Sintió los párpados pesados y apenas pudo abrirlos cuando oyó pasos en su habitación. Luego una mano cálida cubrió la suya.
—Peter… cuanto me alegro que hayas despertado.
—Tía May —pronunció cuando fijó la vista en ella.
Imaginaba que su tía había estado presente y al pendiente de su cuidado desde que lo habían herido. Podía notarlo en su aspecto desaliñado y en su rostro con muestras visibles de cansancio, así como con profundas ojeras. Mientras reposaba en aquella cama, apenas podía mover su cuerpo de lo entumecido que lo sentía.
—¿Cuánto tiempo permanecí dormido? —preguntó intentando sentarse, sin embargo, un dolor punzante se originó en su hombro y le atravesó todo el brazo hasta los dedos de la mano. Soltó un quejido.
—Tranquilo, hijo —dijo su tía, apoyándole una mano para que volviera a recostarse—. No te esfuerces en hablar. Dicen que la herida fue de consideración.
—¿Dónde estoy? —preguntó entonces recorriendo con la vista la lujosa habitación en la que permanecía.
—En mi torre —respondió la silueta de un hombre apoyado en el marco de la puerta.
No podía visualizarlo bien, pero por su voz sabía que se trataba de Stark.
—Tía May, ¿podría dejarnos a Peter y a mí un momento a solas?
—Claro, querido —accedió su tía dejándolos a solas en la habitación.
Cuando la puerta se hubo cerrado, Stark se acercó y tomó asiento. Soltó un profundo suspiro y le miró fijamente.
—¿Se puede saber en qué estabas pensando? —le recriminó elevando el tono de su voz—. Tuviste suerte de que la bala haya afectado sólo tu hombro. Porque si afectaba un órgano vital, no estarías aquí para contarlo.
—No puedo creer lo que ibas a hacer...
—Ya te lo dije. Estamos frente a una amenaza.
—Creí que el plan se trataba de capturar y arrancarle el simbionte —añadió con énfasis—. ¿Desde cuándo te volviste tan oscuro y siniestro, Stark?
—Quizá desde esto.
Le arrojó un periódico que fue a caer directamente sobre sus manos. Leyó el titular principal que decía: «¡El simbionte ataca de nuevo! Esta vez quebranta la seguridad y destruye material médico de Industrias Stark»
—¿No te das cuenta, Peter? —dijo cruzando los brazos sobre el pecho—. No estamos frente a un enemigo cualquiera. Este simbionte anda por allí y es un maldito genio. Sólo una mente brillante vulneraría así la seguridad de Industrias Stark. Descifró cada uno de los acertijos de los paneles de acceso a mis oficinas. Sólo las cámaras tuvieron un poco de margen de tiempo para grabar lo que hizo.
—Pero ya no desarrollas tecnología ni armamento militar. ¿Qué podría destruir de allí?
—Sólo encontré un único laboratorio con las ventanas destruidas, vidrios por doquier y varios tubos de ensayo esparcidos por el suelo. Según las cámaras, parecía querer sacarse muestras de sangre.
Peter en ese momento recobró la memoria y recordó que contaba con una muestra de sangre de aquel simbionte en su traje.
—Hay otras cosas que debes saber —indicó Stark captando su atención.
A continuación, encendió la pantalla de un televisor.
—Grabé esto del programa de J. Jonah Jameson hace tres días.
—¿Pasaron tres días? —preguntó con los ojos abiertos de par en par.
Stark asintió.
—Te extrajimos quirúrgicamente la bala. Gracias a tu pronta recuperación en cuestión de horas ya estabas estable, pero te mantuvimos sedado.
—¿Por qué hicieron eso?
—No queríamos que te expusieras y salieras por allí a hacer tonterías. Mira esto —pidió Tony.
Pulsó un botón del control remoto y se reprodujo el programa de J. Jonah Jameson justo en el momento que él quería. En ese breve video se insinuaba que Spiderman era aliado del simbionte, quien había asesinado al heroico Flash Thompson. También se confabulaba que Spiderman le protegió y que ahora había dos amenazas enmascaradas prófugas en la ciudad de New York.
—¿Ves lo que creerán de ti? —dijo arrojándole el control a sus manos—. No podrás salir de ahora en adelante. S.H.I.E.L.D. se encargará de dar con el paradero de ese simbionte y haremos lo que sea necesario. Por lo pronto, recupérate y descansa —añadió apagando la luz y cerrando la puerta.
Peter no tenía nada de sueño con las revelaciones que acababa de ver y oír. Aunque fuera una criminal, no se merecía que S.H.I.E.L.D. la encontrara. Sabía que la matarían sin importarles su identidad ni las consecuencias nefastas que podría significar eso para la reputación que se labraba como organización.
En beneficio de S.H.I.E.L.D. y para averiguar la identidad de quien se encontraba bajo la influencia del simbionte, debía acudir a Industrias Parker. Quizá con la muestra de sangre con la que contaba podría saber a quién correspondía.
