El sol apenas se asomaba cuando súbitamente se oyó un estruendo tal, como si dos elefantes luchan en una diminuta habitación. Claro está que no pasó de ser percibido por una no muy animada ni sonriente Rin, quien se levantó hasta quedar sentada, junto a su pequeña cría. Volteo su rostro hacia su lado derecho, encontrándose con un Sesshomaru, también sentado pero contrariado. En un intento por contener, colocaba sus dedos sobre su tabique. El también había oído el estruendo.
-Creo que es lindo, por fin hay algo de movimiento en el palacio- Como si de una novela se tratase, de forma muy conveniente a la trama se escuchó a Setsuna gritar:
-¿por qué pones tu pierna sobre mi? mejor dicho ¡¿por que estas durmiendo conmigo?!-
Algo se estampo contra alguna pared, logrando que retumbó en el cuarto de Rin.
-¡Me pasé dormida! no voy a disculparme por algo que no recuerdo. Si fuera el extranjero no dirias nada- Rin no supo qué, pero algo similar al estallido de jarrón sono.
-De nuevo con eso. Tienes que dejar de tergiversar las cosas- Setsuna parecía calmada, pero muy rígida.
-Tus hermanas son muy diferentes a ti, ¿verdad, Seishirou?- Rin cogió en brazos a su bebe. Este, si bien estaba inquieto, no parecía enfadado o a punto de llorar.
-Iré a ver qué ocurre- Aviso la morena. A guisa de respuesta el peliblanco solo asintió.
Cuando la madre de las mujercitas se fue abriendo paso por los pasillos comenzó a divisar a Towa al pie de la puerta, por lo que infirió que su gemela se encontraría dentro de la habitación.
-Buenos días chicas, hermosa mañana ¿verdad?- Rin intentó sonreír de la manera más natural cuando su primogénita se arrimo a ella en busca de consuelo o apoyo.
-MAMA! Setsuna está enojada porque sufro de sonambulismo y me pase a su habitación- Rin se preguntó si era normal que la mirada de su hija le recordase a un perro herido, siendo que su padre era un demonio canino al fin y al cabo.
Setsuna golpeó a su hermana con la parte baja de su Naginata y dijo: -Ya te he dicho que no seas tan confianzuda- acto seguido caminó hacia su madre a paso firme. Cuando estuvo a la par de su hombro, antes de marcharse saludó con respetuosidad, deseando a su madre buenos días.
-¿Por qué se tiene que parecer tanto a nuestro padre? ¿Qué haces con él cuando se enfada?- Towa colocó las manos en su cadera ladeando a un lado, fastidiada.
Rin llevó su mano, con dificultad al sostener a su niño, hacia su barbilla de forma dubitativa.
-Creo que jamas lo vi enojado… Bueno, con el señor Jaken, pero creo que jamás se ha enojado con Rin- Pese a su edad y madurez a la hora de obrar, la mujer del Daiyokai jamás pudo dejar de hablar de sí misma en tercera persona. Esto generó en Towa cierto mojin de ternura en su rostro. No entendía como un ser tan inocente y dulce podía llevarse y domesticar tan bien a un ser tan temido como su padre.
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El día continuó y Rin se entretenía en la entrada a un patio sumamente bello con los curiosos juguetes que Towa le había traído. A algunos les costaba entenderlos a la primera, prendiendo sus luces y sonidos de manera accidental. Sesshomaru se había ausentado una vez finalizada la discusión de sus gemelas, lo cual era una conducta habitual, los territorios debían ser inspeccionados y la seguridad de su familia requería su ausentismo.
Setsuna utilizaba el patio de combates, donde afilaba su arma con paciencia y dedicación. Una risa llegó a sus oídos, haciendo que girara su cabeza en búsqueda de su origen. Con solo escucharla sabía que era su hermano menor, pero algo le generó inquietud.
Su mente divagó mientras afilaba sin atención su arma, de forma monótona… Comenzó a preguntarse cómo una crianza determinará la personalidad de un niño y que habría sido de ella si no hubiera aprendido a defenderse. Su hermana mayor era muy divergente a ella a pesar de nacer en la misma fecha y de los mismos padres. Pero su crianza con humanos forjó una personalidad muy amable y empática en ella, se pregunto como habría sido ser criada por su madre y reír de la misma manera que Seishirou.
Continuó entrenando y puliendo sus poses de batalla hasta que su oreja giró levemente al oír la respiración de un ser a unos metros de ella. Se trataba de su madre con aquel bulto en brazos.
-Esperamos no ser impertinentes, queríamos ver como estabas- dijo achicando sus ojos al acompañar sus palabras de una cálida sonrisa, la cual se contagió en el ligero levantamiento en la comisura de Setsuna.
Rin se limitó a contemplarla, pero su hijo no se quedaba atrás, contemplando con vivez los destellos que su hermana emite a cada poder. Alzó sus pequeños brazos en un intento de alcanzar dichos destellos, cosa que hizo carcajear a su madre.
-Aun eres chico como para pensar en batallas- decía mientras acomodaba sus cabellos.
Esto causó cierta calidez en el pecho de Setsuna haciendo que expusiera un tanto sus sentimientos.
-Madre, ¿que sientes al tener a ese cachorro?- soltó sin más. Era claro que no quería saber la respuesta de aquella pregunta, o no le interesaba de forma real, su intención parecía ser otra.
Rin, como si le hubiesen hecho la pregunta más sencilla del mundo contestó: -Siento que tengo algo más por lo que luchar-
-¿Qué batallas podría librar?- Setsuna no solo era similar a su padre en apariencia. Su manera de ver el mundo en blanco o negro, era la misma. Rin sabía que, a puertas cerradas, al gran demonio se le dificulta leer entre líneas cuando ella se enfadaba.
-Sabes setsuna, el camino que escogí es demasiado hermoso, casi como una rosa. Lo acompañan sus espinas, pero cada vez que las veo a ti y a towa reafirmo mi decisión. Eso mismo siento también con el- Mecio a su bebe mientras miraba a su hija menor.
-¿Cuáles serían las espinas?- La princesa aún se veía consternada ante aquella charla tan ambigua.
-Mi condición humana. He tenido a Seishirou a una edad avanzada y cada vez que trato de imaginarlo como un hombre no puedo hacerlo conmigo a su lado- Los ojos de Rin se veían más opacos, menos brillosos. Su voz, siempre susurrante pero chillona, ahora era su antónimo.
-Cada vez que las imagino a ustedes aun más adultas, quizás con pareja, quizás con mascotas, quizás terratenientes, quizás solo viviendo… El hecho es que no puedo imaginarme a sus lados, esa es la peor espina. Amar no debe de ser hermoso en su totalidad, nada en este mundo lo es. El ciclo de una vida conlleva sufrimiento para quienes te amen. El amor y la tristeza parecen ser una pareja irónicamente muy hermosa. No pueden vivir el uno sin el otro, más parecieran odiarse también. Es difícil de poner en palabras hija mía, pero… mientras pueda saber que esto ocurrio, que he sido madre y compañera de su padre, eso es suficiente para mi-
-madre…- Setsuna se invadió de incomodidad y compasión al ver una lágrima surcar el rostro de Rin.
Cerca de allí una melena plateada se mecía junto a los vientos, entrelazándose con las hojas más altas de la copa de un árbol.
La hora de la cena había pasado con gran rapidez y, siempre que sus hijas estaban allí, se mantenía cierta costumbre, charlar sobre cualquier cosa con la excusa de tomar té. El más pequeño de la familia estaba durmiendo, por lo que lo dejaron reposar en una habitación próxima.
Se llevaba a cabo en los jardines, cuando la noche se mostraba grata y cálida. Sentadas en piso de madera próximo al pasto y las flores se encontraban Towa y Rin, mientras que adentrados en el verde se ubican Setsuna y Sesshomaru. Estos últimos se ubicaban de pie, más un tanto lejos el uno del otro. Claro que Jaken también se daba su espacio en este ritual, en general a los pies de su amo.
La conversación era protagonizada por la hija mayor, quien le relataba las maravillas de su época a su progenitora.
-¡Si, y eso no es todo! Los humanos realmente dominaron el mundo con inteligencia, también se puede volar- Procedió a describir los aviones, su similitud con los pájaros pero su gran tamaño y peso. Todo parecía ameno, hasta que las charlatanas de la familia se percataron de la ausencia de los dos restantes en la conversación.
-Setsuna, tú también viste los aviones, podrías decir algo alguna vez- Towa inflo sus cachetes en un berrinche.
Resulta que la menor de las gemelas se había adaptado bastante bien al mundo humano con el pretexto de incursionar en la música. Es así como conoció diversos países. Towa no estaba muy a gusto con ello, ya que no podía acompañarla a todos sus viajes, haciéndola sentir un tanto sola.
-No hay mucho que decir, lo has descrito bien-
-Entonces quiero que me cuentes de tu viaje a latinoamérica- Towa ya había mencionado a su madre, con ayuda de un mapa, los distintos continentes del mundo, en una de sus tantas charlas de té.
-Fue fastidioso, los latinoamericanos tienen costumbres extrañas- manifestó Setsuna, cruzándose de brazos. Por su mirada su hermana mayor deduzco que un recuerdo no grato surco por la cabeza de Setsuna.
-¿eso es lo que llaman choque cultural?- indagó Rin a lo que la interrogada contestó en un asentimiento.
-Dicen que son muy alegres y sonrientes, madre tu debes tener algún antepasado de allí- La platinada codeó a su madre y se acercó con sigilo a su oído -El pretendiente de Setsuna es de por ahí- acto seguido una piedra impactó contra la sien de la chismosa hermana.
Rin juro haber visto esa escena antes, muchas veces antes.
-¿Sabías que nuestro clan se caracteriza por los sentidos agudos, no?- la reprimio.
Sesshomaru se desvió, caminando hacia un árbol de cerezos, donde emparejó su espalda con la corteza del mismo. Towa frunció el ceño, pensando en lo poco sociable que su padre era. Y es que ella solía relatar cosas de su época con la intención que este también se sorprendiera… No importaba qué cosa novedosa traiga, simplemente nada era digno de su atención o curiosidad. Inquieta se lo comunicó a su hermana y madre.
-¿Cuándo es el cumpleaños de nuestro padre? Quisiera traerle algo que le sea de utilidad, pero nada parece interesarle- llevó sus dedos a su flequillo, acomodandolo casualmente. Rápidamente se dirigió a su madre. -Tiene que ser algo que solo mi época pueda brindarle… Mamá si no sabes tu, ¿quien mas? Nadie lo escuchó hablar más de 3 palabras hiladas-
-¿No te acabo de decir que tenemos buenos sentidos? pues él también, y te está escuchando en este momento- Setsuna aseveró.
Rin bebió un sorbo, alejándose repentinamente de la taza. Las chicas creyeron que se había quemado, pero su madre habló velozmente: -No se si es lo que él quiere, pero si seria un regalo que quisiera darle, Towa ven- Colocó su mano extendida al costado de sus labios, en una insinuación de secretismo. Como si el padre de las princesas lo supiera, se retiró del jardín. Pareciera que no quiere tener un spoiler del regalo, pensó Towa.
-Dijiste que en tu época existe algo que permite que un recuerdo perdure para siempre, en la eternidad, ¿verdad?-
-si, pero eso ya lo tengo aqui- Saco su celular. -El dilema es… ¿Cómo haremos que pose para una foto?
