¡Hola, chicos! Como siempre, aclaro que los personajes de CCS no me pertenecen, pero todo lo que verán en esta historia surgió de mi completa imaginación.
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Queda terminantemente prohibida la copia parcial o total, así como el uso de escenas o la trama sin mi consentimiento.
Bueno a comenzar :D
La dama de medianoche
Capítulo 20
Shaoran Li
De golpe, el ambiente en el despacho se volvió pesado e incluso sentí que las paredes se habían movido, haciendo que el espacio se redujera. Todo por sus ojos. Ellos me decían a gritos una petición que no estaba dispuesto a cumplir y se lo hice saber antes de siquiera emitir palabra:
―Si es lo que creo, mi respuesta es no.
―¡Shaoran!
―He dicho que no ―volví a negarme y caminé hacia el escritorio de Eriol, buscando poner distancia entre ella y yo.
Por supuesto no me lo concedió.
―No puedes negarte sin darme oportunidad de explicar ―insistió―. Necesito un tutor, alguien que me guíe y me diga qué es lo que estoy haciendo mal.
Apoyé mis manos sobre la superficie de madera, dándole la espalda. ¿Acaso ella comprendía la magnitud de lo que me estaba pidiendo? Si apenas podía controlarme cuando estaba a su lado para no besarla o acariciarla, ¿cómo pretendía que me mantuviera ecuánime mientras le ayudaba a crear una escena erótica para su historia? Sería una tortura tratar de describirle lo que ocurría en el lecho, explicarle posiciones o buscar una forma en la que entendiera lo que un hombre y una mujer experimentaban antes, durante y después de su unión, porque eran momentos muy diferentes que merecían ser descritos con todos sus matices y colores.
Con un demonio, de solo imaginarnos hablando y creando tales escenas, teniéndola cerca y deseosa de aprender… La corriente de excitación me atravesó y se concentró en mi ingle.
―Shaoran, en serio necesito esto. ―Su mano delicada se posó en mi brazo y como si fuera magia, toda mi atención descansó en ese punto―. Apliqué los consejos que Murakami me dio… pero no resultó. ―«¡Maldita sea, que yo te di!» ―. Inicié con la lectura de Sabor a Pasión como bien sabes y, a pesar de sentirme incómoda al principio, lo abordé con mente objetiva: analicé, hice lista de palabras claves y desglosé las escenas para establecer una estructura y patrones. Cuando me sentí lista, traté de abordar mi escena con ánimo y confianza, usando mi propio estilo y lo enriquecí con los nuevos elementos… pero a medida que las tachaduras aumentaron en el papel, me fui llenando de frustración hasta que abandoné… ―Su voz estaba impregnada del fracaso y la desesperación―. Entonces volví a Sabor a Pasión, intentando descubrir cuál era mi error… ¡Hasta traté de visualizar las escenas como lo hice aquella noche en la terraza de la Sociedad!, pero no funcionó y… ―Ella enmudeció cuando me giré abruptamente.
―¿Qué dijiste?
Sakura retrocedió un paso en respuesta.
―¿Eh? Yo… Que los consejos no funcionaron y…
―Dijiste que "visualizaste".
Teniéndola tan cerca, detecté el preciso momento en el que se le cortó la respiración. El delicioso color apareció en su rostro y provocó una oleada de placer que arropó mi corazón, haciendo que mis latidos fueran aún más fuertes, casi erráticos al igual que mi respiración que salía por mis labios entreabiertos.
―¿Qué fue exactamente lo que visualizaste, Sakura?
Ella no respondió y antes de que huyera, porque lo vi en sus ojos, mis manos fueron a su cintura y la giré para cambiar de posiciones: ahora era ella quién estaba entre el escritorio y yo.
―Sakura, ¿a quién viste esa noche?
―Yo…
―¿Quién fue el hombre que te colocó el collar y te prodigó la caricia secreta? ―Bajé la cabeza, solo un poco, dejando el espacio suficiente para que rechazara mi cercanía.
No lo hizo. Su respiración entrecortada besó mi piel y entonces su lengua se asomó para humedecerse los labios. Todo mi cuerpo vibró de deseo.
―¿Quién, Sakura? ¿El hombre enmascarado… o algún otro?
―Tú… ―musitó en un casi jadeo―. Eras tú en aquel momento, eras tú en aquel cuadro que leímos juntos y…
―¿Y? ―susurré, juntando nuestras narices.
―No era Murakami, sino tú, Shaoran… Incluso en la habitación dorada que escribiste… Eras tú… sentado y observando cómo caminaba hacia ti…
Maldije en mi mente al entender de lo que hablaba. Esa era una de las escenas más eróticas que había escrito y que ella nos hubiera imaginado así… Por dios, la quería ahora. La necesitaba como nunca antes había necesitado algo. Ansiaba contemplar esa desnudez que tanto había imaginado, justo como la mujer del cuadro, justo como la mujer de mi historia: dueña de sí misma, cómoda en su propia piel, y adorar cada centímetro de ella.
―¿Te imaginaste desnuda? ―pregunté, ebrio de pasión y ella asintió.
―Por completo… y tú observando. ―Sus manos se posaron en mis hombros y presionó con fuerza.
Allí estaba, su deseo haciéndose presente. Lo podía ver en sus ojos febriles y entrecerrados, en su cuerpo ligeramente arqueado y en sus labios anhelantes.
―Hazlo ―susurré en su boca y apreté su cintura―. Tómalo.
―Shaoran…
―Bésame, Sakura, y llévanos a la deliciosa locura.
El aire abandonó sus labios, caliente y vibrante. Poco a poco, sentí como se ponía en puntillas, mis manos se cerraron aún más en su cintura ante la expectativa y cuando el contacto llegó fue glorioso, embriagador y dulce, justo como lo era ella.
Al volver al piso, me mostró la necesidad de ser ella la besada sin decir palabra al lamer sus labios. La complací. Y aun cuando deseaba un beso profundo que me permitiera saborearla… devorarla y hacer que se aferrara a mí, escuchando sus tiernos gemidos y la agitación apasionada de su respiración, me contuve para no asustarla.
La besé suave y a consciencia, dándome la oportunidad de memorizar la forma, textura y la suavidad de sus labios; dejando que ella también me conociera y me deseara en igual manera, aunque eso fuera imposible porque no había forma en la que Sakura sintiera tal opresión y necesidad que incluso me dificultaba el respirar.
Sin poder evitarlo, delineé con la punta de mi lengua sus labios al querer sumar el sabor a la experiencia; un suspiro nació de ella y murió en mí. El ardor me recorrió entero y cuando me di cuenta, ya estaba explorando todos los recovecos de su boca, marcando una danza lenta con su lengua que ella trataba de seguir en su inocencia. El beso se tornó húmedo, reverente, fogoso y erótico; repleto de su ternura, de mi ardor contenido y del aroma de ambos mezclándose para formar uno solo: el de la pasión.
Me separé por un momento y descubrí en sus ojos la lujuria que los hacía brillar como nunca antes. Mordió sus labios hinchados y hambrientos de todo eso que yo podía darle.
―Shaoran… ―susurró cargada de necesidad y esa fue mi perdición.
Mi consciencia se durmió y solo quedó el apetito voraz que sentía por ella.
Sin perder detalle de su expresión, mi derecha abandonó su cintura y la deslicé por su espalda en ascenso; ella se arqueó en respuesta y cerró sus ojos para disfrutar de la caricia que recorrió la amplia curvatura, hasta tocar el sensible lugar que se ocultaba en su cuello. La reacción de Sakura fue instintiva, se ladeó sin saber lo que ese pequeño movimiento podía significar para un hombre, la indecente invitación que me estaba haciendo… y por eso resultaba todavía más excitante.
Después de entretenerme un poco allí, quise cumplir mi anhelo más grande. Me quité los endemoniados guantes, los dejé en el olvido y solté un suspiro al sentir su tersa piel. Volví a apoderarme de su boca con mayor brío y más urgencia, apretando y recorriendo mucho más de ella ahora que mis manos estaban libres. El camino inició en su diminuta cintura hacia su generosa cadera, para finalizar en la preciosa y carnosa curvatura baja que presioné y ella, solícita, acopló todos sus cálidos contornos a mí. Un jadeo placentero se hizo presente cuando sintió mi miembro excitado contra su vientre, clamando por ella y su calor.
Las campanas resonaron en mi cabeza, pero fueron acalladas cuando la sentí despojarse de sus guantes también, para después hundir con desespero sus manos en mi cabello y suspirar.
Infiernos y más infiernos. Quería sentirla, quería macarla como mía y demostrarle con hechos que la realidad podía ser mucho mejor de lo que ella había podido imaginar en la soledad de su habitación.
Abandoné sus labios y prodigué besos por su mejilla rumbo al lóbulo de su oreja, que succioné y mordisqué sin piedad.
―Oh, santo cielo ―musitó y sonreí sobre su piel.
De allí, fui en descenso y, sin indicarle nada, Sakura echó atrás la cabeza, dándome libertad de recorrer la piel erizada de su cuello, donde me embriagué y me volví adicto a su aroma a limones. Necesitaba más, mucho más de ella y continué el camino de besos hacia el hueco entre sus clavículas; sus gemidos se intensificaron y la sentí llevarse la mano a la boca. Enseguida me enderecé y la tomé para liberar sus labios donde dejé un único beso fogoso.
―Jamás te reprimas. Nunca, Suspiros. Ese sonido precioso es mi premio y lo quiero completo.
Sakura asintió sin desviar sus ojos anhelantes de mi boca y, para mí satisfacción, fue ella quien inició de nuevo.
Sus manos volvieron a mi cabello, lo acarició y dio pequeños jalones que me enloquecieron, así como sus suspiros que fueron un poco más sonoros y maravillosos. Por Dios, yo era el Erudito de las Sábanas, el hombre que era experto en la seducción y el sexo, pero había sido sometido por esa pequeña mujer y su avasallante e inocente pasión.
Mordí su labio inferior y ella me copió sonriendo con malicia, mostrándome que aprendía rápido. Volví a marcar mi ruta descendente, aunque esa vez me desvié hacia sus hombros desnudos y agradecí a quien fuera que hubiera diseñado ese vestido, porque era una bendición. Era mucho mejor tocarla con los labios, parecía más suave, delicada y sabía delicioso. Me provocó dejar allí mi marca, pero tuve la suficiente lucidez para contenerme… de momento. Porque una vez fuera mi esposa me aseguraría de visitar cada lugar de su cuerpo y hacerlo mío, como también le enseñaría a ella que podía hacer lo mismo conmigo.
Eso sería exquisito y de solo pensarlo, mi sangre hizo erupción y mi erección se volvió más potente. Debía tener más de ella, por lo menos algo que me permitiera soñar y aguantar el tiempo de cortejo que sabía sería una tortura. Para ambos.
Volví sobre el camino húmedo de mis besos y continué bajando, mientras mis manos volvían a apretar la suave carne para alzarla y colocarla sobre el escritorio. Me posicioné entre sus piernas abiertas y empecé a remangar el vestido para subirlo poco a poco. Por lo menos eso, por lo menos verla alcanzar el éxtasis sería suficiente para mí.
Mi boca llegó al borde del corpiño; allí me detuve para sentir como su pecho subía y bajaba con rapidez. Sakura deslizó sus dedos por mi cabello y ansiosa se arqueó un poco, concediéndome el permiso mudo de hacer lo que yo quería y que ella sabía muy bien; había leído lo suficiente como para estar al tanto.
Era lo que me gustaba de ella.
Mi mano derecha se deslizó por su vientre, pasando por su abdomen, hasta alcanzar el borde curvo, mientras que la otra seguía en su lenta tarea de descubrir sus piernas que después me encargaría de atender de la misma forma. Retuvo la respiración cuando acuné su seno y entonces… lo alcé hasta que la suave piel estuvo a mi disposición. Besé y lamí con fervor, para después soplar sobre el fresco rastro, provocando más suspiros entrecortados. Hice lo mismo con el otro y el gemido fue más potente.
Mis dedos buscaron el cálido valle interior, tratando de bajar la tela y liberarla para alcanzar la gloria de sus pezones. Faltaba poco, pronto podría ver esas cimas rosadas, erguidas para mí, y engullirlas, para después buscar el plácido lugar que ya debía estar húmedo y preparado para recibir mis atenciones.
Solo un poco más, un poco… Entonces la maldita puerta se abrió.
Como si me hubieran lanzado un balde de agua helada, la pasión murió y me giré. No importó la molestia que palpitaba en mi ingle, cuadré mi cuerpo para proteger la integridad de Sakura o, más bien, retardar el momento en que su identidad quedara al descubierto. Para mi sorpresa, consternación y alivio, en parte, quienes entraron en el despacho fueron Eriol y Tomoyo.
Ambos se congelaron en la puerta y el silencio cayó pesado entre los cuatro. No sabía lo que estaría pasando por la mente de la marquesa, incluso podría estar imaginando que esa era una actitud habitual en mí, pero Eriol sabía muy bien que yo no era el tipo de hombre que se liaba durante una fiesta… En realidad, desde que me había casado con Claire no me liaba y punto.
La pequeña mano de Sakura se cerró en mi espalda y pude sentirla temblar. Debía estar aterrada, pensando en que su reputación estaría arruinada, y estuve a punto de voltearme y decirle que todo estaría bien, sin embargo, Eriol se me adelantó tras dejar ir un largo y pesado suspiro:
―Imagino que ya sabes lo que debes hacer.
Yo mismo me oí suspirar lleno de frustración; jamás esperé que me viera obligado a realizar mi propuesta en tales circunstancias que eran del todo menos románticas… No era, en definitiva, lo que una mujer como Sakura se merecía, pero asentí.
―Lo sé muy bien y lo haré. Mañana a primera hora ―dije con firmeza.
La mano de Sakura me liberó abruptamente.
―¡No, no! Espera un segundo. ―Ella se colocó frente a mí y me observó con sus ojos enormes y asustados―. No puedes hacer esto, Shaoran. Por favor… No puede pasar, no así.
Parpadeé confundido, ¿de qué rayos estaba hablando?
―Sakura…
―No tienes ninguna obligación conmigo ―me interrumpió y sentí sus palabras como una patada en el estómago―. Shaoran, yo… No tienes que hacer nada… Solo…
―¿Acaso me estás pidiendo que… permita que tu reputación se destruya? ―pregunté en un susurro contenido.
―¡Solo nos vieron ellos! ―gritó con tal desesperación que mis músculos se contrajeron de ira―. Nadie hablará si ninguno de los aquí presentes lo hacemos, ¿verdad? Nadie lo sabrá.
―¡Yo sí lo sé! ―espeté entre dientes―. Sé muy bien lo que hice y no puedo creer que me estés pidiendo que me retracte como un maldito cobarde. ―Me enderecé y le dediqué la mirada fría, poderosa y de espíritu irrevocable que pocas veces utilizaba; ella retrocedió un paso y se llevó la mano a la boca como si quisiera ahogar un lamento, pero no permití que me suavizara. Con el porte recto que me caracterizaba, le comuniqué mi decisión―: Mañana iré a tu casa, hablaré con tu padre y pediré tu mano, Sakura Kinomoto. No hay nada más que hablar.
―¡No! ¡No te casarás obligado conmigo porque sería lo mismo que casarme con lord Winslow! ―gritó con ojos llorosos; no me importó porque su frase se clavó en mi pecho como una puñalada.
―¡Sakura! ―escuché el grito de la marquesa porque mis ojos no veían más que a la mujer que parecía un pequeño animal atrapado. Me sentí herido, traicionado y no por su negativa… sino por la forma en la que decía: "no". ¿Tan repulsiva le resultaba la idea de casarse conmigo?―. Lord Wemberly, lo mejor será que dejemos esto para mañana. Todos estaremos más calmados y…
―No me importa si pregunta hoy, mañana o dentro de un año. En estas circunstancias, la respuesta seguirá siendo no ―espetó Sakura con un ímpetu que me dejó en claro que la respuesta a mi pregunta era: sí.
―Sakura, así como nosotros nos dimos cuenta de que no estaban en el salón, muchos otros lo habrán hecho y para mañana el chisme estará corriendo. ¡Tu nombre estará por el suelo!
―No me importa, yo… Esto no debió pasar… No así… ―Ella buscó mi mirada y mi mano, pero yo ya tenía suficiente―. Shaoran… tú no estás obligado a nada… no tienes que…
―Me largo.
Pasé por su lado a largas zancadas hacia la puerta, sin embargo, Eriol sujetó mi brazo con fuerza.
―¿A dónde vas?
―Tan lejos de ella como sea posible porque si no lo hago, créeme, haré una maldita locura ―siseé y me zafé para continuar mi camino.
Eriol no hizo nada más por retenerme, pero estuve a punto de hacerlo cuando oí el sollozo de Sakura hacer eco en el pasillo y en mi propio pecho. Apreté mis puños a mis costados, estaba tan furioso y confundido que no confiaba en mí para confrontar su llanto, temiendo incluso decir algo que lo provocara aún más.
El repiqueteo de un bastón se escuchó al frente y cuando alcé la mirada me encontré con Takeshi que venía a toda la prisa que su pierna le permitía. No tenía ánimos ni ganas de hablar así que seguí andando.
―¡Allí estás! ¡Eriol me tenía buscándote por todos lados!
―Pues me encontró ―dije y pasé por su lado.
―¡Hey! ¡Shaoran! ―Su paso discordante venía detrás de mí―. ¡Cabrón de mierda, espérame!
Gruñendo un improperio, frené mi avance y él me alcanzó en unos cuantos bastoneos.
―¿Qué quieres?
―¿Qué diantres pasó?
―Nada. Solo que una señorita prefiere que enloden su jodida reputación antes que casarse conmigo.
―¿Qué…? Pero… ¿A dónde diablos vas? ―preguntó cuándo retomé el camino.
―A casa.
―¡¿Lo dejarás así?!
Resoplé y volví a detenerme porque ese no era un tema del cual se pudiera hablar a los gritos.
―Si me quedo y la muy terca sigue negándose, perderé los estribos y terminaré secuestrándola para casarnos en Warleem. ―Me coloqué las manos en las caderas y busqué un poco de calma en mi respiración―. Necesito enfriar mi cabeza y estando aquí no lo conseguiré.
Takeshi asintió y posó su mano en mi hombro.
―¿Quieres que te acompañe? Podríamos ir al club y beber un poco…
Negué con mi cabeza.
―Necesito soledad ―musité, para eso si era buena la desgraciada―. ¿Podría pedirte un par de favores? ―Él volvió a asentir y palmeó mi espalda―. Dile a mi madre que me fui a casa; lleva un vestido azul… Y también sondea el alcance del daño.
―Lo haré, tranquilo.
Con su promesa, abandoné el hogar de los marqueses de Reever furioso y frustrado tanto mental como físicamente. Y ni hablar de la parte sexual.
No quería pensar, no quería recordar porque en vez de encontrarme con sus ojos cargados de excitación, venían a mí los húmedos y llenos de desespero. Asesté un golpe contra mi muslo y lancé una sarta de maldiciones; todo se había salido de control y él único culpable había sido yo.
Llegando a casa, no esperé que ningún lacayo me abriera la puerta, prácticamente salté hacia el frío exterior y subí los escalones de dos en dos. Thorley se materializó en la puerta para recibir mis cosas y allí me di cuenta que, en mi cólera, había dejado olvidados los malditos guantes.
―No quiero ser molestado, no hay visitas y no hay recados hasta que yo lo diga.
―Como usted ordene, su señoría.
Dejando eso en claro, me encerré en mi despacho, iluminado únicamente por el fuego danzante de la chimenea. Cogí una de las botellas de la licorera; la idea de adormecer mi consciencia era demasiado tentadora, pero pasados los dos primeros tragos me di cuenta que esa era la salida cobarde y yo necesitaba estar en mis cinco sentidos para pensar, analizar lo que había pasado porque no comprendía nada. ¡Nada!
¿Había leído mal las señales? ¿La había malinterpretado? Un "no" rotundo rugió en mi mente porque ella había estado fantaseado conmigo. Sakura había visualizado una de las escenas más eróticas que había escrito y ambos habíamos sido sus protagonistas. Me deseaba desde antes y su respuesta a mis besos y caricias había sido… Infiernos y más infiernos, ¡no entendía nada y eso me ponía de mal humor!
¿Qué era lo que estaba malditamente mal? Repasé una y otra vez los momentos que había vivido con ella y no hallé nada que me explicara su rotundo rechazo. Porque no había sido un: "lo pensaré" o un "hay que hablarlo luego" como había dicho la esposa de Eriol… Las palabras de Sakura habían sido: "No me importa si pregunta hoy, mañana o dentro de un año. En estas circunstancias, la respuesta seguirá siendo no".
En ese momento la puerta del despacho se abrió y estuve a punto de gritarle a Thorley, pero no fue él quien entró… sino mi madre. Elevé mi mirada hacia el reloj que descansaba detrás de mi escritorio y vi que había estado cavilando por más de dos horas.
―No te percataste del correr del tiempo, imagino ―sonrió.
Caminó en silencio hacia una mesa y cogió los cerillos para encender una a una las velas que iba encontrando en su camino.
―Pensé que iría a casa de Fanren.
―Los criados deben estar celebrando por mi ausencia ―se rio y se sentó frente a mí―. Lo siento…
―¿Por qué se disculpa?
Mi madre mostró una pequeña sonrisa triste.
―Fui yo quien alertó a Eriol y a Tomoyo de tu desaparición. ―Mi boca se abrió y empecé a boquear―. Sé que la estimas mucho, puedo verlo en tus ojos... Por eso pensé que no querrías verla envuelta en un escándalo.
―Jamás… pero al parecer ella prefiere eso a casarse conmigo ―resoplé.
Fue el turno de mi madre de parecer atónita, sin embargo, la expresión le duró poco y fue suplantada por la serenidad.
―¿Se lo propusiste?
―Era lo que tenía que hacer, pero Sakura fue bastante enfática en su no ―dije en tono irónico.
Un suspiro se escuchó y después se puso en pie para sentarse en la mesita frente a mí.
―Shaoran, yo… ―Vislumbré la duda en sus ojos, pero después apareció una pequeña sonrisa―. Hijo, una vez cumpliste con tu deber y, gracias a la divina providencia, fuiste muy feliz con Natsumi el tiempo que estuvieron juntos… Ahora que tienes el poder de elegir, hazlo con esto ―señaló mi cabeza―, pero más con esto ―apuntó mi pecho―. No lo conviertas en una obligación. Es tu futuro, su futuro juntos y su felicidad, así que lucha por ello. ―Acarició mi mejilla con cariño y después dejó en mis manos una carta―. Me la dio Takeshi, quizás esto aclare un poco tus ideas.
Con esas palabras, dejó un beso en mi cabeza, cogió la botella y la dejó en su lugar, haciéndome sonreír porque ella siempre sabía qué decir para calmar las tempestades de mi vida.
―¿La veré en el desayuno?
―Hasta que no conviertas a Sakura en mi nuera, seguiré mandando en este lugar ―dijo y salió con toda esa dignidad tan propia de ella.
Me reí con ligereza sintiéndome un poco mejor, pero viendo el sobre en mis manos, sellado con el lacre azul de Eriol, suspiré al pensar que el poquito buen humor que había recuperado se evaporaría con las letras de mi amigo.
―Pues a darle prisa, entonces… ―Rasgué el sello y saqué la nota para comenzar a leer.
La elegante letra de Eriol se hizo presente y me encontré con un "Alioth" en el encabezado que me hizo saber que lo demás sería un desastre. Resoplé, ¿por qué demonios tenía que acertar siempre?
«No te escribo esto con la intención de preocuparte, todo lo contrario, pero imagino que querrás saber que, después de largos… muy largos minutos, Tomoyo logró calmar el llanto de la señorita Kinomoto. No me preguntes: ¿qué diablos pasó? Yo tampoco entiendo porque lo único que la pobre muchacha repetía entre lágrimas era: "lo he estropeado" y "me odia". Imagino que Tomoyo tiene razón, fue el ardor del momento y la señorita Kinomoto no estaba pensando con claridad…"
Ninguno de los dos lo habíamos hecho, en realidad. Un suspiro entrecortado surgió… me sentía un maldito asno.
Seguí leyendo la carta de Eriol. Gracias al apoyo y consuelo de Tomoyo, Sakura se recuperó y ellos la llevaron con su madre, alegando un dolor terrible de cabeza y un desmayo que, aparentemente, la señora Kinomoto les creyó por la palidez de su hija. Después de eso, ellas se retiraron no sin una pequeña charla entre las amigas.
"No sé qué se dijeron, pero Tomoyo trató de pedirme que la llevara a la casa Wemberly. Me negué, por supuesto, porque lo ocurrido es un asunto que solo ustedes dos deben y sé que resolverán. Está furiosa conmigo, más de lo que estaba en un principio y en realidad no me importa, estoy agotado y se los contaré otro día.
Por otro lado, Takeshi te manda a decir que cumplió con tu encargo y sondeó el salón para ver si alguien se había dado cuenta de tu ausencia o de la señorita Kinomoto. La única que dio indicios de haberlo notado fue lady Marfeld".
―Esa bruja endemoniada ―gruñí y continué leyendo, encontrándome un cambio de letra abrupto.
"Y como soy el grandioso dios del engaño, me encargué personalmente de hacer control de daños. Les dije a todos que te habías ido temprano y tu madre me ayudó a darle veracidad a mi historia, aunque te advierto que ella sospecha algo. Así que prepárate por ese lado."
Resoplé, era inútil que me dijera eso si habían enviado la maldita carta con ella. Nuevamente, hubo otro cambio de letra en el punto donde Eriol retomó la escritura:
"Aun cuando Takeshi hizo todo lo posible por contradecir a la condesa, lo mejor es que resuelvas esto en el menor tiempo posible. Y por lo que logré ver en mi despacho, es lo que quieres, ¿no es así?
Atentamente,
Azruel y Asgot.
Posdata: eres un bastardo por usar mi maldito escritorio y créeme cuando te digo que me lo cobraré cuando tenga oportunidad. Esto es mucho mejor que el temita de las infernales galletas."
Sonreí, era un maldito engreído cuando quería serlo. Y, para mi fortuna, me había equivocado. Esa carta no me había hundido, se había sentido como un apretón en el hombro de parte de ellos y eso, junto a las palabras de mi madre, hicieron mucho más por mí de lo que hubiera hecho la botella de licor.
Me senté en el alfeizar de la ventana y observé las estrellas titilar en esa fría madrugada. El rechazo de Sakura todavía seguía siendo un misterio para mí, incluso más después de leer la carta de Eriol… porque los susurros: "lo arruiné" y "me odia" significaban arrepentimiento, pero si me presentaba sin más en la casa de los Kinomoto, reviviríamos el momento, sería incómodo para ambos y eso conllevaría a otra discusión que nos alejaría más.
No… debía volver a mi intención inicial y pensar las palabras que una mujer cómo Sakura le gustaría escuchar, porque se las merecía y porque yo quería decírselas, para después hacer una propuesta de matrimonio como debía ser. Sí… usaría el tiempo que me quedaba de esa madrugada para idear un plan de acción porque mi principal contendiente no sería su padre y mucho menos su hermano, sería ella.
Tenía que hacerle ver lo buena que podría resultar nuestra vida… juntos. Sonreí con un poco de malicia, ella me había seducido esa noche… Ahora era momento de conquistar a mi querida lady Suspiros.
Capítulo veinte y con el fin de esta cuenta regresiva, esta escritora se esconde xD
Solo les diré que espero que hayan disfrutado este besazo… digo… capítulo. ¿Qué creen que pasará ahora? ¿Qué estará pasando con nuestra Ama? Porque vimos que nuestro conde después de pasada la molestia, dijo: iré con todo ahora, mejor prepárese, lady Suspiros.
Sin más, espero que hayan pasado una muy feliz navidad y les recuerdo que el próximo capítulo sale el 09/01. Por eso aprovecho para desearles un feliz año nuevo y espero que ya tengan su lista de propósitos porque no queda nada para que llegue el 2022. Les envío un beso y mis mejores deseos para que, en familia, sigamos avanzando, sonriendo y viviendo. Demos gracias por lo recibido, por ese cielo azul y por la lluvia que alimenta la tierra.
Muchas gracias por haber formado parte de mi año, por su apoyo y por acompañarme a través de sus mensajes. Un proyecto dio fin este 2021 y dio inicio uno nuevo, así que el 2022 verá el final de la Dama de Medianoche y el inicio de otro más, Dios mediante :)
Los amodoro, chicos, no saben cuánto me animan con cada mensajito y por eso les doy gracias infinitas. Gracias por darme la oportunidad de llegar más allá de la pantalla hasta sus corazones.
Mi agradecimiento como siempre a mis preciosos lectores cero Pepsipez y WonderGrinch por acompañarme en esta aventura desde su concepción :)
Recuerden, el próximo capítulo sale del horno el 09/01.
Gracias por cariño y espero sus comentarios :)
Un enorme beso para todos y feliz año nuevo,
CherryLeeUp.
