Capitulo dos
El interior del mercado también estaba muy activo con mucha gente y resaltábamos como un foco en medio de la oscuridad
– ¿y ahora a dónde? – pregunte
– Pues recuerdo el mapa, hay solo dos accesos al lugar, la entrada por donde yo iré y tú estarás en la salida cuando escapen – dijo
– ¿y cuál es el plan? – pregunte
– entrare y buscaré, puede que haga ruido así que escaparan y puede que haya niños así que ten cuidado al disparar – dijo
Se miraba demasiado seguro y mi interior me decía que siguiera ese plan
– bien –
Nunca había tenido una sensación de que si veía lo que iba a suceder enloquecería, sin rechistar fui hasta la dirección donde dijo el oficinista y salí hasta el estacionamiento trasero del mercado donde había un basurero bastante grande y ahí espere, no podía ver la salida pero no perdí de vista nada
Las cosas estaban silenciosas y algo tensas por las miradas de algunas personas que pasaron por el lugar, no obstante, el silencio se vio interrumpido cuando un ruido de metal siendo raspado contra el concreto retumbo el estacionamiento y seguido gritos de terror, parte del basurero se abrió a la mitad y del interior salieron huyendo muchos jóvenes quienes sin ver atrás se alejaron pero ninguna era mi hija y un eco surgió del interior, los gritos sacados del infierno resonaron y volví a temblar sosteniendo mi arma con miedo, eran decenas de gritos de la banda sonora sacada de una sala de tortura pero lo peor fue cuando el silencio regreso y ya no podía escuchar nada lo que me hizo sentir más intranquilo, era una experiencia de que yo sería el siguiente y no podía evitarlo, la oscuridad jamás me ha asustado tanto como esa ocasión incluso antes había sido enterrado vivo por una banda criminal en medio oriente, a comparación era como si tomara una siesta en una tarde calurosa pero con una buena brisa
El silencio continuó un minuto más en la que no despegue las manos de mi pistola que apuntaban interior oscuro donde la nada se escucharon pasos haciendo eco, tragué saliva mirando el interior y entre la penumbra logre ver la silueta de algo enorme, un monstruo que podría matarme de un solo soplido, no obstante, cuando llegó a la luz pude ver al oficinista salir con una sonrisa cuadrada
– ¿y las viste? – pregunto
Estaba nuevamente paralizado y fui reaccionando lentamente hasta que volví a hablar
– No estaban aquí – conteste
– Entiendo, hay otros lugares así que vayamos antes de que salgan – dijo
Sin decir nada solo volví al auto
Nos alejamos y sin decir muchos volví al viaje, me encontraba inquieto queriendo saltar del auto
– ¿eres de alguna agencia o algo así? – pregunte
– ¿que? ¿Acaso me veo como alguien que trabaja para algún gobierno? – contestó
– Es que escuche gritos y pensé que habrías peleado con alguno y pues hacerlo gritar – dije
– ¿gritos? No he escuchado ninguno –
El oficinista parecía decir la verdad y no decía nada
– Entiendo – no dejaba de sentirme en peligro y el miedo se iba apoderando de mi razón
Conduje más hasta que cayó la noche por completo y fue cuando el miedo aumentó al máximo, la temperatura cayó y yo tenía la calefacción al máximo, tenía las ventanas cerradas y aun así podía ver mi aliento por el frío mientras el oficinista estaba normal
– Ya estamos cerca, el lugar es un bloque completo así que será complicado, pero tengo un plan – dijo
– si….¿cuál es? – repuse
– pues yo entraré primero por las escaleras del frente y subiré a buscar, tu puedes ir por las de emergencia en la parte trasera, el lugar donde los esconden es en el piso superior y para sacarlas usan esa, cuando entre empezaran a escapar así que si las ves tómalas y apártalas – dijo
Respiraba fuerte porque ya tenía una idea de lo que iba a suceder
– y…..¿y cómo es tu hija? – pregunte
– oh cierto, tengo una foto así que recuérdala – réplica
De su camisa sacó una foto y era una niña castaña con el pelo rizado, ojos claros y grandes como los del oficinista
– se parece a ti, me fijare bien – conteste
– excelente –
Llegamos al punto del GPS y era una gran bloque, demasiados pisos
– hagamos el plan, no te preocupes – dijo
Con cada quien en su dirección camine hasta las escaleras esperando no volver a escuchar esos gritos, respire hondo y empecé a subir
La noche era bastante fresca y había brisa aunque ligera, con el arma empuñada subía los escalones y pasando los primeros pisos quede paralizado cuando los disparos empezaron y con ellos los gritos, era una batalla contra algo que los estaba arrasando y todo ese caos me hizo entrar en un trance el cual me hizo recordar las batallas, era como si volviera a la batalla más sanguinaria que tuve, en la que perdí a muchos amigos y donde no pude hacer nada más que escuchar mientras estaba atrapado bajo tierra, nunca fui diagnosticado con trastorno por estrés postraumático pero lo estaba viviendo
Reaccione pasando unos minutos después cuando el silencio regresó y estando a mitad del edificio escuche las decenas de pasos bajar por las escaleras de emergencia. Subí la mirada y podía ver a muchos jóvenes escapar del último piso, eran muchos y estando con miedo me limité a quedarme en el lugar observando a los raptados pasar huyendo, ninguno era mi hija ni la hija del oficinista, cuando ellos bajaron logre ver que las personas de los alrededores se asomaban de entre las ventanas y pude saber que no me estaba volviendo loco y los gritos si existían
Lo peor que me estaba pasando era el silencio, esos momentos de calma eran sofocantes y me hacían querer escuchar los gritos, el simple silencio me destrozaba el interior, y lo que era mucho peor que el silencio era esa presencia maligna a más no poder, recuerdo que de pequeño hasta la adolescencia asistía a la iglesia y solo puedo describirla como el lugar con más paz y bondad, era un lugar al que entrabas pensando en matar y salías amando a la vida, la presencia era como todo lo contrario, era el sentimiento sólido de muerte y de maldad pura
Estando en las escaleras aquello volvió solo que ahora las escaleras comenzaron a vibrar, mire a los alrededores y abajo pero todo estaba normal, mis instintos me decían que tuviera la cabeza agachada por que algo estaba bajando y el peso de aquello era de toneladas, lo horripilante estaba bajando las escaleras, el estruendo de sus pasos estaban destrozando el acero reforzado de las escaleras de emergencia y cada vez estaba más cerca de mi
El resonar del acero y la vibración hacían cosquillas las plantas de mis pies y ahí fue cuando se detuvo
– ¿y estaban aquí? – pregunto el oficinista
Mi corazón estaba latiendo y no podía subir la mirada
– No, aquí no estaban tampoco –
Con lo poco que podía ver fue el reflejo de luces policiacas
– Sí que se apresuraron – comentó el oficinista
– bueno, ahora hay que irnos sino nos detendrán y ya no podremos hacer el trabajo de los policías – dijo
Sin negarme o dice algo solo baje y nunca subí la mirada hasta que llegue al auto, dentro encendí el auto mientras el oficinista se acomodaba en el asiento, voltee a verlo y estaba normal mirando hacia el frente
– Bien, vamos – dijo, sin más acelere
Estando en la carretera estaba seguro de dos cosas, que no me estaba volviendo loco y que no sería el único que tendría pesadillas
