¡Hola, chicos! Como siempre, aclaro que los personajes de CCS no me pertenecen, pero todo lo que verán en esta historia surgió de mi completa imaginación.

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Queda terminantemente prohibida la copia parcial o total, así como el uso de escenas o la trama sin mi consentimiento.

Bueno a comenzar :D

La dama de medianoche

Capítulo 17

―¡Hoy es día de publicación, señorita! ―Con ese animoso saludo, Chiharu y Rika habían decidido despertarme, haciendo que brincara varios centímetros sobre la cama.

Yo no solía quedarme dormida, mucho menos los días en los cuales se publicaba Pasiones Líricas, pero mi sueño no había sido del todo tranquilo al ser acribillada por mi consciencia una y otra vez por lo que había hecho la noche anterior. Había sido una completa descarada; estaba tan avergonzada que no sabía cómo podría verlo de nuevo.

Un orgasmo. Había tenido uno al imaginar tal escena con él ―había leído lo suficiente como para saberlo cuando lo pensé con cabeza fría―, y no sabía qué hacer o a quién recurrir por un consejo porque no era un tema fácil de abordar. Cielos, moriría de vergüenza antes de murmurar si quiera una palabra.

Así que al final, cuando las estrellas estuvieron a punto de replegarse, llegué a la conclusión de que nadie, absolutamente nadie podía saber de mi pequeña desfachatez.

¡Nunca! Ni siquiera el involucrado.

Y el único consuelo que sirvió para aplacar un poco mi consciencia, había sido que, si lograba llegar al corazón de Shaoran y pedía mi mano en matrimonio, esas cosas tendrían que pasar. Así que podría decirse que solo me había proyectado a un futuro plausible a su lado, ¿verdad? ¡¿verdad?!

―Dios, no permitas que me cruce con Shaoran Li hasta la mascarada de Tomoyo. Necesito creerme mi propia excusa para actuar como si nada. Te lo imploro, señor.

Con esa pequeña plegaria, salí de la cama e inicié mi día, tratando de actuar con total normalidad: les sonreí a mis doncellas mientras me ayudaban a asearme y vestirme con un fresco vestido de mañana lavanda, planeé mi rutina acostumbrada de los días de publicación, y me mostré entusiasmada al conversar con mis padres durante el desayuno.

Sí, un día común y corriente para todos, aunque yo me sentía diferente. No sabía si era bueno o malo porque la vergüenza seguía allí, latente en mi pecho, y no se iría hasta que lograra sentirme en paz conmigo misma.

―¿Saldrás hoy, querida? ―la voz de mi madre atrajo mi atención.

―¿Eh? Ah, sí… Necesito comprar algunos listones que combinen con los nuevos vestidos.

―Me encantaría acompañarte, pero las lecciones de Abigail no pueden detenerse si queremos que avance tan rápido como es posible.

―Por supuesto, ella debe estar preparada para recibir visitas pronto si no queremos levantar sospechas. ―Mi madre cabeceó de acuerdo―. Dígale que mañana iré con usted y las apoyaré en lo que pueda.

―Le encantará verte ―sonrió y después giró su mirada hacia mi padre que parecía sumido en sus pensamientos―. ¿Querido?

Él salió de su ensimismamiento y le sonrió.

―Lo siento. Estaba pensando en los asuntos que debo poner en orden con Touya en la empresa… Y también debería enviarle una carta a Naoki para que venga a casa cuando tenga oportunidad.

Ambas lo observamos con sorpresa.

―¿Le dirá usted mismo?

Él asintió a mi pregunta.

―Me parece lo adecuado ―intervino mi madre―, aunque no lo preocupes en la carta… Conociendo a nuestro hijo, podría querer tomar el primer transporte que salga hacia acá y eso sería muy peligroso.

―E interferiría con sus estudios ―añadió él y palmeó su mano con dulzura―. Tranquila, solo le diré que debo discutir unos asuntos con él.

En ese momento, alguien aclaró su garganta y cuando nuestras miradas recayeron en el mayordomo, realizó una reverencia.

―Lamento interrumpir su desayuno. La señorita tiene una visita.

―¿Estabas esperando a alguien tan temprano? ―preguntó papá con extrañeza, a lo cual negué―. ¿Quién es?

―La marquesa de Reever, señor. La hice pasar al salón verde.

―¡Tomoyo está aquí! ―expresé con ánimo y me levanté, pero antes de dar un paso más, me detuve y les di una mirada de disculpa a mis padres―. ¿Les molesta si me retiro? Estoy segura que hay un motivo de peso para su visita temprana.

―Ve, cariño. No hagas esperar jamás a una marquesa ―dijo mi padre con gracia.

Asentí y salí detrás de Inoue.

―Por favor, solicita que nos traigan té y galletas.

―La señorita me insulta al creer que no lo he hecho ya ―reprochó, a pesar de bailotear una sonrisa en su boca.

―Jamás dudaría de tus capacidades, mi querido cascarrabias ―dije con alegría y avancé al salón donde mi preciada amiga me esperaba.

Al ingresar, la hallé sentada en una de las cómodas sillas en color crema que resaltaban entre el verde de las paredes, con la elegancia que una marquesa debía tener. Cuando se percató de mi presencia, la sonrisa llena de vitalidad de Tomoyo se dibujó y se levantó para ir a mi encuentro.

―¡Qué magnífica sorpresa!

―Es que tenemos mucho de qué hablar y no podía esperar ―dijo, tomando mis manos―. ¡Oh, querida! ¡Tienes ojeras!

―Una noche intranquila, no te preocupes ―dije y técnicamente no estaba mintiendo.

―¿Y eso por qué?

Me encogí de hombros y le resté importancia con un gesto de mi mano.

La invité a sentarse a mi lado y poco después llegó Wilkinson con el servicio de té, y pequeñas tartaletas de limón que había preparado nuestra cocinera como postre del desayuno. Luego de pedirle que no fuéramos interrumpidas, salió con diligente discreción.

―Bien, cuéntame: ¿qué te ha traído tan temprano a mi hogar? ―indagué, sirviendo las tazas de té.

―Es que recibimos una visita "casi madrugadora" ―recalcó con un deje de fastidio―, y ciertos comentarios me dejaron un poco preocupada.

―¿Tengo que ver yo con el cotilleo? ―pregunté con gracia al darle su taza y al ver su rostro serio, entendí que eso era precisamente lo que la había llevado a visitarme. Fruncí el ceño―. ¿Qué fue, con exactitud, lo que te dijeron?

―Primero lo primero. ―Bebió un sorbo de su bebida y después me miró con fijeza―. Me enteré que el marqués de Winslow se presentó ayer en la fiesta de lady Kobayashi y, al parecer, mostró abiertamente su interés en ti.

Abrí mi boca, indignada.

―¡Eso no es cierto!

―¿Segura? Porque puede ser que desde afuera se viera así y… ―Tendió su mano y dio un ligero apretón en la mía―. Lo siento, es que en verdad me sentí terriblemente preocupada por ti y por eso decidí venir.

Dejando de lado que hubieran sacado de contexto mi charla con lord Winslow y su posterior acompañamiento, me enternecía que Tomoyo hubiera dejado de lado todo lo que había estado haciendo, para visitarme y confirmar si estaba bien con esa situación. Así que, mirándola con profundo agradecimiento, le di una sonrisa sincera, la primera del día.

―El marqués y yo solo conversamos y aclaramos muchas cosas.

―¿Y? ―preguntó con un deje de apremio.

―Y dejó en claro que su única intención es brindarme su protección y amistad. Incluso me dijo que podía ayudarme en mi búsqueda de marido.

―¿De verdad dijo eso?

―Así es. De hecho, trató de iniciar ayer mismo al buscar emparejarme con el señor Kondo, aunque él ya tenía los ojos en otra mujer ―me reí.

―Vaya, de lo que me perdí en solo una tarde ―suspiró y luego sonrió―. En verdad me alegra mucho.

―Pero por lo visto el cotilleo no murió allí, ¿cierto? ―pregunté y su mueca de desagrado me dio la respuesta―. ¿Quién puede estar tan temprano repartiendo chismes?

―¿Quién más? ―resopló ella―. La siempre "bien intencionada" lady Markfeld. Le rindió el reporte completo de los últimos acontecimientos a mi querida suegra ―siseó entre dientes.

―No suenas muy alegre…

―Esa endemoniada mujer es la reina del mismísimo averno ―masculló y dejó la taza en la mesa con demasiada fuerza.

―¡Tomoyo!

―Sabes que soy una persona paciente, Sakura, pero tengo mi límite y esa señora lo rebasó con creces. ¡En un solo día! ―dijo casi en un grito―. Desde que llegó no ha dejado de criticar todo lo que hago y digo, y hasta se atrevió a preguntar por qué no he quedado encinta todavía. ¡Me provoca estrangularla! ¡Cómo si fuera la única que participa en el asunto!

Hice una mueca, en eso tenía un buen punto.

―¿Y tu marido qué dijo?

―Ese maldito traidor huye de casa a la menor oportunidad y me deja a merced de ella, pero deja que llegue la noche. Mi querido esposo se encontrará con dos preciosas puertas cerradas con doble llave.

No pude retener la risa porque, además de creerla muy capaz de hacerlo, la imagen de Eriol Hiragizawa golpeando la puerta mientras Tomoyo lo ignoraba, acostada plácidamente en su cama leyendo algún libro, era demasiado divertida.

Oh, el gran marqués no sabía con quien se estaba metiendo, porque no había peor cosa que una Tomoyo furiosa.

―Pero retomando el asunto. Lady Markfeld también trajo esto consigo ―dijo y sacudió en el aire uno de los pasquines de lady Ventisca―. ¿Lo leíste?

―No he tenido oportunidad, ¿acaso algún cotilleo preocupante?

―Solo si sabes leer entre líneas y tienes las claves para hacerlo.

Me extendió la columna de chismes y señaló lo que debía leer:

"…y mis fuentes que son muy confiables, he de acotar, trajeron a estos preciosos oídos que un lord W mostró interés en cierta jovencita, aunque no fue el único. Mi corazón palpita por este triángulo, querido lector. ¡La emoción que le faltaba a esta temporada!".

No había que ser muy listo para descubrir de quienes hablaba la misteriosa dama que narraba los chismes más jugosos de Zándar. Todo aquel que hubiera asistido a la fiesta y me hubiera visto en compañía de lord Winslow… y después con el conde…

Oh… dios mío.

―Tu expresión me dice que sabes muy bien de lo que estamos hablando. ―Podía sentir su mirada indagadora sobre mí, así que no me quedó más que asentir.

―E-el conde solo fue amable conmigo.

―Eso no fue lo que dijo la condesa y lo que más me preocupa ―señaló el pasquín―, es que no sea la única que hable de ello.

Si bien no me interesaba saber lo que esa chismosa y desdeñosa mujer le había dicho a la suegra de Tomoyo, muy en el fondo sabía que era necesario. Cerré mis ojos.

―Dilo.

―La condesa dijo que al terminar la búsqueda, todos regresaron al jardín… Todos excepto ustedes dos, para luego aparecer juntos y sonrientes.

―Maldita víbora.

En vez de regañarme, Tomoyo aplaudió.

―Es la primera vez que te escucho expresarte así. Te felicito.

―Es que… Él solo estaba consolándome porque me vi rebosada por lo de mi padre y… ―Me llevé la mano a la boca―. ¡Oh, Tomoyo! Si todos están hablando de esto, si incluso lady Ventisca lo supo, ¿lo sabrá él? ¿Sabrá el conde que están hablando de nosotros?

―Tranquila, tranquila. ―Me dio unas cuantas palmadas en la espalda ante mi creciente pánico.

―Tomoyo, ¡todos van a creerle a Lady Markfeld!

―Escúchame. ―Posó sus manos en mis hombros y me obligó a mirarla―. Querida, los chismes siempre existirán; lo que debemos hacer ahora es monitorear su alcance para saber cómo actuar con diligencia, ¿está bien? ―Aunque no estaba del todo convencida, asentí―. De momento, nadie puede comprobar nada, solo que tienes a dos hombres poderosos detrás de ti. Eso, en mi opinión, es muy bueno porque aumentará el interés de los caballeros. Se lo agradeceremos a lady Ventisca, después… ―Sus palabras quedaron suspendidas por un momento, mientras una sonrisa maternal surcaba su boca―, a menos claro que ya tengas escogido a tu futuro marido.

Atrapada, así me sentía ante su escrutinio, y sabía que sería imposible negarlo porque no había persona en todo el mundo que me conocía mejor que ella. Sentí ganas de echarme a reír porque en verdad había sido una completa ilusa al creer que podría mantenerlo en secreto.

―Puede que sí haya tomado una decisión.

―¿Y te atreviste a ocultármelo?

―Es que no quería planes ni ayuda porque no estoy "pescando" un marido ―suspiré―. Solo… quería seguir conociéndolo por mí misma y disfrutar de su compañía, justo como he venido haciendo. Pero ahora…

―Ahora ―me interrumpió―. Debemos ser muy inteligentes para que nadie desvirtué tus intenciones, porque eso es lo que intentarán.

―¿Y cómo haremos eso?

―Sencillo. ―Se inclinó un poco hacia mí y sonriendo de lado dijo―: Tu mejor amiga se acuesta con el mejor amigo de él.

La risa emergió espontánea, al punto de sacarme unas cuantas lágrimas.

―¿No le ibas a cerrar la puerta de tu habitación al marqués?

―Oh, eso solo será hasta que su madre se vaya. Y estoy segura que lo entenderá muy pronto, Eriol es muy inteligente.

―Eres terrible.

―Lo sé ―dijo con descaro y después dio un brinco en su asiento―. ¡Oh! ¡Con todo esto casi lo olvido!

Tomoyo cogió su pequeño bolso y comenzó a remover el interior, sacando un sobre que extendió hacia mí.

―¿Qué es esto?

―El motivo por el cual no he asesinado a mi esposo todavía ―sonrió con una dulzura que en vez de conmover… daba miedo. Pobre hombre―. Me las dio justo antes de que llegara la troglodita de su madre: imagino que un pedido de perdón anticipado.

Abrí el sobre y al sacar el boleto, reconocí los detalles dorados sobre el fondo blanco y el nombre majestuoso que relucía en el medio.

―Oh por dios.

―Sabes que no podría ir a la presentación del gran Koji Kishimoto sin ti ―sonrió―. Esa es la tuya, será dentro de una semana y media.

Apreté mis labios para acallar un grito emocionado, sin poder creer que tenía una entrada para asistir al teatro y deleitarme, por una noche, con la música del gran maestro de maestros.

―Tú y tu esposo se han ganado el cielo ―sonreí y le tomé la mano―. Muchas gracias.

―En realidad… creo que deberías agradecerle a alguien más ―dijo, torciendo su sonrisa hacia la derecha.

―¿Eh?

―Si bien es cierto que Eriol las pidió, fue tu futuro esposo quién las consiguió.

―No es…

―No me prives de visualizar tu futuro ―me regañó y yo levanté mis manos en rendición―. Según me comentó Eriol, nuestro amigo, porque ya me declaré amiga suya, tiene muchos contactos por todas las inversiones que ha hecho y por eso no dudó en recurrir a él para obtenerlas.

Observé la pequeña entrada en mi mano y esbocé una pequeña sonrisa; no dudaba de las conexiones que debía tener Shaoran, sin embargo, para una persona que podía interactuar directamente con el compositor en la Sociedad de la Fruta Prohibida, pedirle tres entradas para su concierto no habría resultado problema alguno. Ese pequeño boleto podía ser una prueba de que él y Murakami eran la misma persona.

―Me aseguraré de darles las gracias a ambos, aunque estoy segura que fue tu esposo quién le pidió que la consiguiera para mí.

―Eso no quita la intención del conde de complacerte… ¡Ah! Hasta puedo verlos ya en la iglesia.

―No tienes remedio. ―Negué con mi cabeza.

Después de eso, Tomoyo se quedó un poco más y buscó entretenerme con otros temas, algo que en verdad agradecí porque ser el centro de chismes mal intencionados me ponía ansiosa. No obstante, no podía dejar que me derrumbara si en verdad quería conquistar al hombre que había elegido para mí. Debía defender mi reputación con uñas y dientes y, de ser necesario, conversar con Shaoran para aclarar toda la situación… Comprensiblemente, después de que la vergüenza que sentía por mi pequeño episodio nocturno estuviera superada.

―¿Estás segura de que no quieres que te acerque a la plaza? ―preguntó, antes de subir a su carruaje.

―No está muy lejos y me hará muy bien caminar.

Tomoyo aceptó y, sonriendo, me abrazó para despedirse.

―Todo estará bien, querida. Ya lo verás.

―Confío en ti.

―Cualquier cosa que sepa te estaré avisando y tú, mi pequeña seductora, ―me guiñó un ojo―, sigue como hasta ahora. También buscaré sonsacarle información a mi marido.

Me reí y la dejé partir, sintiéndome afortunada por tenerla de amiga.

―¿Está lista, señorita Sakura? ―preguntó Chiharu, llegando a mi lado.

Miré la calle que se extendía frente a mí, pero antes de darle mi respuesta, experimenté algo… inusual. Un escalofrío que me hizo girar la cabeza de lado a lado, buscando el origen de tal sensación. Todo parecía normal, aunque... Sacudí la cabeza, debían ser ideas mías.

―Vamos a ver a mis preciados lectores, Chiharu.

―¡Sí! ―dijo ella con entusiasmo y, juntas, marcamos rumbo hacia la plaza de los ángeles.

Como había esperado, el lugar estaba abarrotado de personas que habían sucumbido a la tentación de leer allí mismo el Librillo del Mal, y continuar las aventuras o romances de sus personajes favoritos. Estaban absortos, disfrutando de nuestras letras y no había nada más grandioso que ser testigo de ese deleite que provocaban sonrisas y lágrimas.

El nutriente perfecto para un escritor.

―¿Vamos a la tienda? ―preguntó Chiharu―. A pesar de ser un poco más tarde de lo normal, estoy segura que podremos pillar a unos cuantos todavía.

―Usted, mi querida señorita Mirahara, es una cotilla ―me reí.

―A la señorita también le entretiene, por eso viene ―dijo con graciosa frescura.

―Andando pues, quizás lady Berkel vuelva a venir.

Lanzando un pequeño chillido emocionado, Chiharu enroscó su brazo al mío y me instó a caminar hacia la pequeña librería que vendía Pasiones Líricas. Aun en la distancia, pude distinguir a la perfección la fila de personas que todavía esperaban para adquirir el suyo. La sonrisa en mi rostro comenzó a dibujarse, pero quedó a medio camino al distinguir un punto en el cuadro que acaparó mi atención de inmediato.

Todavía estando de espaldas, podía reconocer esa postura regia y elegante, su espalda amplia que estaba cubierta de la suave tela verde de su levita, y ese cabello chocolate que se ondulaba en las puntas de forma desordenada.

Mis pies se congelaron en su lugar y mi cuerpo se llenó de temblores porque allí estaba él, a unos cuantos metros de mí, conversando divertido con otro sujeto que se apoyaba en un bastón.

―¡Es el conde de Wemberly! ―lo reconoció Chiharu.

Sí, el cielo había ignorado cínicamente mi súplica.

¿Qué debía hacer?, ¿acercarme y saludar como si nada?, ¿o debía huir como si él fuera un demonio que ansiara mi inocente alma? ¿Y por qué esa última me resultaba más atractiva? ¡Dios bendito!, ¿qué estaba pasando conmigo?

―¡Cielos! ¿No es ese el editor del librillo? ―Al seguir su mirada, noté que el hombre que acompañaba a lord Wemberly, se había puesto de perfil y enseguida lo reconocí―. ¿Sabía que se conocían?

―No…

Nunca había cruzado palabra con él. Nuestra interacción se había cernido a cartas que Kazuya llevaba y traía, y lo que sabía se lo debía a los chismes de los diarios y a lo que la misma Ellie me había contado en algunas ocasiones. El término "hombre encantador" podía definir muy bien a Takeshi Yamasaki. Aun con su cojera, resultaba interesante, misterioso y un poco libertino, aunque no lo suficiente como para llegar a escandalizar.

Sin embargo, eso no le quitaba su profesionalismo, siendo calificado como uno de los editores más prominentes y, lo más relevante, era responsable directo de la publicación de Pasiones Líricas y de todos los libros individuales de Yufeng Murakami.

Un escalofrió me recorrió entera, ¿coincidencia o desvarío?

―¿La señorita se acercará?

―N-no estoy segura.

―Pero… ¡es el conde! ¡No puede desaprovechar la oportunidad!

Miré de soslayo con el ceño fruncido.

―Escuchaste mi conversación con Tomoyo.

Ella se encogió de hombros con simpleza.

―Estaba llevando el segundo servicio de té.

Sacudí mi cabeza sin poder creerlo.

―Creo que debemos retirarnos por… ―Mis palabras se ahogaron al sentir como mi piel se erizaba de repente.

Aun sin verlo, sabía que me estaba observando.

―¡Oh, mire! ¡Mire! ¡Ya nos vio!

Blasfemando en mi mente por no haber corrido a tiempo, giré la cabeza y me encontré con el cálido sol de verano que avanzaba hacia mí, con ese paso seguro que tanto lo caracterizaba.

Tragué grueso, ¿qué podía decirle?, ¿cómo saludarlo después de lo que había hecho y de lo que me había contado Tomoyo?, ¿notaría que había algo diferente por mi voz? Volví a maldecir y traté de encontrar cualquier cosa para mirar: las personas, los bancos, las palomas, incluso alguna piedrecilla en el suelo… cualquier cosa menos sus ojos, porque si no colapsaría.

―Señorita Kinomoto ―fue su saludo cordial y mi cuerpo reaccionó de inmediato al sonido grave de su voz.

―U-una encantadora sorpresa, milord ―dije y, para mi desgracia, mi voz sonó tan chillona que apenas la reconocí como mía.

―Lo sería si no hubiera forzado un poco la suerte.

―¿Eh?

Alcé un poco la mirada y mi estómago dio un vuelco por el arco travieso en sus labios. Volví a bajar el mentón.

―Podría decirse que tenía la esperanza de encontrarla aquí como hace un mes.

Sus palabras gentiles provocaron una tibieza tal en mi corazón, que hizo emerger una tenue sonrisa sin apenas notarlo.

―Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? ―dijo una voz nueva, sedosa y masculina.

Mi mirada se dirigió a quién era responsable de corregir mi obra, siendo esa la primera vez que ambos estábamos frente a frente. Era un hombre alto, no tanto como el conde, pero quizás un poco más que el marido de Tomoyo. Tenía una sonrisa agradable que formaban hoyuelos en sus mejillas, y unos profundos ojos cafés e indagadores.

―Señorita Kinomoto, permítame presentarle a Takeshi Yamasaki, editor y responsable de la publicación de nuestro querido Librillo del Mal ―Shaoran hizo los honores―. Takeshi, ella es la señorita Sakura Kinomoto, la joven a quién le copié la idea de observar a las personas que compran Pasiones Líricas.

―Una costumbre fascinante, debo decir ―expresó el joven con una confianza asombrosa.

―¿Le parece?

Él asintió a mi pregunta, sin borrar su sonrisa.

―Llevamos aquí alrededor de… ¿una hora, tal vez? ―Miró a su amigo quién asintió para mi sorpresa―. Y en verdad ha sido un maravilloso desfile de personas que me ha permitido trazar estadísticas y números. ―Se acercó con un poquito de dificultad, debido a su cojera, y se inclinó como si fuera a decirme un secreto con sus ojos chispeantes de travesura―. Así que puede que me vea por aquí más a menudo.

―Aunque los motivos serán totalmente distintos ―hice una mueca.

―¿Y cuáles son los suyos? ―preguntó con real interés.

Por un momento me sentí intimidada, pero al escuchar que Shaoran se aclaraba la garganta, como si estuviera reteniendo la risa, enderecé mi espalda y enfrenté a ambos caballeros:

―Cualquier persona podría pensar que lo hago por simple cotilleo, pero en realidad lo que me trae aquí es el extraordinario ambiente que se forma gracias a la lectura. ―Señalé con un ademán discreto a mi alrededor―. Mírenlos. Aquí, no importa el sexo o la clase social de la persona. Siempre que sepa interpretar las frases escritas en el libro, todos tendrán las mismas oportunidades de viajar a mundos fantásticos y obtener aprendizajes valiosos. Porque incluso de una novela de amor, podemos extraer alguna enseñanza, ¿no lo creen?

Por un momento, permanecieron en silencio y el rostro del editor se había vuelto serio, mas no retrocedí ni me sentí intimidada por sus ojos cafés. Todo lo contrario, estaba envalentonada y dispuesta a defender mi punto si era necesario. Sin embargo, supe que no sería necesario cuando la curvatura encantadora de su boca regresó. Contra todo pronóstico, se quitó el sombrero de copa, revelando su cabello castaño, y tomó mi mano para dejar un beso en ella.

―Se ha ganado mi corazón, señorita ―dijo, haciéndome sonrojar.

―¿No tenías una junta a la cual asistir? ―preguntó de repente Shaoran.

Su amigo abrió la boca, indignado.

―¿Me estás corriendo?

Mi posible escritor pareció considerarlo por un par de segundos y después le sonrió.

―Sí, es justo lo que estoy haciendo.

Tuve que colocarme la mano en los labios con disimulo para no reír.

―¿Ve lo que tengo que aguantar, querida? ¡Esta es la clase de amigos que me ha tocado tener! ¡Inaudito! ―resopló―. Y créame que me encantaría hacerlo quedar mal, pero desgraciadamente tiene la razón. ―Inclinó su cabeza y con la sonrisa sujetada a los labios, dijo―: Ha sido todo un placer conocerla.

―El placer fue mío, señor Yamasaki.

―Takeshi para los amigos. Espero verla en otra ocasión. ―Como todo un seductor, sonrió y me guiñó un ojo, antes de entornarlos hacia su amigo―. No se te olvide pasar por la oficina mañana. Tenemos varias cosas que discutir.

Algunas palabras fueron murmuradas entre ellos y en ese momento me permití estudiarlos en conjunto. Parecían muy buenos amigos, de esos que eran capaces de protegerse las espaldas y cuidar secretos… como una identidad falsa.

Mi corazón latió con vigor, porque quizás mi teoría no era un disparate.

Después de un apretón de manos, el editor se marchó y su ausencia propició que toda la atención de Shaoran estuviera sobre mí. Los nervios regresaron y, por primera vez en el mes que llevábamos conociéndonos, me vi incapacitada de hablar. Era como… como si hubiera olvidado como hacerlo y era frustrante.

―Imagino que disfruta únicamente de la compañía de su doncella cuando está en su rol de observadora, pero me gustaría acompañarla por un rato. Si no presenta un inconveniente para usted, desde luego.

Enmudecida todavía, elevé la mirada hacia él y hallé en sus labios una sonrisa sutil y hasta comprensiva, mientras que sus ojos volvían a mostrar ese calorcillo agradable del hogar como el día anterior. Asentí y acepté el brazo que me ofreció.

―En aquella banquilla tendremos libre todo el panorama y estaremos más cómodos y cubiertos. ―Me guiñó un ojo.

Di mi consentimiento al mover mi cabeza e iniciamos el corto recorrido hacia el lugar que había señalado, con Chiharu siguiendo nuestros pasos como debía hacerlo.

―¿Puedo preguntar por qué está tan tensa el día de hoy? ―Ante su pregunta, mi cuerpo se puso aún más rígido―. No tengo intención de hacerla sentir incómoda y puede negarse a responder, solo que no es natural este comportamiento y estoy un poco preocupado.

Por segunda vez en el día, atrapada. Y aun cuando había sido tan amable al dejar abierta la opción de negarme a responder, esa misma cortesía me solicitaba silenciosamente responder.

Suspiré, quizás no podría decirle uno de los motivos, pero sí el más relevante. Además, él merecía saberlo también y era mi deber.

―Lord Wemberly, yo…

―Shaoran.

―¿Disculpe?

Su risa masculina se alzó sobre el suave zureo de las palomas.

Antes de darme una respuesta, me indicó que me sentara y él hizo lo propio a mi lado, manteniendo una distancia adecuada, mientras que Chiharu decidió acomodarse en un árbol que estaba "convenientemente" lejos.

Traidora.

―Ayer usted me permitió llamarla Sakura, así que me parece justo que usted me llame por mi nombre también ―retomó, atrayendo mi atención.

―Yo… no creo que sea lo correcto.

Él se llevó la mano al pecho.

―Ha roto usted mi corazón, sépalo.

―¿Es esto una manipulación? ―pregunté, recuperando un poco de mi vigor.

―Depende de si ha funcionado o no ―respondió con tierna frescura, haciendo que mi risa surgiera por sí sola―. Allí está, ¿ve? No era tan difícil.

De nuevo estaba haciendo uso de esa habilidad para hacer reír que me había conmovido tanto. ¿Cómo negarse a ello?

―Bien… Shaoran, el asunto es que ayer mi comportamiento no fue el más apropiado…

―Espere…

―No, por favor, déjeme continuar ―le pedí y aun cuando su ceño se había fruncido, me permitió hacerlo―: Lo que hice fue muy arriesgado. Imagínese lo que hubiera ocurrido si alguien hubiera entrado a la sala de música en ese momento… Estaríamos en un aprieto en este momento y…

―Aun sin vernos, las personas hablarán siempre ―suspiró y se cruzó de brazos―. Además, un posible cortejo es siempre material "suculento" del cual chismear.

Le miré, asustada.

―¿Usted… usted ya lo sabe?

Su sonrisa de disculpa me dio la respuesta.

―Ese es uno de los motivos por los cuales estoy aquí.

―¡Ay, Dios! ―me cubrí el rostro con las manos―. ¿Cómo pudo extenderse tan rápido?

―No lo sé, pero no estaba todavía bien sentado frente a mi apetitoso desayuno cuando llegó mi madre a interrogarme con la columna de lady Ventisca en mano.

―¡¿Su madre?! ―Oh, cielos… tenía náuseas―. No puedo creerlo… Es un desastre.

―En realidad, no del todo ―dijo con un tinte burlón que me incomodó―. No me mire así, me refiero a que mi madre no está molesta. Solo curiosa y un poco preocupada por la clase de amistad que tengo con una señorita en edad casadera, si sabe a lo que me refiero.

Moví mi cabeza de arriba abajo.

―En verdad, lo siento mucho.

―No tiene porqué ―dijo y se atrevió a tomar mi mano por un momento―. Sakura, lo que hicimos ayer no estuvo mal: usted necesitaba consuelo y yo encantado se lo di. Por eso no debe importarnos lo que los demás piensen. Además… ―Soltó mi mano y se inclinó un poco hacia mí, como si fuera a decirme una confidencia―, puede que soltara una amenaza en un tono de voz más alto del adecuado, cuando escuché a un par de señoras hablando al respecto cuando venía de camino.

Eso me hizo sonreír.

―¿Qué tipo de amenaza?

―Lo dejaré a su imaginación, aunque le dejaré de pista que las damas huyeron despavoridas.

La risa entre ambos fue instantánea, como si fuéramos un par de chiquillos orgullosos de una diablura, y enseguida comprendí que él tenía toda la razón. No tenía por qué arrepentirme cuando sus palabras de aliento y su cariño, habían logrado hacerme sentir mejor y, lo más importante, había cambiado de perspectiva.

Algo tan bonito no podía hacerme sentir culpable; y lo que había pasado en mi habitación tampoco, porque no había sido con cualquiera. Me había visualizado con el hombre que me tenía cautivada y, por ello, lo que había pensado como una excusa se tornó un anhelo real y sincero: que él se convirtiera en mi compañero de aventuras, en mi mejor amigo, en mi confidente, en mi lector ideal, en mi maestro... y en mi amante.

De esa forma, el sentimiento de culpa se diluyó y me sentí ligera.

―¿Sabe qué? Creo que tiene razón, Shaoran ―dije con la primera sonrisa amplia y sincera para él―. Ya no quiero decir "lo siento".

―Me parece perfecto.

―Aunque si debo decir gracias y no solo por lo de ayer.

―No creo haber hecho algo más que merezca su agradecimiento ―dijo, pensativo.

―Sí, lo hizo ―me reí con suavidad―. Tomoyo pasó esta mañana por mi casa y me entregó el boleto para el concierto de Kishimoto.

―Ah… eso ―restó importancia con un gesto de su mano―. Fue algo como: cobrar el favor de otro favor, así que no se preocupe.

―Ella y yo hemos esperado mucho para asistir y estamos felices de poder hacerlo juntas, por eso es que le estoy dando las gracias. Fue muy amable de su parte ―dije y dirigí la mirada al frente, divisando a la elegante duquesa de Berkel saliendo de la tienda―. Oh, miré… ¡Lady Berkel volvió a venir este mes por su librillo!

―Vaya. No sabía que la duquesa leía Pasiones Líricas.

―Yo había escuchado rumores ―dije, cabeceando hacia mi querida doncella―. Pero no lo comprobé hasta el mes pasado.

―Interesante.

―Por cierto, ¿compró usted el suyo?

Con una sonrisa presuntuosa, metió su mano en el bolsillo interno de su levita y sacó el volumen de ese mes, que mostraba las letras doradas y relucientes contra el carmín de fondo.

―Nuevamente tiene la ventaja, milord.

―No he leído ninguna hasta ahora ―dijo, pasando las páginas con rapidez entre sus dedos enguantados―. ¿Qué cree usted que nos encontremos?

Lo pensé un poco y la primera que se me vino a la mente fue la flamante dama que se ocultaba tras el apodo del Hacedor de Sueños

―Si hablamos de Llamas en el Paraíso, es posible que encontremos ya el inicio de la batalla final.

―En el capítulo pasado entramos en el clímax, así que coincido.

―Si bien es un romance épico y hay altas probabilidades de que alguno de los dos muera, espero que los deje ser felices al final.

―Sí… Colton tiene un particular gusto por los finales trágicos ―hizo una mueca.

Asentí y después, aunque fuera un poco pretencioso de mi parte, quise saber su opinión de Melodías de un ocaso, mi historia.

―¿Y qué cree que nos depare Yoshida este mes?

Se llevó el pulgar a su barbilla y pareció analizarlo a profundidad.

―Yoshida supo jugar muy bien con las escenas y emociones para hacernos creer que Velkan era en verdad un traidor hasta el capítulo anterior. Sin embargo, Samira siempre creyó en él y es posible que los veamos juntos de nuevo.

―¿Un reencuentro?

Él asintió y me observó.

―Creo que ella lo buscará y es posible que se encuentre con un Velkan que no le gustará, uno que debe llevar a cabo su papel. Pero cuando se encuentren a solas, será como un torbellino de emociones y pasión. ―Allí apareció su sonrisa sagaz―. O es lo que yo espero.

Asentí casi embelesada porque Shaoran había sabido hacia donde apuntaba la historia. No porque fuera predecible, sino porque había estado atento a todos los detalles que yo había estado dejando para revelar al lector mi intención.

―Y con respecto a nuestro querido Erudito de las Sábanas, ¿qué cree? ―preguntó, haciéndome tragar grueso.

A pesar de haber mostrado antes mi fascinación por Murakami y mi respeto por su obra ante él, era difícil hacerlo en ese instante, sospechando que el escritor era su identidad oculta. Era como opinar sobre la creación de un dios con él mismo.

―Bueno… ―Hice una pausa y le miré; no había expresión alguna en su rostro y sus ojos transmitían tranquilidad―. La narrativa de Murakami relata las experiencias de Luke y por eso no sé qué vendrá a continuación, pero seguramente será… usted sabe.

―No, no lo sé ―dijo con un deje burlón mientras alzaba apenas la comisura derecha de su boca.

Bribón, me haría decirlo.

Aclaré mi garganta y proseguí:

―Me refiero a que será tan apasionado como siempre y provocará un millón de suspiros femeninos… y puede que un par de lágrimas también.

―¿Lágrimas?

Asentí.

―En los últimos meses, su narrativa ha adquirido un tono melancólico y por lo menos yo lloré en el anterior.

Él parpadeó confundido y desvió la mirada por un momento. ¿Podría haberle dado ese aire sin intención? Porque conociendo el estilo de Murakami como lo hacía, no creía que hubiera sido un accidente. Incluso había llegado a pensar que se debía a la pérdida de su esposa, pero lo había descartado casi de inmediato porque las fechas no coincidían.

―Eso no es malo, por supuesto ―decidí añadir.

―Algunos podrían considerar que sí lo es. ―Su mirada regresó a mí.

Negué con la cabeza con rapidez.

―Esa melancolía les ha dado un bello giro a los pensamientos de Luke, porque muestra el anhelo que siente por Veronica cuando no está con ella. Está allí, apenas notable, y genera una empatía aquí ―dije, posando mis manos en mi pecho―. Es precioso, sumamente emocional, tanto que conmueve.

Cuando mi mirada regresó a él, me encontré con la misma expresión imperturbable, como un espejo de agua, pero sus ojos… Por dios, sus ojos mostraban tantas cosas que me sentí sobrecogida, justo como cuando leía al personaje que posiblemente él había creado. Era como si lo tuviera frente a mí, al hombre apasionado que navegaba los mares del placer en su mujer, venerándola como solo un fiel podía adorar a su diosa.

Mi corazón disparó sus latidos y una descarga eléctrica surcó mis venas en un segundo. Me llevó al límite de un frenesí casi exquisito, porque aun cuando no había sido cierto, aun cuando había sido un producto de mi imaginación haber estado en aquella habitación de luz dorada; estando frente al hombre que tanto me gustaba, volví a experimentar el deseo y las ganas de ser consumida por las llamas casi posesivas de sus ojos.

Y a pesar de ser totalmente inverosímil, me llené de un poder y una fortaleza femenina que jamás había sentido en mi vida. Entonces me sentí tentada a realizar un movimiento arriesgado sobre el tablero que se había creado entre los dos.

Todo por ganar de una buena vez.

―Es increíble, ¿no lo cree? ―musité, sin romper la unión de nuestras miradas.

―¿El qué? ―preguntó en un tono enronquecido que estimuló mi piel.

―Todo lo que puede esconder una simple escena, no importa si es un libro… o un cuadro. ―La impavidez se fugó de su rostro, dejando en su lugar la sorpresa. Fue por pocos segundos, pues apareció en sus ojos su aceptación ante el excitante desafío.

―Y a veces es divertido crear la historia que se esconde detrás de una obra de arte, ¿no le parece, Sakura? ―musitó.

Casi siendo seducida por el magnetismo que él desprendía, me acerqué un poco más de lo permitido y ejecuté mi último movimiento:

―Lo fue.

Él sonrió de lado y bajó la cabeza.

―Lo fue, milady.

Oh por dios. Me llevé las manos temblorosas a la boca sin saber si debía reír o llorar de la emoción. Él… ¡él lo había admitido! Se había revelado ante mí como Yufeng Murakami con una sencillez que no podía explicar, cómo si lo hubiera estado esperando.

¿Sería posible?

―¿Por… por qué? ―balbuceé, presa de mis emociones.

Shaoran se levantó del banco de piedra y con un movimiento fluido se inclinó para tomar mi mano. Depositó en mis nudillos un beso que calentó mi sangre, porque en todo momento sus ojos ardientes estuvieron en los míos.

―Tienes una deuda conmigo, mi querida lady Suspiros ―dijo en una sonrisa lobuna y se enderezó―. Y creo que me la cobraré durante la mascarada de lord y lady Reever.

―¿Q-qué dice?

―Un baile, ¿lo olvidaste? ―Me guiñó un ojo―. La hora de dejar las máscaras atrás llegó al fin, así que resérvame un vals, milady. ―Y con eso dio media vuelta y se alejó.

Su espalda se perdió entre las personas y yo me quedé estremecida y sin saber qué hacer o qué decir, porque aun cuando había ganado, esa actitud suya tan altiva, demostraba que había caído en mi juego con toda alevosía.

Sin embargo, el aturdimiento dio un raudo paso a la emoción, porque esa había sido solo una partida y parecía que un nuevo juego iniciaría durante la mascarada.

―¿Señorita, está bien? ―preguntó Chiharu, llegando a mi lado.

Yo asentí y me levanté, briosa.

―A casa, ahora.

Si él quería jugar de esa forma, entonces… yo aceptaría el desafío.

Había llegado la hora en la que el Erudito de las Sábanas y la Ama de los Suspiros, lanzaran sus máscaras sobre la mesa.

Tenía mucho por hacer.

Capítulo diecisiete y muchas cosas pasaron como la aceptación de Sakura por lo que pasó en su habitación, los chismes que ahora la rodean, pero nuestro querido conde llegó a su auxilio para hacerle ver que no debe importarle lo que los demás piensen. Además, hemos llegado al momento. Repito, ¡el momento ha llegado! Las máscaras han caído y se han revelado el uno al otro.

No sé ustedes, pero debo decir que cada vez que leo la manera en que Shaoran acepta ser el erudito me eriza la piel. Y vemos que lo que se asoma en la mascarada será apoteósico :O Y como les dije en el capítulo anterior, empezamos con la cuenta regresiva aquí. ¡Tres!

Muchas gracias a todos por su apoyo y también por la comprensión por estas pausas necesarias. Y hablando de ellas… debo anunciar dos nuevas para el 02/01 y para el 16/01 por trabajo :( Pero al menos los capítulos del tres, dos, uno podrán leerlos y tremendo regalito de navidad haha. Solo digo.

Mi agradecimiento como siempre a mis preciosos lectores cero Pepsipez y WonderGrinch por acompañarme en esta aventura desde su concepción :)

Se asoman cosas interesantes para este 2022 :D

Gracias inmensas por siempre acompañarme, chicos, y por hacerme sentir su compañía a través de sus comentarios :D

Un enorme beso para todos,

CherryLeeUp.