Difícil es no caer

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Shingeki no kyojin es propiedad de Hajime Isayama.

Esta historia participa en "Casa de Blanco y Negro 2.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".

Condición: Caer en la tentación.


2

Juego

Colt Grice caminaba por la calle recién empedrada de lo que anteriormente era conocido como Liberio.

En el rostro llevaba una sonrisa y en la mano, una caja de cartón. Estaba satisfecho consigo mismo por haber conseguido el dinero suficiente para pagarle al artesano Lug —el único que había sobrevivido al retumbar, por lo que sus confecciones eran únicas en el mundo— y éste le había entregado el juguete a tiempo para el cumpleaños de Falco. Se trataba de un caballo tallado en madera, con las crines y la silla de montar pintada a mano. Una pieza pequeña, delicada y sumamente especial.

Sabía que sorprendería a Falco con ella, pues su hermano no tenía idea que aún recordaba el especial cariño que le tenía al antiguo juguete. El caballo de madera —que había sido tallada por el mismo artesano, varios años atrás— había perecido en el retumbar, al igual que sus padres. Lamentablemente, Colt no podía traerlos de regreso, a pesar de que él los añoraba tanto como Falco, pero sí podía regalarle una réplica del juguete original para compensar.

—¡Oye, Grice! —gritó una voz a lo lejos. Colt se dio vuelta y descubrió a un grupo de antiguos candidatos a guerreros que estaban sentados junto a una mesa de madera, en la puerta de una casa recién edificada—. ¿Juegas una partida?

Cada uno sostenía cinco cartas en su mano, otra pila estaba sobre la mesa y algunas monedas habían sido arrojadas al centro como forma de apuesta.

Colt Grice se sintió tentado a aceptar la invitación, pues el juego era su gran debilidad, pero pensó en la última vez que había jugado: estaba de buena racha, las cartas parecían estar a su favor, se sintió confiado y apostó lo que le quedaba de dinero. Al final, perdió todo: las monedas y su dignidad, porque tuvo que explicarle a Falco la falta de dinero.

—Paso —respondió—. No tengo nada para participar.

Odell echó un vistazo a la caja que llevaba en la mano.

—¿Qué llevas ahí? Seguro que algo debe valer.

—Es un regalo de cumpleaños para Falco —contestó Colt—. Otro día —prometió.

Odell se puso de pie y caminó hasta él, le pasó el brazo alrededor del cuello y le frotó la cabeza de forma amistosa. Detestaba que él lo superara ampliamente en altura y en fuerza.

—¿No te sientes con suerte, Grice? A lo mejor consigues el dinero suficiente para comprarle otro regalo más al pequeño Falco —tentó—. Vamos, ¿qué dices?

Colt Grice se acomodó en la única silla que había vacía y las cartas fueron repartidas. Dijo que, dependiendo de la tirada, aceptaría entrar en el juego o no; los muchachos aceptaron. La suerte parecía sonreírle porque era una buena combinación. Tendría que esperar un turno o dos como mucho para pagar con una rotunda victoria.

Apoyó la caja de cartón sobre la mesa y expuso el juguete que allí reposaba.

Colt había caído en la tentación del juego, pero estaba seguro que esa vez saldría ileso.