Disclaimer: La historia es de mi pertenencia, en ella sólo utilizo sin ningún fin de lucro, a los personajes de Naruto, cuyo creador es Masashi Kishimoto. Está prohibido re-suban o adapten esta historia.
Day 07: Years Past
Rated: T
Summary: AU [1/2] "Déjame pedirte prestado tu cálido hombro por un momento. Por favor, sé un refugio para mi alma exhausta y déjame entregarte mi corazón herido".
NA: Este angst se me fue de las manos, por muchos motivos.
Canción que inspiró es Shelter de Heejin, del ost Because this is my first life, DEBEN escuchar la canción.
Sin betear.
Shelter
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Una de las enfermeras se acercó a ella, un gesto de pena apenas visible, y le dio un apretón suave en el hombro. Fue toda la respuesta que se le dio, y tan silenciosa como fue, Sakura entendió a la perfección. Sintió un pesado entumecimiento.
Le siguió hasta recepción, para el llenado de papeles y demás documentos necesarios. Luego se haría cargo de la realidad.
Durante tanto tiempo, su vida había sido caótica, estresante y agotadora. Desde joven, Sakura tuvo que lidiar con la responsabilidad de ayudar a su padre enfermo.
Pero ahora, aquel a quien ella había dedicado casi diez años de su vida, se había ido.
¿Qué haré? Los vagos pensamientos se volvían fuertes ecos en su mente. Luego de todo este tiempo…
Miró a sus manos vacías, recordando cómo hace tan solo unas horas había sostenido la mano de su padre, y ahora él… bajó su vista hacia las cenizas. Un nudo en su garganta se hizo presente. Su corazón parecía apretar contra su pecho, y con manos temblorosas, comenzó a juntar el que había sido su único pilar, tragándose las lágrimas que le ahogaban.
Su mirada centrada en lo que tenía enfrente, pero sin querer observar realmente. Esto, sin poder evitarlo, quedaría en su mente para siempre. Se ordenó calmarse, tener compostura, ya que esa era su última labor como hija.
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Su cuerpo se sentía pesado, demasiado cansado con cada momento en que su vida parecía ponerse peor que el día anterior. Mordió su labio, intentando embotellar las emociones. No estaba en el lugar adecuado para pensar en cómo se sentía. Miró con algo de nerviosismo los papeles frente a ella, y luego hacia la exasperada enfermera.
Sakura asintió levemente, agradeciendo la atención, y tomó los papeles. Sus manos se sentían entumecidas, torpes. Con paso distraído caminó hasta llegar a una hilera de sillas, donde no había nadie alrededor. Se sentó, aun algo ida y repasó mentalmente su situación.
Sabía que sería costoso, pero esto… miró a la hoja que sostenía con demasiada fuerza, logrando arrugar donde le sujetaba. Se mostraba la cuenta que debía cubrir tras la hospitalización de su padre. Durante años habían estado entrando y saliendo del hospital, habían acumulado una gran deuda, por los medicamentos y el tratamiento, y siempre estuvo consciente de que tendría que pagarlo todo, pero la reciente e inesperada recaída de su padre les tomó totalmente desprevenidos.
Él ya se había estado sintiendo mejor, se lamentó, y tragándose las lágrimas ante el pensamiento, decidió sólo enfocarse en los números que tenía frente a ella.
Estaba tan exhausta. ¿Qué haré? No tenía a nadie a quien pedirle ayuda. El pequeño restaurant de su familia había quebrado tres años después de que ella dejó la universidad. Sus trabajos le habían ayudado a sobrevivir, pero no podía pagar de inmediato la cuenta, y si pedía un préstamo… tendría que pagarlo de por vida debido a los intereses. Lo sabía, ya que aún había una deuda de su padre con el banco.
Adolorida, una sola solución le vino a la mente. Realmente, no hay otra opción…
—¿Sakura?
Levantó la mirada con lentitud, absorta por sus pesares, y miró con confusión a la persona que le había llamado.
—Eres Sakura Haruno, ¿cierto?
Como un recuerdo brumoso, que de a poco se iba esclareciendo mientras más miraba a ese hombre, cierta alarma en ella resonó. ¿Era posible? ese cabello negro y ojos oscuros en un bello rostro que le miraban con suma atención.
—¿S-Sasuke Uchiha?
Esa fue la confirmación que él necesitaba. Ahora, sin tanta tentativa, él se acercó hasta estar de pie frente a ella. Sakura también se puso de pie, repentinamente alterada por tan inesperado encuentro.
—Ha pasado mucho tiempo —dijo él, con cierta leve fascinación. Como si le alegrara verla. Pero Sakura estaba un poco pasmada como para notarlo.
—Q-¿Qué haces aquí? —sin poder evitarlo, sus palabras parecían trabarse más en su boca.
Se sentía algo turbada.
—La esposa de mi hermano tuvo un accidente, vine a verla.
—Oh, lo siento mucho. ¿Ella está bien? —preguntó con algo de preocupación. Los hospitales para ella ahora eran sinónimo de perdida.
Pero Sasuke no parecía muy alterado.
—Solamente resbaló en la bañera. Vine en lugar de mi hermano porque él se encuentra fuera de la ciudad.
—Oh, ya veo —dijo algo aliviada.
Sin la premura de una posible crisis familiar, ni algo más que decir, Sakura le observó con un poco de detenimiento, que incluso así, no pudo pasar por alto su apariencia tan pulcra, refinada. Ella no era superficial en cuanto al aspecto, y no sabía mucho del tema, pero podía asumir que su ropa era costosa. Toda su imagen era como la de un diamante elegante. Sakura pasó una mano por su cabello, pensando por primera vez si estaba muy desaliñada. No tiene importancia, se dijo, ya que seguro todo su aspecto debía ser uno descuidado.
—¿Tú qué haces aquí? ¿Estás bien? —él le inspeccionó con la mirada, tratando de descubrir algún signo físico que pudiera ser el motivo por el cual ella estaba en el hospital.
Su escudriño sólo le hizo se sintiera incomoda. Sobre todo, Sakura encontraba extraña la situación; le era raro escuchar esas preguntas dichas por una voz que había olvidado.
—Estoy bien —le dijo, y de paso, quería convencerse a sí misma. Era extraño, estar hablando con una persona que había olvidado, más aun verle interesado en su estado—. Sólo vine a recoger la cuenta de mi padre.
—¿Estuvo enfermo?
—… Sí —y su voz se rompió en la í. Se aclaró la garganta—, lo estaba.
Debido ser su voz tenue, su tono o la agonía que cruzó en su rostro por un momento, que Sasuke entendió de inmediato la situación.
—… Lo siento, no debí-
—No te preocupes. No lo sabías —ella trató de sonreírle, pero ese gesto se sentía inusual en su rostro.
Por supuesto, no fue algo conciliador para Sasuke.
—Uchiha —escucharon a una enfermera llamar, Sasuke miró en su dirección, y luego a Sakura de nuevo.
Ella le contempló, confundida ante su indecisión. Así, una vez más, le sonrió de manera conciliadora "ve", decía su gesto.
Él abrió la boca, pero no dijo nada. Parecía estar en conflicto. Al final, sólo dijo "te veré luego", y fue tras la enfermera.
La sonrisa en Sakura se desvaneció, su mirada en la persona que desaparecía de su vista. Sin Sasuke frente a ella, ya no tenía que seguir fingiendo el ser fuerte. Soltó un suspiro, uno de esos que vienen desde el alma. Sintiendo como el entumecimiento volvía a ella.
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Media hora después, Sasuke se dirigió a donde había visto a Sakura.
Sólo que ella ya no estaba ahí, descubrió con el aliento algo entrecortado por la larga y apresurada caminata. Miró alrededor, buscándole con la vista.
—Se fue —dijo sin ser consciente, más una afirmación para sí mismo.
A pesar de que él le pidió que le esperara.
Pasándose una mano entre el cabello, trató de recuperar su postura.
Una sonrisa irónica se desplegó en sus labios, mientras pensaba como, una vez más, ella desaparecía de su radar, sin decir nada.
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Sakura no le dio pensamiento a las palabras de aquel que no esperó ver. Simplemente quería ir a casa. Tomaría un camino largo, bajándose mucho tiempo antes del autobús. Quería caminar.
Las largas caminatas eran su única manera de tranquilizarse. Sentir el aire en su piel expuesta, por leve que fuera la brisa, se sentía como un bloqueo, que le impedía derrumbarse. Mirar al frente, sus pasos, una muestra de que seguía de pie. Sakura podía dejar salir los suspiros que se atoraban en su pecho, podía dejar que su máscara de fuerza se desquebrajara un poco, y luego ir reparándole durante el trayecto. Sin nadie en particular a su lado que le observara o le juzgara…
Simplemente, trataba de encontrar un alivio a este agonizante dolor que cada día le iba consumiendo. Quería paz.
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No volvió a pensar en Sasuke, relegándolo al fondo de su mente con sus viejos recuerdos, a donde había estado, y a donde debía de estar. Porque pensar en el pasado era un dolor que no quería agregar a su ya deprimente presente.
Su vida de diario, agotadora como ya lo era con dos trabajos y cuentas que no parecían reducirse, era un ciclo de monotonía, que días tras día parecía ir acumulando más estrés y preocupación. Últimamente se sentía sin energía, sin mucho apetito y con demasiado sueño por el día. Desde que vendió la casa, parecía no poder dormir por la noche. No solo la incomodidad de un nuevo lugar o el miedo a su seguridad, sino que, no importaba si solo era un cuarto diminuto, al estar ahí, se sentía como el lugar más desolado y frío del mundo. Regresar a su nuevo "hogar" era algo que no le agradaba, pero que tras tantas horas de trabajar y sin ningún otro lado en el cual refugiarse, no le quedaba otra opción.
¿En qué momento su vida iba a tomar un mejor rumbo? ¿No había estado de bajada todo este tiempo? Temió preguntar si iba a empeorar.
Estaba cansada, distraída y desanimada. Entendía que debía reparar, pero no sabía cómo.
—¡Haruno! ¡Por el amor de Dios! —ella mantuvo su mirada gacha, aceptando otra reprimenda de su superior. Ya ni siquiera respingaba ante la voz elevada—, te dije que la reservación a nombre de Jang debía pasarse para hoy. ¡Demonios, te lo dije hace un mes!
Incluso si su superior sabía que había estado de luto hace un mes, eso ahora era irrelevante para él, y un problema que ella debió superar.
—Lo siento —masculló ella, sus ojos aun en sus pies.
—Te dije que te encargaras de la agenda, porque era más sencillo que estar ahí atendiendo. Fui considerado por lo que estabas pasando, ¿y aun así no podías llevar a cabo solo eso?
El labio de ella tembló un poco, pensando en cómo había sido abarrotada de otras tareas además de la agenda. Quizá no estaba en los salones principales atendiendo mesas y llevando a cabo la organización, pero sí había lidiado con clientes por el teléfono, se le había encargado también los pedidos y confirmaciones de materiales y locaciones.
Pero su superior seguía regañándole, con falsa decepción de que fallara incluso en una tarea tan fácil, según él. Como si hubiera sido un favor, y no la realidad de que era exactamente la misma carga de trabajo.
Sakura apretó sus manos sujetas, manteniendo la cabeza baja. Debía callar y aceptar que el error había sido de ella.
Quisiera renunciar, era la verdad. Desde el año pasado que quería dejar ese agotador trabajo, pero en el momento era el único de los dos que tenía donde le pagaba un poco más. Pero también, el que más le consumía. El trabajo de catering no era tan agotador en sí, sino las personas con las que trabajaba. Desde ayudar en las compras, la organización, la limpieza y atender en las cenas o eventos en los que fueran contratados. Sobre todo, debía mantener un buen rostro para las personas que nunca le miraban a los ojos y apenas notaban su existencia.
No estaba en la situación en la que se pudiera dar el lujo para dejar su trabajo.
Por eso, se tragaba las palabras, respiraba hondo y esperaría a estar en su habitación para lamer sus heridas. Todo, para el día siguiente repetir el proceso.
Un día, se prometió, un día todo esto será solo un mal recuerdo.
—¡Haruno!
Pero mientras tanto, debía aguantar.
Se convenció de que su encuentro fue esporádico, un momento para recordar únicamente.
Sasuke no creía en el destino, y haberle visto en el hospital, luego de tantos años, fue solo una casualidad que no esperó se volvería a repetir.
Pero su subconsciente trabajaba de otra manera, porque sin haberle buscado, captó por el rabillo de su ojo un color conocido, y en automático giró su rostro para corroborar.
El colorido rosa que podría pertenecer a cualquiera, pero su mente solo lo asociaba con ella. Sus ojos se agrandaron un poco en sorpresa cuando vio su rostro.
¿Sakura?
Vestida como los demás camareros, atendiendo a las personas. Era ella. Si le pudo reconocer luego de diez años, sin duda luego de un mes, su memoria seguía muy fresca.
Le sorprendió verla ahí. De todos los lugares donde pudo haberle buscado, en ningún momento le cruzó por la mente que le encontraría en la cena de su trabajo. Le observó por un rato, considerando si debía o no acercársele.
Pero, ¿Qué asunto tenía que pudiera justificar el querer ir y hablarle? ¿La nostalgia de dos años en los que convivieron al ser estudiantes? Por la manera en que le sintió tan distante en el hospital, a Sasuke le quedó claro que Sakura no le guardaba mucho afecto.
No habían sido tan cercanos como para llegar y saludarle con alegría, sabía.
Durante la noche se concentró en su ambiente, en sus colegas y en sus superiores. Atendiendo cuando le llamaba para opinar, para compartir los avances. Era como cualquier otra cena de su trabajo… y sin embargó, no podía controlar que sus ojos le miraran de vez en vez, buscando a esa persona conocida. No podía evitar que gran parte de su mente solo se concentrara en alguien con quien solo compartió un breve pasado.
Es una tontería.
Su hermano le ofreció una copa, y él asintió levemente.
—Luces algo perturbado. Como si algo te preocupara.
—Solo necesito un poco de silencio —le dijo, para luego retirarse del punto más concurrido.
Caminó entre personas que le saludaban con respeto y que le miraban con algo de anhelo. Sasuke fue más frío que de costumbre, no queriendo ser detenido y ser forzado a conversar.
Él quería usar de excusa que sus pies le habían llevado sin su conocimiento, que su mente había estado distraída y no sabía a donde se dirigía hasta que estuvo frente a ella. Pero era mentira. Desde un inicio así lo deseó, ¿no? Solo no había tenido el valor para acercarse. Y en ese momento, ya no le importaban las excusas, simplemente necesitaba ir con ella e intentarlo otra vez.
Sakura se giró para atenderle, como era su costumbre laboral, y ofreció la bandeja sin levantar la mirada ni hablar. Pero la falta de movimiento de él logró que al fin le mirara. Y fue igual que en el hospital, como su mirada perdida iba pasando a confusión y luego reconocimiento.
—No pensé verte aquí —dijo él con la voz demasiado afable.
Ella parecía perdida, luego miró a todos lados, y recompuso su rostro. Se mostró seria y atenta.
—Lo mismo digo. Me sorprendiste.
Las comisuras de la boca se Sasuke se estiraron un poco.
—No me resulta raro, te veías muy concentrada.
Ella desvió la mirada. Él continuó.
—Estoy un poco ofendido porque te fuiste la última vez, a pesar de te pedí que esperaras.
—¿Disculpa? —le miró otra vez confundida, luego nerviosa a su alrededor—. Por favor, no hables como si implicaras otra cosa. Suena raro.
Sasuke también, notó que otro de los meseros les miraba con curiosidad, pero él no le dio doble pensamiento, enfocándose de nuevo en ella, que parecía un poco alterada.
—Es solo que no estoy acostumbrado a que las mujeres se alejen primero, sabes.
Sabía que estaba hablando así a propósito, y que no era el lugar ni tenía la cercanía para actuar de tal forma con ella, pero no pudo evitar una maliciosa satisfacción ante la incomodidad en Sakura. Desde el otro día se había mostrado tan distante y retraída, que el verle nerviosa y un poco alterada, parecía traer vida a su rostro.
—Lo siento —masculló, mas como si escupiera esa disculpa—, pensé que te habías despedido. Mi mente estaba en otras cosas.
Y Sasuke no pudo comentar nada ante eso. Su humor se había ido tan pronto como llegó.
—Lo siento —se disculpó él, pero Sakura negó con un movimiento de su cabeza. Le ofreció un gesto de consolación.
—Te agradezco que me hayas saludado —ella dijo, pero Sasuke no lo notaba como algo sincero. No del todo.
Y Sasuke ahora podía notarlo con más claridad, el muro que Sakura volvía a levantar, esta vez reforzado. No había sido imaginación suya, ella se esforzaba por mantenerle alejado. Sasuke no pudo evitar comparar esta mujer ante la de sus recuerdos. Sin saber cómo proceder, pensó que debía intentar de nuevo.
—¿Cómo has estado? —preguntó sin restricción alguna.
—Bien —Sakura respondió y él no se mostró convencido, por eso ella dijo una verdad—, muy ocupada. Realmente, el trabajo es lo único para mí. Y eso está bien.
Sasuke sabía que su mirada le incomodaba –seguro porque ella podía notar como él trataba de diseccionar su tono tras sus palabras. Pero aunque Sasuke no le creyera, por educación no podía contradecirle ni inmiscuirse demasiado. Ya que no eran más que antiguos conocidos.
Pero, por eso estaba intentando acercarse, ¿no?
—Ese día en el hospital, quería hablar contigo un poco más.
Ella le miró sorprendida. Se giró por completo a él, le iba a preguntar sobe qué, pero su atención, y la de todos, se volvió hacia el ruido y el discurso que iniciaba. Después de todo, esa cena era un evento importante para una empresa de renombre. Sakura miró como sus compañeros estaban esparcidos alrededor de la multitud alejada de ellos. Todos centrados en las personas sobre el podio, en su discurso. Ella miró de reojo a Sasuke, quien fruncía levemente los labios, sus ojos fijos hacia el podio y sus jefes.
—Tienes que estar ahí, ¿no? Para brindar.
Pero él no respondió ante eso, sino que decidió ir directo al grano.
—¿Quieres ir a tomar algo?
—¿Perdón?
—Luego. En tu próximo día libre —aunque él explicó, ella seguía atónita—. ¿Te desagrada la idea?
—Ah, no. No es eso —ella le aseguró, pero desviaba la mirada, nerviosa—, es solo… muy inesperado.
Era como si acabara de decirle algo descabellado. Ella se puso roja de repente.
Sasuke sonrió con satisfacción. Al fin veía algo de color en cara pálida.
—Debo regresar a trabajar —dijo luego de recomponer su fachada. Miró de reojo hacía un punto que Sasuke no logró identificar a tiempo.
—Bien —dijo él, aun con la media sonrisa en el rostro.
Suponía ya le había interrumpido demasiado. Le dejaría irse, pero solo porque ahora sabía dónde encontrarle.
Con un rostro más relajado y una mezcla de satisfacción, Sasuke se encaminó hasta donde su padre y hermano, a donde su tío ofrecía un discurso que Sasuke no escuchó.
Decidió darle unos días para considerar su invitación. No consiguió su número, pero sí el de su trabajo, y la dirección del mismo.
Se decía que no estaba del todo seguro de porque su insistencia, más que solo quería conversar con ella un poco más. Pero la verdad era otra, y le costaba ser sincero consigo mismo.
Por mucho tiempo, en el fondo de sus pensamientos, no le había olvidado. Era posible que aun luego de tantos años, él aun quisiera verle. Por eso, ahora que tuvo la oportunidad, trataba de agazaparse a ella. Una última vez, se decía.
Y al verla, solo preguntas le abordaban, y la sorpresa -ya que sin duda, no era la misma Sakura que conoció en su juventud. Era de esperarse, casi diez años habían pasado, y él mismo había cambiado. Sin embargo, había una capa de soledad en su rostro que antes fue tan alegre. Sus ojos no brillaban como les recordaba, y en sus labios solo se mostraban sonrisas forzadas. Incluso su postura y voz eran tan decaídas. Era debido a la reciente muerte de su padre, Sasuke decía que eso era el motivo… a pesar de sospechar que había más allá que lo obvio.
Por eso, ahora más que antes, quería saber qué había pasado con Sakura Haruno durante todo ese tiempo. ¿Por qué había desaparecido de un día para otro? ¿Qué fue de ella?
Todas las preguntas que en su juventud le asaltaron, que intentó por sí mismo descubrir, se reforzaban y no le dejaban descansar. Pero era como si esa Sakura, en primer lugar, no hubiera sido nada más que parte de su imaginación.
Esa Sakura, la chica que invadió sus pensamientos por mucho tiempo, era ahora una mujer diferente.
La inquietud que había bordeado sus días de juventud volvía, pero esta vez podría, al fin y de una vez, la eliminarla de él.
Porque necesitaba aclarar ese extraño sentimiento que no se atrevía a llamarlo de otra forma más que nostalgia.
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—¿Qué dices? —preguntó perplejo. Al otro lado de la línea, la secretaria ahogó una exclamación, no había esperado esa reacción de él. Titubeante, ella repitió.
—Ya no trabaja ahí. La señorita que me pidió buscar.
—Hah, debe ser un maldito chiste —dijo más para sí que para la secretaria, quien se disculpaba ante él.
Una semana. ¿Solo había pasado una semana, y Sakura se desaparecía de nuevo?
—¿Al menos te dijeron como contactarle?
—Lo siento, señor. Insistí en que me dieran su dirección o algún medio para comunicarme pero no accedieron, el-
—Llama de nuevo y ponlos en mi línea —casi demandó, y por poco se sintió mal por tratar a la secretaria así. No era su culpa, comprendía, pero el enojo no lo pudo suprimir.
Esa situación era ridícula. ¿Sakura estaba jugando con él? ¿Tan aborrecible le pareció su invitación, que incluso renunció a su trabajo?
—Espera —se detuvo a sí mismo.
—¿Señor?
—Olvídalo. Déjalo todo como está.
Su orgullo le dijo que era mejor dejar las cosas así. Si después de todo, solo era él quien quería conversar con ella, ¿Cuál era el punto?
Cualquier idea sin sentido que se hubiera formado en él simplemente debía ser disipada. Ya había estado más que claro que estaba forzando una reunión en la que la involucrada no quería ser participe.
Habría sido mejor quedarse con la memoria de una Sakura radiante y risueña, que la imagen de esa mujer recelosa y distante.
Ya le había encontrado, le había visto sana. Eso debía ser suficiente.
Pero la impotencia y el orgullo mallugado no se disiparon de inmediato.
Incluso cuando tantos años pasaron, una vez más, Sasuke no podía evitar que Sakura Haruno se marchara de su vida.
Sakura pensó que el pasar de los días lograría disipar el dolor, que le ayudaría a acostumbrarse a la ausencia, a la soledad. Se suponía que el tiempo curaba todo…
¿Entonces por qué? ¿Por qué la presión en su pecho no parecía menguar? ¿Por qué las lágrimas le acompañaban al dormir y el aire le faltaba cada vez que su mente traía las imágenes de aquellos que le habían dejado? Seis meses después de la muerte de su padre, seis meses donde su vida solo parecía marchitarse más, en lugar de mejorar.
Ella no había soñado con un mejor trabajo de la noche a la mañana, ni salir de sus deudas en un par de meses. Hace años que había dejado de ser fantasiosa. Tenía los pies en la tierra, no soñaba con extravagancias, pero se había visto trabajando como siempre, encontrando un lugar mejor… pero de ninguna manera esperaba encontrarse sin casa, despedida de su trabajo y con créditos que crecían cada día.
Lo único constante eran las lágrimas que no se llevaban el dolor, el desconsuelo de su situación. Horribles pensamientos bombardeándole y la desesperación cada vez mayor. Intentaba encontrar un ancla, algo a lo que aferrarse, pero recordar su vida antes de que su madre muriera era algo tan difuso –lo creía un sueño-, y recordar su vida antes de que su padre enfermara, antes de que ella abandonara sus estudios, solo era una amarga memoria. No podía evitar comparar y desear -con llanto que le ahogaba- el poder regresar el tiempo.
Se sentía una inútil, sin nadie quien le necesitara. ¿Cuál era el sentido de su vida? Se cuestionaba todos los días. Trabajar para apenas comer, para tratar de liquidar créditos imposibles, y luego desear, más de una vez, haber estado en el auto con su madre cuando falleció.
—Lo siento —sollozaba, como si su padre estuviera ahí, siendo testigo de su miseria. Lo siento. Se disculpaba por su deseo egoísta de haber muerto de niña y no haber tenido que lidiar con su vida hasta ahora.
—Papá…
Si tan solo ella ya no tuviera que sobrellevar ese castigo que llamaba vida…
Limpió sus lágrimas, sorbió por la nariz y trató de recuperar el aliento para controlar el dolor en su garganta. Paso a paso, siguió caminado. Hace tiempo, las largas caminatas habían sido para llenar sus pulmones de aire fresco, para dejar salir un poco el dolor y la preocupación. Tomar rutas más largas para despejarse… pero ya no era así.
Como todas las veces al salir de su trabajo, Sakura no podía evitar los miserables pensamientos, el agobiante nudo en su garganta que solo parecía aliviarse un poco cuando dejaba caer las lágrimas, y que luego se convertían en un llanto silencioso. Ni siquiera le importaba ya que más de una persona le viera en ese estado. Porque igual que siempre, ella se sentía tan sola en esas calles. Nadie se acercaba, a nadie le importaba.
Pasó el dorso de su mano por su mejilla y sus ojos. La incomodidad en su garganta permanecía, quería gritar. Y había ocasiones en que ya no se restringía los sollozos, pues le daban un poco de alivio físico… que al final era cubierto por el dolor del alma. No tenía sentido, pero ya hace mucho tiempo que ella dejó de buscar como aplacar el sufrimiento.
Ese día, no tan diferente a los demás, pero solo un poco más frío y con menos personas alrededor, Sakura siguió caminado luego de la parada de su autobús, tratando de que todos estos sentimientos se disiparan. Con el invierno estableciéndose, quizá pudiera congelarlos.
Ya no quiero sentir, pensó, sin prestar mucha atención a los autos que pasaban cerca de ella, pero imaginando los gestos irritados y cansados de esas personas atoradas en el tráfico. ¿Cuántos de ellos no tenían quien les recibiera en casa, como a ella? luego miró hacia su otro lado, cuando llegó cerca del inicio del rio sobre el puente. El agua que se estrellaba en las lejanas rocas, en la orilla muy por debajo de ella.
El frío se hizo más fuerte conforme el atardecer amenazaba con llegar y después irse, pero Sakura permaneció en su lugar. Fijando su total atención al agua que cada vez se veía menos clara, sino pintada por el opaco cielo, percibiendo apenas sus movimientos ante la débil visibilidad de ese tarde gris, de esa noche triste.
—Todo ha cambiado —murmuró.
Incluso el aire es diferente al de antes, más pesado.
¿A dónde debería ir? Se preguntó, inclinándose más sobre los barda del puente, que le restringían de caer.
Ni siquiera puedo respirar, perdí mi hogar. Todo esto es demasiado.
Estoy sola…
La luz había desaparecido, ya no le sostenía en su mano, eso que llamaban esperanza.
¿Qué haré?
Fue lo último que pensó, antes de sentir el desequilibrio de su cuerpo y la dolorosa caída.
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Llevo días escribiendo esta historia, no todo podía ser romance y diversion en esta antología :)
Espero que los sentimientos que quería plasmar de verdad se muestren.
Extraño los viejos tiempos cuando escribir dos mil palabras era un éxito, y ahora… pasar de cinco mil y que esto sea apenas el inicio, es una maldición que no me abandona.
Gracias por leer.
