Harry se muestra muy curioso ante el cambio de su antiguo compañero, muchas preguntas comienzan a surgir y mientras se concentra en obtener respuestas, sus amigos comienzan a preocuparse por la renovada fijación que tiene por Draco Malfoy. Por su parte, Draco no puede deshacerse de Potter, parece que la vida se empeña en querer poner al auror en su camino.
¡Gracias por continuar leyendo esta historia! Vamos al capítulo 3, espero que les guste.
Al regresar a Inglaterra no estaba muy segura de lo que esperaba que sucediera, pero sin duda nunca imaginó que al volver sería tratada como una igual, como si la segunda guerra mágica no hubiera ocurrido, como si los Malfoy no hubieran luchado en el lado equivocado.
No obstante, de inmediato se hizo consciente de que, por una parte, se debía a que simplemente nadie le reconocía como una Malfoy, bueno, estaba tan cambiada que cómo iba a culparles. Y, por otra parte, cuando mencionaba su nombre ─y a pesar de que se mostraron muy sorprendidos al no identificar dicho nombre con la persona que estaba frente a ellos─, unos segundos después, al procesar la situación, la trataban como si no tuviera caso relacionar el apellido Malfoy con la palabra mortífago.
Había que aceptarlo, Draco estaba feliz de que no pudieran reconocerla, incluso aun reía al recordar la cara de estupefacción que puso Pansy cuando se encontraron en Ámsterdam, o la expresión impasible de Theo rota por breves segundos cuando le vio llegar a la terminal de trasladores del brazo de Pansy. Sabía que no quiso parecer un estúpido al preguntar dónde estaba Draco Malfoy, mucho menos cuando al escuchar su voz y tenerla más cerca, pudo reconocer de inmediato que frente a él se encontraba, en efecto, Draco Malfoy. Por supuesto, aún no se presentaba al resto de sus conocidos, pero sabía que el efecto iba a ser exactamente el mismo, no obstante, como en todo en la vida, existe una excepción, y hubo alguien que la reconoció sin necesidad de decir su nombre, alguien a quien no estaba preparada para enfrentar, y, aun así, al cruel destino le pareció irrelevante.
Le reconoció en cuanto se acercó lo suficiente como para distinguir sus rasgos físicos. Y por un momento estuvo a punto de detenerse, pero no lo hizo. Supo fingir con maestría que no tenía idea de quién era el tipo que esperaba en medio de la calle con una expresión severa. Continuó su camino, inspeccionándolo discretamente. Tan sólo un breve vistazo y pudo distinguir su cicatriz en la frente, esa que alcanzaba a cortar sus parpados en dos.
Bien, no se iba a entretener demasiado con Potter.
«Ignora su presencia», se dijo a sí misma.
Tenía mejores cosas qué hacer. Como divertirse un poco en el Jewel Aquarium. Así que siguió de largo, y cuando iba a dar vuelta a la esquina del callejón, escuchó una voz gruesa y varonil decir su nombre. Bueno, no exactamente su nombre, sino su apellido y la forma en que lo dijo... Supo de inmediato que Potter le había reconocido.
Esta vez no logró controlar su desconcierto. Y se detuvo en medio de la calle. Respiró profundamente, decidida a fingir que no tenía idea de qué estaba pasando.
—No sé de qué me hablas.
Pero Potter no se tragó esas palabras. Sinceramente ni el más tonto lo habría hecho.
Bien, era momento de huir, era su mejor opción. Ya pensaría cómo enfrentarlo en el futuro. No obstante, cuando quiso aparecerse en su departamento, era demasiado tarde. Potter había bloqueado la zona.
─ Lo siento, pero no puedo dejarte ir. ─Escuchó un susurro y un suave toque sobre su brazo derecho.
Draco se quedó en silencio, pensando en qué hacer a continuación. Potter estaba allí por una razón, no tenía idea de cuál era, pero lo que sí podía asegurar con suma certeza, es que Potter sospechaba de ella, tal como siempre lo había hecho.
Bien, era momento de tomar una decisión.
Si Potter sospechaba de ella por alguna cosa malvada que pensaba había hecho, ella le iba a decir la verdad. No importando las consecuencias, sólo deseaba hacerle ver por una vez a ese cretino que ella no era el ser malvado y horrible que siempre había creído.
─ ¿Por qué? ¿Por qué tenías que ser tú entre todas las personas del mundo? ─susurró para sí misma al final de sus cavilaciones.
─ ¿Ser yo? ─Potter preguntó.
─ ¡Sí, Potter! ─esta vez no susurró, afirmó dirigiéndose al moreno─ De entre todas las posibles personas, tú me reconociste de inmediato.
Potter iba a decir algo, seguramente, porque comenzó a boquear como pez, aunque al final no dijo nada.
─ Está bien, no estoy tramando nada malvado para resucitar al Señor Oscuro o algo parecido. Espero que eso sea suficientemente sencillo para que tu cabeza hueca lo procese. ─Dicho eso, caminó de vuelta, exactamente por dónde había llegado. Ya no estaba de humor para otra cosa.
» ¿En serio, Potter? ─preguntó cuando este se apresuró en seguirle el paso─. ¿Ya no te molestarás en ser discreto y me seguirás cínicamente?
─ No te estoy siguiendo, bueno sí, pero no por los motivos que tú crees.
De pronto, Draco ya no estaba tan segura de que volver a Inglaterra haya sido una buena idea.
Draco abrió la puerta de su departamento al muy estilo muggle. Es decir, con una llave.
Decir que no se sorprendió fue una mentira. Pero estando en un barrio muggle, ¿qué esperaba?
Y la rubia lo notó pues al entrar al lugar lanzó el conjunto de llaves dentro de un cuenco, que descansaba sobre una mesita junto a la puerta, de una manera poco refinada mientras observaba al moreno de manera desafiante.
─ Qué, ¿algún problema? ─cuestionó rudamente.
Harry negó con la cabeza.
─ No, ninguno, es sólo que...
─ ¿Qué, Potter?
─ Estoy sorprendido.
Draco iba a decir algo, pero en ese momento una bola de pelos blanca se hizo presente saltando sobre su cuerpo.
La rubia la atrapó en el proceso mientras una alegre carcajada emergía de su garganta.
─ ¡Hola, Copo! ─saludó en modo cariñoso─ Hoy he llegado temprano ─dijo mientras frotaba su nariz contra la pequeña y oscura del huroncito que sostenía entre sus manos.
─ ¿Copo? ─Harry no pudo evitar preguntar.
Draco pareció recordar que Potter se encontraba en su vivienda porque su sonrisa se desvaneció y en su lugar quedó una mueca junto con una mirada seria.
─ ¿Tiene algo de malo?
Harry volvió a negar con la cabeza.
─ Eso creí.
Caminó con el hurón entre los brazos, acariciándolo dulcemente hasta llegar a la pequeña salita.
─ Iré a cambiarme ─informó─. Toma asiento y cuida a Copo, volveré en un segundo.
Y dicho eso, depositó al hurón entre los brazos del moreno quien de inmediato se apresuró a envolverlo para no dejarlo caer.
Observó a la rubia desaparecer por un pasillo, luego se concentró en el sonido de los tacones sobre el piso de madera hasta que sólo escuchó un portazo. Ese fue el momento en qué decidió concentrarse en mirar a su alrededor.
El departamento era pequeño, muy modesto, pero bastante bien ordenado y poseía un aire ostentoso. Definitivamente un lugar medianamente propio para el estilo de Malfoy, o lo que recordaba que era Malfoy. Caminó al rededor hasta que su mirada se enfocó en una pequeña cocina de aspecto tradicional. Harry se preguntó si cocinaba al estilo muggle o utilizaría los hechizos de los que Molly hacía uso.
De pronto, el hurón se removió de sus brazos y saltó, corrió hasta que se topó con unos pies descalzos.
Harry lo había seguido con la mirada, así que llegó a enfocar sus ojos verdes en un par de pies desnudos, níveos, propiedad de unas largas piernas que estaban igual de desnudas hasta la altura de medio muslo. A partir de allí, sólo estaban cubiertas por unos pantalones cortos de color azul celeste.
Harry carraspeó y llevó la mirada de un salto hasta el rostro de Malfoy, el cual continuaba serio.
— Ehhh... —volvió a carraspear— tú... Tu glamour. —se corrigió.
Draco arqueó una ceja y tres segundos después soltó una carcajada.
— Crees qué estoy usando un glamour. —Expresó mientras se agachaba para tomar a Copo.
Harry se sintió estúpido, lo cual le hizo enfurecer. Malfoy se estaba burlando de él y no era justo. Tantos años sin verse y ─desde su perspectiva─ el muy arrogante continuaba siendo igual de idiota.
— Potter, aunque obviamente no lo vas a creer, te lo diré de nuevo: no estoy planeando nada malvado para resucitar al Señor Oscuro.
Caminó hacía un pequeño sofá y se echó de una forma burda, pero elegante. Tal como lo haría cualquier aristócrata sangre pura.
Copo se acomodó sobre su regazo y cerró los ojos al sentir las suaves caricias de los largos dedos rozando su pelaje.
Esta vez Harry se concentró en la camiseta blanca que usaba, sus brazos igual de blancos que el resto de su piel, delgados y suaves, se pronunciaban en los ángulos perfectos para que Harry pudiera observar la marca oscura en uno de sus antebrazos.
— Nunca dije que creo que tengas un plan malvado. Mucho menos creo que vayas a resucitar a Voldemort.
Draco bufó y a pesar de que su confianza parecía ser inquebrantable, se notaba que se había estremecido al escuchar el nombre de ese horrible mago oscuro, además, al notar su mirada fija en la marca oscura, giró discretamente el brazo para ocultarla.
— ¿En serio? ¿Entonces?
Harry se permitió ser honesto. Con Malfoy, más valía serlo.
— Te vi en ese club la otra noche. Me pareciste familiar y estuve pensando al respecto, hasta que...
Draco resopló.
— Entiendo, no tienes que terminar la frase. —Interrumpió abruptamente.
— De todos modos —continuó Harry—, ¿qué significa que no estás usando un glamour?
Esta vez la rubia sonrió. Harry recordó aquella sonrisa arrogante que siempre le dirigía antes de iniciar uno de aquellos encuentros no gratos en el colegio.
— ¡Habla de una buena vez! —exclamó con furia contenida. Malfoy era tan, pero tan irritante, tal como recordaba.
— Te lo diré sólo porque quiero que te largues lo más pronto posible de mi piso y no porque lo estés exigiendo.
Copo ya estaba profundamente dormido en su regazo, por lo que Draco dejó de acariciarlo.
Por su parte, Harry mantuvo sus ojos fijos en el rostro de Draco, ─Draco con ese aspecto de rubia que tanto le intrigaba─, quién parecía disfrutar bastante jugar con su paciencia.
Pasaron dos o tres minutos más antes de que por fin decidiera hablar:
— Soy una mujer transgénero.
Harry se quedó en silencio por lo que pareció una eternidad, a pesar de que sólo pasaron un par de minutos.
— ¿Trans...? —balbuceó.
— Por supuesto, era de esperarse que tu cerebro defectuoso no sepa lo que significa.
Esta vez Harry parpadeó repetidas veces, luego, negó con la cabeza.
— Sí, cuando el Señor Oscuro te dejó la cabeza rajada también te dañó el cerebro...
— ¿Puedes quedarte en silencio un segundo? —pidió al sentirse exasperado, sorprendentemente, Draco hizo caso— Estoy tratando de entender. No, no, no —agregó antes de que Malfoy interviniera—, sé lo que significa ser transgénero, es sólo que no cabe en mi cabeza que tú, Draco Malfoy, seas una mujer transgénero.
— ¿Por qué sería tan difícil procesar algo tan simple?
— Es que el hecho de que se trate de ti, lo hace sumamente complejo. No, no, no, estás mintiendo.
Draco puso los ojos en blanco.
— ¿Por qué mentiría sobre mí?
— Porque se trata de mí, soy Harry Potter, bien podrías querer tomarme el pelo.
— No te sientas tan importante —dijo inyectando en su voz una gran dosis de indiferencia.
Harry se puso de pie y comenzó a dar vueltas por la pequeña sala.
Draco lo observó con una ceja arqueada por un par de minutos. Después, al sentirse que la exasperación le sobrepasaba, también se puso de pie, caminó con Copo entre sus brazos hasta la puerta del departamento y maniobrando al pequeño hurón liberó una mano para abrir.
— Bueno, Potter. Ahora que sabes que no estoy planeando resucitar al Señor Oscuro, puedes irte tranquilo. Debería decir que fue un gusto volver a verte, pero no quiero ser deshonesta.
Harry se sorprendió por unos segundos al ver la forma tan "sutil" en que Draco lo estaba despidiendo y la implicación de la última oración. Pero después se recordó que estaba con Malfoy, hombre o mujer, Malfoy lo despreciaba, en todas las versiones que se pueda presentar y por supuesto, Malfoy siempre le odiaría.
— Adiós, Potter —dijo al ver que el moreno no se movía─. Por cierto, llevar gafas te queda mejor que no llevarlas.
Harry sabía que hasta allí había llegado el límite de la paciencia de Malfoy. Así que se apresuró a salir por donde había entrado y ni siquiera tuvo tiempo para decir algo más pues en cuanto puso ambos pies afuera la puerta, fue cerrada de un portazo.
«Malfoy, tan refinado y a la vez tan irritante como siempre. Siempre logra sorprenderme el muy arrogante. Corrección... LA muy arrogante».
Potter estaba tan cambiado.
Se veía alto y delgado, no demasiado como lo estuvo en otros tiempos. Seguramente debajo de esa gabardina se escondía un cuerpo bien moldeado. Su rostro también era diferente; su mandíbula era cuadrada y estaba firmemente adornada por una abundante barba, la cual le hacía ver maduro. Su cabello, desde la oscuridad parecía continuar siendo un desastre, sin embargo, en cuanto pudo inspeccionarlo mejor en su departamento pudo observar que, aunque su cabello todavía era un nido de pájaros, le daba un aspecto salvaje, casi sensual, pero sus ojos... Draco necesitaba hacer una atenta observación a sus ojos, porque simplemente brillaban demasiado, mucho más que en los años de colegio.
Resopló frustrada. ¿Qué mierda estaba pensando?
Casi parecía que se sentía atraída por Potter y ella NO iba a sentirse atraída por ese idiota que la odiaba y sólo podía pensar en ella como una persona malvada que siempre estaba planeando algo perverso.
Sí, fue cruel y grosera en la infancia, pero eso no significaba que su malicia la convertiría a largo plazo en una bruja oscura.
Se levantó del sofá donde se había dejado caer después de despedir a Potter y fue a su habitación. Depositó a Copo en su camita y se dirigió a la propia para descansar. Era lo mejor, concentrarse en sí misma y dejar de pensar en Potter o lo atractivo que estaba o lo que sea… ya no iba a pensar más en ese hombre.
Cualquiera que tuviera un poco de juicio se habría dado por vencido con respecto al asunto de Malfoy en cuanto supo la verdad. Pero estamos hablando de Harry Potter, El Niño que vivió, aquel que venció a Voldemort y sobrevivió en el proceso.
Así que no se dio por vencido.
En su lugar, fue a visitar a Hermione con la intención de hacerle muchas preguntas relacionadas con las personas transgénero.
─ ¿Estás usando la camisa de Nott? ─cuestionó, desviando la mirada.
Su amiga llevaba simplemente una amplia camisa azul que apenas si alcanzaba a cubrirle parte de los muslos.
Hermione resopló.
─ Bueno, si te apareces a mitad de la noche en mi departamento sin previo aviso, ¿cómo esperas encontrarme vestida? ¿Con una túnica del ministerio? ─preguntó con ironía.
─ Lo siento, es que hace unos días dijiste que Nott estaba de viaje, así que no pensé en las probabilidades de encontrarlo.
─ Volvió esta tarde.
Mientras Hermione le hacía una señal a Harry para que se sentara en uno de los sofás, Theodore Nott, cubierto con su bata de dormir, se hizo presente cruzando el pasillo para llegar a la cocina.
─ Potter ─saludó.
─ Nott ─respondió.
─ ¿Y bien? ─cuestionó Hermione─ ¿Qué es tan importante que amerite despertarnos a mitad de la noche?
─ Ahhh ─de pronto recordó que Nott había sido muy amigo de Malfoy en el colegio, así que se preguntó si sería buena idea hablar de ella en presencia del actual novio de su amiga.
En ese momento, Nott pasó de regreso, pero en lugar de seguir su camino se posicionó frente a Harry.
─ Potter, ahora que recuerdo, Draco Malfoy está de vuelta, le haremos una fiesta de bienvenida, sería bueno que asistieras. ─mencionó como si no se tratara de nada, como si él y Malfoy no se hubieran llevado terriblemente en el colegio.
─ ¿Qué? ─es lo único que se le ocurrió decir.
─ Que Draco volvió a…
─ No, no me refiero a eso ─interrumpió─. Quiero decir, ¿ustedes sabían que está de vuelta?
─ ¿Tú sabías que Malfoy está en Londres? ─Hermione preguntó intrigada.
Harry asintió.
─ ¿Cómo lo supiste? ─continuó interrogando mientras Theodore observaba de uno al otro con expresión seria.
─ Hay un nuevo club nocturno que el escuadrón quería visitar y bueno, ahí estaba… ¡Parkinson! ─De pronto recordó a la mujer de cabello negro─ Estaban Malfoy y Parkinson, bailando.
─ Potter, la fiesta de bienvenida será el próximo cinco de junio, todos estarán allí, así que si no asistes parecerás un idiota. ─eso fue lo último que dijo Theodore antes de volver a la habitación de Hermione.
─ Harry, dime qué es lo que necesitas.
─ Tú… ¿Has visto a Malfoy?
─ La última vez que vi a Malfoy fue en mil novecientos noventa y ocho. He escuchado algunas cosas sobre su vida, como que vivía en Alemania o que se dedica a la elaboración de pociones, nada más. Estás aquí por él, ¿no es así?
─ Yo… ─Harry dudó por algunos segundos─. ¿Qué sabes sobre las personas transgénero?
Junio de 2010
Cuando Draco habló con su jefe no esperaba que este se tomara tan tranquilamente la información. De hecho, en el millón de escenarios que pasaron por su cabeza siempre, terminaba despedido. Sin embargo, el mago simplemente asintió.
— Malfoy, puedes ser mago, bruja, hipogrifo, no me interesa, con que hagas tu trabajo tan bien como hasta ahora, me es indiferente.
Eso es lo que había dicho el mago y Draco se sintió aliviada.
Cinco años después, se encontraba frente a Hermione Granger, actual jefa del departamento de seguridad mágica. Mirándola con el ceño fruncido y entrecerrando los ojos cada cierto tiempo como si estuviera viendo algo sumamente desagradable.
Draco respiró hondo, parecía que en Inglaterra no iba a tener tanta suerte.
No era para sorprenderse tanto, después de todo los alemanes solían tener la mente más abierta, agregando que allá su apellido no estaba relacionado con El Señor Tenebroso.
— Tu anterior jefe me ha solicitado personalmente tu transferencia. Y con este currículum no puedo estar más de acuerdo. ─dijo la bruja de pronto.
Draco quedó anonadada, ¿en serio le estaban aceptando?
— Tienes mucha experiencia en el campo de las pociones, sin duda harás un gran cambio en el Departamento de Aurores. Que es el área donde te enviaré, si es que aceptas el empleo. Los aurores no son muy buenos fabricando sus propias pociones a pesar de que todos llevaron un curso exhaustivo en la academia, aun así, siempre seguimos pidiéndole al personal de San Mungo que provea nuestros gabinetes de pociones. Intenté yo misma encargarme de eso, pero es tanto trabajo el que tengo aquí y luego dedicarme a eso, simplemente fue demasiado para mí.
Ella hablaba mucho, tal como lo recordaba.
─ En fin, ¿qué dices, Malfoy?
Por supuesto que iba a aceptar. Aún si trabajaba para el Departamento de Aurores, no es como si Potter iba a ser su jefe.
─ Acepto ─respondió sin emoción alguna.
─ Excelente. ─Entonces Granger sonrió─. Es perfecto porque el nuevo jefe de aurores ha insistido bastante en contratar a alguien para este puesto y ya me estaba alterando un poco. Afortunadamente llegó la carta del ministro de Alemania. Fue como ver la luz al final de un túnel.
Draco simplemente asintió. No demostrando en absoluto que estaba feliz.
─ Muy bien, entonces… ¿vamos? ─y se puso de pie.
Draco también lo hizo, sólo porque Granger lo hizo, pero en sí estaba muy desconcertada.
─ ¿A dónde vamos? ─cuestionó siguiendo a la castaña.
─ Al Departamento de Aurores, por supuesto. Te presentaré al nuevo jefe del departamento, aunque prácticamente no es necesario, ya lo conoces…
Y conforme la castaña hablaba, Draco sintió que su estómago se comprimía y un extraño presentimiento se instaló en su pecho.
Mientras caminaban entre los escritorios y todos los magos y las brujas a su alrededor las miraban, algunos de ellos saludando a Granger, el presentimiento se convirtió en una certeza. Era tan obvio y ella era tan ingenua al haber asumido y no haber preguntado antes.
─ Estamos aquí. ─mencionó la castaña con una sonrisa.
Draco parpadeó repetidas veces en su dirección, saliendo de su estupor.
Únicamente alcanzó a oír los suaves toquidos sobre la puerta antes de que una conocida voz las alentara a pasar.
─ ¡Hola, Harry! ─saludó la castaña entrando a la oficina─ ¿Recuerdas a Draco Malfoy?
Afortunadamente, Harry no tuvo que ir al departamento de la rubia y parecer un acosador para acercarse nuevamente.
Ella había llegado sola, como si se tratara del destino, acompañando a Hermione, quien la había contratado para ocupar el puesto de maestro de pociones. Y ahora, podía llegar a la fiesta de bienvenida sin sentirse fuera de lugar.
Sonrió para sí mismo.
─ Así que… Por eso preguntaste por las personas transgénero. Sabía que tenía que ver con Malfoy, pero no pude descifrar la relación hasta que vi su curriculum esta mañana.
Hermione parecía molesta, Harry pensó que se debía a que por una vez no pudo descifrar las cosas por sí misma.
─ ¿Y qué piensas?
─ No puedo negar que estaba sorprendida. Asociar al Malfoy que conocimos en Hogwarts con esa bonita rubia es demasiado para asimilar en unos cuantos segundos, pero después, al pensarlo mejor, creo que no es del todo descabellado, es decir, ¿por qué no? Su padre pudo haber sido un fuerte impedimento para que ella se mostrara tal como es hasta ahora.
Harry asintió de acuerdo.
─ Muy bien, entonces me voy.
Y se puso de pie. Harry se apresuró a llegar hasta la puerta para despedirla con un abrazo.
─ Te veo mañana ─dijo ella mientras se abrazaban.
Harry sabía que se refería a la fiesta de Malfoy así que asintió.
Un momento después su amiga se retiró, de vuelta a su propia oficina.
No pasaron muchos segundos antes de que sus antiguos compañeros de escuadrón entraran a su oficina, prácticamente arrasando.
Harry volvió a su asiento y con una sonrisa esperó a que hablaran. ¿Qué se traerían entre manos esta vez?
─ ¿Esa no es la rubia que frecuenta ese club nocturno Jewel Aquarium? ─preguntó Kaiser directamente a Harry. Sus ojos brillaban con emoción, como si ya estuviera anticipando una serie de sucesos con la rubia.
McCarther asintió con una sonrisa.
─ Es Draco Malfoy y se encargará del suministro de pociones.
Harry habló simplemente para cortar la línea por la que iban sus subordinados. No es que se tratara específicamente de Malfoy, en realidad era porque no se sentía cómodo escuchar hablar a los demás sobre las mujeres como si se tratara de trozos de carne sobre la mesa, listos para ser devorados.
─ ¿Draco Malfoy? ─Cromwell parecía desconcertado─ ¿No es ese el mortífago que vivió con El que no debe ser nombrado?
Y por unos minutos la oficina quedó totalmente en silencio.
─ ¡Es un tipo de esos! ─exclamó McCarther con desagrado.
─ ¡Qué asco! ─exclamó Kaiser─ ¡Es un tipo y aquí estoy yo casi haciéndome una paja pensando que era una mujer! Lo que hace debería estar prohibido, mira que engañar así a la gente. Escorias como ese…
¡PUM!
Y fuerte golpe sobre el escritorio hizo que detuviera su discurso.
─ ¡TODOS CIERREN LA BOCA! ─exclamó Harry harto de escucharlos─ Draco Malfoy es una mujer, una mujer que se dedica a hacer pociones, por eso trabajará para el Departamento de Aurores y ustedes, TODOS ustedes la respetarán; si están de acuerdo o no es su propio problema, no la metan a ella en sus asuntos. Por lo tanto, si me entero de que alguien le ha faltado al respeto o la ha hecho sentir incomoda habrá severas consecuencias. ¿Han entendido?
Todos asintieron.
─ Eso espero, ahora, largo de aquí, vayan a trabajar.
Theodore Nott tenía razón.
A la fiesta de bienvenida asistieron todos los ex compañeros de Hogwarts que podía recordar. En su mayoría Slytherin, pero también había Gryffindors y unos cuantos compañeros de Ravenclaw y Hufflepuff.
No estaba seguro de que la mayoría de ellos realmente quisieran darle una cálida bienvenida a Malfoy, más bien era que estaban curiosos por el acontecimiento en sí.
Luna se acercó a él y le dirigió una sonrisa sincera.
─ Harry, me da gusto verte.
Harry sonrió y dijo que también le daba gusto verla.
─ ¡¿No es ella muy hermosa?! ─exclamó al ver a Malfoy entrar al salón principal de la mansión de Theodore Nott.
De inmediato sus amigos se acercaron a ella y la estrecharon entre sus brazos.
Harry permaneció mirándola fijamente, negándose a estar de acuerdo con Luna, aunque era sumamente difícil, pues Malfoy era realmente hermosa; su sonrisa, esos ojos grises como la amenazante tormenta en una tarde calurosa y sus movimientos suaves y refinados. Ella era perfecta.
─ Voy a darle la bienvenida, ¿vienes?
Harry parpadeó en dirección a Luna. Luego simplemente asintió torpemente, Luna soltó una risita y lo tomó del brazo para ir hacia Malfoy. Por supuesto, a medio camino se arrepintió de haber aceptado, ¿en qué estaba pensando?
Mientras tanto, Ron, Neville y Hermione permanecían al fondo del salón, observando toda la escena.
─ Decir que estoy sorprendido es poco, ¿de verdad ese es Malfoy? ─exclamó Ron casi con la boca abierta, se notaba tan sorprendido, incluso dejó de lado sus bocadillos.
─ Sí, se trata de Draco ─respondió Hermione con indiferencia.
─ He de confesar que también estoy sorprendido. ─Esta vez fue Neville quién habló.
─ Quién se hubiera imaginado que Malfoy no es ÉL y en realidad es ELLA.
Hermione rodó los ojos ante las palabras de Ron.
─ ¿Por qué no me lo dijiste, Hermione?
─ Realmente no es para sorprenderse tanto, así que no hagas un escándalo.
Ron se mostró ofendido.
─ No voy a hacer un escándalo ─dijo frunciendo el ceño─. Sólo digo que pudiste haberme prevenido.
Hermione no respondió, en cambio se concentró en Harry saludando a Malfoy, quien arqueó una ceja con desdén, pero aun así pareció aceptar de buena manera las palabras de su amigo, quien se encontraba ruborizado.
─ ¿Será que de pronto volvió su fijación por Malfoy? ─cuestionó Ron mirando fijamente a Harry.
Neville se encogió de hombros.
─ ¿Por qué lo preguntas? ─cuestionó fijando su mirada en el pelirrojo.
─ No estoy seguro, es sólo que su mirada es otra cuando se trata de Malfoy. Hermione, ¿recuerdas cómo Harry miraba a Malfoy en sexto grado?
Hermione asintió.
─ ¿Verdad que tengo razón?
Ella pareció analizar por un momento a Harry, después simplemente aceptó que Ron tenía razón.
─ ¿Y qué pasa con las gafas? ¿No se supone que por eso se compró esos que se llaman lentes de contagio?
─ De contacto ─corrigió la bruja.
─ Eso mismo. Se los compró para ya no usar gafas.
─ ¿Estás diciendo que Harry se está comportando de modo extraño? ─cuestionó Neville curioso.
Ron y Hermione asintieron al mismo tiempo.
─ ¿Cómo está Copo? ─preguntó Pansy después de envolverla en un fuerte abrazo.
Copo había sido el regalo de bienvenida de Gregory, quien trabajaba en un centro de cuidado de animales, de ahí había salido Copo, quien casi muere al ser atrapado por una trampa tipo tuvo diseñada para cazar roedores.
─ Está feliz. ─Afirmó con una sonrisa.
Pansy era voluntaria en dicho centro. Irónico, pensaría cualquiera, pero ella decía que el cuidado de animales indefensos era su convicción, eso más el diseño de prendas exclusivas, mismas que vendía en el Callejón Diagon, en un pequeño localito que ella misma había comprado.
─ Qué pasa con Potter, ¿eh? ─preguntó poniendo los ojos de pícara.
Las mejillas de Draco se calentaron.
─ ¿De qué hablas? No entiendo qué estás insinuando.
Pansy comenzó a reír descaradamente.
─ Has como si no entiendes, no me importa, pero yo sé que Potter está pensando en ti y no en la manera que tú crees.
Julio de 2010
Harry hizo uso de un pretexto: Como era jefe de una persona transgénero, su deber era conocer más sobre el tema.
Hermione se mostró muy motivada al hablarle todo lo que sabía al respecto y recomendarle algunos artículos que podía leer para informarse un poco más. Aunque, era de esperarse que la castaña no sospechara que había algo extraño en ese repentino interés por un tema tan poco relacionado con los temas de interés cotidianos de Harry, independientemente del supuesto «mi deber es saber más al respecto por el bien del Departamento».
— Sé que se trata específicamente de Malfoy y no del bienestar del Departamento de Aurores y por alguna razón quieres ocultármelo —y antes de que Harry refutara agregó—: y está bien, tienes derecho a guardar secretos, pero prométeme una cosa.
Harry aceptó.
— Prométeme que no jugarás con sus sentimientos.
— ¿Qué? —exclamó sorprendido— No, no Mione. No estoy interesado en ella de esa manera.
La bruja entrecerró los ojos y miró fijamente a su amigo.
— Promete que no lo harás —repitió—. Las personas transgéneros ya pasan por mucho, no estaría bien sumarle un desamor a su vida.
Harry bufó, casi se burla de ella, pero al reconocer la extrema seriedad con que ella estaba hablando accedió.
— Lo prometo.
— Bien —respondió con una sonrisa la cual fue correspondida por Harry de inmediato.
Harry aprovechó para despedirse. No se sentía capaz de ocultarle más cosas.
— Espera… —lo detuvo ella justo antes de que cruzará la red flu—, si vas a hacer algo como involucrarte seriamente con ella, te sugiero que hables antes con Ginny. Ella cree que su relación sigue en pausa y que volverán en cuanto ambos estén listos para algo más serio.
Harry se sorprendió, porqué desde que terminó la relación, el creyó que la posibilidad de reiniciar algo ya estaba totalmente perdida. De hecho, desechó retomar su relación para siempre. Así que lo que dijo Hermione lo desconcertó.
Definitivamente Ginny había entendido algo muy diferente, pero no quería pensar en eso justo ahora. Hermione tenía razón, era un hecho que hablaría con la pelirroja, pero más adelante y no precisamente por Malfoy. Malfoy era... un capítulo aparte, el cual no tenía nada que ver con sus sentimientos, al menos no con los que Hermione lo relacionaba. La realidad era que la constante convivencia con Malfoy estaba afectando su mente de una manera en que nunca lo había sentido.
Y de ese modo, después de salir del departamento de Mione, Harry se vio nuevamente frente a la puerta del departamento de Malfoy.
La única vez que había estado allí se fue con más preguntas que respuesta. Algunas las había resuelto gracias a Hermione, pero había cosas que sólo Malfoy podía decirle.
Agosto de 2010
Está vez, cuando Draco le abrió la puerta no estaba vestida del modo femenino y pulcro como la había visto en las ocasiones pasadas. Tampoco del modo relajado y un tanto fachoso como se había vestido esa noche en que le reveló la verdad.
Esta vez sólo estaba usando un traje a la medida y unos zapatos de piso negros formales.
— ¿Por qué no me sorprende que estés aquí? ¿Empiezas a pensar que este es tu departamento? —dijo mientras dejaba la puerta abierta y corría al interior para tomar su bolso y llaves.
Harry dio dos pasos al interior, aunque no se adentró demasiado puesto que era obvio que Malfoy iba de salida.
De inmediato, Copo se acercó a él y trató de escalar por sus pantalones. Así que con una sonrisa se agachó y lo tomó cuidadosamente con las manos.
— No puedo creer que le agrades. La última vez que estuviste aquí, te lo di con la sola intención de que arañara tu cara, pero hizo todo lo contrario, aunque no importa, tu cara ya está rajada.
Harry resopló.
— Estás perdiendo tu toque o simplemente estás siendo más amable.
Draco caminó en su dirección, le arrebató a Copo de las manos, le dio un beso en la naricita negra y lo depositó en el suelo.
— Cuida la casa, Copo. Volveré en un rato. —dicho eso pasó al lado de Harry quien le siguió de inmediato.
La rubia cerró la puerta.
— Tal vez estoy perdiendo mi toque —Harry ya no esperaba una respuesta a ese tema—, porque para nada quiero ser amable contigo.
Harry sonrió sin poder evitarlo.
— ¿Crees que estoy bromeando?
Harry negó con la cabeza.
— ¿Y bien? ¿Qué quieres esta vez?
El moreno se puso serio al instante.
— Sólo quería…
Se detuvo porque en realidad no tenía una razón justificada para estar allí.
— ¿Querías?
Ambos caminaban, uno al lado del otro, Harry no sabía a dónde se dirigían, pero para ser sincero era lo último que le preocupaba.
— Todo.
Draco se detuvo en medio de la calle, mirándolo entre sorprendida e inquieta.
— ¡Qué...! —se abstuvo de completar esa frase— Vete a la mierda, Potter. No voy a satisfacer tu curiosidad para que luego vayas con Weasley a regodearte con los detalles de mi vida y de lo que se siente estar con una mujer transgénero.
Harry se sorprendió.
— ¿Qué? ¡NO! Eso no es lo que quise decir. Si, es verdad, tengo curiosidad, pero jamás me burlaría de ti y mucho menos haría uso de tu experiencia de vida para entablar tema de conversación con mis amigos. Y de-de… No, no es lo que quise decir.
Las mejillas de Potter se pusieron coloradas.
Draco bufó obviamente no creyendo nada.
─ No iba a ser sencillo, ¿cierto? ─escuchó a la rubia decir. Para ese momento ya habían retomado su destino.
Harry iba a preguntar a qué se refería, pero la rubia se detuvo.
— Llegué a mi destino. Has lo que quieras, puedes esperar aquí, aunque no sé a qué hora saldré o puedes irte con tus queridos Weasley y no volver a aparecer en mi vida.
Se dio la vuelta y subió por unas escaleras de concreto que llevaban a la entrada de una academia de baile.
— Te sugiero que tomes la segunda opción.
Bien, ahora Harry estaba más interesado en la vida de Malfoy.
¿Una academia de baile? Aunque pensándolo mejor tenía más sentido del que le encontró al inicio, después de todo vio a Malfoy nuevamente bailando.
Y sí, definitivamente iba a quedarse a esperar hasta que la rubia saliera y respondiera a sus dudas. Y si ella salía por la puerta trasera para no verlo no estaba preocupado, ya sabía dónde vivía y donde trabajaba.
— ¿Ya vieron a ese guapo hombre? —cuestionó una de sus compañeras.
Draco rápidamente giró a ver al hombre atractivo para dar su veredicto. Aunque, al darse cuenta de que se trataba de Potter casi puso los ojos en blanco.
— ¿Guapo? ¿De qué estás hablando? —dijo tratando de transmitir repulsión en sus palabras.
— ¿Acaso estás ciega? —exclamó otra de sus compañeras bastante sorprendida y evidentemente ofendida.
— Es que simplemente no se me hace ni un poco atractivo, su cara está rajada, su barba es horrible, claro ejemplo de que es un desastre como persona y ese cabello despeinado parece un nido de pájaros. Y esas horribles gafas… ¡Iugh!
— Yo diría que su barba lo hace ver sexy, el corte es bastante rebelde, tal como si fuera un tipo rudo y esa cicatriz sólo lo hace parecer misterioso. —agregó su compañera casi suspirando.
─ Y sus gafas le quedan bien, lo hacen ver como todo un hombre maduro.
Draco iba a rodar los ojos y decirles por tercera vez los defectos de Potter cuando esté lo vio y se apresuró a acercarse.
— Tomé la primera opción —dijo con una sonrisa.
Bien, Harry Potter jamás le había sonreído de esa manera. De hecho, las únicas ocasiones en que lo vio sonreír fue cuando se burlaba de su persona. Pero esta vez parecía que estaba sonriendo porque se sentía alegre y Draco no podía comprender la razón de esa supuesta felicidad. ¡Potter lo odiaba, por Merlín!
— ¿No nos vas a presentar? —dijo una chica.
Draco la observó por breves segundos antes de fruncir el ceño, tomar a Potter de la mano y alejarse con él.
Caminó dando fuertes y grandes pasos hasta que Harry se detuvo. Y ya que era mucho más fuerte Draco no pudo arrastrarlo más.
Giró a verlo para preguntarle porqué se había detenido, pero no pudo hacerlo, pues la sonrisa que mostraba el moreno lo descolocó.
— ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso has aspirado algún tipo de alucinógeno?
Harry sólo negó con la cabeza, su sonrisa se convirtió en una ligera risa.
— No, no he inhalado nada extraño, es sólo que tu comportamiento me parece sorprendente.
— ¿Por qué sorprendente?
Harry pasó una mano a lo largo de su cabellera, logrando que está se alborotar aún más.
Claramente estaba nervioso, posiblemente indeciso sobre lo que iba a decir a continuación, Draco pudo detectarlo porque esa era una manía que tenía desde que cursaban en Hogwarts.
— Podemos... ¿Te puedo invitar un café?
Lo más sensato era decir que no, pero la curiosidad le sobrepasaba, así que aceptó.
Fueron a una cafetería cercana y mientras esperaban a que la mesera les llevara el menú, Harry comenzó a sincerarse.
— Desde que supe que eras tú, no he dejado de pensar en ti.
Draco se sonrojó, era inevitable no hacerlo.
Harry pareció darse cuenta del doble sentido que tenía su frase.
— No, discúlpame, lo que quiero decir es que me sorprendió saber que eres... una mujer transgénero. Es decir, te conocí como un mago y ahora... Bueno, tú me entiendes.
— A pesar de tus formidables habilidades de elocuencia, sí, entiendo qué quieres decir. Lo que no entiendo es qué quieres saber exactamente.
— Quiero saber cómo fue que... Lo decidiste.
En ese momento llegó nuevamente la joven con los menús y se los entregó, Draco comenzó a repasarlo ignorando conscientemente la petición de Potter.
— No sé si sea correcto revelarte la historia de mi vida. —dijo después de un largo rato. Harry se sorprendió, pues ya se estaba resignando a que Malfoy no respondería.
— ¿Por qué no? ¿Acaso no confías en mí? —no, por supuesto que no.
— ¿En serio estás preguntando eso? —preguntó la rubia claramente ofendida.
— Lo siento, es sólo que es obvio que no somos los mismos de hace diez años, evidentemente hemos cambiado. Por eso creí...
— Tú me odias. —no pudo evitar decirlo. Sin embargo, sí se arrepintió de decirlo. Estaba a punto de retractarse, tal vez lanzarle un obliviate al hombre cuando este corrigió:
— No, no te odio, jamás lo he hecho.
Draco le miró sorprendida. Sus pequeños labios rosas se entre abrieron levemente.
Harry no pudo evitar mirarlos.
Al darse cuenta de su acción, enfocó nuevamente sus ojos en los ojos grises.
— No te odio, Malfoy. —repitió queriendo que en serio Draco supiera que era sincero.
— No lo sé, esto es demasiado para procesar. —dijo antes de ponerse de pie y salir huyendo del lugar.
Harry iba a correr tras ella, pero en el último momento recapacitó. Era mejor darle su espacio e intentar hablar con ella después. Al fin y al cabo, ya había hecho lo más difícil, acercarse a Malfoy y extender una conversación sin llegar a los golpes.
Septiembre de 2010
Pasaron varios días antes de que Potter volviera a aparecer frente a la puerta de su departamento.
Por un momento, Draco creyó que el hombre se había dado por vencido o su curiosidad se había esfumado -ya que su relación se limitó a la de un jefe y su subordinada y aunque a veces parecía que Potter la miraba más de la cuenta, pensó que únicamente era una idea suya, el querer tener la atención del auror, aunque no lo aceptara abiertamente-, pero Potter no era del tipo que se caracterizaba por aburrirse pronto ¿cierto?
Resopló y se hizo a un lado para dejar pasar a Potter.
— Traje unos bocadillos. —Anunció el moreno mientras entraba enseñando una bolsa de papel marrón.
— Entonces prepararé té —dijo Draco cerrando la puerta. Luego, caminó hacia la cocina. Copo se acercó a saludar a Harry y después de unas cuantas maromas, siguió a la rubia.
Harry también caminó tras ella y se paró en el marco de la puerta, limitándose solamente a observar los movimientos de Malfoy.
— Puedes sentarte, no necesitas quedarte de pie todo el tiempo. —dijo de pronto, señalando un banco que estaba bajo una pequeña barra.
— ¿Desde cuándo preparas el té tú misma? —cuestionó, después observó a su alrededor como dándole énfasis a su pregunta.
Draco permaneció en silencio largo rato, parecía que no iba a responderle, pero de pronto habló:
— Desde que la guerra terminó.
La tetera comenzó a chirriar, Malfoy apagó la estufa y comenzó a verter el líquido caliente en las tazas.
— ¿Cómo es que...? Quiero decir, ¿cómo es que vives en un barrio muggle?
Draco le entregó la taza de té y se sentó del otro lado de la barra, acurrucó la taza entre sus manos e inhaló un poco del vapor que desprendía.
─ Me gusta, es tranquilo y aceptan mascotas.
Harry empezó a reír y Draco lo siguió.
─ Te reíste conmigo. ─Afirmó Harry.
─ ¿Y qué tiene eso de sorprendente?
─ Usualmente siempre te reías de mí y no conmigo.
Draco volvió a reír. Aunque muy pronto dejó de hacerlo y en su lugar miró fijamente a Potter.
Harry se puso nervioso, valorando si preguntar o no qué tanto le veía, pero no fue necesario, Malfoy se le adelantó.
─ Volviste a usar tus anteojos.
Harry sintió que su cara se puso como un tomate.
Octubre de 2010
La convivencia con Harry Potter cada vez se hizo más constante. No sólo por el hecho de que era su jefe y cada cierto tiempo se pasaba por el laboratorio para inspeccionar la fabricación de pociones. También porque regularmente se pasaba por su departamento, acompañado de bocadillos y con la seria intención de pasar un rato con ella.
Antes, en sus años de colegio, jamás imaginó que eso sería posible. De hecho, siempre creyó que Potter le odiaba y resulta que el mismo Potter pensaba eso de ella, aunque no lo culpaba, después de todo no había sido muy amable. Pero lo cierto es que, a pesar de todos los meses juntos, no podía dejar de sentirse insegura. De pensar que Potter únicamente era amable con ella por curiosidad, por querer acercarse a una mujer como ella.
Estaba mal, lo sabía, creía que todas sus inseguridades e inestabilidad habían quedado en el pasado, pero actualmente no estaba tan segura.
¿Y si Potter era como Heinrich Hoffmann?
No, estaba llevando su imaginación al límite. Sin duda, Potter jamás se fijaría en ella de esa manera, ni siquiera por curiosidad lo intentaría, entonces ¿por qué tenía tanto miedo?
Harry no podía dejar de pensar en Draco Malfoy.
Una y otra vez repasaba sus recuerdos de la infancia en su cabeza.
Desde el momento en que conoció a Draco en la tienda de túnicas, todas esas peleas y ese odio proyectado el cual poco a poco se fue convirtiendo en compasión, tristeza, empatía.
Siempre había estado tan pendiente de Malfoy, incluso cuando ya no supo nada de su existencia después de los juicios. Y ahora, estaba de vuelta, removiendo su mundo nuevamente y sinceramente no tenía idea de qué hacer.
Por un momento pensó en hablarlo con Hermione, tal vez con Ron, pero al final terminó por no hacerlo, hablarlo lo haría mucho más cierto de lo que ya era y aún no estaba listo para aceptarlo, para aceptar por completo que se sentía atraído por Draco Malfoy. Aunque había algo para lo que ya estaba más que preparado.
Así fue como se apareció en La Madriguera. Molly lo saludó con un fuerte abrazo y un suave beso, diciendo que estaba muy delgado y que necesitaba comer. Le ofreció un plato de comida, pero él no estaba hambriento, en realidad se sentía nauseabundo.
─ Tal vez en otra ocasión ─dijo, tratando de sonar lo más amable posible. Molly Weasley era como su segunda madre y por nada del mundo la quería hacer sentir rechazada─. Sólo pasé a ver a Ginny.
Molly entonces asintió, comprendiendo que Harry únicamente estaba de paso.
─ Está en su habitación. —señaló antes de volver a la cocina.
Harry se apresuró a subir las escaleras. Se sentía nervioso, pero lo mejor era apresurar las cosas.
Ginny se mostró sorprendida al verlo, sin embargó lo recibió con calidez.
Y cuando habló con ella, aunque se le vio decepcionada, no hizo un escándalo ni nada parecido. De hecho, fue bastante comprensiva y con un fuerte abrazo se despidió de Harry, invitándolo a pasarse por uno de los partidos de quidditch de su equipo.
