Aquí tenéis el segundo capítulo de este fanfic. Espero que este capítulo guste tanto como el primero.
Jojo's Bizarre Adventure no me pertenece.
Jotaro hablaba desde el teléfono de su habitación. Contaba lo poco que habían conseguido descubrir a la persona que era su contacto dentro de la Fundación Speedwagon.
-Y eso es todo-sentenció al acabar-Anne, ¿sabes algo de Jean y de Mohammed?
La joven mujer tardó algo de rato en contestar-No puedo decir nada al respecto-admitió ella-No me cuentan mucho, pero lo más que sé es que solicitaron refuerzos y han enviado a Hol Horse a ayudarles.
-Entiendo, ¿y eso cuándo fue?-quiso saber Jotaro, estaba preocupado por aquello.
-Hace un par de semanas-contestó Anne, seria-Desde entonces no hemos recibido ningún informe, o al menos eso creo, ya te digo, por ser familia no quieren que me involucre.
-Ya veo. Anne, cualquier cosa de la que puedas enterarte, por favor, cuéntanos-pidió Jotaro.
-Lo haré, no te preocupes-aseguró ella-Bueno, tengo que colgar ya, hablamos en dos semanas, ¿vale?
Jotaro colgó y dejó el auricular en su sitio. Sabía que no podía hacer nada más en esas circunstancias. Se sentó en la cama y Noriaki le observó, callado, esperando a que hablase.
-No sabe nada de ellos, sólo que solicitaron refuerzos y enviaron a Hol Horse-contó Jotaro, poco después. Por un segundo se le pasó por la cabeza pedirle a Noriaki que fuera allí, a Italia, pero se contuvo, su propuesta no sería bienvenida. Dudaba mucho que su pareja quisiera dejarle solo en esa tesitura y, en el fondo, lo agradecía.
-Seguro que están bien, si no se han puesto en contacto por algo será-Noriaki trataba de ser racional, conocían bien a esos dos-Tienen más experiencia que nosotros, recuerda.
-Lo sé, es sólo que no es lo normal-insistió Jotaro. Noriaki suspiró, cuando se le metía algo en la cabeza no paraba.
-Vamos a ver a Joseph-dijo, serio, Noriaki. Avanzó hacia la puerta y Jotaro le siguió enseguida, adivinando sus intenciones.
Salieron al pasillo y fueron hasta la puerta de la habitación del anciano, llamaron dos veces y la puerta se abrió. Holly, que había sido quién abrió, sonrió al verlos. Se apartó un poco y les dejó pasar.
Joseph estaba apoyado en la mesa, tenía abierta su cajita de pastillas y estaba cogiendo las que le tocaba tomar a esa hora. La edad comenzaba a pasarle factura ya y desde los últimos tres años padecía dolores de espalda y comenzaba a tener artrosis. Su vista tampoco era la misma que antaño y, para poder leer bien de cerca, necesitaba gafas.
Pero su audición estaba perfectamente, al menos. Se giró al escucharles entrar y sonrió un poco. Noriaki avanzó hacia él, decidido.
-Hemos estado hablando antes con Anne-le contó, serio.-Pero no sabe nada de Jean y de Mohammed más allá de que pidieron refuerzos.
Joseph suspiró un poco, se levantó y fue hasta su maleta. La abrió y rebuscó un poco hasta que dio con lo que buscaba, una cámara.
Los otros tres se acercaron y observaron cómo el anciano obtenía una foto psíquica. Esperaron unos segundos y observaron la imagen.
En ella, se podía ver a Jean Pierre, Mohammed y Hol Horse sentados en una mesa en la que había varios mapas extendidos. Parecían estar hablando. Jotaro se fijó que, en una de las paredes, estaba colgada una flecha con la punta dorada.
-Bueno, al menos sabemos que están de una pieza-comentó Holly.
-Tienen la flecha-murmuró Jotaro, pensativo, les faltaba saber su ubicación exacta. Noriaki se le quedó mirando en silencio unos segundos y murmuró entre dientes algo que no alcanzó a oír ninguno de los presentes.
-¿Sería posible, una vez sepamos dónde están, enviar a alguien a recogerles?
-Sí, intentaré obtener eso-prometió Joseph. Oír eso relajó a los otros tres, aunque ninguno lo expresaba en voz alta, habían estado preocupados. Esperaban que todo saliera bien.
Hol Horse observaba, serio, los papeles que tenía delante. A decir verdad, esos dos se habían metido en un buen lío. Chasqueó con cierto nerviosismo la lengua, esperaba que al menos tuvieran un plan para salir de todo ese embrollo, vivos a ser posible.
-Sois conscientes de que, para poder ir contra ese hombre, vamos a necesitar más aliados, ¿verdad?-preguntó el rubio al ver que Jean Pierre entraba.
-Por supuesto que lo sabemos-replicó el francés, sentándose cerca-Pero ahora no podemos hacer otra cosa más que estar a la espera.
-¿Hasta que den con nosotros y nos maten?-preguntó Hol Horse.
Jean Pierre rodó los ojos pero no respondió, sabía que tenía en parte razón, aunque no pensaba decirlo en voz alta.
-Al menos sabéis el aspecto del enemigo, uno de ellos al menos-añadió el rubio.
-No podemos esperar más ayuda de la Fundación-dijo Jean-Temo que sólo seremos nosotros tres.
-Podemos darnos por muertos, entonces-comentó Hol Horse.
-Gracias por tu inestimable ayuda-respondió, con evidente sarcasmo el europeo-Ahora, ¿vas a decir algo útil o no?
Hol Horse rió un poco, nervioso. Si pudiera huir, ya lo habría hecho, aunque intentaba ser menos cobarde, de vez en cuando su antigua mentalidad resurgía-Creo que digo lo más probable, Polnareff.
En ese momento, oyeron que llamaban a la puerta. Se miraron y se levantaron de inmediato, haciendo aparecer a sus Stands.
Joriko observaba seria a Jotaro, había quedado con él, aprovechando que ese día no tenía clase, por fin empezarían a entrenar, pensó la joven.
-¿Y bien?-preguntó la joven, impaciente.-¿Cómo vas a entrenar?
-Primero hay varias preguntas que quiero hacerte, tu Stand puede curar, pero, ¿puede curarte a ti?-preguntó Jotaro.
-No, no puede-reconoció ella, algo a regañadientes.
Jotaro asintió pensativo, si era así lo mejor era que ella permaneciera en la retaguardia.-Te puedo enseñar a defenderte, pero con la naturaleza de tu Stand, es mejor que evites combatir.
-¿Estás insinuando que Crazy Diamond es incapaz de luchar?-preguntó ella, molesta. Sentía que la estaba subestimando.
-No es eso-dijo enseguida el adulto-Pero no es su fuerte y un Stand así, es mejor que evite luchar. Pero te enseñaré a defenderte-añadió, tratando de suavizar sus anteriores palabras.
-Puedo recomponer objetos-explicó ella, aún molesta por eso-El poder de mi Stand es devolver las cosas a su estado previo.
-Entiendo…-Jotaro asintió y se quedó algo pensativo, dando vueltas a cómo podían trabajar aquello.-¿Es de corto o largo alcance?
-Diría que corto-admitió la estudiante-Unos dos metros.
Jotaro asintió, dando vueltas a cómo podían hacerlo, no iba a hacer algo sencillo, pensó el adulto.
-Bueno, ¿qué vamos a hacer?-preguntó ella, cruzándose de brazos. La poca paciencia de ella tampoco ayudaba demasiado, pensó Jotaro, comenzaba a irritarse ya por esa actitud.
Sin previo aviso, lanzó su Stand contra ella, dando apenas tiempo a la joven a defenderse, aunque Joriko fue capaz de bloquear el golpe, tuvo que retroceder varios metros a causa de la fuerza que su sobrino había empleado.
Yukako seguía las indicaciones de Kakyoin, estaba cogiendo con su pelo los objetos más cercanos y lanzándolos contra las dianas improvisadas. No se le daba demasiado bien y estaba fallando más de la mitad de las veces, además que lanzar objetos pesados no era capaz.
-No está mal para empezar-dijo Noriaki, al darse cuenta de que ella comenzaba a frustrarse con cada intento fallido-Nadie espera que te falta perfecto a la primera.
-Sigamos-respondió Yukako, agarrando con un mechón un pequeño ladrillo que había cerca y lo tiró contra la diana.
Noriaki suspiró un poco, tampoco había sido capaz de dar en el centro esa vez, aunque no le sorprendía aquello.
-No, es suficiente por hoy-cortó serio el hombre pelirrojo-Acabas de desarrollar tu Stand, controlarlo lleva su tiempo. Si te frustras así, no vas a lograr nada.
Yukako gruñó un poco, pero no dijo nada, respiró hondo varias veces y fue calmándose con el pasar de los minutos.
-Entiendo que quieras vengarte-dijo Noriaki, tratando de suavizar sus anteriores palabras-Pero antes debes controlar mejor tu Stand y conocer bien lo que puedes hacer y lo que no.
-Entiendo-murmuró la joven, y fue retirando su Stand, haciendo que su pelo volviera a la normalidad-¿Seguiremos mañana?-quiso saber Yukako, mientras iba a coger su bolso.
-Mejor en el fin de semana-pidió Noriaki-Tengo que hacer unas cosas estos días, ¿vale?
-Sin problema-afirmó la joven-Pues nos vemos el sábado aquí por la tarde, ¿verdad?
-Sí, hasta entonces, Yamagishi-se despidió el hombre y la chica, tras devolverle la despedida, se marchó.
Polnareff observaba irritado a los siete hombres que estaban ante ellos. Les habían pillado por sorpresa y habían encogido su tamaño hasta no medir más de cinco centímetros.
Sus Stands también se habían visto reducidos, como era de esperarse, dejando a los tres indefensos prácticamente.
-Lamento la forma en la que os hemos traído hasta aquí-dijo un hombre alto, vestido de la cabeza a los pies de negro. Hasta el color de sus escleróticas era de ese color, observó Avdol.
-¿Qué queréis?-preguntó Jean, llevaba un rato intentando hacer que su Stand aumentase de tamaño pero no lo estaba logrando.
-Permitid que me presente, soy Risotto Nero, líder de la Squadra di Esecuzione, un antiguo escuadrón de Passione-al hombre no se le escapó que esa información hacía que se tensasen aún más- Tenemos el objetivo de acabar con el jefe-continuó explicando-Y sabemos que vosotros disponéis de más información sobre él que nosotros.
-Y aunque sea así, ¿por qué habríamos de ayudaros?-preguntó Hol Horse, serio, no se fiaba de aquellos hombres.
-Porque el jefe se mantiene en las sombras, acabando con cualquiera que sepa algo de él, y si no me equivoco, vosotros conocéis tanto su nombre como su aspecto. En cuánto sepa dónde os escondéis irá a por vosotros.
-Entonces, queréis nuestra ayuda para acabar con él-dijo Polnareff serio. Risotto asintió, sonriendo ligeramente, contento de ir haciéndose entender.
-A cambio os proporcionaremos la protección que necesitáis, dudo mucho que el jefe llegue a sospechar que os estamos ayudando.-dijo confiado el líder de aquel escuadrón.
Los tres intercambiaron miradas, no estaban del todo seguros de aquello y fue Avdol quien tomó la palabra-¿Y qué nos asegura que no nos entregaréis a él a la mínima de cambio?
-Hace dos meses mató a dos miembros de nuestro grupo-contó Nero mientras apretaba los puños-Intentamos averiguar su identidad utilizando sus Stands, pero fueron descubiertos.-El hombre tardó un momento antes de seguir hablando-Nos entregaron sus cadáveres por correo.
-Entiendo-Polnareff observó a los otros dos y Avdol asintió, realmente, en esos momentos, formar una alianza con esos fuera su única alternativa.
-¿Nos ayudaréis o no?-preguntó otro de los hombres, el único que era rubio, se notaba que estaba algo molesto, a juzgar por su expresión.
-Sí-dijo Jean Pierre, serio.
Joriko llegó a casa agotada, había estado horas entrenando con Jotaro, no había tenido compasión ninguna con ella. Se fue directamente a la ducha, después de saludar de pasada a su madre, diciendo la primera excusa que se le pasó por la cabeza en esos momentos.
Se desnudó una vez estuvo en el baño con la puerta cerrada, se detuvo ante el espejo y se dio la vuelta, observó entonces la marca que tenía en el hombro, según le había explicado Jotaro, esa marca de nacimiento con forma de estrella, era la que todos aquellos con sangre Joestar tenían.
Suspiró un poco y se metió en la ducha, quería dejar de darle vueltas a todo eso. No tenía sentido, pensó, no conocía de nada a aquellas personas que se habían entrometido en su vida, pero ellos parecían muy interesados en lo contrario.
Encendió el agua y cuando estuvo a la temperatura ideal, se metió bajo la alcachofa de la ducha. Posiblemente tuviera agujetas al día siguiente, pensó la joven mientras se iba enjabonando el pelo y el cuerpo.
Una vez hubo acabado de darse la ducha, fue a su habitación a hacer los deberes, aún le quedaba un rato antes de que le tocase ir a cenar y pensaba sacarle provecho.
Sacó de la mochila el libro y el cuaderno de inglés y comenzó a repasar lo que habían dado ese día y a hacer los ejercicios que le habían mandado.
Mordió algo el capuchón del bolígrafo, concentrada, esa materia no era su fuerte, y más de una vez había tenido que recibir ayuda por parte de Yukako, aunque ella, a cambio, le echaba una mano con otras asignaturas.
Gruñó, tenía que poner los verbos en la forma correcta y distinguir cuándo era necesario un tiempo verbal u otro nunca se le había dado demasiado bien.
Fue rellenando un poco al azar, haciendo ese ejercicio lo mejor que podía, esperaba haber acertado alguna por lo menos. Siempre podía pedirle a Yukako que le revisase el ejercicio antes de clase...si es que su amiga iba a clase ese día, pensó Joriko, esperaba que sí.
Trató de no darle más vueltas a aquel asunto, pero su mente volvía a cada rato a repasar los últimos eventos en su vida. Gruñó algo, así sería imposible concentrarse en hacer los deberes, pensó con irritación. Un rato después se dio completamente por vencida y guardó todo de nuevo en la mochila.
Salió de su habitación y bajó las escaleras en silencio, se encaminó a la cocina. Vio a su madre preparando la cena, sonrió un poco y se acercó a ella.
-¿Qué estás preparando?-preguntó con curiosidad, tratando de verlo.
-Pescado-respondió Tomoko, sin girarse a mirarla, concentrada en lo que estaba haciendo en esos momentos.-Ve poniendo la mesa y avisa al abuelo, pronto estará todo listo-ordenó la mujer.
Joriko asintió enseguida-Ahora lo hago-dijo y salió enseguida de la cocina. Fue al despacho de su abuelo y lo encontró sentado en su silla, con un libro abierto, leyendo tranquilamente.
-Abuelo, mamá ya casi ha acabado de hacer la cena-le avisó la muchacha, sonriendo un poco, contenta.
Él la miró y asintió, cerró el libro, se levantó y observó a su nieta-¿y qué ha preparado tu madre?-preguntó, esbozando una sonrisa jovial, estaba de buen humor ese día, notó Joriko.
-Pescado, creo que atún-dijo ella, los dos fueron hacia el comedor y pusieron la mesa mientras charlaban tranquilamente.
Poco después llegó Tomoko con una fuente con tres trozos de pescado y la pequeña familia se sentó por fin para cenar.
Fue Jotaro quien sacó el tema cuando estaban cenando los cuatro en el restaurante del hotel esa noche.
-Abuelo, ¿qué vas a hacer ahora con todo el asunto de Joriko?-preguntó el moreno serio cuando terminó de masticar. El anciano suspiró al escuchar la pregunta, dejó los cubiertos sobre su plato y observó a su nieto. Los otros dos, aunque no dejaron de comer, miraron de reojo a Joseph, esperando su respuesta.
-Me gustaría conocerla-reconoció el anciano-Pero no sé cómo hacerlo, tengo la sensación de que no me quiere en su vida.
Holly puso su mano sobre la de su padre y el hombre la miró-Dale tiempo, estoy segura de que si ve que te interesas por ella, terminará por aceptarte.
-¿Tú crees?-Joseph no las tenía todas consigo al respecto y no quería meter la pata con la chica.
-Sí, verás como sí-dijo Holly, sonriendo un poco, intentando animar a su padre.
-Ojalá tengas razón-comentó Joseph, agarrando de nuevo el tenedor y prosiguió comiendo, pero con evidente desgana.
-Maneja bien su Stand-intervino entonces Jotaro-Pero se confía demasiado, le falta experiencia.
-¿Qué clase de Stand tiene?-preguntó Noriaki, aliviado con el cambio de tema.
-Uno de corto alcance, parecido a Star, tiene bastante fuerza y es rápido-explicó Jotaro-Pero lo de verdad interesante es el poder que tiene, puede devolver lo que toca a su estado anterior.
-Suena interesante-reconoció Noriaki, pensando posibilidades para esa habilidad, si se utilizaba bien, podría llegar a ser muy útil.
-Primero debería bajarle algo los humos-rezongó un poco Jotaro, no dispuesto a halagarla con facilidad.
-Eso me recuerda a alguien-comentó Noriaki con una sonrisa burlona, al acordarse de que Jotaro, en su momento, había sido igual.
-Yo no era así-respondió al momento Jotaro, haciendo reír a su pareja por aquello.
-Lo que tú digas-contestó Noriaki, tratando de reprimir las carcajadas.
Holly les observó contenta, se alegraba de ver que su hijo hubiera encontrado a alguien así, se le veía realmente feliz.
Yukako escuchaba seria a Joriko, esta le estaba pidiendo otra vez, ayuda con inglés. Era algo bastante habitual, la verdad.
-Te ayudaré-afirmó-Pero sólo si me prometes que después de clase iremos a comer fuera y compraremos algo de ropa.
-Podríamos ir también con el grupo de Azami-propuso Joriko, pues días antes le habían propuesto eso mismo.
-Yo había pensado en ir tú y yo solas-murmuró Yukako-Hace tiempo que no hacíamos algo así y me apetece bastante.
-Sin problema-contestó deprisa la otra muchacha, sonriendo-Me parece un plan perfecto.
Yukako asintió, contenta, tenía ganas de mirarse algún vestido y quizá varias camisetas de manga larga. Además creía que esa sería una buena forma de distraerse y pensar en otras cosas, algo que necesitaba mucho en esos momentos.
No pudieron hablar mucho más rato, pues vieron que ya entraba la profesora, tras saludarla se sentaron en sus asientos. Las dos miraron de reojo el asiento vacío de Koichi, según les había dicho el día anterior tenía que ir al médico y no podría ir ese día a clase, así que les pidió que le pasasen los apuntes de ese día.
Joriko suspiró un poco y miró a la profesora, sacó su cuaderno, preparada para tomar apuntes, conocía bien a esa docente y tenía costumbre de dictar todo. Y así fue, al poco les tocó empezar a tomar notas.
Yukako esperaba callada a que Joriko terminase de hablar por teléfono móvil con su madre, se miró las uñas mientras esperaba. Estaba algo nerviosa, pero trataba de disimularlo como podía.
Sonrió un poco cuando su amiga se acercó-Ya está-dijo Joriko, contenta, mirando a su amiga-¿Dónde te apetece ir a comer?
-Oí a una amiga hablar de un restaurante italiano que habían abierto hace poco-dijo Yukako-¿Te apetece que vayamos?
-Pues sí, no sabía que hubieran abierto uno-admitió Joriko mientras las dos salían y ponían rumbo hacia ese local.
Hablaban durante el viaje, comentando el primer día de entrenamiento con Jotaro y Noriaki y cómo les había ido.
-Yo he acabado con algo de dolores-reconoció Joriko, seria-¿Y tú?
-Yo no, pero tengo que mejorar mi puntería-admitió la otra joven-Pero por lo demás bien.
-Me alegro-afirmó Joriko-¿Y qué vas a querer mirarte en las tiendas?-preguntó con evidente curiosidad.
-Pues vestidos sobre todo, ¿y tú?-quiso saber Yukako.
-Supongo que alguna falda larga-dijo Joriko, contenta.
-Mira, ahí está el restaurante-la interrumpió la muchacha, señalando el edificio cercano. Las dos chicas se encaminaron hacia allí y entraron.
Nada más hacerlo, atisbaron en una mesa a Jotaro y Noriaki, pero junto a ellos estaban una mujer y un hombre algo mayor. Apenas les dio tiempo de reaccionar aún así, pues un hombre alto, vestido de cocinero se acercó a ellas con una sonrisa amable.
-Benvenuto, signorinas, soy Tonio Trussardi-saludó en cuanto estuvo delante de ellas-¿Mesa para dos?
-Sí-dijeron las dos a la vez y el hombre las condujo a la única mesa de la que disponía para dos personas.
Ellas se sentaron y notaron que no había ninguna carta en las mesas, pero antes de poder preguntar, la mujer de la mesa cercana reparó en ellas.
-Hola, Joriko-saludó Holly con una sonrisa, levantándose y acercándose a las dos. Yukako observó a la mujer algo confusa, era la primera vez que la veía, pero, a juzgar por la cara que ponía su amiga sí la conocía.
-Buenas tardes…-murmuró Joriko con mucho menos entusiasmo que la recién llegada, pero no pareció afectarle aquello en absoluto.
-El otro día no tuvimos tiempo de presentarnos debidamente-comentó Holly, aunque notaba que no era bien recibida su presencia ahí quería al menos presentarse debidamente.-Me llamo Holly Kujo. soy la madre de Jotaro, es un placer conocerte-dijo la mujer. Las dos chicas asintieron y por educación se presentaron también.
Yukako iba a preguntar algo, pero el hombre que las había atendido antes se adelantó-¿qué desean beber las señoritas?-preguntó.
-Agua las dos-respondió al momento Joriko, ninguna de las dos era especialmente fan de los refrescos.-Y nos gustaría echar un vistazo al menú, para ir eligiendo ya la comida.
-No hay carta en este establecimiento-explicó entonces el encargado-Yo decido lo que cada comensal tomará, en función de lo que necesite.
Yukako y Joriko se miraron extrañadas, era la primera vez que escuchaban algo así, pero parecía estar hablando completamente en serio. Dudaron un momento, pero, cuando les pidió examinar sus manos derechas, las dos aceptaron, la curiosidad les había podido.
-Veo que las dos estáis ahora mismo bajo cierto estrés-comentó él-Y veo que usted, señorita, tiene agujetas-añadió mirando a Joriko-Tengo los platos indicados para tratar todo eso.
Dicho eso, se marchó a la cocina y dejó ahí a los seis comensales. Las dos chicas se miraron, aún sin entender qué había pasado exactamente.
-¿Ha hecho lo mismo con vosotros antes?-preguntó Joriko mirando a Jotaro, fijándose que ellos ya tenían la comida servida.
-Sí, la verdad es que sí-admitió el moreno-Y debo decir que ha acertado, pero no sé cómo lo ha hecho.
-La comida está deliciosa-intervino el anciano-Hacía muchos años que no probaba algo así.
-¿Y usted es…?-preguntó Joriko, dándose cuenta de que no se había presentado aún.
-Ah, sí, perdona mi despiste, me llamo Joseph Joestar, soy…el padre de Holly-a ninguno de los presentes se le escapó esa vacilación, pero no comentaron nada al respecto.
El camarero regresó, trayendo consigo dos botellas de agua de medio litro que dejó en la mesa de las dos chicas y se retiró.
Ellas se sirvieron el agua y bebieron un poco. Abrieron mucho los ojos sorprendidas y Joriko agarró su botella, tratando de leer de dónde procedía aquel agua.
-Está deliciosa-dijo Yukako, tratando de secarse las lágrimas que acudían a sus ojos-Nunca había probado una igual antes,¿tú?
Joriko, que seguía tratando de leer la etiqueta de la botella, negó con vehemencia-No, nunca la verdad.
Yukako, a esas alturas, seguía intentando detener sus lágrimas, pero cada vez acudían más y más, la chica pronto estuvo llorando, expulsando poco a poco todo el dolor que llevaba guardado en su interior desde el asesinato de sus padres.
Su amiga la observó preocupada y miró de reojo a los otros, incómoda por todo aquello, pero Holly ya había vuelto a su sitio y hablaba con los otros tres, prestando poca atención a las dos chicas. Joriko se levantó de su sitio y se acercó a Yukako, quien también estaba levantada, la abrazó con fuerza, en un intento de consolarla.
Afortunadamente Yukako se calmó pronto y las dos se sentaron de nuevo.
-¿Estás mejor?-preguntó preocupada Joriko. La otra chica asintió, terminando de limpiarse los restos del llanto que quedaban aún en sus ojos.
-Me siento menos triste-admitió la muchacha de pelo largo.
Tonio llegó entonces con dos platos y se los puso a cada una-Este es el entrante, una ensalada Caprese. Lleva tomate y queso mozzarella-explicó con una pequeña sonrisa-Espero que sea de vuestro agrado, signorinas.
-¡Muchas gracias!-dijeron ambas y probaron un poco del tomate de aquel plato.-¡Está riquísimo!-exclamaron contentas las dos chicas.
-¡Non, non, non!-las riñó Tonio-Así no se come esto, hay que comer el queso junto al tomate.
Las dos asintieron y siguieron esa indicación enseguida.
-Es verdad, está mucho más rico-admitió Yukako, cortando otro pedazo y llevándoselo a la boca, la comida italiana estaba deliciosa, pensó contenta.
Observó a su amiga y notó que Joriko se rascaba ambos brazos con cierta insistencia, la vio subirse las mangas y continuar rascándose ahí, hasta el punto de que comenzaba a arrancarse la piel. Activó su Stand enseguida y con su cabello, sujetó ambas muñecas de su amiga, evitando así que siguiera haciéndose daño.
Aquello había llamado la atención de los otros que se acercaron también, preocupados. Joriko les miró confusa, no le pasaba nada, sólo le picaban los brazos.
-¡¿Qué está pasando aquí?!-preguntó el anciano, frunciendo el ceño mientras miraba al italiano, que era el único que permanecía tranquilo en ese momento.
-Tenía agujetas en esa zona-explicó Tonio-Simplemente se está curando de eso.
-¿¡Curando!?-preguntó Yukako, sin poder creer lo que estaba escuchando.
-Así es y, signorina, le sugiero que suelte a su amiga o la comida no hará el efecto que tenía que hacer.
-¿La comida?-murmuró Holly observando los platos, a decir verdad, todo había comenzado cuando Joriko había probado aquello.
-Así es, tiene propiedades sanadoras-afirmó Tonio, con una sonrisa-Pero sólo funciona con aquellos que padecen algún tipo de dolencia.
Los cuatro adultos se miraron pero Yukako se negaba a soltar a Joriko, no quería que su amiga se siguiera haciendo daño, en parte se sentía responsable, pues había sido ella quien sugirió ir a aquel local.
-¿Es un Stand?-preguntó, en ese momento, Jotaro mirando serio al cocinero, quien pareció confuso al oír aquello.
-Así es-respondió Tonio enseguida, sin perder su actitud jovial-Se llama Pearl Jam, tiene la habilidad de curar dolencias de distinta índole- explicó, tratando de calmar a los demás con eso.
Yukako miró seria a Noriaki y este asintió, así que, aunque dudosa, soltó a Joriko y dejó que terminase de rascarse los brazos.
Cuando acabó de hacer aquello, según la propia Joriko dijo, se sentía mucho mejor, sentía los brazos mejor que nunca.
Joriko sacó su monedero para pagar, al igual que Yukako, Tonio cogió el dinero que le tendían con una sonrisa.
-Signorinas, espero volver a verlas pronto-dijo despidiéndose de ambas y girándose para mirar a los otros comensales-¿Desean un café?-preguntó.
-Sí-respondió enseguida Joseph-Un café con leche y tres capuchinos, por favor.
-Enseguida-dijo Tonio, mientras se marchaba a la cocina para preparar aquello.
Jotaro suspiró un poco-¿Alguna idea de qué podemos hacer ahora?-preguntó, serio.
Noriaki negó-La verdad es que no, había pensado en ir a la playa. Me gustan los paisajes y querría poder pintar algo.
-Te acompaño-respondió enseguida Jotaro, agradado con la idea de pasar algo de tiempo con su pareja a solas.
-Nosotros volveremos al hotel entonces-dijo Holly, sonriendo un poco.
Los otros dos asintieron y comenzaron a beber el café que habían pedido en cuánto se lo trajeron.
-El café japonés es asqueroso-comentó Joseph, poniendo una mueca de desagrado, nunca se acostumbraría a cosas como esa.
Joriko se miraba callada al espejo, por insistencia de Yukako había terminado probándose aquel vestido. No es que fuera feo, pero no eran su estilo, no le hacían demasiada gracia. Suspiró, dudando, le quedaba bien y le gustaba, pero no estaba del todo convencida.
Era un vestido azul claro de manga larga, que le llegaba hasta las rodillas y resaltaba bastante la figura de la muchacha. Aunque Joriko creía que quizá estuviera realzando demasiado su busto y eso no la terminaba de hacer sentir cómoda del todo.
-Joriko, ¿has terminado ya de probarte el vestido?-preguntó Yukako con cierta impaciencia-Quiero ver cómo te queda, anda sal.
-¡Ya voy!-respondió la muchacha, descorriendo la cortina y saliendo del probador para que su amiga pudiera verla.
Yukako sonrió un poco y la observó satisfecha-Date la vuelta a ver-pidió y asintió para sí misma, contenta.-Te queda perfecto.
-¿Tú crees?-murmuró Joriko sin estar demasiado segura de aquello.
-¡Pues claro!-respondió enseguida Yukako-Te queda ideal, en serio.
Joriko volvió a mirarse al espejo, mordiéndose algo el labio, no estaba convencida aún de aquello.
-Pruébalo al menos, cambiar de estilo te vendrá bien-la intentó animar Yukako-Ya te digo que te queda muy bien.
La otra chica dudó un momento, quizá su amiga tuviera razón y debiera probar aquel estilo-Pero no tengo nada de calzado que combine con esto-murmuró dándose cuenta de aquello.
Yukako rió un poco, contenta de haberla convencido prácticamente- No te preocupes, ahora buscamos algo, ¿vale?
-De acuerdo-aceptó Joriko, sabiendo que su amiga entendía bastante de moda y tenía buen gusto para esas cosas. No es que ella fuera una marimacho o no tuviera ni idea de esas cosas, pero no estaba tan puesta en el tema de la moda como Yukako.
Las dos chicas salieron de los probadores, Joriko llevaba en la mano aquel vestido, si conseguían encontrar calzado adecuado en esa tienda, se lo llevaría.
-Estos te quedarán ideales-dijo Yukako cogiendo unas sandalias romanas blancas. Joriko las observó, no eran feas y no tenían nada de tacón, pensó con cierto alivio.
-Espero que tengan mi talla-comentó Joriko, acercándose a la dependienta para preguntarle.
-¿Tiene la talla 11* de estas sandalias?-preguntó la joven, mostrando el calzado a la encargada.
-Ahora mismo lo miro-contestó la mujer tras echar un vistazo a las sandalias y se marchó, posiblemente, al almacén. Las dos chicas se sentaron a esperar mientras regresaba.
-Oye, Yukako, ¿qué opinas de todo esto de los Stands?-preguntó Joriko seria.
-No sé qué decirte-respondió ella-Pero quiero aprender a utilizar bien el mío pronto.
-¿Qué nombre le has puesto?-quiso saber Joriko, curiosa.
-¿Nombre?-Yukako se quedó pensativa varios minutos, pensando en aquello-Love Deluxe. Era el álbum favorito de mis padres-añadió al ver la cara de confusión de su amiga.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo! ¡Hasta la próxima!
