CAPITULO 2: "EL Exterior"
Cuando Albert abrió la puerta la luz lo deslumbro por un momento. Al recuperar su visión vería el Yermo por primera vez. Una zona destruida algunos árboles sin hojas y a la lejanía los restos de Washington D.C.
Amata solo podía cubrirse con ver el escenario triste y desolado. Albert no tenía palabras para describir lo que veía, pero si lo hubiera solo podría decir "Dios".
"Así…que este es el exterior... Pensaba que la naturaleza había logrado sobrevivir, pero…". Amata menciono sin creer lo que veía.
"Lamentable la naturaleza tardara años en recuperarse". Logrando salir del shock. "Tenemos que avanzar. No quiero saber que nuevas criaturas fueron creadas por la radiación". Albert bajaría por el barranco para ir al lado izquierdo de la carretera, Amata lo seguiría viendo el paisaje seco con árboles muertos.
Ellos caminarían llegando a las ruinas de Springvale lo que era antes una zona de casas junto la gasolinera. Ellos escucharían una voz a la lejanía, Albert sacaría su arma para combatir lo que fuera, pero un objeto esférico de metal flotante se acercaba. Al parecer esta reproducía una estación de radio, de la radio se escuchaba a un hombre.
"Hola de nuevo, mi queridísima América, soy el presidente John Henry Edén. ¿Hablamos?". Dijo el robot flotante acercándose hacia ellos. "Es hora de que discutamos cuestiones más importantes: mi presidencia. Se ha planteado la cuestión, lo sé, de saber cómo fui elegido para este ilustre cargo; o el que haya sido o no elegido. A eso debo responder que por supuesto, por supuesto que he sido elegido, querida América. ¿No es el derecho a voto la raíz de una democracia? Por desgracia, en aras de la seguridad nacional, no me está permitido hablar de los detalles de la elección como ustedes comprenderán, pero tengan en cuenta la seguridad de que soy su presidente porque así lo ha decidido la gente apropiada de esta gran nación. He sido legítimamente elegido. Por supuesto, llegado el momento, cuando finalice mi mandato, América será libre para elegir a un nuevo presidente, y sobre esa persona depositaremos nuestra total confianza y fe para que con ella avancen hacia el futuro nuestros valores colectivos. Democracia ahora y para siempre. Reflexiona sobre lo que he dicho, América, reflexiona y espera, pues pronto, esta gran nación renacerá; y el enclave será su salvación. Hasta la próxima, se despide el presidente Edén". El robot avanzo a su lado como si no existieran.
Albert y Amata recibirían una vibración en sus PipBoys, ellos habían recibido una notificación de que habían sintonizado dos radios: Radio Enclave y Radio Galaxia. La primera fue la que acabaron escuchar en la que el supuesto presidente era el locutor, a Albert le costaba creer que siguiera habiendo un presidente actualmente. La otra estación no se escuchaba, y en ese entonces Albert recordaría la holocinta que había recogido del bolsillo de Jonas, la nota de su padre. La inserto con rapidez en el PipBoy y le dio play.
Espera, Jonas, primero tengo que grabar esto. No sé muy bien como decirte esto. Espero que lo entiendas, pero quizá te enfades. Me lo pensé mucho, pero al final decidí que lo mejor es que me eche a mi toda la culpa. Bueno, es evidente que ya sabes que me he ido. Era algo que tenía que hacer. Pero ya eres mayor y no me necesitas. Quizá algún día las cosas cambien y podamos volver a vernos. No puedo decirte porque me he ido. No quiero que me sigas. Dios sabe que la vida en el refugio no es perfecta, pero al menos es seguro. Me basta saber eso para irme. Adiós. Te quiero.
Albert se quitó una lagrima que le había salido del ojo y se contuvo las siguientes. Aunque su padre no lo quisiera, tenía que encontrarlo. Además, se había visto obligado a hacerlo, ya que, de no haber salido del refugio, el supervisor lo habría matado como Jonas.
"¿Estas bien?" Amata le pregunto al haber escuchado la última grabación de su padre y ver a Albert tratando de no llorar.
"Estare bien Amata… Sigamos". Continuando su camino.
Avanzarían por las ruinas de Springvale para observar un cartel que indicaba una dirección a un lugar llamado Megaton. Seguirian las indicaciones para ver una estructura no muy lejos. Corrieron hacia ella y pudieron ver una muralla de metal que parecía ser circular, de unos cinco metros de altura. En la puerta había un robot de la misma altura de Albert, y arriba parecía que había un francotirador.
Albert y Amata se acercaron a la puerta y este emepezaria a chirriar.
Bienvenido a Megaton. Le dijo el robot. La bomba no supone ningún riesgo. Lo prometemos. Entra, colega. Lo vas a pasar genial.
"Gracias, ayudante Weld". Le agradeció Albert, después de leer su placa.
Bienvenido a Megaton. Reducto de hospitalidad. Dijo el ayudante Weld, como si tuviera un disco dentro que se repetía una y otra vez.
Albert y Amata cruzaron la gran puerta que se había abierto. Daba paso a la verdadera entrada, mas protegida. La cruzaron sin vacilar y entro en Megaton en busca del padre de Albert.
Esperaba encontrarse con una o dos personas en el Yermo, pero eso era una ciudad. Dentro podrían haber más de veinte personas. Un hombre de tez negra se le acerco. Llevaba puesta una gabardina vieja color marrón, unos pantalones sucios y unas botas. En su espalda llevaba colgado un rifle de asalto y llevaba puesto un sombrero.
"Maldita sea, otro recién llegado". Murmuro mientras se acercaba.
"Hola, me llamo Lucas Simms, soy el sheriff de la ciudad, y el alcalde también cuando es necesario". Se presentó. "No sé por qué, pero me agradas, chico. Algo me dice que eres de confiar. Así que bienvenido a Megaton. Si necesitas algo, avísame.
"Una ciudad muy agradable, sheriff. Es un placer conocerlo". Menciono Amata alegre de ver una zona "Amigable".
"¿Agradable?". Se sorprendió Lucas Simms. "Creo que nos vamos a llevar muy bien. Si tratas bien a mi gente, pueden quedarse todo el tiempo que quieran".
"Correcto. Mensaje recibido". Se apresuró a decir Albert. No último que quería era que lo acribillaran.
"Me alegro de que nos entendamos. Y ahora dime, ¿Puedo hacer algo por ti?".
"Busco a mi padre, de mediana edad. Puede que lo haya visto". Le indico Albert con esperanzas.
"No, lo siento". Respondió el sheriff con tono aburrido, como si su respuesta fuera evidente. "Ya bastante tengo con lo que tengo como andar fijándome en todos los que pasan por aquí. Pregunta por ahí".
¿A quién le preguntaría? No conocía nada, ni estaba familiarizado con este nuevo entorno.
"Podrías hablarme más sobre tu ciudad". Le pidió Amata. "Por qué se llama Megaton?".
"A la ciudad le pusieron Megaton por la bomba que hay en el centro". Respondió Lucas señalando el gran artefacto que había al bajar al cráter. "Por ahora no ha explotado… Y digo "por ahora".
"No crees que alguien debería desactivar esa cosa?". Menciono Albert sin creer que a nadie se le hubiera ocurrido desactivarla.
"Nadie de por aquí me inspira confianza para dejarle tocar eso. Además, la mayoría ni siquiera sabe que aún representa una amenaza. Y encima Cromwell y esos seguidores de la Iglesia del Atomo idolatrando al maldito artefacto".
"En ese caso, no me vendrían mal algunas señas para moverme por la ciudad".
"Nunca han estado aquí, así que supongo que es lo normal". Dijo Lucas, comprensivo. "Nuestra clínica está en la parte de abajo del cráter, justo al lado de la bomba. El doctor Church es un poco seco, pero sabe mucho y es compasivo. Ve a ver a Moira al almacén de Craterside. Vende algunas armas y, por lo que he oído, también las hace. Esta según bajas al cráter. Si quieres comer, te recomiendo La linterna de Latón, pero si buscas trabajos de mercenario puedes ir al bar de Moriarty donde a veces viene alguien que da los trabajos".
"Interesante". Le agradeció Albert. "¿Y hay algún bar en la ciudad?".
"Si, el de Moriarty. La entrada está en la planta superior. Quizá él pueda ayudarte a encontrar a tu padre. Eso sí, ten cuidado. Moriarty no es lo que se dice un amigo. Diga lo que diga, no le creas; y por lo que más quieras, no confíes en él".
El sheriff continuo su patrulla por la ciudad y albert diviso el bar de Moriarty. Estaba al fondo en la parte de arriba. Bajo las escaleras a la parte más baja del cráter, donde se encontraba la bomba, que era más grande que las casuchas de alrededor. A su alrededor había un pequeño charco de agua seguramente irradiada, y en ella se encontraba un hombre hablando en voz alta para todos aquellos que quisieran escucharle.
"¡Contemplad, son las nubes que lo anuncian! ¡Sus ojos se cegarán de júbilo! ¡Escucharan el oír de trueno de su voz!". Balbuceaba. "¡Hombres, mujeres y niños de la tierra, acérquense a contemplar el poder de Átomo! ¡Admiren!".
A Amata le pico la curiosidad. Sin duda alguna era perteneciente a la Iglesia del Átomo. Se acercó a él con tranquilidad.
"Pero ¿Qué tenemos aquí?". Dijo el cuándo la vio acercarse. "No puede ser… ¿Eres el último fichaje de nuestra modesta comunidad? ¡Bienvenida hija, Bienvenida a Megaton!". Exclamo mientras Amata lo miraba con gesto divertido. "Soy el confesor Cromwell, profeta de Átomo y padre del resplandor inmortal. Te esperamos en nuestra iglesia con los brazos abiertos".
"Háblame de la Iglesia del Átomo". Le pidió Amata. "¿Qué crees?".
"La iglesia de los Hijos del Átomo se basa en la idea de que toda masa atómica en la creación contiene en sí misma un universo infinito. Al partirla, lo que era un único universo se divide y se convierte en dos. Este acto simboliza la grandiosidad de la creación de Átomo. En ocasiones actúa la fuerza divina y se crean trillones de universos nuevos. La última vez que algo así se desato fue aquí hace doscientos años".
Amata reprimió una carcajada.
Amata no sabía muy bien lo que había pasado doscientos años atrás porque lo había aprendido en el refugio. Fue la Gran guerra lo que convirtió el mundo en el Yermo. Un conflicto nuclear que sumió al mundo en una espiral de caos y destrucción sin precedentes, que acabó con la sociedad y civilización.
"¿Has viajado alguna vez fuera de Megaton, confesor?". Le pregunto Amata, esperando ansioso la respuesta.
"De joven viaje bastante". Contesto el confesor Cromwell cruzándose de brazos. "Pero entonces era distinto. Lo que buscas es alguien que te informe y te aconseje, ¿No? Toma nota de este, que es el único consejo que puedo darte: no encontraras mayor riqueza en el Yermo que la que hay dentro de ti. Iluminate con el resplandor de Átomo. Solo así lo entenderás.
"Amm Amata". Llamándola. "¿Podemos proseguir?".
"¡Que tenga buena tarde confesor!". Dirigiéndose con Albert.
"Que el átomo te acompañe". Volviendo a recitar sus oraciones.
"¿Quiénes eran ellos?". Pregunto Albert curioso de la charla con este "Padre" de la iglesia del Átomo.
"Solo son un grupo de personas que adoran al átomo". Menciono Amata caminando con él. "Personalmente se me hace un poco loco eso".
"De hecho tienen razón en algunas cosas". Albert reflexiono en las creencias de estos creyentes. "Después de todo incluso nosotros fuimos creados por un átomo".
"En eso estoy de acuerdo". Amata rio por eso, finalmente sacando la risa que aguanto.
Se alejarían de la bomba. Lo único que tenía en mente era encontrar a su padre y el único lugar donde podía saber su paradero era en el bar de Moriarty, así que subió las escaleras que había a la derecha del cráter, justo al lado de la clínica, y se dirigió a la puerta del bar.
Dentro, había una barra en el centro, una salita a la izquierda en la que había in hombre trajeado sentado, y una escalera a la izquierda que conducía a algunas habitaciones. Tras la barra había una puerta, y en el costado izquierdo del bar se encontraba el baño.
Tras la barra había un hombre con aspecto raro, parecía un zombi. Se le podían ver los músculos de los brazos y su piel parecía estar marchita. ¿Qué era esa criatura?.
"¡Pedazo de chatarra inútil!". Maldijo el extraño ser, dándole golpes a la radio que había sobre la barra. "Todos los días es la misma puta historia".
"Te lo dije, Gob, no era la radio". Le dijo una mujer pelirroja que había a su lado. "La emisora del Enclave se oye sin problema. Es Radio Galaxia, que últimamente se oye como la mierda.
"¡Vamos, maldita radio!". Murmuro Gob haciendo caso omiso de la mujer. "¿Por qué mierda no funcionas? ¡Qué buena radio!". Dio el último golpe a la radio y se dio por vencido.
"Amigo, déjalo. A mí me gusta la emisora del Enclave, no me digas que no es patriótica". Comento un hombre mayor que había al lado de la puerta al que Gob ignoro.
Alber recordó las dos radios que había sintonizado con su PipBoy nada más salir del Refugio 101. Él tampoco podía escuchar Radio Galaxia, pero la radio del Enclave se escuchaba perfectamente. Tal vez ese anciano podría explicarle lo que era el Enclave.
"¡Genial, sangre joven!". Se sobresaltó el anciano cuando lo saludo Albert. "Oye niño, ¿Has oído hablar del Enclave? Son los únicos que mantienen la esencia de los .". Daba la sensación de que sabía que le preguntaría por el Enclave. "No te conozco de nada, pero te he visto con cara de patriota y los patriotas como Dios manda se dejan el pellejo por el Enclave. Un día de estos se plantarán aquí y esta pesadilla habrá acabado para siempre. Pero esas son cosas mías. Soy Nathan, ¿En qué puedo ayudarte?"
"Encantado, Nathan, ¿Podrías decirme que es el Enclave?".
"¡Son el gobierno norteamericano! ¡El águila! ¡Lo mejor del pueblo! ¡La unión perfecta!". Respondió Nathan con confianza.
"¿Y por qué los apoyas?". Le pregunto Albert, ya que hasta ahora, era la única persona a la que había oído hablar acerca del Enclave.
"¿Qué por qué? Mira a tu alrededor. Estas en los . Ya sé que esta todo un poco cambiado, pero sigue siendo América. Y por mucho que nacieras en un refugio subterráneo naciste en los . y por eso es tu deber y el mío apoyar tanto a nuestra nación como a nuestro presidente pase lo que pase. ¿Lo entiendes?".
Al parecer se había corrido la voz de que Albert acababa de salir del Refugio 101. Eso, o que su mono del refugio era totalmente reconocible.
"¿Esta bromeando? Es nuestro derecho cuestionar incluso a nuestro propio gobierno sin ser silenciados". Hablo Albert de acuerdo con lo que le había enseñado en el refugio.
"Pero en qué cabeza cabe? ¿En qué parte de la constitución dice que tengamos que cuestionar a nuestro gobierno? ¿Eh?".
"¿Crees que los que combatieron a los tiranos querían apoyo incondicional?".
"Bueno…, visto de esa manera…". Murmuro Nathan, pensativo. "Oye tú lo que quieres es confundirme con lo que ponen los libros de texto del refugio. No quiero oír hablar más de eso. ¿Tienes algo más que preguntar, o has acabado de decir locuras?". Dijo Nathan con un poco de crispación en su voz.
"¿Cómo puedes saber tanto del Enclave si nunca lo has visto?".
"Salen en la radio, llevan años haciéndolo. El presidente Edén habla de todo lo que están haciendo. Tienen robots voladores que lo vigilan todo. Así sabrán qué hacer cuando por fin vengan y limpien este lugar. Si no, ya lo verás. La gente se cree que soy un viejo chiflado, pero aquí todo cambiara cuando llegue el Enclave"
Albert cuestiono las ideas de Nathan, si este "Enclave" ayudaría a Washington tardarían años en restaurar una paz entre comillas. Se apartó de él y se dirigió a la mujer pelirroja. Su idea era caerle bien antes de preguntarle por su padre para así garantizar una respuesta que lo ayudase
"Perdona, ¿Qué decías sobre las emisoras de radio?".
"¿Qué?". Se sorprendio al ver a Albert. "Ah, ¿Qué porque estaba Gob dándole golpes a la radio? Es que ahí fuera en el Yermo hay dos emisoras. Está la emisora del Enclave, que no sé quiénes son, pero que debe de ser alguna frecuencia de antes de la guerra o algo así…Y luego Radio Galaxia, donde sale un tal Three Dog desde DC o por ahí. Lo que pasa es que hace un rato se perdió la señal. Por cierto, soy Nova".
"Encantado, Nova, soy Albert. ¿Quería preguntarte si habías visto a mi padre?, de mediana edad. Me han dicho que estuvo por aquí".
"Si, me acuerdo de ese hombre. Lo vi entrando en el bar. Como olvidar a un hombre tan atractivo".
A Albert se le ilumino el rostro.
"¿Puedes darme más información o guiarme en la dirección correcta?".
"Sí, claro…". Dijo Nova con tono irónico. "Si te ayudo, lo primero que hará Moriarty será darme una patada en el trasero y echarme de aquí. Lo siento, chico. Si quieres averiguar algo más, Moriarty es el único que puede ayudarte. Habla con Gob, que odia a Moriarty aún más que yo. Quizá él te ayude, aunque lo dudo".
No perdía nada por intentarlo. Además, no había ni rastro del tal Moriarty. Albert se acercó a la barra, donde Gob estaba de espaldas barriendo el suelo. De pronto, se dio la vuelta para mirar a Albert. Amata se sentía incomoda al verlo, ella se sentaría a un lado de el.
"Pielsuave, ¿Te pongo algo? No se… ¿Una copa? Lo que tú me digas, de verdad".
"¿Qué te paso?". Curioso de su estado, tal vez era una enfermedad grave en la piel.
"Es que no has visto nunca a un necrófago?". Suspiro Gob.
"No. ¿Qué es un necrófago?".
"¿Qué quieres que te diga? No todos pudimos ponernos a salvo en un refugio calentito cuando cayeron las bombas. Muchos quedamos aquí atrapados y estuvimos expuestos a la onda de calor y a la radiación hasta convertirnos en muertos vivientes. Por lo que sé, envejecemos mucho más lentamente que ustedes. De hecho, aún quedan algunos necrófagos que vivieron la guerra. Como es de suponer, cuando tienes la cara como una hamburguesa de Brahman la gente no suele ser muy amable".
"Sabes?, no es tan terrible". Dijo Albert, comprensivo.
"Es un detalle por tu parte. Si no te sale ser agradable, por lo menos disimula, ¿Vale? No sé; finge hasta que lo consigas. Aun así, por falso que sea, un cumplido de los tuyos siempre será mejor que los comentarios que suelo recibir. He visto pielsuaves peores".
"¿De dónde procedes?". Pregunto Amata con curiosidad.
"De un lugar llamado Inframundo. Es una ciudad de negrofagos en el subsuelo de DC. Decidí probar suerte fuera de allí y… Aquí estoy". Contesto con nostalgia. "Me tienen agarrado por las pelotas. Colin Moriarty dice que no me iré hasta que pague mi deuda. Además, me cobra el alojamiento y la comida. Si alguna vez vas al inframundo, saluda a Carol de mi parte".
(El inframundo, buen nombre para una ciudad de muertos vivientes). Pensó Albert.
"¿Y de que va eso de Radio Galaxia?". Cuanto más le contaron del Yermo, más preparado estaría para buscar a su padre.
"El señor Moriarty nos deja escucharla, es una buena emisora de radio. Me gusta oír al locutor, Three Dog, y ver cómo ayuda a luchar en la Buena Batalla. Ay…, ojala pudiera participar en todo eso en lugar pudiera participar en todo eso en lugar de estar encerrado en este lugar".
Estaba claro que le había caído bien a Gob. Al parecer no todos los humanos trataban bien a los necrófagos. Era el momento de preguntarle por el paradero de su padre.
"Oye, Gob, busco a mi padre, de mediana edad… Puede que lo hayas visto".
"¡Ah, sí!, sí que me acuerdo de haber visto a un tipo como ese. La verdad es que no suelo mirar a nadie a la cara. Si miro a los clientes a los ojos, me intentan disparar. Pero habla con Moriarty, igual él le conoce".
"Por favor, Gob, si sabes algo de mi padre tienes que contármelo". Le pidió Albert intentando que no pareciera una súplica
"Lo siento, pielsuave, pero no puedo arriesgarme. Como Moriarty me vea hablando contigo me dará una paliza".
En ese momento se abrió la puerta de atrás. Un hombre de pelo cano y barba hirsuta salio de ella, vestido con una chaqueta de cuero sin mangas. Detuvo su mirada en Albert y enarco las cejas, seguramente extrañado de no haberlo visto nunca. Se acercó a el a paso lento y Gob se apartó de la barra.
"Colin Moriarty para servirte. Bienvenido a Moriarty´s. Mi bar, mi hogar, mi pedacito de cielo en este pueblucho de mala muerte". Se presentó en tono jocoso. "Lo que haga falta, si tienes las tapas de botella, claro. Por favor, siéntate y ponte cómodo. Tus problemas están en el pasado".
Las tapas de botella eran la moneda del Yermo, la gente decía solo tapas para no decir todo el resto. Todo se compraba y vendía mediante tapas de botella, y Albert junto Amata no tenían ninguna todavía. Moriarty parecía distinto a las demás personas con las que había hablado, así que decidió hacerle unas preguntas similares para conocerlo más y así sacarle más fácil la información sobre su padre.
"¿Podrías decirme de que va eso de Radio Galaxia?".
Moriarty soltó una carcajada.
"Radio Galaxia es una emisora de charlatanes que hay en las ruinas de D.C. Three Dog, el jefe de ese grupo de locos, no para soltar tonterías sobre la lucha en la Buena Batalla, o algo así. Pero supongo que, si quisieras enterarte de lo que sucede en el Yermo, sería el lugar más indicado. A mí no me importa
Efectivamente Colin Moriarty no era igual que los otros
"Es la primera vez que estoy en Megaton ¿Puedes contarme algo de la ciudad?
"Preocúpate de tus putos asuntos, no te metas donde no te llamen y consume las bebidas aquí. Con saber eso te basta". Contesto Moriarty tajante.
Por más preguntas que le pudiera hacer las respuestas sería iguales, así que Albert decidio ir directamente al grano.
"Estoy buscando a mi padre, de mediana edad. Me han dicho que estuvo aquí en el bar".
"Dios… Eres tú. Eras solo un bebe… ¡Como has crecido! No te das por vencido, ¿Eh, cabron? Ni antes ni ahora, por lo que veo. Cuanto tiempo".
Albert no comprendía nada de lo que oía, no había visto a este hombre en su vida y Amata estaba confundida de lo que dijo este Moriarty.
"Ah, sí". Siguió Moriarty. "Tu padre paso por aquí, pero se fue enseguida. Consiguió lo que buscaba y se fue. Supongo que tú harás lo mismo, ¿No?".
"¿Eh? Mi padre y yo nacimos en el refugio ciento uno". Replico Albert.
"¿Es eso lo que te contó tu padre? ¿Qué naciste en ese agujero? ¿Y que el nació allí también? Hay que ver las mentiras que les contamos a nuestros seres queridos". Dijo Moriarty con tono divertido. "Tu padre te trajo al refugio justo antes de que nacieras, para que estuvieras a salvo. Lo recuerdo bien, te quedaste en mi bar, después de todo".
Albert no podía dar crédito a lo que escuchaba. Era imposible.
"Efectivamente. Tu padre, su amigo de la Hermandad del Acero y tú, que eras un pobre bebe destetado. Senti mucho lo de tu madre". Dijo Moriarty apenado por los recuerdos. "Pero la vida sigue. Papá te mintió. Ya ves cuántas decepciones se lleva uno. Y aquí estas, preguntándote adónde habrá ido".
"Mi padre me conto que nacimos en el refugio ciento uno". Dijo Albert sin acabar de creérselo.
"Ah, ya veo. Ya me han contado los lavados de cerebro que hacen por ahí. Se los oi a un tipo que huyó, no sé hace cinco años. "¡Oh, gran supervisor! ¡Nacimos en el refugio y moriremos en el refugio!" Levanto la voz. "Que estupidez".
"Escucha; solo quiero encontrar a mi padre. ¿Sabes dónde está?". Dijo Albert desesperado.
"Me caes bien, así que no me andaré con rodeos. Tu padre estuvo aquí, pero ya no esta, y sí, se adonde fue. Pero lo que me pides es información, y la información es un bien de consumo. Por cien tapas de botellas te digo donde está tu papá. Es un precio justo; No me digas que no".
"No tengo cien tapas de botella". Refuso Albert enfadado.
"Bueno, no pasa nada. Voy a ayudarte de todas maneras. Ya sabes, por los buenos tiempos. Si no tienes tapas para pagar por esta información, quizá puedas hacerme un favorcito".
"¿Quieres que te haga el trabajo sucio?". Albert jamás pensó que le costaría tanto que alguien le dijera donde estaba su padre.
"¿Quién ha hablado de trabajo sucio? Tú necesitas las tapas y esta no, es más que una forma de conseguirlas. Así son los negocios. Le di a esa drogadicta de Plata una buena cantidad de tapas, decía que podía empezar a pasarme jet y psico por un módico precio. El problema es que se ha largado con el botín y se ha instalado en Springvale para inyectarse algo y quedarse grogui. Si consigues las chapas que me debe, te las quedas. Mejor dicho, me pagas con ellas, claro". Soltó una nueva carcajada y dio la conversación terminada.
"Maldita sea". Dijo en voz baja Albert al no tener elección. Si quería esa información tenía que hacer su trabajo.
"Creí que habías nacido en el refugio como todos los demás… Eso también deberá responder tu padre". Menciono Amata al saber la verdad de donde vino su amigo.
"Lo pondré en una hoja de "cosas que debe responder papá" cuando lo encuentre".
Springvale, el primer resquicio de civilización que Albert y Amata habían encontrado al salir del Yermo. Por lo menos estaba cerca. No tenía tiempo que perder. Se levantó del taburete y giro hacia la puerta, pero un hombre le llamo. Giro la cabeza hacia la salita de la derecha y vio como el hombre trajeado le pedía con un ademán que se acercara. Dudo un momento, pero finalmente decidió acercase por sí tenía algo importante que contarle. Llevaba un sombrero y unas gafas graduadas.
"Vaya, justo cuando estaba a punto de perder la esperanza. Querido muchacho, estoy encantado de conocerte. Soy el señor Burke". Se presentó con tono cortes. "Y ustedes… ustedes no pertenecen a esta cloaca. Eso los hace bastante especiales.
"¿En serio?". Le pregunto Amata, extrañada.
"¿No te das cuenta? Son agentes libres. No están vinculados a este asentamiento, ni les interesan sus asuntos. Megaton no significa nada para ustedes. Represento a ciertos…, intereses, que ven en esta ciudad, "Megaton", un obstáculo para el desarrollo de un floreciente paisaje urbano. Si este asentamiento…, desapareciera…, bueno, ¿A quién le importaría? Desde luego, a ustedes dos y a mí no".
"Espera, ¿Vas a destruir la ciudad?". Susurro Albert para igualar el tono en el que el señor Burke había empezado a hablar. Amata no podía creer que el tipo quisiera asesinar a la gente que vivía aquí por simples negocios. Ella apretaría el puño don fuerza.
"No, no, yo solo recluta a la persona. Son ustedes lo que lo harán". Les dijo. "La bomba atómica sin detonar que da nombre a esta ciudad sigue pero que muy activa. Solo precisa un poco de motivación. Tengo en mi posesión una carga de impulsos de fusión. Una vez activa la bomba, la detonaran desde un punto seguro. Dinero fácil, amigos".
"Estas demente, burke. No pienso ayudarte".
"Me decepcionas. Pero bueno, si cambias de opinión, la oferta sigue en pie. Que tengan un buen día".
No, eso sí que no, Tenían que ir a buscar a esa tal Plata en Springvale para pagar a Moriarty y así conseguir la información sobre su padre. Pero antes tenía que avisar al Lucas Simms, el sheriff de Megatón, sobre la presencia y las intenciones del señor Burke.
Salieron a toda velocidad del bar de Moriarty y bajaron por los peldaños de madera que había incrustados en la roca para bajar al fondo de cráter. El confesor Cromwell no se había movido de la bomba y seguía con su sermón. Lucas Simms se encontraba en la mitad de la escalera que subía hacia la entrada. Corrieron hacia el mientras lo llamaban.
"No se habran metido en problemas, ¿No? Porque no me gustaría tener que malgastar balas con ustedes". Le dijo el sheriff cuando vio a Albert y Amata correr hacia él.
"El tipo llamado Burke. Dijo que nos pagaría por explotar la bomba", Respondo amata alarmada.
"¿Qué les dijo que?". Apretó los dientes Lucas Simms. "Nunca confié en su aspecto".
"¿Y si le pide a otro que haga explotar la bomba? Deberías hacer algo". Propuso Albert.
"En eso tienes razón. Vengan conmigo. Está a punto de recibir una lección sobre justicia en el Yermo".
Los chicos siguieron a Lucas Simms hacia el bar de Moriarty. Una vez dentro, el sheriff desenfundo su rifle de asalto y fue hasta el señor Burke. Moriarty no estaba, y los demás se quedaron expectantes por la inesperada entrada del sheriff.
"¡Eh, tu, Burke!". Le grito con el arma bajada. "Explícame que haces en Megaton."
"¿Disculpa? Eh, sheriff, ¿A que vienen esos gritos?". Se sorprendió Burke
"Sabes perfectamente de lo que hablo. ¡La bomba! Estás intentando explotarla. ¿Estás loco o qué?".
"Sheriff, me temo que ha habido un malentendido. Alguien ha debido estar contando patrañas por ahí. Yo me encargare de la situación personalmente". Refuso Burke con tranquilidad dirigiéndole una mirada a Albert que estaba a su lado derecho viéndolo con enojo.
"Te voy a poner bajo arresto, Burke. Por lo menos hasta que averigüe de qué coño va todo esto".
"Y yo me temo que no voy a poder cumplir tu exigencia, sheriff. Tengo asuntos más importantes que atender. Ahora… hazte a un lado".
"Esto no es debatible, te vienes conmigo". Sentencio Lucas Simms.
"¿Por qué siempre tiene que ser todo por las malas con gorilas como ustedes? Muy bien, sheriff, muéstrame el camino
Lucas Simms se dirigía a la puerta con el señor Burke tras el. Albert observaba como se iba pero algo llamaría su atención, veria como el señor Burke movía su brazo derecho hacia su pierna y como sacaba una pistola con silenciador.
Albert se abalanzo hacia el sin pensar en su seguridad. El señor Burke fallaría tiro dando en una de las paredes haciendo que la gente del bar se agacharía para no recibir un tiro, el arma del señor Burke se le caería de su mano al caer. El sheriff Lucas Simms giraría rápido para intentar disparar contra el Burke pero Albert estaba encima de él tratando de que no se moviera.
"¡Dispárenle!". Trato de hablar, pero el señor Burke lograría encestarle un golpe en la mejilla logrando que lo soltara. Antes de que pudiera tomarlo como rehén recibiría un tiro en la mejilla logrando tirarlo a un lado, veria con ira a quien lo hizo y vería a Amata sosteniendo el arma humeante de Burke con una mirada de enojo.
Antes que pudiera decir algo seria derribado por una lluvia de balas del rifle de asalto del sheriff y cayendo hacia atrás muerto.
Albert haría a un lado el cuerpo para levantarse adolorido en la mejilla.
"Debo de estar volviéndome lento por mi vejez, gracias por salvarme la vida". Guardando su arma detrás de su espalda
"¿¡Por qué demonios te intento matar?!". Pregunto Amata sin creer lo que el Burke iba a hacer.
"La gente del Yermo cambia y no para bien". Menciono el sheriff con experiencia.
"Supongo que asi es la vida ahora". Albert menciono al ver el cuerpo del señor Burke tirado en el suelo. "¿Qué harán con el cuerpo de Burke?".
"Lo enteraremos en una tumba sin nombre y limpiar con un trapo el suelo". Dijo el sheriff mientras se dirigían a la puerta no sin antes verlos como todavía no podían creer lo que paso. "No hay mucho que pueda darles por salvarme la vida, lo menos que les puedo dar es pagar su primera ronda en el bar. Manténganse a salvo". Retirándose del bar.
Al estar todo tranquilo Albert se sobaría su mejilla por el golpe y Amata solo le entregaba el arma a Albert.
"Tómala, no quiero cargarla". Los ojos de Amata no parpadeaban y sus manos temblaban.
"Mejor quédatela, Es mejor tener algo con que defenderte". Dijo Albert para dirigirse hacia la puerta para hacer el encargo de Moriarty. "Mejor vámonos, quiero terminar el trabajo lo más pronto posible".
Ambos saldrían del bar no sin antes Amata viera como Gob y Nova agarraban el cuerpo de Burke para poder llevárselo a otro lugar.
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