Disclaimer: La historia es de mi pertenencia, en ella sólo utilizo sin ningún fin de lucro, a los personajes de Naruto, cuyo creador es Masashi Kishimoto. Está prohibido re-suban o adapten esta historia.

Day 17: A gentle man

Rated: k+

Summary: Au. [1/2] "¿No lo ves? Puedes tratar de pelear contra ello, pero esto está destinado a ser. Tú y yo…" se conocieron en una tarde lluviosa, y fue en un día invernal que Sakura fue directo a los brazos de Sasuke.

NA: Tuve problemas con mi laptop, por lo que no pude publicar ayer.

Esta historia tiene continuación.

Sin betear, disculpen los errores.


Meant to be

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El día había sido casi igual que los anteriores. Era su turno para quedarse de responsable en el café. A sabiendas de eso, había ido a la parte trasera de la tienda para alimentar al pequeño gato negro que desde hace varios días había rescatado.

—Deberías llevarlo a tu casa —había dicho Suigetsu, parte en fastidio y parte en burla. No le gustaban particularmente los gatos—. Ya le compras comida, prácticamente es tuyo.

—No hay manera de que haga eso —masculló Sasuke, un poco ceñudo. Él tampoco se consideraba un amante de los animales.

Y sin embargo desde que encontró a ese malnutrido y pequeño gato abandonado en una caja cerca de la basura, y le había maullado con un sonido tan lastimero, que incluso Sasuke no podía evitar sentir pena.

—Ya está mal acostumbrado. Nunca dejara de venir —dijo malhumorada Karin. Ella era alérgica a los gatos, y no estaba más contenta que Suigetsu por su visita diaria.

Pero a pesar de las negativas de sus compañeros de trabajo, y el constante declinar de Sasuke de adoptar al gato, él seguía dándole de comer.

—Es solo porque aún es muy pequeño —dijo para los demás y para sí mismo. Aun sin saber a quién trataba de convencer.

No podía llevarlo a casa; él estaba viviendo con su hermano y la pareja de este, y simplemente no podía llegar de un día para otro con un gato. Y aunque se le permitiera tal cosa, su salario en el Café tampoco era lo más adecuado para mantener a una mascota. Necesitaban muchos cuidados, y él apenas podía sobrevivir con lo que ganaba.

Exhaló con cansancio. Una razón más para sentirse como un fracasado.

Su vida definitivamente no estaba yendo como alguna vez lo pensó.

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Esa tarde no había habido mucho movimiento en el Café. Sasuke ya había limpiado y ordenado el mostrador y las mesas, que cuando los últimos clientes se habían ido, pasó más de cinco minutos con la mirada perdida hacia afuera del ventanal. Incluso si aún no era de noche, afuera se veía más gris de lo usual.

Seguro lloverá, pensó.

Y a los pocos minutos, el agua comenzó a caer. Sasuke había estado tan distraído en sus pensamientos -más que nada repasando sus decisiones pasadas y todo lo que le llevó a estar atendiendo un Café, y frustrándose consigo mismo-, que tardó en recordar lo que implicaba que estuviera llevando.

¡El gato!

Tan rápido como pudo, salió por la puerta trasera, sin siquiera preocuparse por nada más que el pobre gatito que se refugiaba bajo una malgastada caja de cartón. El agua no era tan fuerte como le había parecido dentro de la tienda, pero sin duda el aire estaba más frío de lo usual.

Suspiró con alivio cuando verificó que el animalito no estaba empapado, pero la culpa le invadió un poco al ver al pequeño gato temblar, y maullarle levemente.

Consideró qué hacer, recordando el desagrado de sus compañeros de trabajo… y al final mandó al carajo esas opiniones. Ellos no estaban de turno, de todos modos. Así, tomó al pequeño gato en sus brazos y regresó a la calidez de la tienda. Deambuló por el pequeño cuarto de servicio, donde solían cambiarse de ropa, y rebuscó alguna prenda para secar al gato. Por un instante, un pensamiento malvado le hizo considerar tomar alguna playera de Suigetsu que estaba por ahí, pero al final desistió al encontrar una toalla mediana. Envolvió al gato en ella y regresó hasta la cocina. Buscaría darle algo de comer.

—Hum, disculpa —una suave voz llamó.

Sasuke se detuvo en medio andar, giró su rostro hasta el mostrador, y unos ojos verdes ya le observaban. Fueron como tres segundos pausados, donde ambos se miraban. Él, confundido, ella algo impaciente. Rápidamente, Sasuke se encaminó, y tratando de mantener a raya la vergüenza, adoptó la formalidad de un empleado ante un cliente.

—Lamento la tardanza, ¿puedo ayudarte en algo? —Su voz más ronca de lo usual, sus palabras algo atropelladas. ¿Cuánto tiempo llevaba ella ahí esperando? Si Orochimaru supiera de eso, ya se imaginaba la reprimenda que se llevaría.

La chica sonrió un poco forzada, aun tratando de mantenerse educada.

—Quisiera dos americanos grandes, un late descafeinado, y dos…

Maullido.

La chica miró sorprendida hacia Sasuke, ambos bajaron la mirada hasta el bultito que él seguía sosteniendo con una mano contra su pecho. El pequeño gato se asomaba de entre la cubierta de toalla, y sus ojos azulados relucían de entre su pelaje negro. Volvió a maullar, y ahora sí Sasuke supo que tendría problemas si su jefe se enteraba. Miró con nerviosismo a la chica, a punto de disculparse y excusarse, pero un "aww" salió de la pelirrosa.

—¡Qué lindo! —Ella se inclinó más en el mostrador, tratando de ver con más detalle al animalito. Luego miró hacia afuera, a la lluvia que ahora resonaba con más fuerza—, ¿estabas ocupado rescatándolo?

Sasuke asintió con torpeza.

—Eres muy amable —ella dijo con una sonrisa sincera, y él creyó que le habían golpeado en el estómago. Se sintió raro. Ella no pareció darse cuenta—. Puedes tomarte tu tiempo, no es urgente mi pedido. Se merecen esperar por hacerme venir a comprar con este clima —le dijo la chica, más amable que al principio, como compartiendo una travesura.

Sasuke se disculpó un momento y dejó al gato en una pequeña caja que encontró en el almacén. Lavó rápidamente sus manos, y regresó a atender de nuevo el pedido de la chica. Ese breve momento le dio la oportunidad de recuperar el aliento y el color de su rostro.

¿Por qué me siento así...?

Ella se mantenía amable, y lanzaba miradas curiosas a Sasuke, y eso le hacía sentir un poco de presión. Por lo general era observado, pero en ese momento, ante lo ocurrido, se sentía algo nervioso y torpe. Como si hubiera sido atrapado en medio de alguna situación vergonzosa. Mientras preparaba su pedido, escucho los maullidos del gato, cada vez más fuertes. La chica trataba de estirar su cuello, intentando vislumbrarle, y Sasuke rogaba porque se no le distrajera más y luego cometiera un error, como echarse encima el café caliente.

En un momento iré, refunfuñó.

—Parece que no quiere estar solo —comentó la chica—. Seguro que es porque aún es un bebé.

—Eso creo —dijo Sasuke, con el ceño fruncido, tratando de vaciar el café en su vaso.

—Uh-huh… alguien no puede esperar más —dijo ella, luego rió.

Sasuke apenas había realizado la mitad del pedido, cuando miró sobre su hombro. El pequeño gato se había salido de la caja, y con sus cortas patitas corría torpemente hasta donde estaban.

—Qué lindo —la chica parecía a punto de morir de ternura. Más aun cuando el gatito se encaminó hasta donde ella, guiado por su voz amable. Ella se puso de cuclillas, y sin durarlo acarició su mentón.

Sasuke miró la escena con algo de incredulidad -y quizá molestia, porque el gato le pasó de largo para ir directo con una desconocida.

Ingrato, pensó con algo de falsa amargura. Ya que de cualquier manera, no le habría sujetado.

—¿Cuál es tu nombre? —ella preguntó.

—Sasuke —respondió él sin mucho reparo, hasta que se dio cuenta que ella no le preguntaba a él.

Alarmado, miró a la chica, que igualmente le miraba asombrada. Luego se echó a reír.

—Me refería al gatito.

—Me… doy cuenta.

Él quería desparecer de la vergüenza. Respondió por inercia, ya que constantemente las chicas coqueteaban con él, y siempre le pareció más fácil rendirse y dar su nombre, a soportar la insistencia. Pero lo de hace un momento, fue… ugh. Patético. Superado por un gato. Ahora sí, tocó fondo.

Decidió concentrarse en el pedido, por lo que no notó como la sonrisa de ella obtenía un toque de alegría.

—Entonces, ¿no tiene nombre? El gatito.

Había cierto tono de burla en su voz. Sasuke se mordió el labio, intentando no replicar de manera cortante.

—No —por su tono, daba a entender que no iba a elaborar más su respuesta. Ella respondió con un simple "hmm", y siguió acariciando al gatito, hasta que Sasuke acercó su pedido a la esquina el mostrador donde ella estaba agachada—. Está listo.

—Gracias —ella se levantó de un brinco, dio el pago y tomó el soporte de cartón donde iban sus bebidas.

Se encaminó hasta la puerta, y se detuvo para abrir su paraguas, mientras que Sasuke había ya recogido al gatito, ella miró sobe su hombro, y dijo.

—Me llamo Sakura. Nos vemos luego, Sasuke y gatito.

Y con una gran sonrisa y ojos coquetos, la chica salió del lugar, dejando a Sasuke, curiosamente, algo avergonzado.


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Pero él no volvió a ver a Sakura hasta ese día.

Ella corriendo, con su rostro sonrojado por el esfuerzo y sus ojos con lágrimas que le impedían ver con claridad. Su colorido cabello rosa se mostraba despeinado por la carrera, y la falda de su vestido blanco revoloteaba por la carrera.

Sus ojos se encontraron, como si le reconociera. Por un segundo eterno, sus miradas se conectaron, y un impulso extraño le empujó a encaminarse hasta él. La fuerza en Sakura falló, al igual que sus piernas, pero Sasuke alcanzó a tomarle en sus brazos, evitando que cayera.

Él estaba atónito, sin saber que estaba ocurriendo. Tan confundido por la mujer en sus brazos, que lloraba desconsolada.

—No quiero casarme, no quiero regresar allí.

Sakura sollozó contra su pecho, mientras él quedaba con su mente en blanco ante sus palabras y la verdad de esta imagen etérea. Sin pensar en que su encuentro estaba destinado a ser, simplemente le dejó aferrarse a él.

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Vaya, vaya, parece que la productividad ficker de Aricat solo resiste una semana. xd

Intensas ganas que tengo de ya no hacer nada. lol

Échenme porras.

Gracias por leer.