Aunque hace muchos años que se acabó la guerra, una de las secuelas que Harry arrastra hasta el día de hoy es un estado permanente de alerta. Por eso, cuando oye una aparición en su casa, se despierta como un resorte.
Al ver a Ginny, vuelve a echarse hacia atrás en la cama.
—¿Me he dormido? había puesto la alarma a las diez, pero llegué tardísimo anoche…
—Harry —le interrumpe su amiga. Él se levanta de nuevo ante el tono de voz preocupado de ella y la observa. Sabe que ha pasado algo solo por como su amiga lo está mirando.
—¿Qué pasa? —nota la ansiedad creciendo desde su estómago, como una gota de tinta se extendería al caer en tela de algodón.
—El Profeta —no necesita decir más que eso para que el peso en su estómago comience a asfixiarlo—. Intenta no darle mucha importancia ¿vale? Ya sabes como son. Se han pasado, pero si quieres denunciarlos, te apoyaré y haré lo que sea para ayudarte.
Ya no es solo su estómago.
—Dámelo —le pide refiriéndose al periódico.
—Antes quiero que...
—Dámelo —repite con la mano alzada.
Ginny se levanta el jersey y se saca el periodico de debajo.
En cuanto ve la portada y la foto que la ocupa se queda momentáneamente sin respiración.
"Es un sueño, estoy soñando, aun no me he despertado" piensa nada más verla. Cierra los ojos con fuerza como si al abrirlos esa foto no fuese a estar ahí.
Es enorme, ocupa toda la primera página, es él entre una pared y Draco Malfoy, con sus manos apretándole la espalda, con las suyas propias alrededor del cuello del ex slytherin. Un beso infinito, como lo sintió la noche anterior, que se repite y repite ante sus ojos. Y no es lo peor. Lo peor viene después.
El chico que besó.
Parece que nuestro héroe nacional se aburría volando detrás de la snitch dorada en su equipo de Quidditch y ha cambiado de objetivo. Y qué objetivo.
Se ve que echaba de menos eso de perseguir mortífagos y ahora que todos los peligrosos están entre rejas en Azkaban se dedica a perseguir a los que quedan libres. Aunque hay que decir, que definitivamente, sus métodos han cambiado. Desde la redacción de este periódico nos preguntamos si ahora que nuestro héroe se ha pasado al lado oscuro tenemos que preocuparnos por que muchos de sus seguidores y admiradores quieran también dar el paso a las artes oscuras para que El Elegido se fije en ellos, ya sabemos que los jóvenes de hoy en día siguen a sus ídolos a ciegas; los imitan y son sus ejemplos a seguir, así que muchos de nosotros nos cuestionamos si el señor Potter debería pensarse dos veces que cosas hace públicamente, teniendo en cuenta que para muchos jóvenes brujas y magos, podrían imitarlo y querer ser como él.
Harry se siente físicamente enfermo. Muchas cosas le vienen a la cabeza como un huracán y tiene que cerrar los ojos y respirar hondo si no quiere tener un ataque de pánico. ¿Por qué su vida tiene que ser así? ¿porque parece que nunca le van a dejar en paz? Él solo quiere vivir tranquilo, solo quiere tener una vida normal. Poder hacer lo que quiera, besar a la persona que le gusta sin pensar, dejarse llevar. Y no tener que verlo luego en la portada del periódico con más tirada de todo el país. ¿Por qué? ¿Por qué lo hizo? ¿por qué se olvidó que él no puede permitirse el lujo de ser normal como el resto de la gente?
—Harry, cielo —le susurra Ginny acariciándole el pelo—, ¿estás bien?
Su amiga le observa preocupada. Y él no responde, ¿cómo va a estar bien? Solo puede pensar en Draco, en lo asqueado que tiene que estar ahora mismo. En qué estará pensando, si creerá que él piensa así. En si querrá volver a verle.
—Tengo que hablar con el abogado y el jefe de prensa del equipo —dice en voz baja—, ¿puedes ponerte en contacto con Marcus?
Su tono de voz es tan plano, que parece que ya no tiene nada dentro. Que ya no le importa nada. Que está vacío. Debería haber aprendido hace tiempo que no tiene nada que hacer, que Harry Potter es demasiado grande y que el Harry que él quiere ser no tiene espacio en este mundo para existir.
Los siguientes días los vive como un autómata. Como si alguien estuviese moviendo su cuerpo por él. Todo parece irreal y como un sueño.
Tiene que tragarse la bronca de Marcus, la del entrenador, la de su jefe de prensa. Todos diciéndole que cómo pudo ser tan estúpido de hacer eso. Increpándole, que cómo, después de tantos años siendo quién es, no se da cuenta de que no debe hacer esas cosas en público. Del único del que no tiene noticias es de Draco, por supuesto. Ni siquiera le ha respondido a las lechuzas para insultarlo. Eso le habría parecido incluso mejor que la ignorancia absoluta.
Harry piensa, que como en otras ocasiones, El Profeta y Corazón de Bruja se terminarían cansado de su vida, pero parece que esta vez, el cotilleo es demasiado jugoso y llevan semanas que no publican otra cosa.
Su vida y la de Draco han sido despedazadas de todas las formas posibles. Han sacado hasta fotos de sus padres y los del tatuador cuando iban a Hogwarts. Como sigan así, temen que van a terminar publicando su marca de ropa interior.
Lo que peor lleva es que no ha tenido noticias de él desde que todo esto empezó. Una mañana se escabulló a su estudio, pero lo ha protegido con un fidelio (o eso supuso él). No le responde a las lechuzas, cosa que no le sorprende, porque por un maldito beso, le ha vuelto la vida al revés.
Sus amigos solo le dicen que tenga paciencia, que todo terminará calmandose. Y aunque sabe que tienen razón, esta vez, por alguna razón, se siente diferente. Siente que hay algo que no va a volver a ser como antes. Por lo pronto, se le han quitado las ganas de tontear con nadie por algún tiempo. Nadie tiene la culpa de que su vida sea así y no quiere volver a arrastrar a nadie a esta locura.
Quedan unas semanas para que comience la liga y los entrenamientos vuelven. Harry cree que eso le mantendrá ocupado, pero sabe que hay algo dentro de él que está roto y pronto queda patente en su juego. Está torpe, distraído y está seguro que sus compañeros no dicen nada por pura pena. Lo que hace que todo sea aún peor.
Pero una mañana, mientras entrenan, tiene la cabeza en otro sitio y no ve venir una bludger, intenta esquivarla, pero en el camino no solo se golpea contra uno de los aros, si no que arrastra a Oliver con él, la bola los golpea a ambos y terminan cayendo al suelo desde una gran altura.
Cuando se levanta, notando que algo (el hombro o el brazo) tiene roto, sus compañeros tienen que agarrar a Marcus para que además, no le parta la cara.
Pero eso no le salva de que le grite, le insulte y le diga, mientras le apunta con el dedo y le diga algo que suena casi como una amenaza:
—Esta tarde, a las cinco, en la sala de reuniones.
Oliver y él terminan en el hospital. Él con un brazo en cabestrillo, su compañero, algo peor parado que él, pero nada que no puedan arreglar en el hospital mágico.
Así, que a las cinco, está allí, medio asustado, medio cabreado por lo que Marcus tenga que decirle. Sabe que la ha cagado, que no solo ha descuidado su juego, si no que ha puesto en riesgo a sus compañeros. A Oliver, como si no fuese suficiente ya el solo hecho de haber involucrado a otra persona.
Cuando se sienta está solo y a los dos minutos entran el abogado y el jefe de presenta del equipo. Unos cinco minutos más tarde, Marcus y el entrenador. El capitán aun con su uniforme de Quidditch y sin duchar, seguramente acabe de volver de San Mungo de estar con Oliver.
Va a preguntarle como está, pero solo por como lo está mirando, prefiere guardar silencio.
Una vez todos han tomado asiento, el entrenador del Puddlemere es el primero en hablar.
—Bueno Harry, sé que esto se ha salido un poco de madre y es obvio que te está afectando en muchos aspectos —él asiente—, así que hemos pensado que lo más razonable es que demos un comunicado de prensa. Hemos intentado que se cansasen de hablar del tema, pero parece que no va a pasar y ahora que la liga vuelve, no queremos que vuelvan los articulos y los rumores aun más fuertes. Así que hemos pensado que ambos deberíais hacer un comunicado.
—¿Ambos? —pregunta sin saber bien a quién se refiere.
Pero entonces, la puerta se abre y su pregunta se responde sola.
Draco cruza el umbral de la sala de reuniones y se queda parado cuando es consciente de que todos en esa habitación le están mirando. Él, dirige su mirada a Marcus y con un gesto que parece decir: "¿qué demonios es esto?" se sienta a su lado.
—¿Qué haces aquí? —le pregunta sin comprender bien.
Pero cuando Draco abre la boca para responder, el jefe de prensa, le interrumpe.
—He pensado que lo más sensato es que ambos hagáis un comunicado. Os daré los detalles de lo que me ha parece que podría funcionar.
—Un momento —interrumpe sin terminar de creerse toda esta encerrona—. ¿Qué tiene que ver él en todo esto? No quiero involucrarle en toda esta locura, no quiero que se vea afectado.
—Es demasiado tarde para eso —le dice Marcus con un tono que nunca le ha oído antes—. Solo quiero parar esto antes de que sigas involucrando a más gente.
Se siente herido, y se calla. ¿Es que cree que él quiere algo así?
—Creo que lo mejor será que deje el equipo hasta que todo se tranquilice.
—Si haces eso, en cuanto vuelvas, volverán las noticias.
—Igual no debería volver —le dice con resentimiento—. Quizá debería quedarme en mi casa, sin ver a nadie, sin hablar con nadie para que me dejaran en paz. Porque está claro que no puedo hacer nada. No puedo tener nada. A nadie.
Cuando se quiere dar cuenta está de pie y está respirando con fuerza. No recuerda cuando se ha alterado tanto.
Nota la mirada de Draco. No sabe que significa, pero le tranquiliza y eso le hace sentarse de nuevo.
—¿No podría —dice el tatuador con un tono apaciguador—, no podríais directamente denunciar todas las publicaciones que mencionen su nombre y que no sean carácter deportivo?
—No es tan sencillo —le responde el abogado—, hay acuerdos de publicidad y entrevistas…
—Bueno —replica Draco cruzándose de brazos—, pues que él no haga publicidad ni entrevistas, tenéis más jugadores que pueden hacerlo.
—Ya, pero él es…
—Ah, o sea, que no queréis la parte mala de su fama, pero si la buena. ¿No os parece un poco hipócrita?
—No es eso. Hay patrocinadores, no podemos simplemente quitarle de en medio.
—Creo que si que podeis. No podéis convertir esto en un circo y luego quejaros de que pasen estas cosas.
—¿Quién eres tú ahora? —le pregunta Marcus con ironía, probablemente el único en la sala que se atreve a hacerlo—, ¿su representante?
—Pues igual debería serlo —le responde girándose en su silla hasta encarnarlo—, ¿podría así tener permiso para hablar con él o responder a sus lechuzas? —Harry abre la boca, pero ningún ruido sale de ella. ¿Qué quiere decir con eso? Draco observa su expresión de sorpresa e incredulidad y parece aún más cabreado—, Espera, ¿¡no lo sabía!? —y aún más cabreado los cuestiona—, ¿No se lo habíais dicho? ¿Pero con qué derecho os atrevéis a manipular su vida de esta forma?
Harry se levanta, su silla hace ruido al ser arrastrada y todos se vuelven hacia él.
—No puedo, lo siento. Pero esto es demasiado. Renuncio. Esto es ridículo.
—Vámonos —le dice Draco acercándose a él poniéndole una mano en la baja espalda para darle el empujón que necesita y acompañándolo hasta la puerta.
Antes de cerrarla tras ambos, observa como el rubio le enseña el dedo corazón a Marcus.
Una vez fuera, es consciente de que después de dos semanas sin saber nada de Draco, este está a su lado después de defenderlo como no lo ha hecho nadie, delante de gente a la que ni siquiera conocía. Si antes le gustaba, ahora simplemente lo admira. ¿Quién dice que los únicos valientes son los de la casa de Gryffindor?
—¿Qué te ha pasado? —le pregunta. No solo por curiosidad, si no también para romper el hielo.
—No tenía la cabeza donde debía y me he caído de la escoba.
—Potter, ¿no habrías bebido?
No puede evitar soltar una pequeña carcajada.
—Vamos a algún sitio y te lo cuento.
Se sorprende la facilidad con la que el tatuador le sigue. No han hablado desde que ambos se separasen después de aquel intenso beso. Beso que ha visto toda la población del mundo mágico. Después de pensar que Draco estaría molesto con él, le parece raro verle ahora a su lado, como si nada hubiese pasado.
Una vez en su casa (no pueden ir a ningún lugar público por razones obvias), Harry se deja caer en el sofá derrotado y Draco se sienta en el brazo de este y le mira con resignación. No sabe por dónde empezar, qué decirle… pero cree que lo más razonable es pedirle perdón.
—Siento que te hayas visto envuelto en todo este drama.
—No es para tanto, en serio. Llevaba sin tener vacaciones casi un año, así que he aprovechado…
—Es verdad, has tenido que cerrar tu tienda… Espero que no te haya afectado mucho…
—Potter, no hago mi trabajo por el oro. Tengo de sobra; cerrar dos semanas mi estudio no va a arruinarme. Quien quiera encontrarme sabe como hacerlo. Ya te sientes culpable por muchas cosas. No quiero que esta sea una más. Además —dice dejándose caer en el sofá y acercándose a él un poco más—, que yo recuerde, accedí a ese beso igual que tú. Soy igual de responsable. Y no habría sido tan escandaloso si yo no fuese, bueno, yo.
Harry no puede hacer nada para contenerse y le besa. Joder, es que ahora mismo no solo le parece la persona más maravillosa de la tierra, es que encima el idiota es demasiado guapo para su propio beneficio.
En seguida, nota la mano de Draco sobre su mejilla y su lengua pidiendo paso sobre sus labios. Y el beso se intensifica pero no se vuelve más rápido. Siente que está diciéndole que lo ha echado de menos y cuánto le gusta.
—¿Por qué lo has hecho? —le pregunta minutos después tan cerca de sus labios que casi se siguen tocando.
—Porque tampoco podía aguantarme las ganas de besarte.
Harry se ríe y le da un suave beso.
—No, me refiero a defenderme así. A hablar por mí de esa forma.
Draco se separa un momento de él y lo mira con intensidad.
—Cuando tenía quince años mi padre me manipulaba de la misma manera. Y yo actuaba igual que tú. Me dejaba llevar, creía que si no molestaba y me portaba como esperaban de mí todo iría bien. Creía que él sabría cuidar de mi y que haría que todo fuese bien, que me quería y no haría nada que fuese malo para mi —deja escapar una carcajada seca— y termine con este tatuaje en el brazo y necesitando años de terapia. Harry —le dice, sujetando su cara con ambas manos—. No dejes que nadie haga lo que es mejor para ti porque solo tú sabes lo que es mejor para ti. Solo tú. Ni yo, ni Marcus ni nadie.
—Mira lo que ha pasado por dejarme llevar —response dejando escapar todo el aire que lleva dentro.
—¿Te arrepientes? —le pregunta con sinceridad.
—Si —dice enseguida— pero no por besarte. Eso fue… bueno, genial. Pero todo lo que paso después…
—Pero eso no es culpa tuya —sentencia convencido— nada de eso que pasó después fue culpa tuya. Tu no escribiste esos artículos. No cargues con los errores de otros como si fuesen tuyos.
Harry le mira como si lo viese por primera vez.
—¿Estás seguro que eres tatuador y no psicólogo?
—Oh, bueno; es algo que terminas aprendiendo cuando haces terapia. Intentas creértelo y aplicarlo, aunque no siempre puedas.
—Me siento como si fuese un crío que no sabe nada de la vida cuando hablas así.
Draco sonríe y le acaricia la cara con la yema de los dedos.
—Eso es porque no sabes nada de la vida, Potter.
—No sé, me parece raro verte de repente tan comprensivo y razonable.
—¿De repente? Han pasado unos ocho años desde que terminamos Hogwarts.
—Yo no he cambiado nada —dice encogiéndose de hombros.
—Ahora eres más alto —dice mirándolo apreciativamente—, y más guapo; en sexto no tenías todos estos… músculos.
Harry tuerce los labios medio en serio medio riendo.
—También eres muy gracioso.
—No te creas, es más un mecanismo de defensa. Pero no deberías menospreciar esos músculos. Fueron los que hicieron que me fijara en ti en la final de la liga.
—Vaya —dice Harry sonando falsamente afectado— entonces lo único que te interesa de mi es mi cuerpo.
—En un principio —aclara—, pero luego terminaste de convencerme cuando te emborrachaste y vomitaste todos tus sentimientos aquella noche. Te puede parecer ridículo, pero me sentí así durante mucho tiempo tras la guerra.
—¿Por qué me iba a parecer ridículo? Y espero que lo de vomitar no fuese literal.
—Pues porque al fin y al cabo tú estabas en el bando bueno y yo en el malo. No espero que la gente sienta compasión por mí.
—Créeme, la compasión no es algo que anhelar.
Estar sentado con alguien, así, pudiendo expresar cómo se siente de forma cruda y sin miedo es algo a lo que no está acostumbrado. Puede que sea la primera vez que lo hace, que se siente cómodo con alguien o quizás sea que sabe que diga lo que diga Él no va a juzgarle.
—No es que lo anhele en sí, pero si desearía que la gente fuese consciente de todas mis circunstancias. Y de la de otros como yo. A mi me dijeron que debía odiarte. A ti, a Dumbledore. Pero no me dieron una razón que yo entendiese. Así que nunca llegue a hacerlo. Simplemente jugaba que "os odiaba" pero como viste, cuando todo se hizo real no fui capaz de llegar a hacerlo. Y esa fue la bofetada de realidad más dura que he recibido en mi vida. Y a partir de ahí todo fue a peor.
Harry oye con atención. Se supone que él fue igual de sincero con Draco cuando bebió aquella noche, y ahora que le oye hablar de su vida entiende como se sintió. Es como una especie de conexión. Una que puede parecer extraño pero no comparte con Ron, quien se niega a hablar de cualquier cosa relacionada con la guerra o con Hermione, quien parece más ocupada tratando de psicoanalizarle que de ayudarle o compartir. Así se siente cuando habla con Draco. Como si ambos estuviesen compartiendo el peso del otro para hacérselo más ligero, simplemente escuchando, aceptando y sin juzgarse.
Harry le da otro beso y seguidamente apoya su cabeza sobre el hombro del tatuador. Draco sonríe y le acaricia el pelo con suavidad.
¿Esto era? ¿Esto era lo que necesitaba para sentirse bien? Después de años escondiéndose tras la adrenalina del Quidditch ahora siente que esto era lo que en realidad necesitaba. Sentirse aceptado y apoyado.
Cuando piensa en cómo está su vida ahora mismo, lo único de lo que quiere preocuparse es de seguir conociendo a Draco, de ver donde le va a llevar esto y si es sincero, lo demás no le importa. Cuando revisa su mesa observa una carta de Marcus y Oliver donde le piden aclarar la situación y encontrar un lugar intermedio para que Harry vuelva a jugar. Así que sonríe y acaricia el pelo rubio de Draco mientras aún duerme a su lado.
Quizá necesitaba todo este revuelo para despertar y volver a la realidad, pero sobre todo, para saber que quiere y necesita para ser feliz. Aún está al principio de ese camino pero siente que ya ha comenzado a andar y por lo tanto está más cerca. Pero lo más importante es que ahora sabe que pase lo que pase no se va a dejar arrastrar a cómo se sentía antes. Y que este es su verdadero yo.
—¿Ya estás despierto?
Sonríe y mira a su lado.
—Me desperté hace un momento. Tengo demasiadas cosas en la cabeza —sigue acariciando su pelo al hablar y Draco no se queja.
—¿Y qué tienes ahí dentro? ¿Qué piensas? —se lo pregunta en un tono relajado, sin esperar ninguna respuesta realmente.
—Que no sé lo que quiero. Pero si sé que es lo que no quiero así que voy a ir viendo a partir de ahí.
—¿No hay nada que quieras entonces? —cuestiona ahora en un tono completamente diferente al anterior, mucho más sugerente.
—Bueno, sí que sé que quiero en un aspecto —Draco sonríe pícaro—, además, sé que lo quiero ya.
Así que baja la cabeza y le besa con pasión, una que Draco le devuelve entusiasmado.
Espera que las demás cosas que quiera le sean tan fáciles de ver cómo está.
No sabe en qué momento se han quedado dormidos en el sofá pero cuando se despierta, oye a Draco hablando con alguien. Más bien discutiendo. Así que se levanta del sofá como un resorte.
—Ya, pues no es lo que necesita en este momento —es lo primero que alcanza decir a Draco.
—No tienes ni idea, tío —parece la voz de Marcus—, ¿crees que porque habéis echado un polvo lo conoces mejor que nadie?
—¡Marcus! —esa es definitivamente la voz de Oliver—, eso ha estado muy fuera de lugar.
—¿Y tú? —dice Draco copiándole el tono— te crees que lo ayudas pero estás haciendo todo lo contrario. Crees que lo proteges, pero habría formas mucho mejores de hacerlo; pero claro es más fácil mirar para otro lado.
—No me puedo creer que precisamente tú tomes partido de su lado en esto. Creía que me conocías.
—Marcus, claro que te conoce, sabe que no tienes malas intenciones pero es cierto que no ayudas a Harry de esta forma. Y yo tampoco lo he hecho, pero al menos ahora soy consciente de ello y quiero rectificar.
—Hazle caso a Oliver, la decisión más sensata que has tomado en tu vida fue empezar a salir con él.
Marcus tuerce el gesto y va a añadir algo cuando Harry decide hacer acto de presencia. Nota la mirada de los otros tres sobre el.
—Oye, Harry —comienza Marcus algo temeroso— creo que deberíamos hablar.
—Claro, pasad.
La conversación entre los cuatro no va más allá de Marcus pidiéndole que sea razonable y él intentando que entienda cómo se siente. Draco y Ollie están en terreno neutral pero sabe que ambos están más de su lado pero conocen a Marcus y saben que no podrán convencerle si le llevan la contraria de forma evidente.
—¿Entonces no piensas volver? Te retiras, sin más.
—Marcus —interrumpe Oliver antes de que Harry responda—, ¿por qué no me dejás a solas con Harry un momento? creo que Draco y tú también querréis hablar y aclarar cosas.
Draco se niega en un principio, pero cuando su Marcus pone los ojos en blanco y lo mira como si estuviese yendo demasiado lejos, termina claudicando y lo acompaña fuera.
Y una vez solos, Oliver se sienta junto a Harry y le pone una mano sobre el muslo.
—Tu y yo, Harry, hemos pasado por muchas cosas juntos. Nos conocemos desde que tú tenías once años y yo quince. Quiero que me escuches, sé que cuando te diga lo que te voy a decir, te vas a indignar, y seguramente te enfadarás, pero necesito que me oigas.
Harry no responde, no sabe realmente que va a decirle, pero por alguna razón, su estomago le cosquillea, o quizás es su pecho, es una sensación conocida. De anticipación.
—Te escucho —dice sin saber bien si podrá cumplirlo.
—Sé que lo que ha pasado estas semanas puede parecer muy intenso, y lo ha sido, pero me gustaría que te pusieras en mi lugar por un minuto. Que pienses en qué me dirías si fuese yo quien, después de pasar un par de semanas con alguien a quien antes ni siquiera le hablaba o con quien no tenía ningún contacto, de repente, se convierte en el eje de mi vida y dejo de lado mi trabajo, lo que me gusta más hacer, el quidditch y a mis amigos. A Marcus, pero a mi también, tú y yo, hace un mes, éramos como hermanos, me llamabas para contarme que te dolían las muelas, para que te acompañase a comprarte ropa. Hemos pasado la navidad juntos —Harry va abrir la boca, pero Oliver no le deja responder—, no tengo nada en contra de Draco, todo lo contrario, me parece una elección genial, porque los dos me pareceis buenas personas, pero creo que te estás dejando llevar demasiado y te estás aislando de la realidad.
Harry cierra los ojos por un segundo y suspira.
—Sé que parece una locura, sé que no lo vas a entender, pero cuando estoy con él es como si… me entiende, no me juzga, no tengo miedo de decir lo que pienso o lo que siento. Y entenderás que después de lo que ha pasado, sienta que me habéis manipulado. No sé si puedo volver a confiar…
—No me metas, Harry, sabes de sobra que yo no he tenido que ver, y si te sirve de consuelo, Marcus y yo hemos discutido muchísimo por esto y le he dicho que si vuelve a hacer algo así, con quien sea, no voy a pasarlo por alto— Harry abre los ojos con sorpresa. Sabe cuánto quiere a Marcus—. Pero él lo hizo por la misma razón por la que estoy hablando contigo ahora. Cree que te ha dado muy fuerte con Draco y tiene miedo a que se vaya igual de fuerte y te deje hecho una mierda después.
Harry no dice nada, porque sabe que desde fuera, puede parecer cierto. Puede parecer que de repente lo está dejando todo por Draco. No le culpa. Sabe que Oliver es probablemente, a día de hoy, su mejor amigo, es la persona en la que más confía y con la que puede hablar de cualquier cosa. No es tonto. No va a desconfiar de él.
Cuando Draco y Marcus vuelven, ha tomado una decisión.
Sobra decir que Draco se siente traicionado y que no lo entiende. Después de comunicar su decisión, y que Oliver y Marcus se vayan discuten.
El tatuador le reprocha que se deje "mangonear" con demasiada facilidad, que se deje llevar y él intenta explicarle que solo quiere demostrarles precisamente, que no es cierto que se esté dejando llevar y que puede hacer ambas cosas; estar con Draco y seguir jugando sin que ninguna cosa afecte a la otra.
Obviamente, antes de que sus compañeros de equipo abandonen su casa, ha dejado claro que no va a seguir ninguna de las recomendaciones del equipo de prensa y que él y su abogado personal se pondrán en contacto con ellos para negociarlo todo. Harry piensa que ya es hora de tomar las riendas de su vida. Se siente como si hubiese despertado de un coma. Pero ahora, y por primera vez en su vida, sabe lo que quiere y va a ir a por ello.
Y como ya sabe que no quiere volver a dejarse llevar, manipular, ni pisar por nadie, ha empezado por Corazón de Bruja y El Profeta.
Da una entrevista para El Quisquilloso que vende miles de ejemplares. El hecho de posar sin camiseta enseñando el tatuaje de su bíceps con orgullo es la razón más probable de esa venta disparada, pero lo ha hecho a propósito porque en esa entrevista ha dejado claro a sus fans que solo va a conceder entrevistas a los Lovegood, y a ningún otro periódico o revista.
Sus compañeros parecen contentos con que haya vuelto y sobre todo, admiran contentos esta nueva actitud de Harry.
En el equipo ha hecho algo parecido. Le ha dejado claro a todo el equipo técnico, que a partir de ahora, él decidirá que quiere hacer y que no fuera del campo. Ellos pueden tomar las decisiones que quieran dentro de la arena, pero una vez que se quita el uniforme será él quien tome las decisiones.
Y con Draco… lo ha invitado a cenar a un sitio caro y discreto como sabe que le gustan. Se ha puesto lo más elegante que ha podido y ha llegado media hora antes porque necesitaba tiempo para pensar en qué quería decirle.
Cuando le ve entrar por la puerta, y ambos sonríen, sabe que todo va a ir bien. Draco deposita un beso suave en sus labios y se sienta frente a él.
