito desde el inicio.

Queda decir que Beth ganó pidiendo cada nada – ápido papi, ápido – aún no podía pronunciar la "R" – ehhhhhh – festejando la cuchi con ambos bracitos al aire, ella demasiado adorable, perfecta.

Riendo y sorprendiéndose cuando su papi le sacó del patito y se la puso al hombro, llegándole el agua a la cintura en la parte más baja de la piscina – ohhh papi – se divertía ella.

Quinn veía a su hijita y se derretía por ella, la amaba tanto, ella suspirando por ratos por no haber tenido la oportunidad de tenerla, agradeciéndole también muchísimo a Shelby por darle la oportunidad de tenerla en su vida y de que Beth sepa que Quinn era su madre.

Judy al presenciar a ambas juntas pudo entender su inmenso error al no ayudar a Quinn en su momento, mas no era tarde, de algún modo tenía que asegurar que Beth estuviera en sus vidas.

Beth era perfecta ante sus ojos.

Ese mismo día por la noche, Quinn estaba recostada en el dormitorio de Rachel.

- Política de puertas abiertas – fue a decir Hiram cuando vio a ambas – awww Lee ven aquí – pidió, Leroy las miró embobado.

Ambas estaban acurrucadas, dormidas así y cuando Rachel se agitó en el sueño, Quinn le abrazó más cerca de sí misma.

- Awww Le mira – le arrulló Hiram, ambas eran adorables.

- Bebé, bebé – susurraba Rachel a su muy desnuda novia, un fin de semana que Quinn tenía la casa sola, en su casa.

Y ya que estaba dormida, Rachel igualmente desnuda, ambas cubiertas por sabanas a la cintura, misma que había presenciado su amor, ella aprovechó ese momento.

Rachel empezó a repartir besos sobre su abdomen – Ahhh tantos cuadritos – dijo delineando con la yema de su dedo cada uno, arañando con sus uñas el recorrido a sus senos, Quinn suspiró y Rachel siguió con su inspección, amasando ambos senos, besó cada pezón, para luego lamer, morder, halar el derecho, jugando con sus dedos el otro, así ambos estaban atendidos.

- Rach – susurró Quinn mirándole con esos ojos color avellana que bajo la pasión se convertían en color miel, sus labios abultados y muy abusados, carnosos y deliciosos, le pedían atención.

- Te amo – susurró sobre sus labios – awww – arrullando la linda sonrisa que le dedicó su Quinn, ella estaba re enamorada de su novia, muy embobada, hasta el fondo – quiero que hagas "la cosa" por mí.

- ¿La cosa? – preguntó levantando esa ceja que tanto adoraba Rachel, ese gesto.

- Yeahhh, la cosa, ambas, awww – le arrulló luego al Quinn entrecerrar sus ojitos, hacer un puchero muy adorable, hoyuelos en sus mejillas, para terminar con una encantadora sonrisa.

Quinn hacía aquel gesto que tanto adoraba Rachel, ese gesto que le enamoraba cada día más.

- Ambas pedí Quinn – así lo pidió y Quinn tan azotada como era, tan enamorada como estaba lo hizo.

Quinn la giró, de modo que Rachel estaba recostada en su cama, ella montó sus dedos y empezó a mover las caderas, empalándose a sí misma, de ese modo tan seductor que hipnotizaba a Rachel, con el movimiento rítmico de sus caderas.

Ondeando su cuerpito, arqueando su espalda, con su cabello dorado cayendo a un lado como si fuera una catarata de oro, gimiendo y suspirando a partes iguales, ambos codos apoyados a cada lado de la cabeza de su novia, mientras se movía.

- Eres tan sexy bebé – susurró Rachel con voz ronca, con esa que era como sexo líquido.

- Te amo, te amo – le susurró en su oído atrapando el lóbulo de su oreja con ambos dientes, halándolo y lamiéndolo en el proceso.

- Te amo amor – replicó Rachel besándole apasionadamente, hasta que Quinn se vino gimiendo sobre sus labios.

Y tan placentero como era el sexo, lo era la etapa post sexo, tener a Quinn derrumbada sobre ella, suspirando en su oído, lo hermoso de su anatomía, sobre todo esa colita que amaba tanto.

Quinn soltó una risa melodiosa, cuando Rachel con ambas manos amasó su muy hermoso y firme trasero – te amo tanto – le susurró.

- ¿A mí o a mi trasero? – preguntó divertida.

- Todo Quinn, todo bebé – replicó abrazándole tiernamente.

- Ah bueno – Quinn le miró de manera traviesa desenredándose de su Rach, quién levantó ambas cejas en interrogación.

Ambas yacían juntas, Quinn decidió darle un masaje, pero no cualquier masaje, sino uno erótico con una escencia de vainilla que tanto amaba Rachel.

Quinn iniciando por ambos de sus senos – tan redonditos, tan perfectos – le hablaba Quinn a sus senos.

- ¿Amor? – preguntó divertida.

- Shhh Rach, estoy concentrada.

- Ajam – soltó riendo, gimiendo después al Quinn empezar a acariciar sus muslos, masajeándole desde la rodilla hasta su zona íntima sin tocarla, con el único objetivo de provocarle, Rachel suspirando y gimiendo, mientras Quinn le miraba con travesura, mandándole besitos volados cada tanto.

- Quinn ya – se quejó Rachel después de un tiempo.

- Voltéate nena – pidió y así lo hizo Rachel, gimiendo mucho más audible al Quinn seguir con el masaje a su trasero y hacia su interior sin tocar su zona íntima, apenas rozándole, intercambiando la zona con arañar dulcemente su espalda con sus uñas recorriendo lo hermoso de sus curvas y ese hoyuelo precioso que tenía al final de la espalda.

- Quinn ya, ya no puedo ¡

Quinn se recostó sobre ella al ras susurrando en su oído - ¿qué no puedes bebé? - con esa voz ronca que era jodidamente sexy.

- Te necesito Quinn, no bromees más, por favor.

- Awww Rach, como me lo pides tan bien – susurró lamiéndole lóbulo de su oreja, antes de deslizar sus dedos con gran talento en su intimidad, haciendo maravillas ahí, a la par que Rachel al moverse, estimulaba con su trasero la intimidad de Quinn, a la par que era estimulada también.

Ambas hicieron el amor, un número incontable, ambas llegando con el nombre de la otra, ambas con un – te amo - bien dicho, ambas cobijándose en la otra, como si fueran uno desde el principio de todo.

Fin.